Estamos sesgados

Los humanos no evolucionamos para tomar decisiones lógicas, evolucionamos para sobrevivir. Y los sesgos cognitivos nos han ayudado a cumplir ese propósito. Pero el mundo moderno presenta muchos escenarios que exigen cálculos más racionales, y a menudo nos sentimos frustrados, preguntándonos por qué no obtenemos los resultados deseados. Además, creemos que somos muy objetivos y lo hacemos todo estupendamente.

Un sesgo cognitivo es un patrón sistemático que tercia la racionalidad en el juicio. Los sesgos cognitivos a veces pueden conducir a una distorsión perceptiva, a un juicio inexacto, a una interpretación ilógica o lo que en general podríamos llamar irracionalidad.

Algunos sesgos cognitivos son presumiblemente adaptativos, para lograr acciones más rápidas, y otros sesgos cognitivos son una consecuencia de las limitaciones del procesamiento humano.

¿En cuántos sesgos incurrimos los seres humanos? Parece que los principales son 17 aunque la lista definitiva de sesgos cognitivos probablemente proviene de Wikipedia, que identifica 104 sesgos, algunos tomados un poco por los pelos, eso sí.

Cualquiera sea el número exacto, hay suficientes sesgos cognitivos para que consultoras líderes como McKinsey ahora tengan prácticas de “de-sesgado” para ayudar a sus clientes a tomar mejores decisiones.

Lo que sí podemos hacer es organizar los diversos sesgos en cuatro categorías principales, para que nos ayude a pensar en cómo surgen los prejuicios en nosotros y cómo podríamos superarlos. Las cuatro categorías serían:

  1. Sesgos que surgen de tener demasiada información: Por ejemplo, cuando nuestra mente nos presenta elementos ya preparados procedentes de la memoria. Nos fijamos pues en detalles que confirman nuestras creencias, sin ningún tipo de cuestionamiento.
  2. No hay suficientes datos: Completamos espacios en blanco con estereotipos y experiencia previa. Concluimos que aquello con lo que estamos familiarizados es mejor que lo que nos resulta extraño o ajeno.
  3. Cómo recordamos: Sucede cuando reducimos acontecimientos (y recuerdos de los mismos) a elementos clave de entonces. Editamos recuerdos después del hecho. Combinamos recuerdos que ocurrieron en momentos similares aunque en diferentes lugares o que sucedieron en el mismo lugar aunque en diferentes momentos o con las mismas personas, etc.
  4. Necesidad de actuar rápido: Esto ocurre cuando favorecemos opciones simples con información más completa por encima de opciones más complejas con información menos completa. Y tenemos tendencia a la inercia: si hemos comenzado algo, continuamos haciéndolo en lugar de cambiar a una opción diferente, aunque no sea ya una buena opción.

Estas cuatro categorías son útiles porque, a medida que tomamos decisiones, podemos hacernos preguntas simples, como: “¿Estoy sesgando mi percepción por exceso de información o no tengo suficientes datos para tener una visión neutral?”. Es muy importante que seamos capaces de cuestionar nuestros propios pensamientos, en lugar de creer que porque aparecen en nuestra mente han de ser tomado como una verdad absoluta y me he de fiar de mis creencias. Tenemos muchas tendencias perjudiciales que, de no ser conscientes de ellas y poder contemplarlas como tales, nos llevan a numerosos prejuicios, malas decisiones, a cometer injusticias y, como decía Kant, “a no ver las cosas como son, sino como somos nosotros”.

Autor: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post

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Entrevista a Mónica Esgueva en Televisión Española

Reportaje sobre Mindfulness y la Meditación

Extraido de www.monicaesgueva.com

Monica Esgueva es Licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Comercio Exterior, empezó su carrera profesional como economista en Londres y ParísDesde el 2008 se dedica profesionalmente al coaching, a enseñar Liderazgo, Maestría Emocional, Autoconocimiento y Mindfulness a empresas y organizaciones.

Autora de muchos libros como:

El Infinito empieza aqui

10 Claves para alcanzar tus sueños

Los 3 pilares de la felicidad

Cuando sea feliz

entre otros.

 

 

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Comportarse, simplemente, como un ser humano

Pocas veces las personas se paran a reflexionar sobre su verdadera naturaleza ni a hacerse preguntas sobre lo realmente importante en la vida. En general, esas preguntas solo aparecen ante crisis o reveses, ante los cuales seguir instalados en la rutina como si la existencia se redujera simplemente a eso, ya no resulta posible.

Quizás debiéramos aprovechar aprendizajes ajenos a través del ejemplo de otras personas, antes de vernos sumidos en una emergencia, y vernos forzados a sacar lecciones y tener que demostrar quiénes somos de verdad. A veces resulta más fácil comprender nuestras propias capacidades a través de la historia de otra persona, especialmente si la historia de esa persona es impactante. Un claro ejemplo de esto apareció hace un tiempo en un artículo del New York Times sobre cómo Alemania cambió el nombre de una base militar para honrar a un sargento de la Segunda Guerra Mundial. Este sargento en particular, Anton Schmid, era un electricista austríaco forzado a enrolarse en el ejército alemán durante la guerra, y fue enviado a Lituania. En el verano de 1941, los nazis lanzaron una campaña genocida de asesinatos en masa y deportaciones a campos de exterminio que, en tres años, asesinó sistemáticamente a unos 180.000 judíos, es decir, alrededor del 94% de los judíos que vivían en Lituania.

Schmid, siendo testigo de tan tremenda barbarie, decidió desobedecer a sus oficiales superiores y ayudó a más de 250 hombres, mujeres y niños a escapar, escondiéndolos y proporcionándoles documentos de identificación falsos. Terminaron por descubrirle, le arrestaron y fue ejecutado por los nazis debido a dichos actos.

Las acciones del sargento Schmid revelan el asombro y el dolor de lo que significa comprender la verdadera humanidad que yace en cada uno de nosotros. Mientras estaba en la cárcel esperando ser ejecutado, Schmid le escribió a su esposa el horror de ver a los niños golpeados mientras eran llevados a los guetos para ser fusilados: «Ya sabes, tengo un corazón blando. No podía pensar y tenía que ayudarlos». Estas palabras capturan el repentino florecimiento de una profunda madurez y altruismo, provocados por un reto al que ninguno de nosotros querríamos enfrentarnos jamás. En una de las muchas paradojas que tiene la vida, presenciar los actos de inhumanidad de los nazis fue la oportunidad que permitió que Schmid tuviera un comportamiento de una valentía y generosidad impresionantes.

Este impulso a la ayuda espontánea parece surgir de la esencia de la naturaleza humana. Sucede cada día entre familiares, amigos e incluso entre extraños. Pero la historia de Schmid se destaca porque muy pocos acudieron en ayuda de los judíos de Alemania en esos terribles años, y porque no solo conllevó su muerte, sino que también murió como traidor a los ojos de su gobierno y su país.

«Simplemente me comporté como un ser humano», escribió Schmid en su última carta a su esposa. Ojalá cada uno de nosotros podamos comportarnos con ese coraje, integridad y dignidad cuando nos enfrentemos a los desafíos que se encuentran en el camino de nuestra vida.

Roger Cohen, el periodista que escribió el artículo sobre Schmid, citó al ministro de defensa de Alemania en el discurso de dedicación de la base militar: «No somos libres de elegir nuestra historia, pero podemos elegir los ejemplos que tomamos de esa historia».

¿No se aplica esto igualmente a nuestra historia personal? No podemos elegir muchas cosas de nuestra historia personal: la genética, el azar, las circunstancias de nuestro entorno… Pero sí podemos elegir nuestras acciones, y esas determinarán en quiénes nos convertimos como seres humanos.

Para usar otro ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido escribió: «Nosotros, los que vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas para consolar a los demás, regalando su último pedazo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo puede ser quitado a un hombre, salvo solo una cosa: la última de las libertades humanas, la de elegir tu actitud y tu comportamiento ante cualquier circunstancia». En estos tiempos revueltos donde las personas se dejan arrastrar como si no tuvieran voluntad, estas palabras pueden ser de un valor incalculable.

Autora: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post

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Cómo poder estar más presente

En un mundo tan repleto de información, tecnología, tareas que cumplir y distracciones, nos está resultando cada vez más complicado poder gestionar nuestra atención, y como consecuencia nuestra mente y nuestra vida. Es como si lo externo nos absorbiera sin que podamos ejercer el control que nos gustaría. Es como una ola continua que nos arrastra y nos produce un estrés incontrolado que a menudo termina desembocando en ansiedad, depresión y angustia.

En el trabajo nos pasamos el día saltando de una tarea a otra, combinando el multi-tasking para ir más rápido aunque está demostrado que no funciona, corriendo de una reunión al ordenador para poder terminar lo que se va acumulando… y cuando llegamos a casa seguimos mirando y contestando los emails que entran después del horario laboral, enganchados en las redes sociales, surfeando Internet captando un montón de información irrelevante, mandando WhatsApps a amigos y grupos… En definitiva, estamos continuamente conectados con la tecnología, focalizados hacia lo externo, estresados sin permitirnos tomarnos pausas y cambiar del piloto automático a ser conscientes de lo que hacemos, para qué lo hacemos, lo que pensamos y lo que sentimos. Es como si fuéramos personajes de nuestra vida corriendo sin dirección pero cada vez más rápido, como los hámsters en la rueda.

El primer paso del cambio siempre está en la consciencia. Y después en aplicar el Mindfulness a la vida diaria–además de llevar a cabo unos minutos de meditación formal (para más información leer mi libro MINDFULNESS)–, ejercitarlo siendo consciente durante los diferentes momentos del día: cuando caminamos por los pasillos de la oficina, cuando comemos, cuando estamos realizando un informe, cuando hablamos con un cliente, cuando estamos con nuestros hijos, cuando conducimos de vuelta a casa, cuando abrimos un libro…

Por último os dejo un sencillo ejercicio de Mindfulness que os puede resultar útil y fácil de aplicar diariamente. Se llama RAIN (siglas en inglés), para no dejarnos arrastrar por los estadios emocionales ni las situaciones difíciles:

R: Reconocer. Reconoce lo que está sucediendo, simplemente percibiéndolo  con calma y aceptándolo.

A: Aceptar. Permite que la vida sea tal como es, sin intentar cambiarla de inmediato y sin desear que fuera diferente de alguna manera.

I: Investigar. Observa cómo te sientes, ya sea molesto o alegre, con placer o dolor, solo percíbelo.

N: No-Identificación. Date cuenta de que las sensaciones que sientes son todas efímeras y fugaces, que pronto pasarán. No te identifiques con ellas.

Extraido de www.monicaesgueva.com

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El valor del silencio

Artículo de Mónica Esgueva en el periódico El Huffington Post sobre el valor del silencio

Todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida el valor del silencio. El silencio es reconfortante, calmante y sanador. Nos abre a la inspiración y nutre la mente, el cuerpo y el alma. No obstante, en nuestra sociedad, la locura del mundo ruidoso está ahogando nuestra creatividad, nuestra conexión interna y obstaculizando nuestra capacidad de recuperación. La ciencia ahora muestra que el silencio puede ser justo lo que necesitamos para regenerar nuestro cerebro y nuestro agotado cuerpo.

Los estudios demuestran que el ruido tiene un poderoso efecto físico en nuestros cerebros, causando niveles elevados de hormonas del estrés. El sonido viaja al cerebro como señales eléctricas a través del oído. Incluso cuando estamos durmiendo, estas ondas de sonido hacen que el cuerpo reaccione y active la amígdala, la parte del cerebro asociada con la memoria, la emoción y la sensación de peligro, lo que lleva a la liberación de hormonas del estrés. Por lo tanto, vivir en un ambiente ruidoso de manera regular hace que experimentemos niveles extremadamente altos de estas hormonas dañinas.

Los perjuicios del ruido

El ruido se relaciona con alta presión arterial, enfermedades del corazón y pérdida de sueño. Todos hemos experimentado los efectos perjudiciales de la contaminación acústica. El ruido excesivo puede ser un gran agravio para los sentidos físicos y, en la actualidad, cada vez más personas se identifican como altamente sensibles e incapaces de funcionar en entornos caóticos y ruidosos. Ahora la ciencia tiene la prueba no solo de que el ruido duele, sino también de que el silencio cura.

Los efectos del silencio

Los científicos no se propusieron activamente estudiar los efectos del silencio, sino que descubrieron sus beneficios por accidente. El silencio comenzó a aparecer en la investigación científica como una línea de base, para comparar los efectos del ruido o de la música. El médico Luciano Bernardi estudió los efectos fisiológicos del ruido y la música en 2006, haciendo un descubrimiento sorprendente. Cuando los sujetos de su estudio fueron expuestos a los tramos aleatorios de silencio entre el ruido y la música, experimentaron un poderoso efecto. Las pausas de dos minutos fueron mucho más relajantes para el cerebro que la música relajante o incluso el silencio más prolongado que hubo antes de que comenzara el experimento. De hecho, las pausas en blanco “irrelevantes” de Bernardi se convirtieron en el aspecto más importante del estudio. Uno de sus hallazgos clave fue que el silencio se ve aumentado por los contrastes.

De hecho, muchos de los que enseñamos meditación podemos atestiguarlo y aconsejamos a las personas que hagan frecuentes pausas meditativas a lo largo del día. Aunque podemos pensar en el silencio como falta de información, la ciencia dice lo contrario. El cerebro reconoce el silencio y responde a él positivamente. Una investigación posterior realizada por la bióloga regenerativa de la Universidad de Duke, Imke Kirste, descubrió que dos horas de silencio por día impulsan el desarrollo celular en el hipocampo, la región del cerebro relacionada con la formación de la memoria, que además involucra a los sentidos.

Beneficios del silencio

En la época actual de sobreexposición digital, en la que nos sentimos abrumados por cantidades ingentes de información, desconectar toma mayor relevancia que nunca. Las investigaciones han demostrado que las demandas de atención constante de la vida moderna ponen mucho estrés en nuestro córtex prefrontal, la parte del cerebro responsable de tomar decisiones, resolver problemas y parar nuestros impulsos perniciosos, entre otras tareas.

Cuando pasamos tiempo solos en silencio, nuestro cerebro es capaz de relajarse y liberarse. El silencio alivia el estrés y la tensión tanto en el cerebro como en el cuerpo, nos ayuda a reponernos y nutre nuestros recursos cognitivos.

Los investigadores han descubierto que el silencio además contribuye a que las nuevas neuronas se integren en el sistema; y al experimentar el silencio, nuestro cerebro puede comprender mejor nuestros entornos internos y externos. Es en esos momentos cuando podemos dotar de sentido a nuestra vida y ganar perspectiva, algo que es vital para nuestro bienestar general.

 

Autora: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post (España y México)

Extraido de www.monicaesgueva.com

 

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Pasos para progresar en el camino espiritual

1. REPASA tu pasado para curar todas las heridas (de lo contrario las volverás a proyectar hoy).

Hay que prestar especial atención a las heridas de la infancia porque se vuelven patrones subconscientes y mecanismos de defensa durante el resto de tu vida. Es aconsejable contar con la ayuda de un terapeuta profesional que pueda guiarte y apoyarte con esto.

2. PERDONA a todos los que alguna vez te han herido o dañado, perdona al mundo por su injusticia, y perdónate a ti mismo.

Aferrarse a rencores es un gran obstáculo para el crecimiento interno. Es prácticamente imposible volar a más alto si llevan cargas pesadas. No es un favor que haces a los demás, es la única manera de deshacerte del pasado.

3. MEDITA.

Está bien comenzar con solo 10 minutos al día para aumentar tu mindfulness y tu bienestar, ya que tenemos vidas increíblemente ocupadas y locas, pero si quieres que tenga un impacto real en tu vida, hay que profundizar y adquirir un mayor compromiso.

Si deseas acercarte un paso más al despertar, será necesario ampliar el tiempo dedicado a ello e incluir regularmente retiros de meditación y silencio con el fin de tomarte el tiempo y el espacio fuera de las interferencias y distracciones que nos abruman durante la vida diaria. De esta manera, aumentarás las posibilidades de des-identificarse con tu ego y podrás tener una experiencia directa de las sutilezas que constituyen el mundo más allá de los sentidos físicos.

4. Emprende la práctica de leer libros INSPIRADOS Y SAGRADOS cada día.

Es indispensable aprender de los más avanzados que tuvieron la inmensa generosidad de mostrarnos el camino. Cada uno ha de caminar su propio camino, pero es una gran suerte poder disponer de señales que indiquen la dirección correcta del camino.

5. Toma cada desafío, cada obstáculo y cada crisis como una OPORTUNIDAD para desarrollar virtudes.

Es fácil permanecer alegre y agradecido cuando todo sale bien. Pero es realmente difícil mantener el equilibrio y la claridad cuando llegan sorpresas inesperadas, especialmente las más difíciles. Sin embargo, si te enseñas a ti mismo que cada situación incómoda contiene una oportunidad de crecimiento, la vida se vuelve mucho más interesante y no desperdicias ninguna energía resistiendo aquello que te aparezca en tu camino.

6. INTEGRA en tu vida diaria el hecho de que todo lo que piensas, dices y haces tiene consecuencias.

Por lo tanto, alimenta en tu mente solo lo positivo, ya que es lo que hace que hables con sinceridad y amabilidad, y que actúes consciente de tu propio comportamiento y con compasión hacia todos los seres vivos. Las semillas que plantas hoy las cosecharás en el futuro. Que seas consciente de ello o no, es irrelevante.

 

Autora del artículo: Mónica Esgueva

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Algunos beneficios de la práctica del Mindfulness

Si todavía no estás practicando Mindfulness regularmente hoy te recordamos algunos beneficios que se obtienen ser consciente de los pensamientos y emociones, lo cual nos permite poder manejar nuestras respuestas ante las circunstancias que la vida nos presenta. 

1. Ser consciente de tus pensamientos y emociones promueve el bienestar.  El Mindfulness nos facilita la introspección, la apertura, la reflexión y la aceptación de uno mismo. Recientemente en el campo de la psicología, se está comprobando que el desarrollo de la atención plena  se correlaciona significativamente con la satisfacción vital y el bienestar general. El Mindfulness por supuesto no es un concepto nuevo; ha existido en el budismo durante más dos mil seiscientos años. Lo que las investigaciones modernas han hecho es comprobar   que esta “autoconciencia mejorada” disminuye el estrés y la ansiedad y, a su vez, reduce el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades relacionadas con el estrés, la depresión y fortalece el sistema inmune.

2. Puede mejorar tu memoria de trabajo. La memoria de trabajo es el sistema de memoria que almacena temporalmente la información en nuestro cerebro para su posterior recuperación y procesamiento futuro. Se han realizado muchos estudios que sugieren una fuerte interrelación entre la atención y la memoria de trabajo. Van Vugt y Jha (2011) llevaron a cabo una investigación que involucró llevar a un grupo de participantes a un retiro intensivo de mindfulness de un mes de duración. Estos participantes se compararon con un grupo de control que no recibió entrenamiento de mindfulness. Todos los participantes de ambos grupos primero realizaron una tarea de reconocimiento de memoria antes. La segunda ronda de de reconocimiento de memoria fue realizada por todos los participantes después del retiro. Los  tiempos de reacción fueron mucho más rápidos para el grupo que había recibido entrenamiento de mindfulness. Estos resultados sugieren que Mindfulness produce mejoras en la calidad de la atención, particularmente en relación con la calidad de la información y los procesos de decisión, los cuales están directamente relacionados con la memoria de trabajo. 

3. Aumenta el nivel de felicidad.  Nuestro cerebro está dividido en 2 hemisferios: izquierdo y derecho. Se ha demostrado que nuestro cerebro tiene una gran actividad en el córtex prefrontal derecho (parte frontal del cerebro) cuando estamos deprimidos y ansiosos. Por otro lado, nuestro cerebro tiene una gran actividad en el córtex prefrontal izquierdo cuando estamos contentos y enérgicos. Parece que esta proporción de actividad de izquierda a derecha muestra nuestro nivel  de felicidad a nivel cerebral. Investigaciones de Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn muestran que solo 8 semanas de práctica de mindfulness diario de 1 hora producen un aumento significativo en la activación del lado izquierdo en el cerebro y este aumento se mantiene incluso después de 4 meses del programa de entrenamiento (Davidson , Kabat-zinn et al., 2003). En resumen, este hallazgo demuestra que la práctica del Mindfulness, incluso a corto plazo aumenta significativamente nuestro nivel de felicidad, medido incluso en términos físicos. 

4. Reduce la región de estrés  del cerebro.   Cada vez que nos estresamos, la amígdala (centro de las emociones en el cerebro límbico) toma el control. La amígdala es una región clave que responde al estrés en nuestro cerebro y desempeña un papel importante en situaciones de ansiedad. Se sabe que la actividad alta de la amígdala se asocia con depresión y trastornos de ansiedad también (Siegle et al., 2002). La buena noticia es que la práctica de Mindfulness en realidad puede reducir el tamaño de la amígdala y aumentar nuestro umbral de reactividad ante el estrés. Investigaciones recientes muestran una conexión entre la práctica de la meditación a largo plazo y una disminución del tamaño de la amígdala (Taren et al., 2013). Los estudios muestran que podemos cambiar la forma en que reaccionamos ante situaciones estresantes y mejorar nuestro bienestar mental y físico. “Hay una conexión entre la práctica del Mindfulness a largo plazo y un tamaño reducido de la amígdala” ¿Cuánto tiempo deberíamos practicar mindfulness? Según Davidson, uno de los neurocientíficos  más más relevantes en este campo de investigación,  incluso 1.5 horas de práctica de Mindfulness llevan a cambios estructurales en el cerebro.

 

Autora del artículo: Mónica Esgueva

 

Photo by Samuel Silitonga from Pexels

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Mindfulness… ¿Perder el tiempo?

Me ha sorprendido mucho un nuevo artículo aparecido en una de las revistas más importantes del Reino Unido “The Spectator”, criticando el Mindfulness, llamándolo incluso “culto”. Lo primero es que creo que siempre es un buen signo cuando empiezan a hablar mal de algo, porque significa que ya se ha introducido tanto en la cultura que aparecen detractores dispuesto a atacar algo que apenas conocen. El hecho de que aparezca en esta importante revista es una indicación de hasta qué punto la práctica ha penetrado la cultura británica, incluso en política. Alrededor de 100 diputados  en las Cámaras del Parlamento han realizado un curso de Mindfulness, y están actualmente investigando sus beneficios en la vida pública.

¿Cómo una persona que ha practicado dos semanas –la periodista– puede juzgar algo con tanta ligereza y ferocidad? Alucinante.

También creo que su argumento principal es confuso: afirma que el Mindfulness “es claramente una religión”, para luego desdecirse afirmando que  “no es doctrinal, ni prescriptiva, ni exigente”. ¿En qué quedamos? Luego expresa que  está “basado en el budismo”, pero después pasa a criticar el enfoque actual de “extraer partes poco a poco” quitándole los elementos principales en Occidente.  

Otra de las otras críticas principales que esta periodista añade es que el enfoque del Mindfulness en la reflexión puede parecer egoísta. No es la primera vez que lo escucho. Es curioso como se puede percibir que tomarse tiempo para trabajar en uno mismo, para avanzar personalmente, tener más paz interior y más claridad pueda percibirse como una debilidad y un perjuicio. En mi opinión es un reflejo del punto en el que nos encontramos en esta sociedad, en la que solo apreciamos la acción por la acción, sin dirección, sin darnos cuenta  que no somos “haceres humanos” sino “seres humanos”. ¿Cómo las personas van a ser capaces de superar el estrés si sus mejores herramientas son mantenerse ocupados continuamente? Más valdría a los periodistas (y por ende a todos los demás) dedicar su tiempo a temas constructivos en lugar de intentar juzgar y destruir aquello que realmente está dirigido a ayudar y traer serenidad en un mundo como el nuestro, en perpetua carrera e insatisfacción.

Autora del artículo: Mónica Esgueva

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Cómo las redes sociales manipulan nuestras vulnerabilidades

En estos momentos nos encontramos ante una situación mucho más preocupante de lo que la gente cree. Los propios ingenieros y diseñadores que desarrollaron los elementos característicos de Facebook, Twiter, Google o Snapchat empiezan a desmarcarse y a alzar su voz alertando de los peligros reales de adicción a los móviles y a las redes sociales.

Es lo que se empieza a llamar la DISTOPÍA de los móviles. Es decir, la Utopía negativa. Lo cual implica una sociedad futura peor que la actual de lo que ya nos alertaba George Orwell y Adolf Huxley por ejemplo. Antes parecía pura ciencia ficción. Ahora empieza a dibujarse como una realidad en la que las personas tienen la mente atrapada y absorbida por la tecnología.

En los últimos años en Silicon Valley se ha desencadenado una verdadera competición en pos de la atención de las personas, y detrás de cada diseño aparentemente inocuo de las redes sociales, desde el puño hacia arriba de los “me gusta” hasta el globito rojo que te avisa de la llegada de algún tipo de mensaje o actualización están pensados con sumo cuidado para atraer nuestra atención, son como un ring brillante y seductor, pero a la vez completamente vacío.

Es una maquinación muy reflexionada con el fin de engancharte al sistema. Lo que empezó como un regalito de positivismo en Facebook, ese “me gusta” fue copiado por todas las redes sociales, apps y sitios web, ya que ese estímulo de corto plazo gracias a la reafirmación social engancha, y mucho.

Actualmente tiene lugar en San Francisco incluso una conferencia anual para diseñadores, programadores y emprendedores que acuden desde todo el mundo (cuesta 1,700$ asistir) en la que se enseña a manipular a la gente para que utilice de forma habitual sus productos. Es decir, se busca que la tecnología sea usada de forma compulsiva, que es lo que han logrado los gigantes como Facebook, Instagram, Twiter o Google.

Tienes el impulso de ojear cualquiera de ellos, y sin darte cuenta después de una hora te encuentras aún mirando. Todo esto está muy pensado y articulado para que así sea. Muchos programadores estudian con psicólogos especializados en maneras de diseñar tecnología para persuadir a los que la utilizan. Se emplean trucos psicológicos sutiles que saben que desarrollan hábitos. Por ejemplo, cuando tenemos emociones tales como el aburrimiento, la soledad, frustración o confusión, surge una molestia o irritación que nos lleva a caer en acciones inconscientes para poder calmar esas sensaciones incómodas.

No hay ningún tipo de ética detrás, las empresas tecnológicas explotan las vulnerabilidades humanas —entre las que se encuentran la necesidad de aprobación ajena y el tapar a toda costa el aburrimiento— para empujar sutilmente a la persona a dar al “me gusta” (algo en apariencia inocente) pero fundamental para acumular y almacenar esa información y venderla la mejor postor, lo cual se traduce en ganancias millonarias a través de publicidad excepcionalmente personalizada.

Se experimenta con diferentes técnicas para manejar la atención del usuario y conseguir suculentos beneficios con la venta de esos datos, además de potenciar la adicción, claro. De hecho los diseños más seductores se basan en los mismos principios que hacen el juego tan compulsivo: recompensas variables, tener que actualizar cada vez que te avisan de que hay un nueva notificación y deslizar la pantalla como las máquinas tragaperras. Nuestras tendencias perjudiciales son así aprovechadas.

Ha aparecido recientemente un estudio que demuestra que la gente toca, desliza o teclea en su teléfono 2,617 veces al día de media (el estudio se realizó con 100.000 personas con un seguimiento de varios días, 24 horas al día), y dedicamos de media 2h 40 a mirar la pantalla del móvil. Y esto sin contar las veces que miramos el móvil para visualizar notificaciones, saltar una canción o lo que sea sin meter nuestro código o sin poner la huella digital para activar la contraseña.

¿A vosotros os parece normal? ¿Os parece que es la mejor manera de utilizar nuestro foco y nuestra energía? Por si fuera poco, también hay investigaciones que indican que nuestras capacidades cognitivas en general se ven menoscabadas y que la utilización excesiva del teléfono afecta negativamente a la inteligencia. Básicamente estamos distraídos todo el tiempo.

Como no podemos depender de que desaparezcan todas esas seducciones de nuestra vista y de no tener tentaciones para no caer en ellas, debemos ser conscientes de lo que realmente ocurre para poder gestionarnos mejor. Algunas veces hay que simplemente cortar las horas o momentos de acceso a nuestro teléfono, y otras tenemos que entrenar nuestra mente para no caer en las trampas que tan bien han urdido estas multinacionales de la tecnología. Debemos recordar que al final el control sobre lo que entre en nuestra mente y sobre nuestros comportamientos está en nuestras manos.

Autora del artículo: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post

 

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5 medidas para iniciar tu desintoxicación digital

Los teléfonos móviles (con su correspondiente conexión a internet, a las redes sociales y potencialmente a miles de personas) han penetrado tanto en nuestras vidas que actualmente corremos el riesgo de quedarnos secuestrados por estos aparatos, a su merced. Y sin ser muy conscientes de ello, nos estamos haciendo adictos a el móvil. Nos estamos acostumbrando a reaccionar de forma inmediata cada vez que nos llega un bip del teléfono; nos sentimos impelidos a mirarlo y contestar. Incluso cuando no lo hacemos, nuestros pensamientos se dirigen hacia quién será el que envía el mensaje y de qué asunto se tratará, interrumpiendo nuestra tarea del momento.

 A menudo estamos físicamente presentes pero psicológicamente ausentes, y el mensaje que le llega a las personas que están con nosotros es que son menos importantes. Por eso es fundamental plantearse hoy en día una desintoxicación digital y saber cómo poner freno a esta corriente que parece arrastrarnos, incluso a pesar nuestro. Aquí dejamos cinco buenas sugerencias:
  1. Ocultar el móvil y no poner sonido a los mensajes entrantes. No hay ninguna razón para mantener el teléfono al alcance de la mano, ni de la vista durante ni después de la jornada laboral, especialmente cuando tenemos que estar centrados en alguna tarea. Tampoco es beneficioso estar escuchando continuamente los sonidos de los mensajes entrantes que actúan como tentaciones difíciles de resistir… Y eso hace que nos despistemos cada dos por tres, y seamos muy poco efectivos en nuestro trabajo. Por supuesto si estamos con otras personas, pensaran y con razón, que son menos importantes que nuestros mensajes y que lo que estamos hablando con ellos no nos interesa casi nada. Además, la comunicación es más superficial porque sabemos que podemos ser interrumpidos por un bip en cualquier instante. Es más conveniente mirar el teléfono cuando tenemos tiempo y en ese momento contestar todos de una vez.
  2. Dejar de usar el teléfono como relleno de tiempo. Muchos de nosotros, sin querer, nos hemos casi convertido en adictos al entretenimiento y la distracción (y algunos además, al trabajo). Por eso, cada vez que tenemos un momento libre, esperando en fila de la cafetería de la oficina, esperando a embarcar en el aeropuerto, en la sala de conferencias antes de que los compañeros lleguen, esperando a los niños a la puerta del colegio…. volvemos a la pantalla como una muleta social cuando estamos ansiosos o aburridos. Es importante intentar resistir este impulso haciendo algo de lo que disfrutamos mientras esperamos, ser capaces de quedarnos en silencio con nosotros mismos, observar el entorno, detenernos para contemplar la belleza o agradecer nuestras bendiciones… Al principio podemos sentirnos incómodos, pero es crucial no tener dependencias ni hábitos adictivos ni compulsiones.
  3. Practicar mindfulness. Cada vez hay más investigaciones que demuestran que estar con la consciencia en el presente presente con atención plena (mindfulness) nos ayuda a tomar mejores decisiones, reduce el estrés y ansiedad, mejora nuestro estado de ánimo y incrementa la sensación de bienestar. Poder entrenar nuestra atención puede ser muy valioso para tener también un mayor sentido de control sobre nosotros mismos, manteniendo la serenidad incluso ante circunstancias adversas.
  4. Convertirnos en modelo de buenos modales en el trabajo (y fuera).No importa lo habitual que sea en nuestro trabajo o en nuestro entorno estar constantemente tecleando el teléfono cuando alguien está hablando, es irrespetuoso. Como padres, como líderes, como parejas, como amigos estamos dando mal ejemplo de comportamiento continuamente; y consciente o inconscientemente estamos influyendo en nuestro entorno. Más de una vez me ha ocurrido en la consulta del médico, me he quedado mirándole atónita mientras esperaba a que él terminara de enviar mensajes para que se dignara a atenderme. Seguro que vosotros habéis vivido situaciones similares también. Y por supuesto, no deberíamos llevar a la mesa el móvil y estarlo ojeando mientras comemos con otras personas, sean compañeros de trabajo o nuestra familia. Es de pésima educación y no permite ninguna conexión verdadera entre las personas.
  5. No llevar el teléfono al dormitorio. Dejarlo siempre fuera, y si hubiera alguna urgencia podríamos oírlo, pero cerca de nosotros nos impide dormir lo suficiente y con profundidad. Cuando no dormimos suficientes horas o lo hacemos de manera superficial pendientes del teléfono, tanto nuestra salud como nuestras capacidades cognitivas se resienten. Nos volvemos más irritables, más reactivos, menos presentes y menos alegres. Por si fuera poco, cuando no descansamos bien por la noche, tendemos a a centrarnos en lo que no está funcionando en nuestra vida, en los problemas, en lugar de lo positivo. Conozco a gente que se despierta en medio de la noche buscando el teléfono para iniciar inmediatamente una conversación de mensajes de texto, consultar las noticias o mirar Facebook. Y lo tienen ya tan automatizado que les parece normal.

Esta época de revolución digital, hemos de tomar consciencia de este creciente problema. La profesora del MIT, Sherry Turkle, afirma que en los últimos 20 años nuestra sociedad ha experimentado un descenso del 40% (la mayor parte ocurriendo en la última década) en indicadores de empatía en las personas, y los investigadores están vinculando esta tendencia al auge de las tecnologías de comunicación digital. A medida que nos conectamos más a la tecnología, parece que corremos el riesgo de dañar el cableado de nuestro cerebro y nos desconectamos de la interacción personal, algo totalmente necesario a nivel psicológico y social.

Por supuesto, no se trata de tirar los móviles a la basura ni darnos de baja de las redes sociales. Se trata de tomar consciencia de nuestras dificultades para desconectarnos de la tecnología, de los peligros y daños que esto conlleva, y hacer un uso más equilibrado y menos dependiente de la misma

Fuente: El Huffington Post

Autora: Mónica Esgueva

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