El pecado de sentirnos buenos

America latina entera está en un proceso que creo, no tiene retorno. Estamos invitados y mandatados a cambiar estructuras sociales que devuelvan o entreguen por primera vez, creo que eso es más exacto, la dignidad a todos y todas y esto no sea un privilegio de unos pocos.

A mi nadie me ha regalado nada en la vida, pero si tuve la posibilidad de trabajar y estudiar para llegar a ser psicóloga . De ahí en adelante, solo ha sido esfuerzo y mucho sacrificio para escuchar hacia dónde me ha llevado la vida. Obviamente me siento privilegiada, pero eso no me impide ver en mis caminatas las injusticias y el dolor de muchos por demasiados años.

Sin embargo está apareciendo un fenómeno que me preocupa y es que frente a este estallido social, aparece al mostrarse distintas realidades, la solidaridad del ser humano y eso va desde el ámbito laboral hasta el familiar, donde hemos visto estos días como a través de la televisión aparece gente buena ayudando a adultos mayores, enfermos etc.

La bondad es una virtud escasa en estos tiempos y muy necesaria de desarrollar, pero no soluciona el problema.
Aquí no se necesita sólo gente solidaria que desde la bondad “ ayude” a los demás, se necesita un cambio de mirada y de estructura que lleve a entender y sentir que los cambios son en la base y de dos principios que hoy se gritan en todas las esquinas: justicia y dignidad.

Es una invitación a mirarnos de verdad como iguales, que recibir un sueldo justo y beneficios sociales para los que lo necesitan es justicia y no solo bondad.

Me preocupa esa exquisita sensación que produce en el alma, el sentirme bueno o buena porque “ ayudo” , sin entender que esa colaboración no es suficiente, sino hay una profunda transformación en él como nos vemos como sociedad.

El sentirnos buenos, nos coloca en un extremo frente a los llamados “malos”, y ya he dicho muchas veces lo mal que nos hace el pensamiento binario en nuestras vidas.

El sentirnos buenos, nos deja quietos, tranquilos y sin ganas de modificar cosas de fondo, el sentirnos así nos paraliza, a no querer o no poder mirar al otro como un otro, en el que si yo estoy bien, todos los que están a mi alrededor debieran estarlo conmigo por convicción y no solo por bondad. Esta última, produce en el fondo del alma una sensación de jerarquía frente al que se le da, que genera más sensación de verticalidad social.

El estado no puede descansar como lo ha hecho con la Teletón en la bondad de un pueblo.

Cuantos bingos, fiestas y completadas se hacen para hacer tratamientos que debieran ser cubiertos por el gobierno de turno y no estar solo supeditados a la ayuda solidaria de muchos, que nos hace bien, pero que no soluciona el problema.

Dentro de los desafíos a los que estamos invitados en estos tiempos es a salir de la comodidad que da la bondad y raspar nuestra alma para un convencimiento más profundo de justicia y equidad. Que lo que tengo para mi, lo debieran tener la mayoría de las personas y si la vida me coloca en lugar de carencia, espero lo mismo de los que están pasando un buen momento.

Todo lo que se da se devuelve, es un principio básico espiritual y no religioso que debiera gobernar nuestra forma de ser y actuar y que debemos tratar a los otros como nos gustaría que nos traten. Si esto hubiese estado claro, esta crisis no estaría ocurriendo.

Por eso es que la bondad puede ser condición necesaria y no suficiente para La Paz social y la dignidad de las personas.

Requiere una nueva definición de trato y de respeto que tenga a la empatía como centro.
Cuidado con creernos solo buenos, sin cambiar la mirada de fondo.

 

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CHILE DESPERTÓ: LA OPORTUNIDAD DE UNA LUZ EN LA SOMBRA

Ha sido una semana extremadamente dura de digerir, de mirar y de vivir. Cargada de emociones difíciles como la angustia, la tristeza, la rabia, la incertidumbre y el miedo. Una semana con un tinte oscuro que no conocíamos. Porque si bien conocimos y vivimos un terremoto el 27/F que nos hizo reconstruir un país en el suelo, no conocíamos como se sentía un terremoto social. Una crisis en donde lo que se destruyó, fue destruido por nosotros mismos y donde lo que hay que reconstruir hoy es mucho más profundo que casas caídas, porque hoy la reconstrucción nos incluye a nosotros como personas formando un país distinto.

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Hoy necesitamos reconstruir lazos, detenernos a reflexionar y mirar al otro. Necesitamos lograr mirarnos como los seres humanos imperfectos que somos para actuar desde el respeto y amor al otro aún en su imperfección. Necesitamos aprender y buscar mayor equidad, justicia, cariño, amor, respeto, humildad y empatía…..pero sin destruirnos entre nosotros.  Respetar la mirada distinta del otro y poder compartir lo que nos hace crecer, no lo que nos violenta. El odio genera más odio, la violencia más violencia, la intolerancia más intolerancia….y esta semana ha sido una semana cargada y desbordada de imágenes y mensajes que muestran nuestra peor cara.

Los últimos días han sido una invasión de imágenes violentas, de mensajes deshumanizados, de peleas políticas, de escuchar con ira lo que el otro piensa, de ver mensajes y audios que generan pánico, de miradas polarizadas cargadas de odio. Como en toda crisis hemos podido ver la luz y la sombra. La luz de un pueblo que se une por ser mejor, más justo, más unido y equitativo, y al mismo tiempo la sombra de ver como en la necesidad de gritarlo tan fuerte para ser escuchados, nos encontramos con una violencia extrema que sin darnos cuenta nos daña profundamente.

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¿Como podemos digerir todo esto? ¿Como podemos seguir adelante? ¿Como seguimos conviviendo con la angustia, el miedo a la incertidumbre y la frustración al no ver cambios concretos?.  ¿Por dónde empezamos?.

  1. Reconocer y aceptar nuestras emociones: No podemos negar nuestras emociones, parte de vivir la crisis como una oportunidad, viene de poder abrazar esas emociones que nos nos gusta sentir, para reconocerlas y que ellas mismas nos impulsen a hacer un cambio. No escondamos nuestros sentimientos debajo de la alfombra, mirémoslos y dejemos que nos remueva esta crisis, que solo así podremos hacernos cargo. No podemos olvidarnos que estar expuestos a un estado de alerta provoca en nosotros cambios: síntomas, cansancio extremo irritabilidad, hostilidad, rabia, pena. Tenemos que hacernos cargo de ellos si queremos realmente sanarnos, para poder sanar al otro y finalmente sanarnos como sociedad.
  2. Reflexión: démosle un sentido a esta crisis, para que realmente aprendamos de ella y sea una oportunidad de crecimiento tanto personal como grupal. No puede ser que de la sombra no nazca la luz y la union. Nuestros hijos, amigos, padres, compañeros de trabajo y nosotros mismos tenemos que comenzar a vivir con más empatía y más consciencia social. Si esto no te remueve ¿entonces que?. No sigamos esperando catástrofes para reflexionar y movernos al cambio.protesta1
  3. Empatía: logremos mirar más allá de nuestro metro cuadrado. Miremos el sufrimiento o dificultades por las que pasa todo aquél que me rodea en la vida. Solo así lograremos reflexionar y digerir todo lo que ha ocurrido. Necesitamos urgentemente que aparezca la empatía y la mirada genuina y generosa hacia el otro. La empatía sana.
  4. Actos de bondad: sueño con que no necesitáramos ser removidos para ser solidarios. Podemos ser solidarios todos los días, y sostenerlo en el tiempo, no solo porque esto hace feliz, ayuda al otro y ayuda a construir una sociedad  más altruista, sino porque también nos permite mejorar aunque sea con un granito de arena la vida de otro ser humano, esa debería ser razón suficiente. Esta comprobado que una de las cosas que más alimentan nuestro bienestar emocional es darse a otro de manera gratuita. La bondad indudablemente sana al otro, a nuestra comunidad y a nosotros mismos. No perdamos esta oportunidad en esta pasada.
  5. Mirar nuestras necesidades y pedir ayuda si lo necesito: para poder ayudar al otro necesito estar bien emocionalmente, es hoy donde necesitamos también velar por nuestro autocuidado. Si no logro cuidarme y mirar que es lo que necesito para estarlo….cuidar al otro, empatizar, reflexionar y hacer actos de bondad será imposible. Mirarnos en nuestras necesidades significa saber que es lo que me hace bien y mantenerlo: ir a la plaza con mi hija, escuchar música, no ver tanto las noticias, estar menos conectada en redes sociales para estar más conectada con el que me rodea, hacer deporte, dormir las horas que necesito, etc. Si somos capaces de mantener lo que nos hace sentir bien, seremos capaces de tener la generosidad de ver al otro y salir a su encuentro.

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De esta crisis NO podemos NO salir fortalecidos…al menos ese es mi sueño. Lo que si necesitamos tener claro, es que esto solo ocurrirá en la medida que seamos capaces de decantar y reflexionar esta avalancha de información, para que podamos abrazar el sufrimiento que esto nos ha provocado a TODOS. Solo desde ahí podremos prepararnos para una cambio más profundo y constante en el tiempo. No aprendamos a ser empáticos para luego olvidarnos, no aprendamos a valorar lo que somos para luego mirarnos en menos, no aprendamos a escucharnos para luego hacer oídos sordos a las necesidades del otro, no aprendamos a amar para después odiar de nuevo. Porque si solo aprendemos por un momento, nada de esto habrá valido la pena. Que esto cuente  y sea significativo en nuestras vidas y en la de nuestros hijos o de aquellos que nos rodean. Que todo lo que estamos viendo y viviendo logre  generar una cambio profundo y sostenido en el tiempo. Si nosotros cambiamos, entonces los que me rodean cambian y podemos soñar por un Chile mejor y más justo.  Porque finalmente eso es construir comunidad, sociedad y país. ¡Chile con más luz y paz lo hacemos todos!.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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¿“Sempáticos”?

Todos hemos oído hablar de empatía, y muy a menudo se nos ha explicado como “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Sin embargo, en la mayoría de los casos, mano en el corazón, esto no suele funcionar tan bien en la práctica. Por supuesto es frecuente, que efectivamente logramos ponernos en la situación del otro, pero generalmente es porque estamos de acuerdo con esa persona, es decir simpatizamos con ella.

Así es que la simpatía exige consonancia, concordancia, coincidencia y muchas veces, ideas de valores similares. Simpatizamos con nuestras amistades y con quienes compartimos algo en la vida, por lo que nos parece más fácil “ponernos en su lugar.”

Sin embargo, no nos será tan fácil ponernos en la posición de cualquier persona, con la cual a primera vista no tengamos nada en común o diferencias abismales en algún ámbito. Por ello, no me gusta tanto la arriba citada definición simplificada y “vox populi” de empatía.

Más bien coincido con que la empatía es una postura comunicativa que nos permite respetar acciones interpersonales, y también sentirlas comprensivamente, independientemente de si estamos de acuerdo o no, si simpatizamos con esa persona o no.

Por lo tanto y tratando de hacer una mejor aproximación a la definición de empatía, propongo la siguiente: “la capacidad de expresar respeto y comprensión por la manera de actuar, pensar o sentir de la otra persona, ya sea que estemos de acuerdo o no.” En ese contexto, nuestra situación personal y opinión son indiferentes, ya que las posiciones incluso podrían ser contrastantes o antagónicas. De lo contrario, si las posiciones y opiniones son más bien coincidentes, simpatizamos con nuestra contraparte.

De la manera que lo explico arriba, lo he vivido muchas veces en mi vida, aunque debo reconocer, de que durante décadas actuaba más intuitivamente en ese sentido y no era tan consciente de ello. Cuando tomé real consciencia, fue hace unos doce o trece años atrás, cuando ahondé en una amistad con una persona por la cual sigo teniendo un inmenso afecto, quien muchos años antes de que la profundizáramos había sufrido el asesinato por razones políticas de su padre, en una época complicada y muy delicada de nuestra historia. Esta persona, de una posición política muy distinta a la mía, estaba pasando por un momento puntual especialmente sensible respecto de la pérdida de su padre. Efectivamente, a pesar de nuestras grandes diferencias ideológicas, la respeté honestamente y pude sentir comprensión por lo que había pasado y estaba pasando en ese momento, sin falsas posturas, tanto así, siento que en esos años incluso fui un buen apoyo, más allá de mi comportamiento al estilo del Río Guadiana: aparecer y desaparecer, el que nada tenía que ver con la situación señalada. Debo decir eso sí, de que simpatizábamos muy fuertemente en varios valores, diferentes a los meramente ideológicos políticos.

Por lo tanto, claramente sí somos capaces de llegar a sentir comprensivamente, si respetamos la posición y vivencia de la otra persona, sin condenarla o realizar un juicio de valor.

Para mostrar empatía, no es necesario expresar nuestra propia opinión sobre el tema, ya que ante todo la empatía requiere escuchar, observar y respetar la posición o situación de esa otra persona. Por supuesto, existen otras formas de hacer ver nuestra opinión y mostrar respeto, por ejemplo, a través de una comunicación tranquilizadora y deferentemente apropiada a la situación.

Pero por favor, no confundamos: a veces sentimos que somos empáticos, o incluso nos dicen que lo somos, pero cuidado, frecuentemente se trata sólo de querer complacer al otro o tratar de ser bien comportados, incluso a querer caer bien y obtener su aprobación. Tratamos de simpatizar, pero en realidad no empatizamos.

El respeto real, exige conocimiento y empatía. Ello, porque debemos conocer y observar a la otra persona para poder mostrarle nuestro respeto en su situación. El respeto requiere que todos tengamos el derecho de decidir cómo queremos vivir, pensar, actuar y sentir, sin ser juzgados por esas decisiones. Por supuesto, sin que ello ocasione daños a otros.

Cuando respetamos, comprendemos desde la posición en que habla, piensa o siente la otra persona, según sus propios valores, sin que necesariamente exista plena coincidencia en ellos. Además, si no pretendemos cambiarla a través del convencimiento racional o emocional.

Simpatizar significa compartir muchos valores, inclinaciones, etc. Empatizar significa mostrar respeto comprensivo por las diferencias sin juzgar.

Por lo tanto, no siempre puedes ser simpática(o) y empática(o) al mismo tiempo.

 

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Ningún libro te enseña a ser mamá

No es que las mamás busquemos a otras mamás porque queremos estar en ‘grupitos’ cerrado, armar ‘mini sectas’ o porque queramos aislar a las que no son madres. Las mamas de nenes chiquitos necesitamos estar con otras mamás porque la maternidad los primeros años es puro empirismo y por mas nutricionista, médica o psicóloga que seas ninguna Universidad te prepara para ser mamá.

Hay cosas que si no las experimentamos en carne propia ni la ciencia ni los libros nos pueden enseñar: el dolor de la lactancia cuando la técnica es incorrecta, el temor de las primeras fiebres, la ansiedad la angustia cuando los demás opinan sobre lo que debiera o no debiera hacer tu hijo. La incertidumbre cuando comienza la etapa de berrinches y rabietas, la culpa cuando se disciplina de una manera que no es la que una quisiera y toda una serie de sentimientos que son imposibles de entender si uno no los vives.

Es tan compleja la maternidad y estamos tan poco preparados para asumirla desde el respeto y aunque los libros si nos ayudan muchísimo hay una parte que no podemos experimentar desde la lectura o desde un video de youtuve, la tenemos que vivir. Por eso es que buscamos tan desesperadamente a otras personas que estén viviendo lo mismo, para encontrar ese hombro y ese oído que te escucha genuinamente sin juzgarte ni dándote consejos arcaicos o de manual que una sabe que no van a funcionar. A veces solo buscamos empatía, un abrazo, un “yo te entiendo” genuino.

A veces ni siquiera la propia pareja nos ofrece esa contención que necesitamos porque no es lo mismo, porque la relación que tienen los hijos con la madre no es la misma que tienen con el padre y esta comprobado. Me ha pasado en alguna oportunidad llegar a mi casa y ver a los niños jugando tranquilos mientras su papá trabaja en la compu sin interrupciones, una foto de portada de revista. Pero déjenme decirles que ese escenario nunca pasa cuando lo que está a cargo soy yo. Entonces luego cuando le hablo a mi pareja de mis emociones o algunos conflictos con los niños el no entiende y me mira como si estuviera loca.

Tu pareja, tus amigas que no tienen hijos o hasta las conocidas que tienen hijos pero ya grandes o hasta tu propio círculo familiar muchas veces piensan que son tus hormonas o que estás susceptibles o que estás exagerando o que te quejas demasiado o que “ a mi no me pasaba”.

Todos esos comentarios no te sirven ni te suman nada, lo único que necesitas es un “yo te entiendo”, “yo tampoco duermo bien desde hace cuatro años”, “A mi también la lactancia me tiene agotada”, “yo también quisiera tener un rato para mi sola”, “a mi también me duele el alma dejarlo en la guardería”. Eso es lo queremos escuchar, lo que necesitamos.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

mamaminimalista.net/

Instagram: Nutri_mama

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Si ves a una mamá sola

La próxima vez que veas a una mamá con un bebé chiquito llegar solita a ese parque al que siempre llevas a tus hijos, acércate, salúdala, háblale. Para ella todo el ambiente y el mundo de la maternidad es muy nuevo y esta llena de miedos y dudas, las mismas que tu tenias cuando tuviste a tu bebé. Quizás al ver a las otras madres que parecen tener todo bajo control le da vergüenza acercarse, quizás es tímida, tal vez esta insegura y teme que le pregunten cosas que no sabe y la juzguen. La pobre ha dormido solo un par de horas y aun con muy poca energía trato de armar su pañalera y organizar el día para poder ir al parque un ratito porque quedarse toda la mañana encerrada con su bebé le da angustia.

Ella necesita conectar con otras mamás, necesita una tribu que la acompañe, le de consejos y la apoye. Recuerda por un minuto lo sola que te sentiste cuando todo empezó, más aún porque tus amigas cercanas no tenían hijos y tu familia estaba tan lejos.  Ponte en su lugar y con mucha valentía (si, esa valentía que la maternidad te regalo) acércate y preguntale algo, cualquier cosa. Conecta. ¿Que puedes perder? Nada, solo que ella no esté interesada en hablar pero puedes ganar muchísimo, y ella más.

Cuando veas a una mamá sola en el parque y ella te regale un “buenos días” o un sonrisa, contéstale, evita juzgarla, evita ignorarla porque estas con tus amigas. Esas actitudes debemos dejarlas atrás. La maternidad nos ha enseñado que importante es hacer tirbu y que difícil se hace cuando no conoces a nadie, eres nueva en el barrio o ninguna de tus amigas de toda la vida tiene niños o tal vez ya son todos mayores.

Si eres mamá primeriza o has vuelto a ser madre después de muchos años, anímate, acepta esa invitación, no importa si llegas con los pelos revueltos, no importa si aun tu ropa favorita no te queda, acepta la invitación, te aseguro que te arrepentirás de no haber ido pero no de ir. En ese momento podrás hacer catarsis con otras mujeres que están pasando por tu misma situación y podrás contarles esas cosas que cuando le cuentas a tu pareja parece no comprender.

Si tu amiga de toda la vida que fue mamá hace muy poco ha tenido cambios de humor, parece alejada o no acepta ninguna invitación no la juzgues, no la critiques con tus otras amigas. Su vida ha cambiado por completo y ya no es ni dueña de sus horarios, ni de su cuerpo,  ni siquiera es dueña de sus emociones que la sobrepasan. Se pasea del amor inexplicable al temor profundo o al agotamiento extremo. Quizás podrías pasar una tarde por su casa y llevarle un té con una magdalena, algo que sea espontáneo y sin mucha planificación.

Yo he sido todas estas madres, la nueva del parque, la antigua que sonríe, la que no le responde a sus amigas, la que está lejos de la familia, la que trata de que el mundo crea que tienen todo bajo control aunque no lo hace. Yo he sido todas estas madres y he aprendido muchísimo de mis experiencias. Hoy puedo decir que sin las otras mamás que me han apoyado aunque no fuéramos íntimas amigas el recorrido hubiera sido mucho más pesado.

La Sororidad comienza con la empatía por las congéneres.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

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El regalo que hemos de pedir al Viejito Pascuero

Como la gran mayoría de las personas he estado organizando los regalos de Navidad, viendo qué será lo que necesitan los que me rodean; qué les gustará más. Vitrineando me he topado con tanta gente estresada, apurada, mal genio, etc, que me llevó a reflexionar acerca de lo que realmente necesitamos, como sociedad, especialmente en diciembre, que es un mes lleno de actividades, cansancio propio del fin de año y gastos…y llegué a la conclusión de que urge que tengamos más PACIENCIA.

La paciencia es definida por la RAE como “la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. Definitivamente es lo que hoy hace falta en nuestro mundo.

Ayer estábamos en un lugar de comida rápida y la persona  que estaba pidiendo se demoraba en decidir si quería el combo 1 o 2. Un joven atrás se impacientó y empezó a chiflar, sí a chiflar! Y a gritar “tengo hambre, apúrate, mejor no pidas nada, etc.” Debe haber tenido unos 22 años, lo miré y le dije que eran extranjeros y sus ojos llenos de ira me contestaron “me da lo mismo de donde sea, quiero comer ya!” Obviamente, decidí no hablarle más porque el miedo se apoderó de mí, con tan poca paciencia él era capaz incluso de pegarme a mí si le decía cualquier otro comentario.

Entrando al supermercado a las 8:30 am la semana pasada por la puerta de salida ingresó una señora de unos 85 años y un señor que iba saliendo le grita “vieja pava no ves que es la salida” y un par de garabatos más. La señora se puso a tiritar, puso cara de confundida, incluso dijo perdón. De nuevo, ¿qué le faltó al caballero? Paciencia, empatía, pensar en que cualquiera se puede equivocar.

Así nos topamos todo el día con gente que anda con mala actitud, que tocan las bocinas si te demoras un segundo en avanzar con verde, que retan a los niños porque se han demorado en abrocharse los zapatos y las relaciones interpersonales  cada día están más deterioradas…Es por esto que en esta navidad pido Paciencia para todos!

M e acuerdo una vez que mi hija de 2 años estaba enferma con un virus que se llama “Manos, pies y boca”, los padres que hayan tenido a algún hijo con esto me entenderán. Es muy molesto para los chiquititos y poco remedio se les puede dar, por lo que le empecé a escribir a mi pediatra para ver qué más le podía recetar para calmar el llanto y me escribió: “gotas de paciencia para la mamá” Justo era eso que se necesitaba, calma, respirar profundo, amor para la chiquitita y nuevamente, PACIENCIA! Por algo se dice que “la paciencia es la madre de todas las ciencias”

Si nosotros somos impacientes prefiero ni imaginar cómo van a ser las futuras generaciones que se están criando en el mundo de la inmediatez, de lo desechable, del “ahora ya”.

Uno ve muchas veces que los niños se ponen mal genio cuando ven televisión porque salen los comerciales y no son continuos los monitos. Entonces aparece netflix que es maravilloso, ya no tienen que esperar! 20 capítulos al hilo sin pausa…qué miedo cómo muchas veces  criamos sin darnos cuenta del resultado que obtendremos a futuro.

La invitación entonces es a pedir diariamente “paciencia”. A desarrollar la tolerancia, la empatía, la tranquilidad. Cocinemos un queque para navidad en el horno con nuestros niños, (no en el microondas que ya se puede o con la caja de queque listo). Expliquémosles que se demora en “subir”, en que hay que esperar que se enfríe para poder comer, etc. Busquemos maneras de poder cada uno vivir con más armonía, siempre desde el amor y el respeto al prójimo.

Paula Eugenia Fischer Levancini

Coach en Programación Neurolingúística

 

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La importancia de la empatía y la tolerancia en la relación de pareja

Redacción Editorial Phrònesis – www.elartedesabervivir.com

«…el amor es una cosa ideal… el matrimonio una cosa real y la confusión de lo real con lo ideal, jamás queda impune”, Goethe.

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De entre todos los tipos posibles de relaciones y convivencia, la de pareja es la más compleja y difícil. En consecuencia, es la que precisa un mayor grado de empatía y disposición a aceptar al otro con sus riquezas y miserias, con sus virtudes y defectos.

La empatía en la relación de pareja y/o matrimonio, se entiende como el profundo conocimiento y aceptación del otro. Mi pareja, tal cual es, un ser de luz y también de sombra. A través de nuestra propia aceptación, nos resulta más fácil aproximarnos a la persona que es nuestra pareja.

Generalmente la empatía en la relación de pareja se hace difícil porque antes de la convivencia, obnubilados por esa etapa de enamoramiento no vemos al otro, objeto de nuestros afectos, tal cual es. Una persona con fortalezas y también con debilidades, como todo ser humano.

Todo es tan perfecto…

En nuestra inicial idea del amor, la felicidad y el compartir en una relación de pareja, solo vemos virtudes. Es probable que ambos nos estemos esforzando en mostrar nuestra mejor cara. Pero el tiempo hace de las suyas, hace mella en nuestra disposición, y el yo real emerge, ratificando el viejo adagio que dice “de la convivencia nacen las diferencias”.

Puede suceder que el tiempo funcione como hilos que entretejen la relación y la hagan más fuerte y sólida. Nace el compromiso como una carpa de campaña que ante la adversidad inevitable de las discusiones y peleas, los protege.

Puede suceder que el otoño, con sus días nublados y de poco sol, les desprenda sus ganas de amar y acompañarse, como hace con las hojas de los árboles. Y entonces la rutina traicionera socave las bases de ese compartir y la convivencia se nos hace fría y oscura.

El invierno hace de las suyas si nos encuentra desprotegidos, si andamos sin el abrigo que nos da el amor y la comprensión. Nos extraviamos de la relación y todo se vuelve viento gélido. El frío se le queda a vivir en sus vidas. ¡Cuidado! El amor de tu vida puede pasar a ser tu ex.

El enamoramiento no basta…

Cuando nos embarga la expectativa, la decepción y el aburrimiento… si no tenemos un plan para que nuestra relación perdure y pase del enamoramiento al amor con compromiso, un amor maduro, sobreviene el desamor y a veces la rabia y el rencor.

¿Qué sucede? ¿Por qué tantos conflictos? ¿En qué momento del camino se extravía el amor? ¿Qué podemos hacer para tener una sana convivencia desde el respeto, la valoración mutua y el amor maduro, transparente y honesto? ¿Es posible recuperar el amor?

Las diferencias de carácter afloran porque cada uno tiene su personalidad, criterio, forma de evaluar y juzgar las cosas. Resulta casi imposible convivir sin discrepar y sin discutir. Necesitan adaptarse, y negociar, pero sobre todo tolerar.

¿Si yo también tengo aspectos que mi pareja debe tolerar, por qué no empezar yo a tolerar los suyos? Sin empatía, esa capacidad de comprensión del otro sería muy difícil de alcanzar.

La empatía debemos aplicarla en la comunicación, que al fin de cuentas significa estar en comunión con el otro. Para ello es necesario que se relacionen desde el respeto, la consideración y la comprensión. Buscar primero entender al otro, escucharlo y después buscar ser entendido es la clave para una comunicación empática y asertiva.

En una relación sana de pareja los dos hacen esfuerzos por el mutuo entendimiento. Nadie anula ni chantajea, ni descalifica al otro; lo acepta tal y como es porque sabe que no puede cambiarlo. Porque antes de juzgar al otro se juzga a sí mismo y reconoce que no es perfecto. También tiene oportunidades de mejorar nuestras debilidades.

¿Qué tanto admiras y respetas a tu pareja?

Escrito por: Editorial Phronesis

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