Las mejores tiendas de juguetes para los peques de la casa

He pasado varias veces por un mismo pasillo para encontrar un buen regalo para mis hijos o amigos de mis hijos, y la mayoría de las veces termino yéndome a la segura en alguna librería en rincón infantil comprando libros que estimulen la curiosidad o el interés por aprender a leer de textos con humor infantil. Lo que me llevó a comenzar a estar mas consciente de aquellas tiendas que realmente me ofrecían un producto infantil de calidad. Ya hay varias a las que he decidido regresar dado que hasta ahora no me han fallado en cuanto a la calidad de materiales de sus artículos o por el placer que ha generado en las caritas de esos niños cuando abrieron su paquete! Y qué mejor sensación que esa de no haberse equivocado con el regalo, no?

Es por eso que les comparto el dato de las que para mí son buenas tiendas de juguetes infantiles en Santiago o en regiones a través de despachos y online y así puedan ahorrar algo de tiempo la próxima vez. Además les dejo algunas orientaciones respecto de lo que para cada edad podría ser bienvenido según nivel de desarrollo y madurez del niño.

 

HAPE Me encanta desde que los descubrí, no solo porque están cerca de mi casa sino porque están cerca de todos! Distribuidos en varias regiones del país y ahora también se pueden encontrar por internet en su página. Lo que destaco es la calidad de sus materiales y las buenas ideas de los juguetes muy acordes a la edad y habilidades del desarrollo con sugerencias que ellos mismos proponen. Sus precios no son bajos ni sus envases los más óptimos para hacerlos durar por mucho tiempo en casa, sin embargo la calidad y originalidad de los juguetes es muy rescatable. Además vienen todos los juguetes ordenados por categoría donde la Musical es una de mis favoritas! Guitarras de colores vivos, palos de agua con transparencias!, entre otros. Y la ”Hazlo tu mismo” también es muy original! Échenle un vistazo.

 

RODA La conocida marca de bicicletas sin pedal que hace 6 años aproximadamente arremetieron en plazas y parques de nuestro país, se han mantenido casi invictas por la original idea de desarrollar el equilibrio como etapa previa para pedalear. No sólo son estéticas y medioambientalmente amigables, sino que ahora además la marca ha lanzado una línea de ropa muy simple y de buena calidad. Puedes encontrarla en varias sucursales.

 

S.O.K.I. Es una marca de juguetes que descubri en Instagram y que me llamó la atención por el entusiasmo y convicción que tenían sus creadoras. Estas emprendedoras hacen cajas con material didáctico en su interior con el objetivo de desarrollar con ellas habilidades puntuales según edad o necesidades como las cajas temáticas Exploradores, Motricidad Fina, 6 meses, Doctores, Apego, Espacio, etc.. Puedes encontrarlas en Instagram o en Internet. Totalmente aprobadas.

 

BO.OD Calidad de sus materiales es algo que destaca en esta tienda. Variedad de marcas y de juguetes también es algo que subrayo, y lo mejor de todo es que en la página web puedes encontrar los juguetes distribuidos por edades, lo que facilita aún más encontrar el indicado para cada niño.

 

DIDACTICSTORE Por claridad en la página web, orden y explicaciones para encontrar y comprar cada juego o juguete, por los precios y calidad de los materiales en cuanto a colores y envases es una excelente idea al momento de comprar para regalar y especialmente para tus hijos, asi les enseñas jugando. Ventas por internet solo con despacho.

 

MADERITAS y TOYCENTER Las he dejado para el final, porque son buenas escencialmente por reunir muchas marcas de juguetes y poder encontrar de manera fácil una infinidad de ideas para regalar juguetes, mas allá de la calidad de los mismos que si bien es buena no necesariamente son todos amigables con el medio ambiente o no están organizados en categorías para acceder a ellos tan fácilmente como en las otras marcas y tiendas mencionadas.

Maderitas se destaca por su variedad de productos y precios, mientras que Toycenter destaca por la variedad en bicicletas, autos, rodados, triciclos, patines y scooters con variados modelo y de buena calidad! Lo que tus hijos necesitan.

 

Algunas orientaciones de lo que espera cada niño según su etapa de desarrollo:

 

0-1 años

  • Desarrollo acelerado de los sentidos. Para eso reforzar a través de juguetes todos los sentidos como jugar con sonidos, con los gustos y las texturas.
  • Va en aumento la percepción de los colores, por lo que ayudan mucho los juguetes coloridos o que brillen o generen un reflejo.
  • Coordinación visoespacial. Se comienza con el intento de agarrar con la mano, para eso ofrecer todo lo que a esa edad un niño pueda tirar, arrugar, ver moverse, subir o bajar, móviles.

 

1-2 años

  • Comienzan a caminar. Ayudan mucho los rodados, andadores, juegos de arrastres como trencitos, carretillas, carritos, etc.
  • Desarrollo de motricidad gruesa y también fina. Para eso, ofrecer todo lo que implique coordinación viso-motora como entrar en una casita, subirse a un asiento o columpio, trepar, agarrar, recoger, meterse a cuncunas y caminos gateando..
  • Lenguaje oral. Comienza la intención de comunicarse para eso ofrecerles muchas canciones, rimas, imitaciones y repeticiones. Discos y libros con música y palabras.

2-3 años

  • Juegos simbólicos. Les encantan los juegos de roles donde asumen personalidades, para eso regalar títeres, escucha de cuentos y práctica de secuencias y rutinas (el día y la noche; comer lavar; jugar y ordenar; estaciones del año, etc..), además de disfraces o maletas de doctor, vendedor, maestro de la construcción, cocineras, enfermeras, etc…

 

3 años

  • Desarrollo acelerado de la motricidad fina, para eso potenciarla con pinzas y jugar a agarrar, bordados y pegar papeles stickers y mostacillas. Colorear mucho.
  • Desarrollo de la imaginación también ayudarán todos los juegos de Construcción.  tales como Bloques, Legos, pistas, cadenas, trenes, etc..
  • Razonamiento lógico. Puzzles, diferencias, opuestos, iguales, etc..

4 años

  • Interacción. Juegos grupales, inventar situaciones y juegos temáticos.
  • Desarrollo de la fantasía, mundos irreales e inventados, abunda el egocentrismo, todo lo que sea crear como pintar cuadros, bailar, tocar instrumentos, dibujar, disfrazarse, proponer sus propios juegos inventados, shows y presentaciones. Autos y superhéroes también colaboran con el juego simbólico y conversaciones imaginarias debido al egocentrismo, es en especial en esta edad cuando uno se permite hablar solo y contestarse cambiando las voces..después pereceríamos adultos locos, así que dejarlos imaginar y fantasear!

 

5 años

  • Alto desarrollo y uso del lenguaje oral. Libros de cuentos, instrumentos y micrófonos, bailes y shows ayudan a estimular el lenguaje.
  • Desarrollo acelerado de motricidad gruesa, juegos que impliquen gasto de  energía. Para ello es bienvenido todo juego que implique trepar, correr o saltar, pelotas, paletas, etc.

    Claudia Pastene Gorigoitía

    Mamá de dos hijos y otro en camino.

    Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

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5 frases que nunca deberíamos decirle a nuestros hijos

Artículo publicado originalmente en El Definido

Estamos acostumbrados a ciertas frases y conceptos, que si pensamos más de una vez, son bastante incoherentes con el mundo que queremos, o que al menos predicamos. ¿Cuáles son? Mane Cárcamo nos presenta su selección.

Educar sin embarrarla no es una tarea fácil. Más aún cuando el vertiginoso mundo en el que vivimos, entre tacos, colegios, pega, redes sociales, exigencias económicas y mil pendientes, nos lleva muchas veces a decir cosas sin pensar, como si fueran leyes o decretos establecidos. Muchas veces hay frases en el ambiente que ya son parte de nuestra cultura popular y que se han transformado en un hábito al que no le metemos mucha cabeza. Un mal hábito.

No soy sicóloga ni experta en educación. Solo me baso en mi instinto maternal y en el modo que quiero (junto a mi marido) que mis niños perciban el mundo. Acá solo plantearé bajo mi total subjetividad algunas frases que considero desafortunadas cuando nos vinculamos con nuestros hijos. Detractores, los invito a plantear todos su puntos de vista con total libertad. Y a los que les haga sentido esta columna, también los invito a aportar.

“Los tontos se aburren”

Me acuso públicamente de haberlo dicho. Y hace un tiempo me pareció que era una frase muy poco empática. Uno, ¿no podemos darles el espacio a los niños para que se aburran? ¿Tienen que siempre estar en una montaña rusa de emociones? Del aburrimiento han nacido grandes genialidades, pensamientos y obras de arte. Tal vez deberíamos liderar una campaña pro respeto del aburrimiento y en vez de promover escaparnos de él, deberíamos hacernos cargo, abrazarlo y esperar que pase… como una ola. Además eso de los tontos me hace ruido. ¿O deberíamos pensar que Einstein, Mozart, Bill Gates y los más grande genios de la historia nunca se aburrieron?

Soy una convencida que esos estados, como la pena o el aburrimiento, no deben desesperar a nuestros niños. Ni deben sentirse alérgicos a ellos. Para mi es parte de la vida humana y por ende debemos aprender a convivir en armonía con aprender a mirar el techo… en un perfecto estado de aburrimiento.

“Cuélate en la fila”

Alguna vez escribí acerca de la cultura “winner” y como esos pequeños gestos son la primera semilla de la corrupción. Más de alguna vez vi a un adulto usando a un niño para saltarse la fila del supermercado y ahorrar tiempo. U otro papá quebrándose delante de sus hijos, porque están colgados al cable del vecino o celebrando porque alguien olvido cobrarles una cuota. Ya es muy detestable que nuestros niños nos vean “winneando”, muchísimo peor es que los incitemos a ellos a hacerlo por el beneficio propio. Dudo que alguien acá piense distinto. O eso espero.

“No prestes la peineta”

Esto probablemente se reduce al mundo femenino. Como ustedes saben, tengo un TOC con los piojos porque en algún minuto me faltó meterlos en mi plan de isapre e incluirlos en la libreta de familia. Pero aun así creo que la generosidad está por sobre el contagio de esos bicharracos. Cuando era chica a varias amigas mías les tenían prohibido prestar la peineta por miedo a pegarse los piojos. Yo, aunque he sufrido ese flagelo multiplicado por cuatro cabros, defiendo a morir la solidaridad entre los amigos. Dar hasta que duela… en este caso hasta que pique. Porque si los amigos no estamos para prestarnos las cosas, ¿quiénes estarán para eso entonces?

“No seas niñita”

Cuando un niño llora, manifiesta sus sentimientos, penas o temores la manera de abordar esa situación puede ser muy variada. En mi inconsciente está la imagen de un papá (o incluso mamá) diciéndole a su hijo “ayyy relájate, no seas niñita”. Y aunque me acusen de exagerada encuentro que es bien fuerte. Primero, porque se asocia los sentimientos con algo netamente femenino y que además tiene un carácter negativo.

En definitiva le estamos diciendo a los niños que mostrar sus sentimientos “es de niñita” y por ende se está comportando como un “afeminado”, como débil, y por eso carece de respeto o es un exagerado. Como si sentirse poco querido, considerado o nostálgico fuese solo permitido para nosotras. Ridiculizar las emociones de los hijos es tal vez una de esas actitudes que pueden marcar tristemente para toda la vida a una persona. Eso de “el lenguaje construye realidades “es una verdad tan cierta como seria.

“Si te pega, pégale de vuelta”

Cuando uno de nuestros cabros se transforma en el pushing ball de otro, la ira de nosotros, los padres, comienza a surgir como una lava explosiva que sería capaz de arrasar con todo. Más de alguna vez me he visto en una plaza, picada al nivel de un preescolar con un cabro que se pasea con un tuto y chupete, porque ha sido matón con algunos de mis cachorros. Ese sentimiento nadie lo puede negar. Pero el tan utilizado “si te pega, pégale de vuelta” me parece poco coherente con un mundo en el que los padres supuestamente no debemos promover la violencia.

Le decimos a los niños que la guerra no es buena, que no debe jugar juegos violentos, que el diálogo todo lo puede, hasta que… se llegan a meter con uno de los nuestros. Porque ahí aparece el Terminator que llevamos dentro y los lindos discursos que dijimos solo están para decorar nuestro muro de Facebook. Soy una convencida que se puede recorrer un camino más largo, en donde se promueva la conversa, el pedir ayuda a los adultos y el poder ganarse el respeto sin tener que mandar un combo. Es ahí justamente donde podemos comenzar a cambiar el mundo. Aunque parezca inocente y mínimo, lo creo de verdad.

Pero si todos nos alineáramos por cambiar el discurso del ojo por ojo, estoy segura que podríamos construir una sociedad más conciliadora y amorosa.

¿Están de acuerdo? ¿Qué otras frases agregarían?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

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Padres que quieren a sus hijos

“Hijo, tú eres mucho más importante para mí que tu papá”. “Hija, tú eres mucho más valiosa en mi corazón que tu mamá”. “Hijo/a no quieras a tu padre, desprécialo como yo y sobre todo no seas como él”. “Hijo/a, no logro entender cómo pude querer a tu madre, pero sin duda tú me importas mucho, tú eres mejor que ella”. Aunque no se digan abiertamente en las familias, estas y otras frases parecidas a veces son verdades interiores para los padres y nutren la atmósfera familiar de dinámicas fatales en la tríada relacional más importante que vivimos a lo largo de la vida: la tríada padre, madre e hijo.

Conviene tener presente, en primer lugar, que los hijos no atienden tanto a lo que los padres dicen sino a lo que los padres sienten y hacen: los hijos se hacen sensibles a su verdad. Entre otras cosas, porque la verdad de nuestros sentimientos puede ser negada o camuflada pero no puede ser eliminada, y por tanto actúa y se manifiesta en nuestro cuerpo. Nos constituye.

Importa, por tanto, que trabajemos con nuestra verdad y la transformemos si es menester y genera sufrimiento en nosotros o en nuestros hijos. Es obvio que ayuda el abstenerse de expresiones hirientes para con el otro progenitor delante de nuestros hijos, por muy enojados o cargados de razones que estemos. No obstante es un logro todavía mayor el trabajar en uno mismo para restaurar el amor y el respeto, y darle el mejor lugar al otro progenitor frente a nuestros hijos, incluso cuando se trata de una pareja infeliz o de una separación dolorosa y turbulenta. Recordemos que los hijos no se separan de los padres. Para ellos, los padres siguen juntos como padres. Los padres se separan como pareja (vivan juntos o no), pero no es posible separarse como padres. En segundo lugar, conviene tener conciencia de que las vivencias y posiciones que tomamos en esta tríada fundacional con nuestros padres determinarán grandes consecuencias, favorables o desfavorables, en nuestra vida y en que vislumbremos unos horizontes afectivos felices o desdichados. Es clave para el futuro de los hijos que estén bien insertados en el amor de sus padres y que éstos logren amarse, al menos como padres de sus hijos, ya que en la mayoría de casos algún día del pasado se eligieron y se quisieron como pareja. Y los hijos llegaron después como fruto y consecuencia de esa elección.

Quizás no esté diciendo nada que no se sepa y, sin embargo, estas ideas que son de sentido común sorprenden por lo poco comunes que resultan en la realidad. De hecho, escribo sobre el amor entre padres e hijos después de regresar muy conmovido de mi último taller de constelaciones familiares. Siempre es impactante para mí observar los devastadores efectos emocionales que causa la inobservancia de una regla fundamental: los padres están primero frente a los hijos, y son más importantes que ellos. Además, tiene una gran importancia amar en el hijo al otro progenitor.

Me sorprendo una y otra vez al ver como los padres se dirigen y se orientan a los hijos por encima del otro padre. Y esta actitud, que puede parecer razonable en ocasiones –la desdicha suele llegar vestida con ropajes argumentales impecables pero exentos de amor-, no ayuda al hijo. Ellos no necesitan ser los más importantes; al contrario, necesitan sentir que la pareja del padre o la madre es más importante, y que los padres están juntos como pareja dándose una recíproca primacía frente a los hijos. Cuando un hijo es más importante que nadie para uno de los padres, no se le hace un regalo, sino que se le da una carga y sacrificio; no es abono, sino sequedad disfrazada de encantamiento. Los hijos no necesitan sentirse especiales ni tienen que ser el todo para los padres. Eso es demasiado.

Es frecuente que aquello que a un padre le falta de su pareja, o de sus propios padres, o aquello que le faltó en su familia de origen, o aquel sueño que no pudo cumplir, lo lleve a su hijo. Y que éste, por amor, acepte el reto. Al precio, claro está, de su libertad y de la plena fuerza para seguir su propio camino a su propia manera. Los hijos necesitan sentirse libres para cumplir su cometido en la vida. Y les va mejor cuando tienen el apoyo de sus padres y sus anteriores, y cuando se encuentran en orden con ellos. En cambio, sufren cuando uno de los padres desprecia al otro o ambos se desprecian mutuamente. Si los padres se desprecian, el hijo encuentra dificultades para no despreciarse a sí mismo y no parecerse a la peor versión diseñada por el padre o la madre sobre el otro progenitor.

Pensemos en hijos que casi tuvieron la función de pareja invisible de uno de los padres, o que significaron el todo para la madre o el padre, o que sintieron la prohibición de amar a un padre que cometió algún tipo de violencia o traición con la madre o viceversa… Tristemente, en constelaciones familiares es habitual identificar dinámicas y resultados fatales como enfermedades, delincuencia, violencia, pasotismo, dificultades en la pareja y mucho sufrimiento emocional. Pues, en lo profundo, un hijo no puede prescindir de amar a ambos padres y no deja de hacer acrobacias emocionales para ser leal a ambos, incluso imitando su mal comportamiento, o su alcoholismo, o sus fracasos y desatinos, etc.

“Hijo, en ti sigo queriendo a tu padre/madre, en ti sigo viéndolo y respetándolo a él”. “Hija tú eres el fruto de mi amor y mi historia con tu padre/madre y lo vivo como regalo y bendición”. “Hijo, respeto lo que vives y como es con tu otro padre/madre”. “Hija, yo solo soy el padre/madre, más es demasiado”. Estas son frases que apuntan al bienestar y el regocijo en los hijos. ¿Qué ayuda, pues? Que los hijos reciban uno de los mayores regalos posibles en su corazón: ser queridos tal como son y muy especialmente que en ellos se quiera a su otro progenitor, porque así se sienten completamente amados, ya que en fondo el hijo no deja de sentir que de alguna forma también es sus padres.

Ambos.

JOAN GARRIGA

Extraído de www.joangarriga.com/

www.facebook.com/joangarrigabacardi

Foto Portada: Designed by Freepik

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No soy Angelina, pero también he estado ahí

Cuando llega nuestro primer hijo todo nuestro mundo cambia. Y cuando digo todo, me refiero absolutamente a todo, y esto, necesariamente, también nos incluye a nosotras mismas y a nuestros – hasta ese entonces- compañeros de ruta.

Entonces, ¿por qué nos llama tanto la atención que Angelina Joe Lee chutée a Brad Pitt argumentando diferencias irreconciliables? Esto nos hace recordar que los cuentos de hadas no existen y que realmente es complejo llevar a cabo un proyecto familiar (aunque seas rico, inteligente, famoso y muy guapo)

Y es que uno realmente NO SABE cómo va a ser de mamá y papá hasta que está ahí.

Los más enchapados a la antigua podrán decir que “esas cosas se conversan antes del matrimonio” pero resulta que no tenemos una visión adelantada de las cosas, ni de los hechos, ni menos de los sentimientos que afloran luego de la llegada de un hijo.

Y si bien, hace rato que las mujeres dejamos de creer en cuentos de hadas, lo que respecta a la maternidad sigue idealizado en muchos aspectos y este es uno de ellos: tu marido no es el padre que te imaginaste que sería. Y tú, te descubres cada día siendo una mamá que tampoco sabías que serías. La Ma-Paternidad nos cambia y nadie nos lo dice antes de casarnos ni cuando esperamos una guagua.

No nos preparan para ser padres. Pero peor aún, no nos preparan porque es una receta tan única, exótica y original que es imposible de escribir o diseñar con antelación. Es tan sutil como la fecha en que debes cosechar la vid para hacer un buen vino. Depende de cada sepa, cada terroir, calidad de suelo, lluvias caídas durante el año, heladas, poda, inclinación de las laderas y días de sol. Y eso cambia todos los años, así tal cual, nosotras cambiamos con la maternidad y lo hacemos luego con cada hijo que llega.

Y, por su puesto, a los hombres les pasa exactamente igual.

La verdadera meta de los primeros años de crianza no es tener niños sanos, estimulados, que coman sano y se duerman temprano. La meta de los primeros años cuando se tiene hijos es no separarse del marido. Es reconocer al nuevo ser humano que también nació de la mano de esa guagua. Esa persona que cría junto a ti, pero que también enfrenta los vacíos que trae desde su propia infancia y que entrega amor, juegos y rutinas que le parecen las únicas, más adecuadas y “obvias”.

Y es que son esas obviedades– cada uno trae consigo y que supone como paradigmas de que son la única-mejor manera de hacer las cosas- las que entran en disputa. Pues es casi imposible que en TODO tengamos los dos la misma forma.

Pueden ser cosas simples como si nos gusta tener a los niños con doble calcetín y bototo o descalzos mientras están dentro de la casa. Puede ser si consideras que es mejor bañarlos en la mañana para partir el día despejado o en la noche para que duerman más relajados. Puede ser si consideras que tomarlos en brazos en exceso hace mal o crees que “portearlos” y llevarlos la mayor parte del día en upa es lo mejor para su desarrollo neurológico. Puede ser si crees que es mejor llevarlos a su habitación apenas cumplan los dos meses o dejarlos en tu cama hasta que se vayan solos. Puede ser el preferir llevarlos a la sala cuna o dejarlos en casa con una persona de tu confianza (podríamos seguir hasta al infinito)

Básicamente, puede ser cualquier cosa que para ti o tu partner de crianza se considere como un “intransable”.

Lo más duro es ver y darte cuenta de golpe, que aunque te hayas tomado las cosas con calma, aunque hayas pololeado varios años antes de casarte, aunque hayas esperado otro par de años antes de “ponerte en campaña”… Ni todos los café, bailes, viajes y paseos… NADA te permite conocer por adelantado a ese “padre” en el que se convertirá tu pareja y con ello en esa nueva persona.

Y como dice nuestro filósofo nacional Humberto Maturana “cambiar de opinión es un derecho humano” lo que sucede es que la llegada de los hijos nos cambia a nosotras y a nuestras parejas y el desafío está en el darnos cuenta, el ver en qué nos hemos transformado nosotras y ellos y el volver a elegirnos. Volver a escoger.

No todos lo logran y son varios los que optan o terminan escogiendo tomar caminos separados, así como el matrimonio más hermoso y estable de Hollywood de los últimos 10 años.

Daniela Parra

@daniparraperiodista en Facebook

www.themommy.cl

 

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Manifiesto materno: así fuimos, son y serán la mayoría de las madres primerizas

La llegada del primer hijo es un período extraño y bien lo saben quienes lo han vivido. Mane revive los clásicos momentos iniciales de una madre primeriza. ¿Cuáles te identifican mejor?

Ser mamá primeriza es toda una aventura. Cercano a un reality extremo incluso. Aparecen actitudes que jamás habríamos pensado y miedos que no sabíamos que podríamos llegar a sentir. Es una mezcla entre una felicidad inexplicable, una locura temporal, a veces una sensación de encierro, con rasgos sicópatas que hacen que durante ese periodo todo sea infinitamente extraño, amoroso y angustiante. O sea como verán, mil emociones a la vez.

Mientras se está con la guagua recién nacida en la clínica, la maternidad parece perfecta y el primogénito ídem. La verdadera historia parte el día del alta.

Primero, a la pobre criatura se le abriga como si fuese siberiano, importando cero que haya nacido en pleno verano. Vamos poniéndole mantas, chalcitos y tutos arriba del famoso “huevito” haciendo de ese clima a lo más parecido a un sauna infantil. Al llegar a la casa como madre novata, pero no por eso menos dominante, exigimos que hasta el poste de la luz esté desinfectado y que todo aquel que ose a entrar a nuestra “casa-estudio” debe sanitizar su humanidad como si fuese a ingresar a un pabellón quirúrgico. Esa medida, y después de cuatro partos, la apoyo hasta el día de hoy. Porque la persona que nos tacha de exageradas, después no va a estar sentada en el hospital con los ojos cuadrados rezando rosarios completos para ganarle al sincicial. Así es que cabras sigan aleonadas en ese ítem #todassomosprimerizas.

Ya se fue la abuela, el padrino y la vecina que con ansiedad fueron a ver a la novedad de 60 centímetros y 3 kilos de peso. Les diste torta, convidaste jugo, entremedio sacaste chanchitos, diste papa, te tupiste con el pilucho, pensaste que le habrías quebrado un brazo a la guagua, te tiró un chorrito de pipí a la cara mientras lo mudaste y rápidamente comienza a acercarse lo más temido para una primeriza: LA NOCHE.

Empieza a oscurecer y uno mira al techo para ver si te están filmando porque realmente crees que es una cámara indiscreta. La guagua ya no se porta TAN bien como en la clínica y uno piensa: “¿Este niñito podrá sobrevivirme a mí, que con suerte me puedo hacer cargo de mi misma?”

Y ahí vamos. Pásate la guagua de un lado para otro con el marido. Vamos recordando “La Cuncuna Amarilla”, el “Caballito Blanco” y todas esas canciones que escuchamos hace promedio 20 años atrás. Caminamos por el living, andamos a saltitos por el pasillo para ver si concilia el sueño, nos balanceamos en la mecedora y cuando al fin lo logramos… ¡¡queda media hora para la siguiente papa!! Se vuelve a dormir, pero nosotras sicopateadas por este cargo en el que somos debutantes le ponemos un dedo frente a la nariz sólo para confirmar que respira. Es verdad ese cliché que recién ahí uno viene a entender a las propias madres.

Al día siguiente, hasta el Negro Piñera un 1 de enero se ve mejor que nosotras. El marido por primera vez sale corriendo a la pega y nosotras no nos metemos a la ducha hasta que certificamos frente a notario que una persona no va a pestañear mirándolo/a mientras nos lavamos el pelo. Y descubrimos que es ahí por primera vez que estamos solas, y dejamos que el agua corra sin ningún sentido ecológico, por el sólo hecho de ser nuestro recreo maternal. Despejamos la cabeza, lloramos un poco de cansancio y nos reseteamos para seguir adelante.

Otro ítem que surge en esta etapa es la gran cantidad de accesorios infantiles que comenzamos a usar como verdaderos imprescindibles. Monitores con cámara, hervidores de mamaderas, calentador de la misma, peritas saca mocos, vitaminas calmadoras de llantos, saca leche con mas motor que un 4×4, termómetros digitales ultra modernos, cojines de lactancia, cepillos limpia chupetes, cremas curativas y tantos otros artículos que hacen de nuestra casa una verdadera sala cuna. Y aun así, sentimos que la guagua nunca estará lo suficientemente segura, resguardada y cómoda. Ir a un almuerzo por el día parece una verdadera mudanza en la que casi hay que conseguir un salvoconducto para poder transitar por las calles.

¿Y qué hacemos con las fotos? Parecemos verdaderos orientales registrando CADA momento e hito del hijo en cuestión. Peor aún con los smartphones y los chats de whatsapp. Foto del primer baño, del ombligo caído, del primer corte de uñas, del primer viaje en auto, de la primera sonrisa, del primer grito, de la siesta de la tarde y de la mañana, etc., etc., etc. CERO CAPACIDAD DE EDICIÓN… así es este primer amor.

Y ni hablar de la ida al pediatra al control del mes… eso es como ir a Disney. Una ansiedad incontrolable. Saber cuánto subió de peso y los centímetros que creció nos interesa más que si alguien nos diera los números ganadores del Kino. Queremos que el doctor nos dedique ojalá 2 horas seguidas para hablar de los avances de nuestro hijo y cuando por simpatía nos dice que lo encuentra súper “vivaracho” lo damos por seguro: CONFIRMADO… SOY LA MADRE DEL NUEVO ALBERT EINSTEIN DE ESTE SIGLO. Y le contamos a nuestra familia y amigos esa información con más emoción que el día que nos titulamos.

Así fuimos, son y serán la mayoría de las madres primerizas. Eso es un dato matemático. Y cuando miramos para atrás y nos damos cuenta de todas esas locuras que hicimos por amor, nos reímos, avergonzamos y admiramos de lo que somos capaces por ese niño que nos mira como el burrito de Shrek.

En un mundo donde todo está normado, donde nos encanta juzgar la manera de criar, de enseñar y de mirar la vida, hay una frase de la escritora norteamericana Jill Churchill que me encanta y dejo para cerrar: “No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre”.

¿Cómo fue tu experiencia de madre primeriza, o de amiga o pareja de una de ellas?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

 

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MITOS Y CREENCIAS SOBRE LAS FAMILIAS ENSAMBLADAS

FAMILIAS ENSAMBLADAS (2)

Los Mitos y Creencias sobre la Familia Ensamblada muchas veces interfieren con el proceso de integración ya que crea expectativas irreales, las que al no cumplirse facilitan la desilusión y por ende las dificultades. Todo tipo de familia tiene momentos felices y momentos difíciles, cuando estos últimos se enfrentan con un sentido de realidad y siguiendo algunos parámetros adecuados las crisis se superan transformándose muchas veces en oportunidades que fortalecen la relación.

Algunos de los Mitos o Creencias  pueden ser:

  • El amor lo resuelve todo. No cabe duda que el amor es muy importante, pero no resuelve todo. Existen pautas, comportamientos, esquemas que habrá que ensayar y practicar para generar la buena convivencia. Por otra parte, si damos vuelta esta creencia podríamos pensar que al no resolverse algo, hay falta de amor.
  • Tener la experiencia de un matrimonio anterior ayuda a que el próximo no fracase. La experiencia de una familia nuclear anterior es totalmente diferente a la de una familia ensamblada ya que son más personas las que entran en juego y en un contexto totalmente diferente.
  • La integración de los miembros de una Familia Ensamblada se puede lograr en poco tiempo. Esto es Falso, se ha estudiado que este proceso puede durar unos cuatro años ya que se depende de varios factores: la solidez de la pareja, la edad de los hijos, como haya sido la separación anterior etc.
  • La Familia Ensamblada puede ser igual de unida que una Familia Tradicional. Esto es Falso, la cohesión y lealtad familiar son menores en la Familia Ensamblada y eso está bien ya que puede facilitar que los menores circulen mejor entre sus dos hogares.
  • Padrastros y Madrastras no son confiables. Este concepto está muy condicionado por los roles de padrastros y madrastras en los cuentos infantiles, generalmente se les asocia con “ogros” o “brujas”. Es más, en nuestro país se utiliza muy poco estos términos los que a su vez pueden ser considerados ofensas. La realidad nos señala que pueden haber buenos y malos padrastros, como también buenas y malas madrastras.
  • La Familia Ensamblada funciona mejor cuando uno de los progenitores ha fallecido o simplemente cuando los hijos/as no ven al progenitor/a no-residente. Esto es Falso, ya que por el contrario, el o la progenitor/a fallecido o no – residente puede idealizarse en el recuerdo y esto puede ser una dificultad para establecer buenas relaciones.
  • La Familia Ensamblada funciona mejor cuando los hijos/as van “de visita” con poca frecuencia al hogar ensamblado. Esto es Falso pues cada vez que van de visita deben recordar o reaprender las reglas de esa casa o simplemente para ellos/as no hay reglas y esto puede generar problemas en los residentes.
  • La Familia Ensamblada funciona igual que la Familia Nuclear. Son sistemas diferentes, integrados por unidades provenientes de distintos sistemas por ende los contextos que se producen son muy disímiles y para lograr un funcionamiento armónico deben utilizarse estrategias diferentes.

Todo lo señalado anteriormente  da una cuota de realidad a la Familia Ensamblada que se desea formar, para evitar interpretaciones erradas de ciertos comportamientos o conductas, disminuir las discusiones o conflictos por temas que son naturales en este tipo de familia etc.

Sería interesante que en los próximos artículos  plantearan sus dudas e intereses en los Comentarios del sitio web de Mundo Mujer para así lograr satisfacer vuestras inquietudes

M. Eliana Zlatar

Consteladora Familiar  Sistémica

comprendiendomez@gmail.com

Fotografía: Designed by Freepik

 Ver artículo anterior: AQUI

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Vivir el embarazo con equidad

Hace unos días atrás, un importante periódico nacional realizó un reportaje planteando que “Por salud, estética y presión social, hoy las embarazadas se preocupan más de su imagen”. Su contenido hacía alusión a la tendencia de algunas embarazadas de subir sus fotografías en las redes sociales mostrando un cuerpo muy entrenado y manifestando que, subir demasiado de peso está «pasado de moda».

Probablemente sea una realidad que viven muy contadas mujeres durante su gestación y de muy determinado segmento socioeconómico, por lo tanto, no puede ser planteado como una nueva “tendencia” de nuestra sociedad. Lamentablemente, la mayoría de las mujeres de nuestro país está muy lejos de sentirse representada con estas afirmaciones. Chile, de base, tiene una alta prevalencia de exceso de peso entre las mujeres (sobre el 64.3% según Encuesta Nacional de Salud 2010), por lo tanto, es muy frecuente que las mujeres se embaracen ya con varios kilos extra, luego tienden a subir de peso más de lo recomendado (aún permanece la cultura de “comer por dos”), y después del parto, mantienen los kilos ganados; lo que sumado a la falta de ejercicio y de cuidado en la alimentación hace que las mujeres en Chile vayamos subiendo de peso a lo largo de los años.

Me pregunto, ¿cuál es la real presión social que viven la mayoría de las mujeres?: “M´hija, estás embarazada, tienes que alimentarte”, “No vayas a hacer un sobre-esfuerzo en tu condición”, “Está bien que te permitas los antojos”… etc.

Me pregunto entonces, ¿de qué Chile estamos hablando?, porque si nos referimos a casi 85% de la población que se atiende en el sistema público de salud, la realidad es distinta a la planteada en el artículo.

Lo ideal es que toda mujer tenga acceso a conocer que debe puede subir entre 7 y 16 kilos, dependiendo de cuál es el peso con el que inicia su embarazo. En promedio se habla de 10 a 12 kilos, idealmente distribuidos hacia el final del embarazo.

En cuanto al ejercicio, la evidencia plantea que es ideal que la mujer realice algún tipo de ejercicio aeróbico manteniendo una frecuencia cardíaca de 140 latidos por minuto en promedio. La dosis recomendada siempre va a depender de la condición física inicial, pero a modo general, la idea es acumular 150 minutos a la semana (media hora, 5 veces a la semana por ejemplo). Lo mejor es combinar el ejercicio aeróbico con ejercicio localizado, dando especial énfasis a la musculatura que se verá sobrecargada hacia el final del embarazo.

Y esto me lleva a otro importante punto: hay una gran inequidad respecto de la oportunidad de recibir este tipo información entre sistema público y privado: sobre consejos nutricionales individualizados, sobre acceso a una adecuada alimentación (por costo de los alimentos sanos), sobre acceso a realizar ejercicio personalizado, etc., que no es tarea fácil para la mayoría de las mujeres del país mantenerse “en forma”. Si no se tienen las facilidades, las oportunidades, el acceso… todo se hace cuesta arriba.

Tenemos aquí una importante tarea pendiente. Ahora contamos con un Ministerio de la Mujer. Espero que estos temas entren en su agenda en coordinación con el Ministerio de Salud, sin embargo, creo firmemente que la tarea también parte, literalmente por casa. Por casa de cada una de nosotras de ir aportando en cambiar las creencias instaladas sobre cómo vivir el embarazo, conversando con nuestros familiares, nuestras hijas (futuro del país), y, por supuesto, dando el ejemplo, no olvidemos que cada uno de nosotras es parte del todo, que es nuestro Chile.

 

Sonia Roa Alcaino. Kinesióloga

 

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El Amor no es Hijo del Sacrificio

Sí, tal vez el título de esta columna pueda sonar provocador y confieso que si lo es, pues busco poner en el tapete un tema “femenino” que me parece súper relevante. En conversaciones y observaciones durante estos días con sorpresa he notado que las mujeres tenemos una fuerte asociación entre amor y sacrificio, más aún cuando de hijos o pareja se trata. Amor y sacrificio no son lo mismo ni el segundo es la condición del primero, la cantidad de plus acumulados no garantizan el amor. ¿Lo han pensado así alguna vez? Si no lo han hecho creo que este es un buen momento para hacerlo, pues estimo que siempre resulta valioso ir más allá de uno mismo, atreverse a mirar y explorar para crecer. ¿Me quieren por lo que soy o por lo que les resuelvo? ¿Dejarán de quererme si dejo de esforzarme? Generalmente las mujeres nos esmeramos por hacer servicios a nuestros queridos (hijos, parejas, padres e incluso a los amigos) siendo estos generalmente más que eficientes y efectivos. ¡Pero por si esto fuera poco muchas mujeres además le agregan plus para adornarlos y embellecerlos!!

 

Y resulta que a veces … (o generalmente) los aplausos no llegan o estos esfuerzos no reditúan los beneficios esperados porque incluyen sacrificios innecesarios y volvemos a quedarnos capturadas en ese lugar tan oscuro de la queja, de las expectativas insatisfechas …o el de la víctima. “Pero cómo si yo lo hecho todo por ti”, “No me queda tiempo, termino cansada, es que tuve que hacerme cargo de todo”.

 

En la vida cotidiana “el abuso” está tan naturalizado por todos que resulta muy difícil para las mujeres verlo y efectivamente terminan viviendo una vida cargada de responsabilidades, deberes y tareas infinitas (las propias y las ajenas) perdiendo espacio real y mental para vivir sus propias vidas y sus propios sueños. El auto abuso entonces se vuelve también natural volviendo invisible incluso las necesidades básicas como comer, dormir o descansar cuando lo quieren o es necesario… “sentí culpa por estar durmiendo siesta” eso escuché decir a una mujer al comentar un hecho ocurrido en su casa un día que estaba descansando.

 

Cambiar este rumbo y establecer relaciones basadas en el intercambio afectivo en lugar de ser un abastecimiento de servicios es sumamente importante y también difícil porque estas prácticas están grabadas a fuego sobre la base de creencias y valores culturalmente validados por todos los actores como LA forma en que LAS MUJERES debemos querer y expresar amor.

 

Construir legitimidad a partir del propio reconocimiento y no del reconocimiento ajeno es un camino y digo uno porque puede y afortunadamente hoy en el siglo XXI hay cada vez más oportunidades para legitimar desde la conciencia el valor de la igualdad y de las relaciones basadas en el amor, de ese amor que logra reconocer al otro como un legítimo otro, así como lo ha dicho nuestro sabio y nutritivo filósofo, biólogo Humberto Maturana.

 

Cierro esta columna con dos pensamientos de él, totalmente inspiradores no sólo para las mujeres, sino que fundamentalmente para el mundo que queremos construir hoy con una visión de futuro:

«sin aceptación y respeto por sí mismo uno no puede aceptar y respetar al otro, y sin aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social»

«la posibilidad de innovar siempre está ahí si uno está dispuesto a reflexionar, a soltar las certidumbres de donde está parado y a preguntarse si quiere estar donde está».

 

Maria Pilar Vera – Psicologa UDP

 

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Regulación emocional: los padres nuevamente.

La manera de relacionarnos con nuestros hijos está estrechamente ligada a quiénes somos, a nuestras expectativas acerca de nuestro actuar como padres y a lo que esperamos de nuestros hijos. Esto que parece tan sencillo encierra un valor tremendo si nos detenemos a profundizar sus implicancias.

Cuando nos enfrentamos a situaciones críticas en relación con nuestros hijos, lo que necesitan es que actuemos como adultos protectores, maduros, con calma. Cuando los niños preescolares se desregulan, necesitan un regulador externo. Esto se fundamenta en las evidencias que nos otorgan las neurociencias. El cerebro de los preescolares está en proceso de maduración de las conexiones de la neo-corteza con las áreas más primitivas que regulan las emociones. Es completamente esperable que no puedan recuperar la calma sin la ayuda de otro, ya que no cuentan con el desarrollo suficiente de las redes cerebrales que se lo permitirán más adelante en su proceso de desarrollo. Hasta este momento maduracional, la intensidad emocional es muy poderosa y gobierna gran parte de la vivencia infantil.

Cuando los adultos se desregulan, cuando “explotan” porque algo no resultó como esperaban, probablemente se deba a que no lograron un desarrollo óptimo de aquellas estructuras cerebrales que permiten un adecuado manejo de las emociones y/o visualizar las consecuencias de los comportamientos. En situaciones como ésta, a menudo llamamos a personas así “cabros chicos”, dando cuenta del manejo insuficiente de las emociones, llevando la intensidad de la emoción al acto inmediato, sin mediar en ello procesos reflexivos que permitan tomar decisiones socialmente adaptadas, considerando el contexto, las normas sociales, los valores propios, el respeto por el otro.

El neocórtex de los niños preescolares se encuentra en desarrollo, por tanto no puede actuar aún como regulador de las emociones. Quedan expuestos a que sus emociones los inunden, experimentando intensamente la felicidad, la tristeza, la rabia, el miedo. Si está feliz, todo en su cuerpo lo comunica, ríe, grita, salta, corre; si se enoja, se pone rojo, grita, pega, patalea. Si se asusta, huye corriendo, grita, llora, se esconde, tirita. Es una edad en que todas las manifestaciones emocionales son genuinas e intensas. A diferencia de los adultos, los niños sanos son transparentes en su experiencia emocional. Si están tristes, están “muuuy” tristes (aún cuando “sólo” perdió la piedra que recogió en la plaza y que traía como un tesoro a su casa), cuando está asustado, está muy asustado (aunque lo que haya “visto” no exista). Qué frecuente es escuchar a adultos hablando del “show” que hacen sus niños cuando se enojan o están tristes. ¡Alto ahí!: niños del pasado, tomen sus espejos!! Nuestro adultocentrismo no nos permite observar qué está ocurriendo en el interior de nuestros niños y eso puede ser grave si se mantiene en el tiempo y tenemos una actitud permanente de no validar sus emociones.

Ellos no pueden integrar sus experiencias emocionales sin nuestra ayuda cercana, respetuosa y sensible. Para manejar las emociones, se requiere comprenderlas, lo que aún no es posible para los niños pequeños, pero sí para nosotros, sus padres, quienes podemos ayudarlos a recuperar la calma, ya que comprendemos que su estado es de gran intensidad emocional y no tiene el desarrollo cerebral necesario para manejar su situación interna de otro modo. Ya aprenderá, ya tendrá recursos internos que le permitan otras formas de dar frente a la frustración, al miedo, a la tristeza. Por ahora hará lo que le permite su desarrollo neurofisiológico. Lo demás es nuestra tarea.

¡Retoma el espejo!. ¿Cuáles son nuestras experiencias de enojo, de tristeza, de inmensa alegría, de miedo?, ¿qué hacemos para manejar nuestras emociones?, ¿qué recursos tenemos para regularlas?, ¿cuáles utilizaremos para regular las de nuestros hijos?.

Es muy importante que durante las primeras etapas del desarrollo, los padres seamos sensibles a sus llamados de ayuda y respondamos consistentemente. ¿Qué ve en su espejo? Si entendemos las pataletas como una forma que tienen los niños de expresar la rabia y que nuestra respuesta empática, paciente y amorosa es la clave para regularlo, hemos hecho la mitad del trabajo. La segunda parte será respirar profundo, conectarnos con nuestra sensibilidad materna/paterna y acompañar, hablar suave, lento y bajito, procurando calmar al niño. Nuestras palabras han de orientarse por el criterio de dar cuenta de la emoción que observamos (olvidemos los sermones educativos en esta etapa). La idea es que el niño sepa que nos damos cuenta/entendemos que está enojado, triste, asustado y que comprenda que es normal sentir esas emociones. Los abrazos ayudan mucho a recuperar el bienestar, pero hay niños que necesitan un espacio personal (de no contacto físico y de silencio) para recuperar la calma.

Las pataletas pueden ser entendidas como oportunidades de desarrollo y estimulación de nuevas conexiones neuronales del neocórtex de nuestros niños. Sabemos que la estimulación de los circuitos neuronales logran mayor prevalencia que los que no se utilizan frecuentemente. En este sentido, la regulación emocional que logran los niños con nuestra ayuda se va instalando en su cerebro a modo de circuitos que se activarán en el futuro como reguladores internos de la experiencia emocional.

Para regular emocionalmente a un niño es fundamental un adulto emocionalmente regulado. Los niños aprenden a regularse… si tienen quien los regule, por eso: ¡los padres nuevamente!

 

Psi. Angelina Bacigalupo O.

Psicóloga Clínica Acreditada por la CONAPC

Especialista en Psicoterapia Infanto Juvenil

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La autorregulación

 

Se esta hablando  mucho hoy en día de la autorregulación y de cómo promover la autonomía en nuestros hijos y alumnos…

Habilidad que favorece de sobremanera a la convivencia y al trato amigable entre las personas (tanta falta que hace por estos tiempos en nuestra sociedad además). Al mismo tiempo, permite a los menores que definan sus respuestas, que se acomoden a la realidad del momento, que definan sus propias metas, que sepan gestionar con el tiempo disponible, que se autoevaluen! Que sepan buscar y solicitar ayuda. Que regulen su actuar.

Afortunadamente, en los jardines infantiles se está comenzando a considerar mas seriamente esta habilidad, tomando rasgos de algunas corrientes de educación, tales como el Montessori, los chicos van aprendiendo en la medida que tocan, juegan de manera individual o grupal y definen las reglas con sus pares. Todo dirigido por sus intereses y motivación.

Es por esta razón que en casa también debemos potenciar esta habilidad desde muy pequeñitos.

En casa podemos trabajar:

– Motivación
– Curiosidad
– Tolerancia
– Necesidad de atención y aceptación
– Autoimagen
– Autocontrol de la propia conducta
– Percepción de la realidad

Cómo? Motivación, la podemos encontrar si permitimos a los niños HACER.

Curiosidad, si ofrecemos suficientes estimulos alrededor de ellos, en su habitat cotidiano, libros incluídos.

Tolerancia, la podemos alcanzar si cuidamos nuestro propio actuar que sirva como ejemplo y si promovemos un ambiente de bienestar y calma.

Necesidad de aceptación, cuando les ofrecemos un hogar estable, con normas claras, con la entrega de un amor incondicional y les hacemos sentir pertenecientes a un grupo estable, sentimiento de pertenencia.

La Autoimagen, se construye con el feedback que les damos tras su actuar y con la confianza que les hacemos sentir de que nada está completamente mal, sino que es una manera diferente de hacer y que hay otras más eficientes y efectivas, así no denostamos el desemvolvimiento de los otros, criticar sin menoscavar.

Percepcion de la realidad, ofreciéndoles como padres un sinfin de experiencias para que mantengan los pies en la tierra y reconozcan bien el antes el después de las cosas, conocer el pasado para comprender el presente e intuir el futuro.

Y Autocontrol, que es el tema que nos convoca, se logra desarrollando todas las anteriores y estimulando las, siempre bien ponderadas, Funciones Ejecutivas, principalmente: Memoria de trabajo, autocontrol inhibidor, y flexibilidad cognitiva, estas tres últimas, con constantes juegos, representaciones, y contacto con el exterior, en el barrio, con la comunidad. …Con un juego de roles, que comienzan alrededor de los dos años, el menor que encarne a Batman, o a un cocinero, …deberá tener en mente a su propio personaje y aquellos de los otros (memoria de trabajo), evitar actuar fuera de su personaje (control inhibidor), y ajustarse a los giros y vueltas en la trama en desarrollo (flexibilidad cognitiva)…

Por todo lo anterior, los animo a que dejen de ver las situaciones conflictivas como una experiencia perdida, pues con ella involuntariamente se estará construyendo la resiliencia. Erradicar de nuestro actuar cotidiano el control de todo lo que hacen nuestros niños, evitando hacerles las cosas, dar las cosas hechas! Y dejar de llamarles la atención cuando faltan al control, lo que debemos hacer es mostrarles otras opciones y cuidaremos su autoimagen. Procuremos desarrollar niños emocionalmente estables, serenos y sin miedos.

Cuando nos estresamos liberamos el famoso Cortisol que se encarga de nublar nuestro cerebro, y actuamos de manera errática. Asi es que de nosotros depende que nuestro entorno se perciba mas amoroso, mas abierto al juego, a la risa y al motivarse a intentarlo sin temores.

 

Claudia Pastene Gorigoitía

Mamá de dos hijos.

Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

 

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