Entrevista a Patricia Beltrán, Directora Fundación Betania Acoge

Comenzamos la entrevista, contándonos con la cara llena de alegría, que al fin están en su nueva casa. Antes con “las chiquillas” funcionaban en un restaurante y aunque pagaban el arriendo de un espacio tenían problemas porque algunas veces la dueña necesitaba ese lugar para un evento y ellas tenían que dejarlo, aunque hubiesen programado sus propias actividades. Ciertamente, no era el lugar más adecuado. Al fin, gracias a la ayuda de mucha gente, y de Dios, principalmente, el sueño de la casa propia se hizo realidad…

Patty ¿Por qué tu opción por las mujeres mas vulnerables?

Comienza diciendo que fue religiosa durante 23 años y adentrándose en su historia. “Venía del sur, de una familia muy bien constituida, donde nuestra mamá nos enseñó lo que era bueno y lo que era malo. Y para mi mamá lo malo era justamente esas mujeres de la vida. A mí siempre me chocaba mucho esta apreciación. Que no había que juntarse con ellas, que, si venían por la misma cuadra, había que irse por otro lado, etc. Era todo un tema eso…

Cuando opté por la vida religiosa, la congregación a la que ingresé tenía como trabajo apostólico la labor con estas mujeres. Es decir, estaba retomando este trabajo que fue el por qué la fundadora creó la congregación.

Cuando recién yo estaba en la etapa de formación me pasaba muchas películas acerca de esto y pensaba: si mi mamá supiera en lo que estoy. Recuerdo que mi sueño era tener un encuentro con estas chiquillas para ver el otro lado de la moneda. Y me acuerdo que- siendo novicia- una vez iba por un pasillo y veo que viene en sentido contrario una de estas chiquillas. Mi primera reacción fue desviarme del camino, pero algo me hizo sentir que eso estaba mal hecho, además que en la medida que me acercaba percibía en el rostro de ella una expresión como de admiración, entonces cuando nos topamos ella me dice ‘hola’ y yo solo la abracé. Ese abrazo que duró como un minuto para mí fue lo máximo, sentí que eso era lo mío, acogerla, convenciéndome que esa era mi misión, sin importar lo que dijeran los demás. Luego de abrazarnos ella me miró y me dijo ‘gracias por el abrazo que me ha dado hermana, porque yo siempre tengo que cobrar a cambio de un abrazo’.

Después de mi etapa de formación, me enviaron a muchos lugares, menos con esas chiquillas y siempre tenía la sensación que no era feliz en lo que hacía, si no que cumplía por obediencia. Hasta que tomé la decisión de abandonar la congregación porque estaba segura que podía hacer mucho más estando fuera.

Desde siempre mi inclinación fue por la mujer, porque la veía maltratada y sentía que mis manos, mi corazón y mi voz estaban hechos para ellas”.

 

“Me impacta-hasta el día de hoy- la relación que tengo con las chiquillas. Ellas me aman, yo también las amo, me respetan mucho porque se sienten acogidas por mí. Para ellas soy la hermana, la madre, la tía, la que está ahí con ellas, la que las comprende”.

 

¿Ha habido frustraciones, decepciones en esta tarea?

Cuando hice la Fundación dije: aquí hay que poner toda la energía, la fuerza y la voluntad para ayudar a las chiquillas. Obvio, que también está la frustración porque uno se da con el alma, la vida y el corazón a cada una de ellas y a veces piensa que ya estamos en el último escalón y se mandan unos tremendos porrazos, volviendo de nuevo a 0. Me pasó con una con quien me sentí muy frustrada, me dio una gran pena porque pensé que ya estaba lista para emprender una nueva vida y no era así. Esta situación me sirvió como experiencia para darme cuenta que la vida es así. Hoy tenemos logros y grandes satisfacciones con chiquillas que han salido adelante en el proceso y también tenemos recaídas. Por quienes han salido adelante no podemos dejarnos abatir. Es lo que le transmito a mi equipo de trabajo (sicóloga, asistente social, entre otras). Con ellas hemos reflexionado que aquellas chiquillas que no han terminado su proceso y han vuelto a su vida es porque todavía no es su momento, pero tenemos que seguir adelante con las 20 o 30 que están avanzando. Igual, estamos atentas a que si las que recayeron nos vuelven a llamar o a visitar, las acogeremos, no podemos cerrar las puertas si ellas buscan una nueva oportunidad.

 

¿Cuánto influye la fe en Dios en tu confianza, en tu fuerza y energía?

Para mí Dios es el eje central. En la fundación tenemos un oratorio que es el lugar donde nos alimentamos para poder acoger plenamente, con todo nuestro cuerpo, corazón, nuestra mirada y para que poder estar plena ante una vida que viene a mi lado, tengo que estar bien y eso solo lo logro, centrándome en Dios.

La fe es un regalo, que me transmitieron primero mis padres y durante mi vida religiosa fue lo que nos robusteció, nos llenaba el ser y seguíamos adelante.

Todos los días rezo al Señor, me encomiendo a él para hacer mi día con él de la mano y para que me vaya dando la luz necesaria para enfrentar las diversas situaciones.

Hay días que son súper pesados, donde puede llegar una chiquilla con una historia impresionante que me conmueva mucho y Dios me da la fuerza para poder estar sentada y centrada, escuchándola serenamente. Él es todo.

Cuenta también que, durante 4 años, finalizando en diciembre pasado, se preparó en el Centro de Acompañamiento Espiritual Santa María en Santiago. Dice que fue un proceso maravilloso y que se siente muy fortalecida para seguir adelante porque es una experiencia espiritual extraordinaria, donde aprendió a dialogar con Dios y a entender que enojarse con el Señor no es pecado.

También manifiesta que ella y su equipo acumulan diariamente situaciones de dolor por parte de las chiquillas por lo cual no es difícil que en momentos no se encuentren todo lo centradas que se necesita. Por ello, ahora con su gente que la apoya tienen una sesión grupal al mes con una psicóloga externa que las apoya. Dice que ha sido una experiencia fantástica porque es una instancia de desahogo de emociones, sentimientos, para todo su equipo y quedan renovadas. Como esponjitas, cargadas de energía nuevamente.

 

Tú has dado muchísimo por las chiquillas como las llamas cariñosamente, y seguramente ellas también te han dado harto…Cuéntanos de tu experiencia

Una de las cosas que más me ha impactado es ver la firme determinación de ellas cuando tocan fondo y quieren hacer un cambio de vida. Es su perseverancia para seguir adelante con su decisión, emprendiendo un camino que no es nada de fácil, porque tras estas chicas hay historias de vida muy duras que empezaron a los 8 años cuando fueron abusadas y a los 12 su mamá las echó de la casa porque llegó un conviviente, ahí continuó toda una vida de dolor, de traumas.

Cuando ellas toman conciencia y no quieren saber más de esa vida es una decisión tremenda, que me llena el alma.

Otra enseñanza es su fe. Ellas se saben pecadoras, pero a pesar de eso saben que Dios las ama y las perdona, porque él-dicen-sabe lo que me está pasando y sabe por qué lo hago. Su humildad, en reconocer que no están bien, junto a su transparencia y sencillez son lecciones maravillosas.

 

Desde hace 4 años formas parte de una comunidad de Mundo Mujer, ¿cómo y por qué ingresaste?

Conocí a Carmen Gloria, siendo aún yo religiosa, en el mejor momento que tenía que conocerla porque estaba viviendo mi proceso de discernimiento vocacional. Nos descubrimos porque ambas participábamos en la Fundación Desafío Humanidad y C.G estaba a cargo del grupo de desarrollo al cual yo pertenecía. Mi primera impresión de ella fue de admiración por su gran inteligencia y capacidad de liderazgo en el grupo.

Después de eso nunca nos desconectamos y ella formó Mundo Mujer. Durante mi proceso de reflexión previo a abandonar la Congregación, compartí con ella desde la amistad y el cariño la situación que estaba viviendo. Para mí fue una etapa muy crítica, dura, salir de la congregación fue una decisión muy difícil y dolorosa. Por lo tanto, fue maravilloso encontrarme con esta persona que fue todo corazón y oídos y que en algunos momentos me aportaba ciertos tips para irme rearmando y empezar este nuevo camino.

Ahí fue que me invitó a participar de uno de los grupos de MM en Viña del Mar, del cual no me he separado más, aunque llevo varios años porque me hace falta estar ahí. Son espacios demasiado exquisitos donde yo soy yo: la Patty; no soy la directora de la Fundación, ni la tía, ni la madre. Es ahí donde soy escuchada, respetada, contenida, apoyada y animada. Es algo maravilloso. Ha sido todo un aprendizaje.

Además, el hecho de que seamos todas mujeres y nos contengamos en nuestro ser femenino es un tremendo regalo para quienes nos damos la oportunidad de reencontrarnos una tarde al mes y estar plenamente.

 

¿En tu aspecto más profesional en la función que debes cumplir como directora de una Fundación, te ha aportado MM?

Sin duda que sí, pertenecer a un grupo así me ha abierto un abanico de herramientas y recursos personales. Naturalmente, soy alegre y organizada, no obstante era bastante callada y no tenía la experiencia de participar en este tipo de grupos. Por ello ha sido una gran oportunidad que me ha permitido abrirme al mundo y mediante la cual he desarrollado todo un aprendizaje en este sentido, sin darme cuenta me fui abriendo campo y hoy en la Fundación me siento líder de un grupo maravilloso donde soy acogida, acompañada, querida y donde me siguen.

 

Reflexión final

Como mujeres no estamos libres de ninguna situación y tarde o temprano tal vez vamos a necesitar de alguien que nos acoja, nos reciba, nos escuche, nos acompañe. Como mujeres creemos que estamos en una situación distinta a la de las chiquillas con las que yo trabajo, sin embargo, si nos sentamos con ellas, somos iguales. Tal vez nos diferenciamos en que yo tengo un hogar bien constituido, porque soy una profesional exitosa, pero en el fondo somos iguales.

Debemos abrir nuestro corazón, nuestra mirada y acoger a estas chiquillas que requieren de nuestro amor, no de nuestro enjuiciamiento.

Macarena Velasco . Periodista UC

 

Post a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

*