¿Cómo Cuidar la Mente para la Resiliencia en Tiempos de Crisis?

Fundación ama+, especialistas en aprendizaje socioemocional

Desde que empezó la pandemia los pronósticos sobre su impacto en la educación han sido cada vez más catastróficos. Organismos internacionales y nacionales de gran prestigio nos alertan sobre el aumento de la desigualdad, la deserción escolar, retrocesos enormes en los aprendizajes. En muchas ocasiones se usan términos como «determinantes», «irreversibles» e «irremontables» para calificar estas consecuencias tan negativas. A medida que pasa el tiempo (ya vamos por un nuevos semestre a distancia o a lo más semi presencial), el miedo a todo lo que se ha perdido crece y crece.

No cabe duda, y no podemos estar más de acuerdo, en que es muy deseable que los niños, niñas y adolescentes vuelvan pronto a acudir a sus escuelas de manera presencial. Sin embargo, no creemos que lo ocurrido durante esta pandemia sea determinante, y menos que no haya nada más que hacer que «aguantar» hasta que las escuelas abran sus puertas. Si así fuera, estaríamos contradiciendo numerosa evidencia que nos muestra que tenemos una mente resiliente , y que gracias a su plasticidad, frente a las adversidades, es capaz de reinventarse y salir incluso más fortalecida.

El mayor enemigo para la mente resiliente no es el no haber aprendido mucho, sino el estrés crónico o el estrés agudo paralizante. Este tipo de estrés causa daño a nuestro organismo, afectando desde nuestro sistema inmune hasta la regeneración celular. Una de las consecuencias más nefastas para el aprendizaje y la enseñanza es que «hackea» a la corteza prefrontal y el circuito del aprendizaje, y exacerba la activación de circuitos subcorticales. Esto significa que no nos deja pensar con claridad, poner atención, memorizar, planificar, analizar, crear e innovar. Cómo no preguntarse entonces ¿qué debiera ser la prioridad para este momento de la educación?

Sabemos que se dice que la contención debe ser prioridad, pero en la práctica, ¿cuántas horas del trabajo que están haciendo las comunidades es para el bienestar emocional y cuántas para pasar materia? ¿Cuántas horas se va a dedicar al bienestar emocional cuando se vuelva a la presencialidad y cuántas a recuperar aprendizajes? ¿Cuánto estrés más va a provocar la recuperación a presión?

 

Muchas comunidades escolares nos han estado contando que los docentes y todos los funcionarios están, cada día que pasa más agotados, a veces angustiados. ¡Y estamos recién terminando el segundo mes, de un año escolar que será complejo!

Existe la ilusión de que la presencialidad terminará con este largo mal rato que hemos pasado, y que por fin vamos a respirar, los estudiantes irán felices a clases y los docentes gozarán ejerciendo su profesión al retomar el contacto físico. Eso quizás podría ocurrir si es que hoy cultivamos la resiliencia, pero jamás lo hará si las mentes que vuelvan a estar físicamente en las salas de clases llegan extenuadas.

 

Sigamos trabajando para volver a la presencialidad, pero no agobiemos más a las comunidades escolares. Lo más importante es trabajar para que las mentes de nuestros estudiantes y sus docentes estén sanas y fuertes para resistir este momento y sobreponerse con éxito cuando esto pase. Es urgente combatir el miedo y la desesperación con muchos espacios de calma, conexión, contención, juego, humor, esperanza. Que las matemáticas y el lenguaje, sean vehículos para estos objetivos que son más prioritarios.

 

Las mentes resilientes, no sólo recuperarán con mayor facilidad los aprendizajes perdidos, sino también se adaptarán mejor a un panorama que será totalmente distinto al prepandemia. Las mentes resilientes no sólo llegarán preparadas de mejor manera a los desafíos del futuro, sino que serán las que crearán ese futuro.

 

Invitamos a aquellas comunidades escolares que quieran promover la resiliencia entre sus miembros, a conocer nuestros servicios, en especial los que se presentan en www.aprendizajesocioemocional.cl/

 

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Aprendizaje online en tiempos de pandemia

La crisis que provocó el Covid-19 llegó a cambiar todo: distancia social, reuniones, negocios, competencia entre las empresas y también cómo aprendemos en el área de educación.

De hecho, el aprendizaje hace años cambió de paradigma y dejó de ser solo presencial. Ahí encontrábamos un grupo de alumnos que se reunían para asistir a una clase sincrónica, donde un profesor enseñaba a la audiencia sus conocimientos y experiencias de un tema determinado. Esta instancia solemne de aprendizaje ocurría en un horario único y era una clase irrepetible.

Desde la aparición de nuevas tecnologías de información, el acceso a Internet y un computador en la palma de tu mano, la educación a distancia supo ganar terreno progresivamente a lo largo del tiempo. Y ahora con el confinamiento ha llegado para quedarse definitivamente en el sistema educativo.

La educación en línea no se trata solo de adaptar una clase presencial al formato online ni de reemplazar al profesor con vídeos, sino que es mucho más que eso. De hecho, este formato de aprendizaje tiene varias ventajas que marcan la diferencia con respecto al modelo presencial, como por ejemplo:

• Variadas posibilidades de formación: al no tener que depender de concurrir a un centro de formación, el estudiante puede formarse en diversas materias e instituciones sin tener que desplazarse de ciudad o país.
• Comodidad: puedes aprender desde tu computador, notebook, tablet, teléfono y puedes hacerlo cuando y donde quieras, tan solo debes procurar tener acceso a Internet.
• Tiempo: al no tener que desplazarte ni depender de horarios puntuales, tu manejas el tiempo que destinas a aprender y cuando lo haces.
• Ritmo de estudio personalizado: poder avanzar a tu propio ritmo es una de las grandes ventajas de la educación online y uno de sus motivos de éxito.
• Fomenta tu autonomía: ayuda a fomentar tu propia autonomía y responsabilidad. Todo avanzará según tu ritmo por lo que el progreso dependerá completamente de ti.

La educación en línea nunca se va a ser igual a la presencial, son sistemas totalmente distintos y tampoco buscan ser iguales, ni siquiera debiesen compararse, sin embargo, ambas metodologías buscan lo mismo, que el usuario aprenda. Y es por esto, que es bueno comenzar a pensar en subirse al tren de la educación online, acercarse y experimentar, equivocarse y aprender.

Nos permitirá aproximarnos a nuevos conocimientos lejos de las aulas de clase y a solo un clic de distancia.

El conocimiento está cada vez más cerca de nosotros, el acceso es casi instantáneo, está a la vuelta de la esquina. Ahora depende de nosotros querer aprender.

Escrito por JUAN RAMON MUÑOZ – UNIVERSIDAD DEL EMPRENDEDOR – SIMÓN DE CIRENE

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Liderar desde “lo femenino”

Sumergidos en la mitad de la crisis sanitaria Covid-19, pandemia mundial y primera de nuestra generación, nadamos en la incertidumbre sobre el futuro inmediato y se va poniendo luz a realidades que, aunque siempre supimos que estaban, se habían vuelto invisibles.

Las crisis son las grandes incubadoras de nuevas oportunidades, nos obligan a sacarnos el piloto automático y a movernos en aguas desconocidas. Nos enfrentan a lo que nos desafía, a los miedos más profundos y también nos dan la posibilidad de mirar lo que funciona o no en nuestra vida. Nos obligan a hacer cambios, derribar obstáculos -la mayoría mentales- que nos detienen el avance y también sacan lo mejor de cada persona. Sólo miren a su alrededor: ¿Cuánta fuerza, pasión, amor, creatividad, determinación, solidaridad y colaboración, entre otras virtudes y emociones positivas, han detectado en medio de la actual crisis sanitaria? Seguramente muchas. Personalmente, me emociona observar a las personas, sobre todo a las mujeres en su reinvención, poniendo todas sus capacidades al servicio y enfrentando la incertidumbre desde su máximo potencial.

 

Una de las manifestaciones que abre posibilidades en el mundo, es la noticia que destaca el trabajo de varias mujeres jefas de Estado durante esta pandemia. Países dirigidos por mandatarias como Nueva Zelanda, Islandia, Alemania, y Dinamarca, entre otros, han sido reconocidos por iniciativas que han resultado más efectivas en el manejo de la crisis del COVID-19, señal significativa, teniendo en cuenta que menos del 10% de todas las naciones del mundo están lideradas por mujeres.

Observamos cómo ellas, quienes lideran países, han tenido una particular disciplina, sensibilidad y capacidad de respuesta frente a la crisis sanitaria y, desde ahí, están desarrollando mejores políticas para atravesar la situación actual y también para el futuro.

¿Y por qué sucedió esto? Una de las respuestas, es que las mujeres que están en cargos de decisión tienden a enfocarse en los bienes más esenciales, como la salud y la educación, y en observar con amplitud de mirada a las personas más vulnerables. No quiere decir que los hombres no tengan esta sensibilidad, sin embargo, en un escenario como el actual y con escasas mujeres ocupando espacios de liderazgo, se nota la ausencia y cabe preguntarnos: ¿Requerimos más líderes mujeres para enfrentar las crisis? ¿Qué hace que nosotras abordemos un problema tan grande de manera tan efectiva? ¿Por qué las mujeres, a pesar de tanto avance, seguimos sin ocupar lugares de liderazgo?

Estas preguntas son complejas y largas de contestar, no obstante, creo importante mantenerlas vigentes y hacer el ejercicio de responderlas en nuestra propia experiencia.

Abordar estas interrogantes comenzó a convertirse en una misión personal en estos días, porque, si nosotras ocupamos más espacios de liderazgo, el mundo ganará, hay evidencia suficiente de que así será. Es urgente inspirar, fortalecer y despertar el liderazgo de las mujeres, no podemos seguir esperando, las crisis vienen cada vez más seguidas.

Esta convicción me ha llevado a iniciar reflexiones, especialmente sobre el ejercicio del liderazgo, pero en este caso,  desde  “lo femenino” más allá del “liderazgo femenino” en sí, de esta manera nos salimos de la caja con las etiquetas estereotípicas y se deja el espacio para que los hombres también lideren desde ese estilo, forma, o como se le quiera llamar.

Las conversaciones acerca del tema con decenas de mujeres líderes me han permitido mirar más allá de mis propias ideas y vivencias y, además, descubrir cómo cada una de ellas ha ido forjando una manera particular de liderar, la mayoría sin grandes apoyos, sacando lo mejor de sí. ¿Cómo hacemos eso? ¡Igual que cuando enfrentamos las crisis! Claro, porque no es habitual movernos en este mundo de liderazgo que ha sido reservado históricamente para los hombres, entonces, cuando a nosotras nos toca sentarnos en la punta de alguna pirámide, nos movemos, al principio al menos, en la incertidumbre total.

Uno de los mayores obstáculos que las mujeres tenemos para dar el primer paso es la auto declaración: Soy una mujer líder. A la mayoría nos da miedo decirlo, aunque lo estemos sintiendo, incluso aunque estemos ejerciendo el liderazgo. Para esto, como para tantas cosas, necesitamos que nos den permiso, o nos proclamen y, ese obstáculo, aunque creamos que es propio y personal, es colectivo en nuestro género porque es cultural, viene desde antes de nuestro nacimiento y es invisible.

Como dijo el Principito: “He aquí mi secreto que no puede ser más simple”. Todas estamos capacitadas para liderar en cualquier momento de nuestra vida. Margaret Thatcher lo verbalizó perfectamente en 1979, cuando se convirtió en primera ministra británica, con su frase: “Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa estará más cerca de entender los problemas de llevar un país”, poniendo en la mano de las mujeres la llave para abrir las puertas que están cerradas por la construcción social y la cultura, entre otras razones, pero, más que todo, cerradas por nuestras propias limitaciones y autocensuras que no nos permiten levantar la mano cuando se hace la pregunta ¿Quién va a liderar hoy?

La invitación es a construir una base sólida de auto confianza, que se elabore con fuertes convicciones y, por sobre todo, un compromiso a toda prueba, pues éste nos da la fuerza para levantarnos, sacar la voz y ser líder en un mundo con códigos masculinos, que sólo se podrán intervenir si nos internamos con valor y apoyo mutuo para desarrollar este nuevo liderazgo “desde lo femenino” y que se valore cada día más,  para que contribuya ampliamente a crear un país y un mundo mejor para las nuevas generaciones.

Mai-Nie ChangMai-Nie Chang – Empresaria

 

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Contribuyendo con el telecolegio de nuestros hijos

Es sabido que para poder recordar algo se debe generar algún grado de emoción.
Segun mi experiencia como especialista en aprendizaje aprender es: entender y memorizarlo que entiendo hoy debo ser capaz de memorizarlo “mañana” para aplicarlo, de lo contrario no se habrá producido el aprendizaje. No hay aprendezaje si no logro aplicar ese conocimiento en el futuro cuando lo necesite. Por lo tanto si necesito de la memoria para aprender, es imprescindible que esa informacion o contenido pase por la emoción.
Pero ¿cómo hacer que algo nos emocione? Lo que primero necesitamos hacer es ver cómo nos sentimos, para eso existen listados o ruedas con una larga lista de emociones divididas en 6 grandes grupos de emociones: sorpresa, felicidad, tristeza, disgusto, ira y miedo. Ahora como padres-profesores tenemos que ayudar a nuesros hijos a expresar y comunicar constantmente cómo se van sintiendo con este encierro, distanciamiento de amigos y falta de independencia debido a esta inesperada pandemia. Una vez que logramos hacer que definan cómo se sienten, y cual es la emocion, podremos trabajar en ella. (como expliqué en una columna anterior)
 
 
Las emociones que rondan en los niños y niñas por estos dias me atreveria a decir que son la ansiedad, la tristeza, la desesepracion, la soledad, confusion y abandono, lo que seguramente los podria estar llevando a una actitud de inatencion, impulsividad y hasta molestia frente al colegio y proceso de aprender.
La ansiedad (del grupo de la tristeza) en los niños se traduce en conductas impulsivas, a presentar un mal humor, se ven problemas para concicliar el sueño, insomnio a mitad de la noche, inapetencia, dolor de cabeza, entre otras.
Entonces, ya definida la emocion (la mas comun tristeza y ansiedad) es ayudarles a gestionarla. La ansiedad se puede trabajar con el manejo de certezas. Si nosotros como padres-profesores, les explicamos de manera clara y precisa lo que esperamos de ellos en términos de aprendizaje, si les definimos bien sus horarios para estudiar, horarios para ver tv o jugar, si les describimos la recompensa, si practicamos un refuerzo positivo lo mas inmediato posible al logro por muy pequeño que sea, los niños-estudiantes tendrán mas certezas y seguridades, lo que les ayudará a disminuir si ansiedad.
Lo veo con mis alumnos e hijos, las reglas en casa son claras y raramente se modifican (sólo si hubo una conducta destacada en algun ámbito o circunstancia que ameritara). Se estudia todas las mañanas, la television sólo se prende desde las 3 pm hasta las 6 pm. Les pido que estén en conctacto con el aire libre todos los dias*, idealmente en las mañanas en espacios libres. Se hacen 2 tareas a diario. Se trabaja en silencio, bien sentados, buena iluminacion y presentacion. Todo eso trae consecuencias positivas, refuerzos y certezas. Los esfuerzos son reconocidos y premiados. Es una enseñanza para la vida todo este sistema de orden, no se visualiza de inmediato pero en unas semanas ya es posible visualizar que se han incorporados nuevos habitos, los niños se adaptan rapidisimo a los cambios. Como asi mismo los pequeños tienen escasa conciencia de cantidad y tiempo por lo que señalarles desde la fecha en que estamos cada dia, hasta las horas con un reloj o temporizador de cuánto estarán frente a la tv les ayuda infinidad.
 
Eso por el lado de las emociones y su relacion con una mejor disposicion para aprender, pero eso no es suficiente, otro aspecto importante que contribuye con tener una mente abierta para aprender es el movimiento, el juego y la creatividad*. De lo cual les comentaré en la próxima columna.

 

Claudia Pastene – Psicopedagoga – Conoce más de Claudia aqui

Imagen de portada : Foto de August de Richelieu en Pexels

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ESCUELAS QUE APRENDEN DEL ÉXITO

Durante estos días de home schooling con mis hijos, he reflexionado mucho sobre la importancia de la educación presencial a partir de mis experiencias en mi querido colegio St. John´s de Concepción. Tuve tantos aprendizajes ahí que, sin desconocer deficiencias, puedo decir que mi colegio fue muy exitoso conmigo.

Quizás este es un momento único para que las escuelas aprendan en qué han sido exitosas hasta ahora. Hay muchas escuelas que ya están pensando en cómo será la vuelta a clases, y con buenas razones, anticipan muchas dificultades de adaptación y de desregulación emocional de los estudiantes. Es legítimo prepararse entonces para dar contención.

Pero tal vez si escucháramos con más detención y profundidad a los estudiantes podríamos estar más preparados, no sólo para contener si no para ser una escuela mejor que la que habíamos sido antes de la pandemia.  Ellos y ellas podrían contarnos muchas historias de éxito ocurridas en nuestras salas y patios, si empezamos a preguntar ¿qué has echado de menos de la escuela?

Tal vez muchos educadores piensan que esto puede ser ingenuo, porque obviamente todos van a contestar que lo que más echan de menos es el recreo. Y aunque dudo que eso sea así, si ahondamos un poco más veremos que hay diferentes razones para echar de menos el recreo. Para conversar con los amigos y amigas, para tener espacio, para comer algo rico, para despejar la mente, para conversar con los profesores más relajadamente, para reír, etc. ¿Para qué puede servir esa información?

Por ejemplo, si en los recreos están ocurriendo cosas significativas para los estudiantes, ¿cómo podemos hacer que esa experiencia sea positiva para todos y todas? ¿O cómo podemos hacer que las clases incorporen el juego, la risa y el contacto con los amigos?

Creo que muchos estudiantes también dirán que echan de menos a algunos profesores y profesoras. Hay niños y niñas que tenían en la escuela al único adulto protector y cariñoso de su vida. Hay muchos que adoran aprender algunas materias por la pasión que mostraban sus profesores. Con toda esta información las escuelas podrían orientar mejor a sus docentes para entender cómo funciona la contención exitosa y cómo motivar mejor a los estudiantes.

Estamos demasiado acostumbrados a que hay que aprender del fracaso, y a tratar de solucionar los problemas enfocándonos en todo lo que nos falta. Esa perspectiva olvida que también podemos mirar todo lo que sí tenemos y aprender a usarlo de mejor manera, no para solucionar problemas, sino para alcanzar objetivos.

Podemos aprender del éxito, para eso es necesario conocer esas historias, grandes y pequeñas, que nos mostrarán cómo, cuándo y dónde estamos impactando positivamente a nuestros estudiantes, y amplificarlo para hacerlo mucho mejor a la vuelta a clases.

Te invitamos a compartir tus historias de éxito en la escuela, como estudiante, profesor o director. Pueden ser de este tiempo o del pasado, todas las historias nos conectan y nos enseñan. Puedes escribir en este link:

https://www.aprendizajesocioemocional.cl/forum

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl

 Foto portada: Imagen de AkshayaPatra Foundation en Pixabay
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Neurociencias

Han venido para ayudarnos y quedarse!

El otro dia aprendi qué era primero ¿tengo miedo porque tengo la guata apretada? O tengo la guata apretada porque tengo miedo? Sabes la respuesta? Bueno las neurociencias nos han podido explicar qué es primero.

Ha sido maravilloso para mi poder entender por qué funcionamos como lo hacemos. Descubrir razones de base cientifica que confirman teorias! Teorias acerca del funcionamiento de nuestro cerebro respecto de nuestro comportamiento que es lo único visible donde se basaban las teorías que hace mas de 1 siglo estudiosos y gente del area de la educación argumentaban solo sobre la base de la observación, desafortunadamente muchas veces basados en cerebros muertos o personas que llegaban accidentadas y perdían ciertas habilidades, lo que les ayudaba a concluir que si tal zona estaba dañada, tal función era la que tenía a cargo esa parte del cerebro, pero como estamos hablando de neuroanatomia son órganos muy pequeñitos que podrían haber llevado a conclusiones erradas respecto de la función que maneja cada órgano o area del cerebro, pero ahora con las Neurociencias ya se ha podido despejar toda duda y confirmar la función exacta. Es por eso que el objetivo principal de las Neurociencias es unir el comportamiento humano con sus bases biológicas.

Las neurociencias son una combinación de avances tecnológicos que nos permiten ver los conocimientos biológicos que tenemos los seres humanos gracias a la expertiz de los médicos, combinados y confirmados por el estudio de psicólogos y psiquiatras (y educadores) acerca del comportamiento humano; lo anterior nos han podido dar luces por ejemplo, de cómo corregir algunos déficit que pudieran darse en el proceso de aprendizaje formal e informal, reforzando esas areas y entrenando con estrategias dirigidas a que esa zona dañada o deficitaria pueda reformarse gracias a la plasticidad cerebral con la que contamos (otro descubrimiento de las Neurociencias). Si! Porque nuestro cerebro no es ríigido, la corteza cerebral va moldeándose en la medida que cambiamos alguna conducta, lo que lleva a que se den nuevas conexiones neuronales y en consecuencia nuevas rutas de circuitos electricos, probablemente ahora mas estables, firmes y cortos que nos lleven a dar respuestas mas acertadas, rápidas y duraderas.

Entonces, podemos tener mas certezas de qué corregir, y de cómo va funcionando ahora un cerebro corregido a través de un cambio de conducta dirigido. Si se sufre un daño en el lóbulo temporal que está a cargo sobre todo de las áreas auditivas y por lo tanto de comprender y producir el lenguaje podemos saber con exactitud qué zona se dañó no sólo con escuchar al paciente que habla en forma inconexa o poco clara, sino que ahora también lo sabremos con precisión gracias a la clásica imagen del cerebro con luces rojas, amarillas y azules iluminadas, asi con una rehabilitación profesional podremos ir revisando si ha ido corrigiéndose el déficit o si hay otras áreas del cerebro que podrian estar compensando ese deficit.

Dentro del mismo lóbulo temporal, en su interior está el hipocampo y la amígdala en ambos lóbulos y en ambos hemisferios, y como seguramente muchos y muchas sabrán es en la amígdala donde se forman las emociones y en el hipocampo donde se forma la memoria. La respuesta a la pregunta inicial de este texto también que habla de las emociones y de nuestro comportamiento ha podido ser dilucidada por las neurociencias! Lo que primero uno siente es… el apretón en la guata! Si, es algo que se siente en la panza, es corporal, luego es recibido por la amígdala que sólo siente emociones (y a veces se estresa..tema para otra columna) y finalmente llega a la corteza pre frontal que sería donde le damos una interpretación y podriamos regular esa emoción y/o tomar la mejor decisión para darle una respuesta a ese input de miedo.

¿Te parece sorprendente? A mi al menos si, soy de las personas que necesita comprobación científica para entender mejor lo que hacemos los seres humanos.

 

claudiapaseteneClaudia Pastene Gorigoitía

Mamá de tres hijos.

Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

 

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Nueva Reforma Curricular de la Enseñanza Media: el debate que no se ha dado

En las últimas semanas una de las noticias que ha estado en la agenda noticiosa es la de la implementación de la nueva reforma en la malla curricular en la educación media en todas sus modalidades.

Lo primero que hay que decir para evitar suspicacias es que la nueva reforma educacional no es obra de este gobierno en particular ni tampoco del ministerio de educación actual. Es el resultado de un trabajo de varios años  que ha llevado a cabo  el Consejo Nacional de Educación que es un órgano técnico y el único que tiene atribuciones sobre el curriculum académico. Esta aclaración me parece  importante ya que lo que más se ha destacado de los cambios es que no estarían Historia ni  Educación Física en las asignaturas obligatorias,  sin explicar cómo se han desarrollado los cambios,   en qué niveles se implementan y cuál es el fundamento   de esas modificaciones. Tampoco se ha explicitado los contenidos de cada asignatura ni se le ha dado cobertura  al hecho de que la malla hoy será flexible, con asignaturas electivas y obligatorias siguiendo las nuevas tendencias curriculares  y que se aplicará sólo en II y IV medio y no en toda la enseñanza media como la mayoría cree. En síntesis para el lector común la noticia ha aparecido bastante reducida, dándole un carácter más bien negativo “lo que no está”  sin  contextualizarla  ni curricular ni  social e históricamente.

No hay espacio en esta columna para analizar los pro y los contra de esta propuesta,  sin embargo me gustaría señalar algunos elementos importantes a considerar . Lo primero es que me parece necesaria una readecuación curricular que vaya de acuerdo con los tiempos, que flexibilice el curriculum y que reponga el valor de la Filosofía.  Esta  disciplina  nos enseña a pensar y hoy es más necesario que nunca,  formar el pensamiento crítico y reflexivo en los jóvenes. Lo segundo es enseñarles a vivir en el espacio social en que se mueven, porque hoy sabemos comportarnos como consumidores es decir exigiendo nuestros derechos pero no tenemos mucha  idea de cómo comportarnos como ciudadanos.  Un efecto de ello es que  no sabemos movernos en el espacio público donde el respeto por el otro es fundamental. Esta debería ser la gran tarea de una asignatura como  la que propone el nuevo curriculum , Educación Ciudadana.

Con ello no estoy desconociendo el valor de la Historia ni de la Educación Física que por demás siguen presentes en I y II Medio y en las asignaturas electivas. Tampoco digo que este cambio es la panacea puesto que las mallas curriculares son apenas una parte del sistema curricular el que incluye  además docentes, metodologías de aprendizaje, clima escolar en el aula y evaluaciones sólo por mencionar algunos aspectos a considerar. Sólo llamo a un debate serio y profundo acerca de estos temas que son muy importantes porque pueden afectar  el futuro de nuestros jóvenes. También sugiero   que se dé más información pública  ya que estos temas que son claves para el futuro de nuestro país por lo que  nos deben involucrar   a todos.

 

macarena_urendaMacarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social

Concejala de Viña del Mar

Presidenta comisiones Educación y Turismo

 

 

Foto Portada : Imagen de Kevin Phillips en Pixabay

 

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MI PAPÁ ME ENSEÑÓ…

Hay días que me pregunto ¿por qué el rol de los padres siempre queda relegado a segundo plano?. Es como si las mujeres nos adueñáramos de la crianza y educación de nuestros hijos e inconscientemente, los fuéramos dejando cada día más de lado y a ratos nos jactáramos de todo lo que sí hacemos. Encontramos a veces las “razones” para alejarlos: o porque vemos que están menos en el día a día o porque creemos que no se involucran “lo suficiente”. ¿Cuánto necesitamos que estén ahí? Y más importante aún ¿en qué necesitamos que verdaderamente estén? ¿Queremos que sean iguales a nosotros? ¿Cómo abrimos la puerta para que ellos sean parte de manera distinta a la nuestra?. Quizás podríamos empezar por mirar y valorar lo que sí hacen, lo que aportan en la crianza y lo mucho que enseñan con su mirada de la vida… diferente a la nuestra.

Si pienso en mi papá no puedo dejar de mirar todo eso que me aportó en la vida. Me entregó la contención y tranquilidad en momentos de duda. Me enseñó la importancia de mantener el equilibrio, y dentro de su simpleza, siempre me ayudó a no angustiarme antes de que los problemas pudieran ocurrir. Siempre lo escuché decir “no intentes solucionar problemas que no existen” (frase que uso con casi todos mis pacientes). Con esas quizás, simples palabras, me entregó la certeza de que siempre tuve y tendré las herramientas de enfrentar lo que venga. Si la vida se pone cuesta arriba, no necesito tener todo bajo control antes de que eso ocurra, porque eso es enredado y básicamente imposible. Me enseñó a ser simple, y confiar en mí y en mis recursos por sobre todas las cosas. Nunca dejó ni una mínima ventanita de duda, de que yo era capaz de hacer y enfrentar lo que me trajera y propusiera en la vida.

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Mi papá me enseñó el valor de la austeridad y la humildad, que no necesitamos adornarnos de cosas materiales para hacernos valer, ni para valorarnos a nosotros mismos. Tengo grabado a fuego que podemos ser felices con tan poco y que no necesitamos “tener” para buscar la alegría. Porque la felicidad se encuentra en los lazos de amor, en los vínculos y en cómo ponemos al otro como una pieza fundamental en nuestras vidas.

Con su pragmatismo me ayudó a ser realista cuando yo quizás solo quería soñar, me ayudó a buscar objetivos claros y alcanzables, siempre confiando en que yo lograría todo aquello que me propusiera con trabajo y empeño. Me enseñó de la perseverancia y de como con responsabilidad, compromiso y trabajo duro se logra todo aquello que te propongas… aunque en el proceso cueste y te caigas mil veces. Mi papá me enseñó que existe espacio para el error y que de ellos aprendemos, que de las crisis salimos fortalecidos y que es ahí cuando podemos encontrarnos con nuestras sombras, abrazarlas y quererlas.

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Mi papá me enseñó la cautela, pensar bien las cosas antes de actuar, tener un plan y alternativas. Su racionalidad me permitió mirar que en el universo existen miles y miles de alternativas y es uno la que elige cual tomar. Siempre dejaremos una por otra y entonces tenemos que asumir lo que eso conlleva. Me enseñó a crecer y a volar, siempre con la cautela de no estrellarme. Me enseñó a cuidarme, quererme y respetarme, y en mi adolescencia pude cuidarme desde el cuidado incanzable de él, que nunca bajó los brazos. Mi papá me enseñó el respeto, el respeto profundo por el ser humano, el nunca pasar a llevar al otro y siempre poder mostrar tu punto de vista pero sin críticas o juicios. Logré aprender de la tolerancia y mucho me enseñó en aceptar y valorar la individualidad y diversidad.

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Hoy veo al papá de mis hijos y se también cuánto les está enseñando: simpleza, autonomía, respeto, perseverancia, compromiso, el valor del deporte y el juego, la empatía, el regalo del tiempo y el respeto por el ser humano. Mi papá y mi marido no se diferencian en casi nada. Quizás solo que mi papá es más “machista” y nunca se metió en las labores del día a día de la crianza, por otro lado mi marido cumple el mismo rol que yo. Existe un equilibrio pleno entre lo que yo hago y lo que el va asumiendo en la crianza. Y entonces creo que al final, si bien ha sumado infinitas enseñanzas para mis hijos tener un papá más inmerso en las labores domésticas, creo que lo más importante, verdadero y profundo es todos aquellos valores que nos entrega la figura de nuestros padres. Finalmente su amor incondicional, su alegría, su respeto, su cariño y su conexión emocional es lo que vienen a regalarnos en nuestra vida. Todos necesitamos mamá y papá, ambos nos entregan distintas enseñanzas, valores y maneras de ver la realidad.

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Dejemos de relegar el rol del hombre al trabajo y sostén económico, ellos son muchísimo más importantes. Son fundamentales en los lazos de amor que van construyendo con nuestros hijos. Hoy solo puedo agradecer: agradecer al papá que tengo y me enseñó tanto, agradecer al papá de mis niños que me sigue enseñando día a día, agradecer que somos dos en esta tarea de hacer familia y que nos equilibramos en nuestras miradas, formas, valores y maneras de hacer familia.

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El desafío está en dejar espacio para que cada uno, en su rol e individualidad, aporte desde ahí a nuestros hijos. Ninguno es más importante que otro, ninguno hace más que el otro. Somos distintos y en esa diversidad crecemos como personas y hacemos crecer a nuestros hijos en su mirada al mundo. Y a ti, ¿qué te enseño tu papá? ¿qué quieres que tus hijos aprendan de su papá?. Y tu papá, ¿Qué quieres dejar marcado a fuego en tus hijos?…..solo les digo: ¡que nada los detenga!.

¡Feliz día a todos los padres! (SOBRETODO AL MÍO)

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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AÑO ESCOLAR: MANTENIENDO LA FELICIDAD DEL PRIMER DÍA

Después de varios meses de vacaciones de nuestros niños y algunas semanas nuestras, nos hemos encontrado con que esta vuelta a marzo y este mes se transforma en un aterrizaje forzoso a la realidad. Comienzan los compromisos, el trabajo empieza a andar mucho más rápido de lo que quisiéramos y nuestros hijos -al mismo tiempo- están volviendo a su ajuste, tanto o más que nosotros. Tienen que volver a levantarse temprano, estudiar e ir al colegio. Y quizás, a muchos de ellos la alegría de volver al colegio para a reencontrarse con sus amigos, les dura tan solo el primer día o la primera semana de clases. ¿Cómo lograr que este año se mantenga como ese primer día? ¿qué hacer para poner el ojo como papás en lo que es realmente importante y los hace felices en el proceso de aprendizaje?

No son preguntas fáciles. Nuestros hijos están en un sistema educacional que lleva décadas igual, y eso que nos enseñaban a nosotros, hoy siguen haciéndolo de la misma manera, quizás sólo con algunos pequeños y matizados cambios. ¿Cómo mantenerlos motivados al aprendizaje en un sistema que no los motiva? ¿cómo hacer que esa sensación de felicidad de ir al colegio durante el año perdure?.

El mundo ha cambiado y la manera que tienen de aprender nuestros hijos también. Hace poco vi en televisión a Tal Ben-Zhahar, precursor de la psicología positiva, reflexionando acerca de la educación y el sistema actual. El mismo se cuestionaba (al igual que yo) porque todo sigue idéntico que hace 30 años. Lo peor es que existen datos duros e investigaciones que entregan respuestas claras en torno a lo que nos genera felicidad y bienestar emocional. ¿Qué pasa en los colegios hoy en día que se ha abandonado lo más importante? ¿Qué pasa que aun sabiendo aquello que nos hace felices, el sistema educacional sigue enfocado en aquello que nos genera desilusión y frustración? ¿por qué nuestros hijos siguen sentados frente a un profesor dictando la materia si pueden aprender haciendo? ¿será realmente esa la mejor manera que tienen nuestros hijos de aproximarse al aprendizaje?

Están identificadas las dos cosas que nos entregan mayor bienestar emocional y felicidad. Una es nuestra capacidad de generar vínculos profundos y significativos; y la otra, es la gratitud, esa capacidad de poder agradecer día a día lo que tengo y lo que el otro me da. En el mismo sentido, está comprobado que lograr nuestras metas, sólo otorga una felicidad pasajera, que tiende a transformarse en desilusión cuando nos damos cuenta que eso que buscaba y que encontré, no me llevó a la felicidad que esperaba, sino más bien a la necesidad de ir aún más lejos. En ese momento, recién ahí, sí puedo llegar a ser feliz. La felicidad de esta forma, como lo pueden ver, nunca se alcanza.

Y entonces, si enfocarnos en el logro de metas más que en el proceso nos llena de desilusión ¿por qué seguimos otorgándole tanta importancia a la nota?  A ratos veo que el sistema educacional pone a sus alumnos en un lugar absolutamente pasivo frente al aprendizaje, como si ellos no pudieran ser los protagonistas, lo que tiende a aburrirlos al poco andar. La importancia se pone en la prueba y en enseñar para esa prueba. ¿Qué pasa con enseñar a agradecer por el proceso de aprendizaje? ¿a dar espacio para la curiosidad sin una nota de por medio? ¿Qué pasa que no ponemos énfasis en los vínculos que podemos formar en una sala de clases a través de un trabajo colaborativo e inclusivo y no en las notas que me tengo que sacar?.

Siempre me ha llamado la atención, por ejemplo, cuando veo como mis pacientes se enfrentan a un trabajo en grupo. Es tanta la importancia de la nota, que olvidan lo más importante, que finalmente es aprender a trabajar en equipo, obviamente además de aprender del tema que se está investigando. Entonces se subdividen el trabajo, coordinan por WhatsApp, y la mayoría de las veces, la más matea apreta al menos interesado y termina, o haciéndolo sola o corrigiendo todo lo que entregaron los demás. ¿En qué parte de este proceso aprendieron a trabajar en equipo? ¿a liderar? ¿a discutir si hay algo que no me parece? Lamentablemente, ese aprendizaje no existe y lo que es peor, tampoco es valorado por nosotros los adultos, que probablemente solo estaremos contentos con la entrega del trabajo y su nota, más allá de como este se gestó. Tengo pacientes, dispuestos a inventar enfermedades con tal de estudiar más para una prueba y así sacarse una buena nota. Se olvidan completamente que para lograr esa “mejor nota” tuvieron que mentir en el proceso y que la mentira daña las relaciones humanas, lo que es peor, incluso a veces nosotros como papás avalamos está mentira para que ellos puedan faltar y así rendir “más” o “mejor”. Me sigo preguntando ¿qué y cómo les estamos realmente enseñando a nuestros hijos? ¿a nuestros jóvenes? ¿la felicidad está en el éxito académico? ¿en el profesional?  ¿está en lograr tus objetivos sin importar el medio, sin importar el otro?.

Desde mi mirada – o mi sueño- poner el ojo en el proceso y no en la meta, es lo que nuestros hijos necesitan aprender de nosotros y ojalá del sistema educacional. Sería fantástico que el sistema los llevará a generar vínculos a través de un trabajo en equipo respetando las diferencias de cada ser humano.

Podemos enseñarle a nuestros hijos, como ellos tienen la oportunidad de elegir que los hará felices, pero entregándoles la respuesta científicamente comprobada de donde se encuentra ese bienestar emocional o felicidad. Piensen en ustedes mismos ¿qué es lo que los hace más felices? ¿qué los lleva a sentirse plenos? Segura, que la respuesta es: nuestros vínculos y en poder mirar y agradecer lo que tenemos. ¿por qué no enseñarles lo mismo a nuestros hijos? ¿por qué no enfocar la mirada en los logros durante el proceso, en el respeto a los vínculos y en agradecer lo aprendido y no en lo memorizado?

Se que muchos pensarán distinto a esta postura que planteo, dirán que la nota es necesaria para medir los aprendizajes y que las pruebas generan hábitos de estudio. Ante eso yo sólo les pregunto ¿qué los hace felices a ustedes? ¿cómo quieren transmitirles a sus hijos la importancia de la vida? ¿a qué quieren otorgarle importancia en el proceso de aprendizaje para que sus hijos realmente disfruten este camino largo de la educación? Finalmente ¿qué necesitan nuestros hijos de nosotros y del sistema educacional para DISFRUTAR APRENDIENDO?

Para mí el mensaje es claro: “esfuérzate y disfruta mientras aprendes, genera lazos profundos y significativos con los que te rodean, aprovecha y aprende de las diferencias, respeta al que puede y ayuda al que no puede tanto y da gracias todos los días por esas pequeñas cosas que hicieron de tu día, un día mejor. La nota no me importa y espero que tú puedas medir tu felicidad sin que ella sea una variable en esta ecuación de lo que es la vida y la felicidad.  Disfruta el colegio y todo lo que puedas aprender de él y de las personas que te rodean. Sé feliz agradeciendo del proceso y no de la meta … que a veces nunca llega.”

María José Lacámara – Conoce más AQUI

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MIS HIJOS TAMBIÉN NECESITAN INCLUSIÓN

Tengo emociones confusas al escribir esta columna… Y además es segunda vez que intento escribirla… Son tantas las emociones, que no sé como hacer para no traspasarlas al que lee sin caer en malas interpretaciones. Hace ya dos semanas tengo ganas de escribir sobre inclusión. Esto desde que varias mamás de niños con necesidades especiales comenzaron a levantar la voz. En este último tiempo se creó el movimiento #unaescuelaparatodos el cual apoyé explícitamente a través de un vídeo en Instagram. ¿Por qué sigo escribiendo de esto si ya hice un vídeo? Bueno, porque siempre he dicho que creo que escribo mucho mejor de lo que hablo, y entonces plasmar mis ideas en un papel es poder decirlas para mi en voz alta.

¿Por qué hablar de inclusión me genera tantas emociones? ¿Qué pasa conmigo cuando este tema entra en mi cabeza? Podría decir que mi primera emoción es miedo a hablar, temor a tomar la voz de madres con hijos con necesidades especiales, cuando yo no soy una de ellas. Miedo a hablar sin saber, a intentar plasmar ideas sin haber recorrido ese camino. ¿Por qué me atrevo ahora a hablar? Porque me di cuenta que no quiero usar la voz de esas mamás, porque ellas tienen su propia voz para gritar y mostrar lo que sienten. Hoy decido tomar mi propia voz y hablar de mis hijos y de lo que ellos, yo y nosotros como familia necesitamos.

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Soy una convencida, que tener un niño con necesidades especiales en la sala de clase los hará personas diferentes, los hará crecer y mirar el mundo desde otra vereda. Tengo una prima con necesidades especiales, tiene 29 años a pesar que dijeron que no llegaría a los 9 años. Quiero contarles la reacción de mi hijo cuando la conoció. Primero me hizo muchas preguntas sobre lo que le había pasado, por qué estaba así, qué podía hacer y qué no. Después me dijo que le daba mucha pena porque no podía hacer las cosas que a él le gustaban. Entonces le expliqué que ella disfrutaba de otras cosas que también la hacían feliz. Quedó muy afectado luego de conocerla.

El camino de mi tía ha sido duro, pero hoy quiero hablar de lo difícil que fue para mí aceptar o entender la reacción de mi hijo. ¿Por qué no pudo interactuar más con ella? ¿por qué no se acercó a abrazarla? ¿qué pasó que sólo le dio pena y no pudo conectar también con las alegrías de mi prima?. Después de varios meses, en una conversación de él con un amiguito en mi auto, le contaba que lo más triste que le había tocado era conocer a la Maca, así se llama mi prima, así le relató que ella no podía caminar, hablar, jugar y que eso le daba mucha pena. Yo escuchaba enternecida por un lado, porque mi hijo era capaz de empatizar con el dolor del otro, y con mucha pena por otro lado de pensar que este había sido su único acercamiento a la diferencia en sus 9 años de edad. ¿Por qué nunca había visto esta realidad? ¿qué pasa que el colegio finalmente se transforma en una burbuja de niños y vidas “normales”? ¿por qué nunca pudo acercarse a otras realidades y esta fue la primera? ¿Cómo le habría enseñado a interactuar distinto si hubiera estado cerca de la diferencia desde pequeño?.

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Hoy decido escribir, porque creo que mis hijos necesitan inclusión, ellos necesitan vivir y tocar otras realidades que no sea sólo la suya, por cuanto soy una convencida que mirar al otro en sus necesidades y poder empatizar con ellas te hace una persona más humilde, generosa, asertiva y empática. De mis hijos no espero grandes profesionales, con buenas notas y muchos diplomas, de mis hijos por sobre todo espero sean buenas personas… y hoy creo, sus colegios no les están enseñando eso. Porque el que es diferente, o se porta mal o tiene necesidades especiales no tiene un espacio ahí. ¿Por qué? Porque simplemente no cumple con los estándares de lo “esperado”. No puedo dejar de recordar a un querido paciente de tan sólo 10 años, que al comenzar a mostrar conductas más disruptivas en el colegio, dado su diagnóstico de trastorno del desarrollo cancelaron su matrícula. El colegio no estaba “preparado para recibirlo” y lo que es peor, todos sus compañeros entendieron que estaba “bien” que se fuera porque él era “diferente” y necesitaba “otro tipo de colegio”. Pena, frustración, rabia.

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Solo puedo darme cuenta que este sistema algo perverso, le está enseñando a mis hijos que si eres distinto no hay espacio para ti en este mundo, que esa persona diferente está en los rincones, en sus piezas, en “otros colegios”… segregados… lejos mío, lejos tuyo, lejos de nuestra realidad. ¿Y entonces cómo le enseño a mi hijo de respeto, humildad, generosidad, empatía, asertividad y diversidad si todos son “iguales” y sólo están preocupados de sacarse los ojos por ser los mejores?.

Mientras escribo, del miedo paso a la rabia y el enojo que me produce que un sistema y un país avale esto. ¿Por qué seguimos hablando de inclusión cuando en realidad esto no debería ser un tema? ¿por qué seguir peleando por algo que es un derecho?. Creo que no sólo le estamos quitando el derecho de educación a los niños con necesidades especiales, sino también le estamos quitando el derecho a nuestros hijos de aprender de ellos y con ellos. La vida es diversidad, todos tenemos distintas capacidades y habilidades, y todas ellas brillan en el contacto con el otro….¿Cuánto nos estamos perdiendo al desconectar a todos estos niños de nuestros hijos? Para mi son infinitas las posibilidades y oportunidades perdidas, y entonces me parece injusto desde donde se le mire.

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Y es aquí donde me viene la pena y frustración, pena de estar escribiendo esto y tener que visibilizar algo que no deberíamos estar siquiera mostrando. Como escuché alguna vez por ahí, de la inclusión no se habla, se vive y se hace.

Soy una convencida que el sistema educacional tiene que cambiar, la experiencia de la diversidad hay que vivirla, sentirla, abrazarla para poder hacer algo distinto. Si nuestros hijos no pueden siquiera ver esa realidad en sus salas de clases o en sus compañeros de colegio, entonces obligan a todos esos niños con necesidades especiales a quedar invisibles frente al mundo….¿y cómo aprenden mis niños a abrazar y amar a alguien con necesidades especiales si no están? ¿cómo mis hijos aprenderán a no sentir pena por ese niño “distinto” si no lo han visto reír en sus salas, aprender o si no se han sentado jamás a conversar o conectar con ellos? ¿cómo lograrán mirar que también son felices, tienen penas, rabias y miedos igual que ellos?. Difícil tarea enseñarles a nuestros hijos sin la posibilidad de la cercanía a esa realidad, es como querer aprender a hablar inglés en un país donde no existe el idioma.

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Miedo, rabia, frustración y pena, todo eso me provoca escribir estas líneas, también esperanza y fe de que ésto puede cambiar alzando nuestras voces. Me encantaría tener un país más inclusivo, donde ésto no fuera tema, en el que todos pudieran ir al colegio y eso se diera como un derecho real, no solo en el papel. Me encantaría vivir en un país donde no existieran los cupos de integración, sino que las puertas estuvieran abiertas a la diferencia, porque de la diversidad también aprendemos. Nuestros hijos no sólo necesitan aprender matemáticas, castellano, historia y arte… Nuestros hijos necesitan tocar la vida, y con mucha pena me doy cuenta y creo que sólo están tocando una parte de ella…esperanzada espero que esto cambie…y la toquen por completo.

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Insisto: la inclusión la necesitamos todos, mis hijos, tus hijos, nosotros como papás y nuestra sociedad. Y ojalá ya no hablemos más de inclusión y empecemos a hacer algo por ella y podamos empezar a hablar de sana convivencia, de VIDA.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

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