La Conversión

La recuerdo sentada casi sin moverse y con la mirada ida hacia algún lugar del universo visible por los grandes ventanales del salón en que estábamos un grupo de personas. En sus ojos oscuros parecía estar todo el sufrimiento que una persona puede albergar en el alma. Pensaba yo para mis adentros, ¿qué estará pasando? ¿Estará dudando del beneficio de participar de un retiro como este? ¿Querrá salir a caminar? ¿Estará viendo la lenta destrucción de los cimientos en que construyó antaño su vida? ¿Habrá espacio para creer que alguna vez habrá de nuevo luz en su vida?

Una vida consagrada al bien, al servicio del desprotegido, a la SOLIDARIDAD escrita con mayúsculas, a la unión de las personas entorno a una vida simple pero sin penurias. Más tarde presenció y sobrellevó catástrofes sociales que arrancaron los fundamentos de toda decencia desde debajo de sus pies. Y después sufrió una enfermedad lenta pero progresivamente debilitante. A cualquiera le tirita la voz.

Terminado el retiro la perdí de vista. Parece que viajó fuera del país una o más veces. Mantuvo una relación esporádica con Jennifer a través de los meses, relación de la cual supe poco. Hasta que la semana pasada nos encontramos en la oficina. Ahí estaba, otra persona, cariñosa como siempre, pero en su cara estaba toda la luz de la alegría de vivir, esta cara irradiaba serena y tranquilamente salud, el poder de la vida, lozanía, la marea clara y majestuosa que se expande en el presente.

Todos, pensé con mi habitual buen humor, avanzamos hacia la vejez, lo queramos o no, pero esta mujer avanza al revés, hacia la juventud.

Bueno, este es el tema que me preocupa desde hace más tiempo del que quiero. No encuentro una solución buena y fácil para vencer la resistencia al cambio. ¿Por qué esta mujer, acosada por una enfermedad grave, su escala de prioridades vitales pisoteada de varias maneras, internas y externas, logró conquistar su inocencia y su salud, cuando muchas otras personas menos acosadas y con más vitalidad ni siquiera lo intentan?

¿Será realmente necesario llegar a la renuncia total, a la angustia última, al sufrimiento sin luz, a la rendición sin condiciones?

¿A cuántos quijotes con sus propios antojos y convicciones, a cuántas quijotas, no se les podría evitar más golpes de aspas duras, hirientes y del todo innecesarias, si hubiese una herramienta simple y eficaz para ayudar a transitar hacia la congruencia interna, hacia la coherencia biológica básica, hacia las raíces de un vivir esplendoroso y sano?

Recuerdo una vez más esa mirada perdida, sufriente, vulnerada y vulnerable, de un año atrás, y la contrasto con la mirada alegre y segura que vi la semana pasada, y me sorprendo de nuevo.

Lo hizo. Lo logró. Y por ahí anda ahora en alguna parte de Santiago o del mundo, pienso, no menos generosa, pero al lado de la vida, junto a ella, con ella, respetándola, queriéndola, agradeciéndola, ya no más colgada de la poca vitalidad que le quedaba entonces sino convertida ella misma ahora en una fuente de salud.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

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