Mediocridad y Salud

La mediocridad no comenzó cuatro décadas atrás con supuestos y creencias que la economía es lo más importante, que todo depende de ella, y que quien acopia más riqueza que los otros es un héroe moderno (ya había mediocridad aquí y allá desde tiempos inmemorables). Pero desde ahí en adelante se hizo omnipresente. Hoy la palabra mediocridad está de moda y con razón: se ve mediocridad hacia donde uno mire. Se puso de moda la palabra, pero peor, se puso de moda una actitud de mediocridad en el actuar de las personas. Nos hemos dejado arrastrar por la moda del prestigio ligado al triunfo económico, por la moda de la competencia entre hermanos por cosas de poder y de status, es decir, de cosas externas, banales, que poco o nada tienen que ver con las verdaderas riquezas guardadas en la intimidad de las personas: osadía, generosidad, compasión, alegría de vivir, ética, pudor, dignidad, honradez, gracia, creatividad, en fin, los incontables potenciales humanos hoy postergados o bloqueados por un correr tenso en persecución de metas alejadas de nuestra naturaleza, un correr tenso que enferma a las personas, un correr tenso que socava la vitalidad que subyace a nuestra salud y a nuestro actuar. Los altos niveles de stress en que se vive actualmente está – figurativa y realmente – matando a las personas.

De la mediocridad cultural de las últimas décadas emergió el stress mencionado. Pero esta emergencia de stress no es el único daño que ha provocado la mediocridad. Hay otro factor importante al contemplar la deteriorada salud de las personas. Es la inhibición interna que validamos nosotros mismos al someternos a estas cuestionables prioridades que están de moda.

Nosotros mismos postergamos y bloqueamos nuestra autonomía. Postergamos y bloqueamos nuestra emotividad, nuestro sentido de vida, nuestro criterio básico y nuestras funciones biológicas de auto-preservación de la salud.

El daño que vemos en las personas que acuden a nuestro centro es profundo, también visto en términos generales, a corto y mediano plazo. Pero soy un optimista – a pesar de la experiencia, como dice el chiste. Una o dos generaciones hacia el futuro (¿o antes?) vendrán cambios, se harán visibles capacidades nuevas hoy sólo intuibles. Quizás las personas se van a preocupar más por una educación sana y apropiada de los niños (y ojalá también por la de los adultos), nuevas modas llevarán a otras prioridades que quizás estarán más conectadas con nuestras raíces biológicas, el cuidado de la salud estará más cerca del centro de decisiones de las personas que en las piruetas científicas y tecnológicas de la medicina alopática de hoy, la naturaleza tendrá más posibilidades de expresar lo que siempre ha sabido expresar mejor que nadie: salud y exuberancia.

Por ahora la tarea es ver la realidad: ¿hasta qué grado me he dejado convertir en una persona que toma decisiones mediocres, muchas veces en contra de mis mejores potenciales personales?, ¿me gusta?, ¿dónde quiero estar?, ¿cómo deshacer mis errores?, ¿cómo quiero cuidar mi vitalidad?, ¿a qué quiero dar expresión en mi vida?, ¿qué anhelo para mi descendencia?

Hemos visto una y otra vez que el primer paso hacia cambios efectivos y duraderos consiste en ser capaz de ver la realidad. Las decisiones y las acciones relevantes vienen habitualmente – después – casi por si solas.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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No más.

-«La economía murió»

-«quiero paz y salud»

-«están todos locos»

-«la vida no es ni tensión ni depresión ni angustia»

-«me están envenenando a mis hijos»

-«quiero un mundo estable»

-«me cansé de tanta lesera»

-«quiero vivir de verdad»

-«la gente perdió el rumbo»

-«las noticias son puras atrocidades»

-«nos vamos fuera de Santiago»

Las personas están diciendo muchas cosas. Algunas practican lo que dicen. Otras quieren aprender a hacer lo uno y también lo otro.

Tiempos de cambio. El camino hacia la paz, la salud y la cordura. Quién sabe (exagerados como solemos ser, y después desvirtuamos lo que habíamos comenzado a hacer bien). Pero que pasan cosas – pasan. Como dijo Galileo respecto a la tierra «Eppur si muove», y sin embargo se mueve. También aquí, ahora, algo se mueve. Claro, algo hay que es nuevo en nuestro medio, algo que la gente siente y dice. No más insensateces. No más. Y algunos actúan sobre lo que dicen.

No más quemar la salud para comprar status, para vivir a la moda, para aparentar algo que no tiene significado. Sino respetar la salud, promoverla, cuidarla. Y entonces, sobre la base de una buena salud, desplegar con entusiasmo y creatividad eso que tiene sentido ahora aquí para mí, para ti, para nosotros: la generosidad,  la comunidad, el ir juntos, el aportar, el limpiar, el nutrir, el ser felices.

Todo cambio es difícil. Lo sienten las personas que vienen a nuestro centro, cargadas muchas veces con un diagnóstico pesado al corazón y a la mente. Creía que lo estaba haciendo bien, mira lo que he logrado, siempre esforzándome, dando lo mejor de mí – y ahora esto – yo, ¿cambiar?

A veces queda tan claro quién manda aquí: la naturaleza y no la cultura, nuestra biología y no nuestras ideas, nuestra realidad y no nuestras ambiciones. Y queda muy claro que podemos dar lo que nos sobra, no lo que nos falta. Y para que nos sobre debemos estar sanos, muy sanos, entonces recién sobra, y lo que sobra es entonces también lo mejor de nosotros. Lo hemos aprendido en contra de nuestra voluntad, y las personas que vienen donde nosotros lo aprenden también en contra de su voluntad. Pero al otro lado del cambio emerge una gran palabra que ilumina todo a su alrededor: gratitud. Gracias que tuve cáncer, dice una mujer. Gracias que tuve angustia, dice otro. Gracias que tuve que cambiar para poder seguir viviendo, gracias por descubrir esto otro que no creía que existía.

Hacer un cambio de Santiago al sur o a la costa es más fácil, pero igual es un cambio fuerte. Sin embargo en quienes lo han hecho vemos después otras caras, en ellos y en sus niños: humildes, blandos, tranquilos, radiantes. Un homenaje a la salud, a la cordura y a la osadía.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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El ámbito emotivo

Albert Camus se sorprendió un día con un teléfono en la mano y se preguntó: ¿qué estoy haciendo con este teléfono en la mano, aquí en la calle, en esta caseta? La pregunta inocente de un filósofo existencialista más de medio siglo atrás.

 

Hay personas que hacen preguntas similares hoy día. ¿Qué estoy haciendo yo – aquí, ahora? ¿Qué es este momento – aislado entre correr y correr? ¿Entre tareas resueltas y tareas por resolver?

 

¿Quién soy? ¿Qué quiero?

 

Hay personas que se preguntan estas cosas a veces, aquí y allá. Otras las hay que se preguntan estas cosas después de recibir un diagnóstico: esto es cáncer.

 

¿Quién soy, qué quiero? ¿Qué es la vida? ¿Perderla, si apenas he comenzado? ¿Si me falta tanto por vivir?

 

Sigue entonces la tempestad: la negación, la rabia, la incomprensión, la soledad – días surrealistas, el apuro, la tensión aterradora, las actividades y los procedimientos dementes.

 

Y un día, reconquistando la calma, de vuelta a la primera baldosa: ¿quién soy, qué quiero?

 

¿Qué sería una vida corriendo menos, aceptando menos desafíos, menos responsabilidades, pensando menos – y haciendo más a menudo lo que me nace del corazón, de la alegría, de la compasión? ¿Qué sería abrir un cuaderno y escribir lo que me pasa con las cosas del diario vivir, con esta persona, con este estado de ánimo, con la luz del amanecer arriba de la cordillera? ¿Si pinto, si bailo? ¿Cuándo fue la última vez que canté?

 

Hay personas a quienes se las traga el cáncer y los procedimientos curativos asociados.

 

Hay otras que encuentran su camino e inician una vida nueva, basada en otros fundamentos de vida que los antiguos: en el respeto de las leyes naturales, y en los usos que crearon y condicionaron al ser humano. Personas que ahora respetan sus emociones, que ahora expresan su sentido de vida en cuanto hacen y en cuanto no hacen. Que dicen gracias a cada paso que dan. Personas sanas, personas que han encontrado una manera de ser felices muy distinta a la felicidad que perseguían antes.

 

Y si les preguntas ¿quién eres, qué quieres? te contestan sin palabras pero con una sonrisa ancha y natural, y si tienes suerte, con un abrazo fuerte y cariñoso.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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Parkinson: ¿incurable?

No, bajo ciertas condiciones. La más sorprendida de este hallazgo fue obviamente quien lo descubrió. ¿Estoy curando una enfermedad incurable? ¿Estoy colaborando a que la persona enferma además se convierta en una persona sana?

 

Janice Walton-Hadlock es médico de medicina china y trabaja en California. Ayudando en la restitución de flujos de energía bloqueados o invertidos observó ella que las personas con Parkinson, si no habían iniciado los protocolos habituales de medicina alopática, mostraban una disminución notable de sus síntomas, todo esto como efecto lateral de sus intervenciones de restitución energética.

 

En los meses y años posteriores a este descubrimiento fortuito sucedió de todo, estudios, conversaciones, crisis, errores, frustraciones y paulatinamente claridad, seguridad, formación de equipos de trabajo, publicaciones y – desde luego – cada vez más enfermos de Parkinson ahora curados.

 

Janice Walton-Hadlock descubrió que la raíz del problema del Parkinson está en la débil irrigación energética (medicina china) en la base del cerebro debido a una disociación biológica a nivel de la conciencia: la persona se “disocia” de sus sentimientos por miedo a sentir dolor y por miedo a sentir angustia, y con ello bloquea el libre flujo de energía. Janice ayuda con acupuntura a restituir flujos normales de energía cuando ve que es necesario hacerlo, pero insiste en que la persona tiene que aprender a “asociarse” nuevamente con sus sentimientos de miedo al dolor y a la angustia, a aceptarlos y encararlos, y algún día a integrarlos como toda persona normal a su vida habitual.

 

La organización creada por ella tiene una página web: www.pdrecovery.org. Las personas con Parkinson que siguieron las recomendaciones allí expuestas y sanaron le han escrito emails contando de sus experiencias personales y eventualmente de la ayuda que recibieron de amigos y/o familiares. Concluye Janice: “esto confirma que las personas se pueden recuperar sin trabajar con un profesional de la salud”.

 

En el Centro de Desarrollo de la Persona hemos trabajado con personas que sufren distintos tipos de enfermedades degenerativas, siendo la más recurrente el cáncer. Desde hace un corto tiempo, al trabajar con personas afectadas con Parkinson y gracias al trabajo de Janice, hemos podido focalizar en lo descubierto por ella y expuesto arriba, en la disociación de sentimientos de dolor y angustia. Pero más que este hecho nos ha impactado la simpleza del mecanismo de la enfermedad de Parkinson descubierto por Janice, pero que en el caso del cáncer por cierto es desgraciadamente más complejo.

 

¿Cuáles son a juicio nuestro los mecanismos de la enfermedad del cáncer?

 

– La pérdida de vitalidad – por stress – debido a exposición a factores de riesgo externos e internos;

– la falta de coherencia biológica, no sólo a nivel cuántico (véase F.A.Popp) sino a todo nivel, intelectual emocional, funcional;

bajos niveles de integración emotiva, autonomía y sentido de vida.

 

Vivir en forma sana es desde luego la mejor estrategia

– para evitar hasta avanzada edad alguna enfermedad,

– y, probablemente para la mayoría de las personas, para salir de una ellas.

 

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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La Conversión

La recuerdo sentada casi sin moverse y con la mirada ida hacia algún lugar del universo visible por los grandes ventanales del salón en que estábamos un grupo de personas. En sus ojos oscuros parecía estar todo el sufrimiento que una persona puede albergar en el alma. Pensaba yo para mis adentros, ¿qué estará pasando? ¿Estará dudando del beneficio de participar de un retiro como este? ¿Querrá salir a caminar? ¿Estará viendo la lenta destrucción de los cimientos en que construyó antaño su vida? ¿Habrá espacio para creer que alguna vez habrá de nuevo luz en su vida?

Una vida consagrada al bien, al servicio del desprotegido, a la SOLIDARIDAD escrita con mayúsculas, a la unión de las personas entorno a una vida simple pero sin penurias. Más tarde presenció y sobrellevó catástrofes sociales que arrancaron los fundamentos de toda decencia desde debajo de sus pies. Y después sufrió una enfermedad lenta pero progresivamente debilitante. A cualquiera le tirita la voz.

Terminado el retiro la perdí de vista. Parece que viajó fuera del país una o más veces. Mantuvo una relación esporádica con Jennifer a través de los meses, relación de la cual supe poco. Hasta que la semana pasada nos encontramos en la oficina. Ahí estaba, otra persona, cariñosa como siempre, pero en su cara estaba toda la luz de la alegría de vivir, esta cara irradiaba serena y tranquilamente salud, el poder de la vida, lozanía, la marea clara y majestuosa que se expande en el presente.

Todos, pensé con mi habitual buen humor, avanzamos hacia la vejez, lo queramos o no, pero esta mujer avanza al revés, hacia la juventud.

Bueno, este es el tema que me preocupa desde hace más tiempo del que quiero. No encuentro una solución buena y fácil para vencer la resistencia al cambio. ¿Por qué esta mujer, acosada por una enfermedad grave, su escala de prioridades vitales pisoteada de varias maneras, internas y externas, logró conquistar su inocencia y su salud, cuando muchas otras personas menos acosadas y con más vitalidad ni siquiera lo intentan?

¿Será realmente necesario llegar a la renuncia total, a la angustia última, al sufrimiento sin luz, a la rendición sin condiciones?

¿A cuántos quijotes con sus propios antojos y convicciones, a cuántas quijotas, no se les podría evitar más golpes de aspas duras, hirientes y del todo innecesarias, si hubiese una herramienta simple y eficaz para ayudar a transitar hacia la congruencia interna, hacia la coherencia biológica básica, hacia las raíces de un vivir esplendoroso y sano?

Recuerdo una vez más esa mirada perdida, sufriente, vulnerada y vulnerable, de un año atrás, y la contrasto con la mirada alegre y segura que vi la semana pasada, y me sorprendo de nuevo.

Lo hizo. Lo logró. Y por ahí anda ahora en alguna parte de Santiago o del mundo, pienso, no menos generosa, pero al lado de la vida, junto a ella, con ella, respetándola, queriéndola, agradeciéndola, ya no más colgada de la poca vitalidad que le quedaba entonces sino convertida ella misma ahora en una fuente de salud.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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La gracia

Cada tanto tiempo hacemos en Santo Domingo retiros cortos – de Jueves a Domingo – durante los cuales trabajamos con un grupo pequeño – de seis a ocho personas – en temas relevantes a su salud y a su auto-realización.

 

Durante el último retiro sucedió algo del todo inesperado. Bien avanzado el desarrollo de las actividades preguntamos a las personas – como ejercicio – sobre las cosas que tienen sentido de vida para ellas, cosas locas con un fuerte arraigue en su biología, «chaladuras del alma» como me gusta nombrarlas, temas, acciones, anhelos, movimientos íntimos arraigados en la profundidad de sí que desean expresar existencialmente. Lo sabemos, es un ejercicio poco habitual.

 

De acuerdo a los tiempos en que vivimos, a los temas que están de moda en todas partes, en los medios de comunicación, en reuniones sociales y familiares, y a los motivos por los cuales muchos se esfuerzan día a día, uno podría esperar que en una situación como la descrita se nombren – en forma más o menos ligera – cosas como una cierta seguridad económica para sí y para su familia, un no quedarse atrás socialmente, un avance profesional, un reconocimiento social por el trabajo desplegado en el último tiempo, un recorrido turístico y cultural por capitales europeas como premio caído del cielo, en fin, cosas ligadas al ideario y a las prioridades de nuestros días.

 

No así en esta ocasión. Algunas personas nombraron el querer retomar el canto, otras dijeron que querían volver a bailar, una persona nombró el querer escribir poesía como cuando joven. Repentinamente en el salón se mostró algo ya latente en las actividades realizadas hasta el momento, pero ahora con toda claridad: el salón se convirtió en algo así como una academia de arte, en un paraíso de juegos adultos, en una instancia de maduración de gracias postergadas, se convirtió en el lugar de encuentro con cosas propias más profundas que la moda, la necesidad o la presión social.

 

En el mundo de lo útil hay muchas cosas que se pueden automatizar o delegar a dispositivos y máquinas capaces de llevar a cabo tareas de relativa dificultad. Pero no todas. Hay actividades que son exclusivamente humanas: el cariño, el cuidado por otros y por el mundo que nos rodea, la flexibilidad, la delicadeza, la creatividad, la gracia.

 

¿Estamos entrando a una nueva época? ¿Quieren las personas volver a desplegar sus dones naturales inocentemente como en otros tiempos menos competitivos, gozar la expresión de sus potenciales personales, enamorarse de la vida de nuevo por encima de horizontes de tensión, utilidad, lucha y codicia? ¿Buscan las personas complementar y enriquecer sus vidas con actividades distintas a las habituales? ¿Hay muestras de fastidio, cansancio o repulsión al modo como hemos estado viviendo en los últimos años, en las últimas décadas? ¿Está cambiando algo?

 

Expresarse en canto, baile, poesía. El mundo de la gracia.

¿Qué hemos conquistado? ¿A dónde vamos?

 

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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El cuidado de la salud

 

Una y otra vez constato que la salud va asociada a sentido de vida y que la enfermedad, por supuesto, a la falta de sentido. He visto muchas vidas sacrificadas en el altar de un bienestar que está de acuerdo a parámetros sociales o culturales, religiosos, económicos, – a personas que lo dieron todo y ahora enferman. Vidas sacrificadas por algo ajeno a la naturaleza que nos constituye, vidas sacrificadas a un sentido no arraigado en las bases de nuestra vida, a ideas y conceptos alejados de quienes – en toda humildad y esplendor – somos de veras.

 

Jennifer leyó un libro con mucho interés e hizo varios comentarios mientras avanzaba en su lectura. Ahora lo estoy leyendo yo: el libro es «Me to We»(De Yo a Nosotros), de dos hermanos canadienses, Craig y Marc Kielburger, un relato de sus experiencias ayudando a otras personas y organizando a las personas para que puedan ayudar a otras. «Encontrando sentido en un mundo material» es el subtítulo.

 

Craig, de doce años, lee el periódico en la cocina mientras toma desayuno: un niño pakistaní es vendido por sus padres a los cuatro años como esclavo para trabajar en la confección de alfombras. A los 12 se libera y comienza una cruzada en contra de los horrores del trabajo infantil. Mientras anda en bicicleta es asesinado, se supone, por la mafia de la industria de alfombras.

 

En la escuela Craig pide al profesor poder relatar su experiencia. Le pregunta a sus compañeros si hay alguien que quiera acompañarlo en una cruzada en contra de este estado de cosas. Once chicos elevan sus manos. Nace así la organización «Free the Children» que a nivel mundial ha liberado desde entonces a miles de niños de la esclavitud.

 

Aire ingresa con fuerza a los pulmones. Algo se aclara en la vista. ¿Esperanza, entusiasmo, arraigue, la sensación que algo es más verdad que otras verdades?

 

¿Está la generosidad y el cuidado del prójimo en las bases de estos primates que somos, o es la competencia, el ignorar a la persona que tenemos por delante, el dejar que cada uno cuide sus propios intereses, el camino a seguir hacia el futuro? ¿Qué me acerca a sentirme más sano? ¿Qué me motiva más a cuidar esto que soy y de ayudar a la otra persona a cuidar lo que ella es? ¿Seguir separados, de acuerdo a la moda económica actual, o propiciando un ir juntos?

 

La salud no es algo que recibimos de la naturaleza para usar y gastar, sino un conjunto más o menos equilibrado de funciones y potenciales que hay que cuidar, nutrir y propiciar si queremos vivir bien y no morir en forma anticipada. Esto incluye más que una alimentación sana, una atención generosa a las necesidades corporales, a una defensa efectiva contra el stress. Es necesario estar atento a las emociones que nacen en nuestra intimidad, representar estas necesidades en forma autónoma en el mundo que nos rodea, participar en la naturaleza y, desde luego, expresar nuestro sentido de vida en acciones pertinentes, así como lo hacen los muchos niños y adolescentes reunidos por Craig y Marc Kielburger en su cruzada de benevolencia.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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Las Soluciones

Queremos soluciones rápidas, eficaces, que no nos estresen ni nos hagan pensar. En el trabajo, en la familia, en la salud. Delegamos cuanto podemos. El que sabe que venga y solucione, sin preguntar cosas, y que deje sus datos para transferirle el valor de su trabajo – listo. ¿Qué sigue?

 

De obstáculo en obstáculo, como carrera de vallas.

 

¿Vida?

 

Algo está podrido en el estado de Dinamarca, así Hamlet. Claro, algo anda mal, muy mal también en nuestro estado de cosas. Hemos perdido la mesura, el centro, la autonomía para pensar, ver, sentir y hacer. Parece que lo que no es noticia en los medios de comunicación no vale. Una competencia desbocada por prestigio, poder y dinero que invita al próximo a pisar sobre cadáveres. Ideas y propuestas cada vez más dementes emergen a diario como foco de atracción y camino.

 

Pero algún día se nos da la posibilidad de parar. De ver, de sentir, de preguntar – como le gusta hacer a Jennifer – ¿qué me pasa a mí con esto? O como me gusta hacerlo a mí: ¿qué quiero? ¿es esto mi vida?

 

¿Qué significa no seguir haciendo lo que todos hacen? ¿Cuántas relaciones personales se van a cortar, qué distancia se hará hiriente para el corazón? ¿Qué cosas dejaré de conquistar, qué perderé? Un terremoto de imágenes cruzan por la mente, nada es fácil.

 

Estuve tres semanas trabajando en Austria. Aprovecho de estudiar al visitar malls, supermercados, farmacias, centros de tecnología. Me sorprenden las caras de muchas mujeres: cansadas, inseguras, enojadas, casi angustiadas, y las de muchos hombres: desganados, distantes de lo que hacen, trabajando como con una soga al cuello, la versión blanca de esas fotografías antiguas de esclavos negros en tabacaleras norteamericanas. Pero dices o preguntas algo personal y brilla la cara: se transforman, son otra persona. Si pidieses ayuda quizás te acompañan generosos y felices hasta el polo.

 

Pregunto por el trasfondo de tanta apatía, temor y desgano. Recibo por respuesta el problema de los refugiados, la inseguridad, el temor. Pero creo sólo la mitad. En las caras hay marcada más historia que lo actual. Creo que es la pérdida de sentido. Que hace mucho tiempo ya perdieron el norte de sus corazones. Que mantener un cierto estado de limpieza, orden y decencia no es suficiente. Creo que la vida es más, mucho más que eso – y que ellos lo sienten en sus almas deprimidas. Quizás buscan y no encuentran, no sé. Quizás falta osadía y un poco de buen humor para iniciar cosas más entretenidas que darle vuelta a la manivela.

 

¿Y nosotros? ¿Cómo estamos por casa?

 

Lo que me saluda a la vuelta es tensión, dureza y cansancio. Mujeres fatigadas de vivir saltando vallas. Hombres golpeados, debilitados, con la incertidumbre marcada en la cara: ¿de dónde viene la próxima amenaza, el próximo desafío?

 

No es de extrañarse que las personas se enfermen de enfermedades degenerativas (“de la edad”) con más frecuencia a más temprana edad. No estamos hechos para vivir la vida que estamos viviendo, para depredar y devastar nuestra vitalidad en vez de nutrirla y favorecerla. Y esto nos lleva de nuevo a Hamlet. ¿Hemos de aceptar el sino y seguir en la que andamos, o existe la posibilidad de vivir con más sentido y en forma más sana, integrada y feliz?

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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Sentido de vida

Muchas de las personas – por cáncer, depresión, crisis – que acuden al CDP, si no todas, han perdido el sentido de vida. De lo que en algún momento glorioso de sus vidas fue motor, inspiración y encanto de vida hoy queda poco o nada. Si ahora las disfunciones y la enfermedad borraron todo lo bueno que había, o si al revés lo bueno que había fue borrado y por tanto aparecieron disfunciones y enfermedad, parece dar lo mismo: no puede ser sana una persona durante mucho tiempo sin un sentido de vida íntimo, claro, querido y válido en acciones pertinentes.

 

Un estilo de vida sano, lo vengo sosteniendo desde hace décadas, involucra  una alimentación natural, liviana y variada, una atención al cuerpo amplia y sostenida, un enfrentamiento autónomo y osado al stress, la integración a la conciencia de emociones y sentimientos, una autonomía basada en estas emociones, la realización de sentido de vida personal, un contacto reverente con la naturaleza y la vivencia de espiritualidad y gratitud.

 

¿Y qué es sentido de vida? Un conjunto de factores: es la integración de necesidades arraigadas en nuestra biología, es la proyección de estas necesidades como una imagen «que hace sentido», es la expresión de esta proyección en acciones correspondientes, es «el camino que se hace al andar», es un enamoramiento, una luz – son puras cosas no racionales, ricas emotivamente, contagiosas, entusiasmadoras. En chacota suelo decir que sentido de vida es una chaladura del alma, algo loco que se expresa felizmente en el mundo externo y lo transforma para bien. Beethoven adora el teclado, Chopin lo hace a su propia manera. Roger Fouts cambia tres veces su vida profesional y privada para poder estar al servicio de la chimpancé Washoe y así evitar que ella caiga en las manos intoxicadoras, torturadoras de la industria farmacéutica. Mamá, quiero dejar los estudios de leyes y dedicarme al cello. El ingeniero abandona su puesto en la organización para estudiar teatro y poder algún día representar a Hamlet.

 

Sentido de vida es la expresión de las riquezas del alma, de sus múltiples potenciales, la exteriorización de acciones cargadas de ética o de estética o de ambas juntas. Es la inversión de lo que ocurre rutinariamente en nuestra cultura, cuando con valores, usos y experiencias ajenas dejamos teñir nuestra intimidad, pero ahora teñimos – este es el sentido de vida – con nuestras riquezas personales el mundo externo.

 

La monja Patricia Beltrán se dedica a sacar mujeres de la prostitución, a ayudarlas a vivir una vida distinta. Tiene problemas con la comunidad religiosa a la cual pertenece. Se independiza, crea una fundación (Betania Acoge), sigue adelante. Un libro da cuenta de la obra que ha realizado a través de los años, recientemente se presenta este libro a un grupo de personas cercanas a la fundación y a Mundo Mujer. Hay un ambiente precioso en la sala. Se expresan repetidamente palabras como gratitud, humildad, generosidad. Caras brillan, hay muchos abrazos. Un clima de vitalidad, salud y esperanza.  –  Y afuera, saliendo a la calle, veo el mundo carente de estas cosas. No importa, esta mujer – y muchas otras – comenzaron a transformarlo.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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Prevención en Salud

Hablar de un Papanicolau o de un examen mamario como prevención nos parece un sinsentido: lo que se puede detectar en un diagnóstico es ya enfermedad de una u otra manera y corresponde a una detección precoz de un estado patológico en curso, y es «precoz» respecto a una detección eventualmente posterior y de un estado de enfermedad más avanzada. Pero prevención debe ser un esfuerzo por mantener alejada toda enfermedad.

A las enfermedades, a los cambios somáticos, detectables por la medicina alópatica, precede un conjunto de disfunciones difíciles o imposibles de detectar por nuestra medicina habitual. En medicina china se pueden detectar disfunciones biológicas mucho antes que la persona pueda identificar alguna de las disfunciones conocidas en nuestro medio cultural (como dolores de cabeza que vienen y van, irregularidades menstruales, gastrointestinales, respiratorias, etc). Un diagnóstico chino puede ser en este sentido un diagnóstico mucho más precoz que cualquier otro. Pero en esencia muestra un desvío funcional del óptimo, vale decir, una pérdida de un equilibrio básico. Una disfunción detectable en medicina china es más o menos fácil y rápida de corregir. No quita sin embargo que a estas alturas estamos ya corrigiendo algo que anda mal, o que está empezando a ir mal. ¿Qué es prevención entonces? Es evitar que algo comience a andar mal.

 

En el CDP hemos reunido y creado criterios destinados a evitar o demorar que algo comience a andar mal. Estos criterios rondan en torno a una idea central: hay que cuidar la vitalidad, la vitalidad que da la energía necesaria para que se realicen y desarrollen correctamente las funciones biológicas que nos constituyen. Una vitalidad debilitada se convierte muy luego en una vitalidad disfuncional, con excesos y deficiencias, pérdida de coherencia y otras características bien definidas en medicina china. Prevención significa para nosotros en el CDP mantener la vitalidad en su óptimo.

 

Para debilitar la vitalidad, para sacarla de su óptimo, se necesita exponerla a los así llamados factores de riesgo (campos electro-magnéticos, tóxicos en alimentación y aire, excesos conductuales, privaciones de diversa índole, tensión, falta de autonomía, de sentido y muchos otros). Estos factores de riesgo estresan a distintos niveles (celular, tejidos y órganos, la persona en su integridad) la vitalidad subyacente a todo lo que somos, sentimos y hacemos. Podemos debilitar y depredar nuestra vitalidad por períodos cortos sin que ocurra nada malo con nuestra salud, algo se hará cargo internamente y restituirá todo a niveles sanos de nuevo. ¿Pero qué es un período corto, cuándo deja de serlo? ¿Un mes? ¿Un año? ¿Podemos andar con altos niveles de tensión sin enfermar desde el kinder hasta obtener un título universitario?, ¿hasta cumplir 30 años?, ¿hasta los 50? ¿O hay niños que desarrollan disfunciones gastrointestinales a los pocos años y su primer cáncer a los 18? De nuevo ¿qué es un período corto?

 

Estas preguntas nos llevaron décadas atrás a desarrollar modelos de salud definidos y concretos, criterios que poco tiempo atrás transformamos en características de un estilo de vida sano. Estos criterios abarcan atención a nuestra alimentación, a necesidades corporales de diversa índole, a un enfrentamiento no sólo pasivo sino también proactivo del stress, a la integración de emociones y sentimientos a la conciencia, al desarrollo de nuestra autonomía basada en esta integración emotiva, a la auto-realización de sentido de vida, al contacto con la naturaleza y al desarrollo de una espiritualidad ingenua y propia.

 

Prevención en salud es cuidar nuestra vitalidad, y es entonces vivir en forma sana.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

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