Mediocridad y Salud

La mediocridad no comenzó cuatro décadas atrás con supuestos y creencias que la economía es lo más importante, que todo depende de ella, y que quien acopia más riqueza que los otros es un héroe moderno (ya había mediocridad aquí y allá desde tiempos inmemorables). Pero desde ahí en adelante se hizo omnipresente. Hoy la palabra mediocridad está de moda y con razón: se ve mediocridad hacia donde uno mire. Se puso de moda la palabra, pero peor, se puso de moda una actitud de mediocridad en el actuar de las personas. Nos hemos dejado arrastrar por la moda del prestigio ligado al triunfo económico, por la moda de la competencia entre hermanos por cosas de poder y de status, es decir, de cosas externas, banales, que poco o nada tienen que ver con las verdaderas riquezas guardadas en la intimidad de las personas: osadía, generosidad, compasión, alegría de vivir, ética, pudor, dignidad, honradez, gracia, creatividad, en fin, los incontables potenciales humanos hoy postergados o bloqueados por un correr tenso en persecución de metas alejadas de nuestra naturaleza, un correr tenso que enferma a las personas, un correr tenso que socava la vitalidad que subyace a nuestra salud y a nuestro actuar. Los altos niveles de stress en que se vive actualmente está – figurativa y realmente – matando a las personas.

De la mediocridad cultural de las últimas décadas emergió el stress mencionado. Pero esta emergencia de stress no es el único daño que ha provocado la mediocridad. Hay otro factor importante al contemplar la deteriorada salud de las personas. Es la inhibición interna que validamos nosotros mismos al someternos a estas cuestionables prioridades que están de moda.

Nosotros mismos postergamos y bloqueamos nuestra autonomía. Postergamos y bloqueamos nuestra emotividad, nuestro sentido de vida, nuestro criterio básico y nuestras funciones biológicas de auto-preservación de la salud.

El daño que vemos en las personas que acuden a nuestro centro es profundo, también visto en términos generales, a corto y mediano plazo. Pero soy un optimista – a pesar de la experiencia, como dice el chiste. Una o dos generaciones hacia el futuro (¿o antes?) vendrán cambios, se harán visibles capacidades nuevas hoy sólo intuibles. Quizás las personas se van a preocupar más por una educación sana y apropiada de los niños (y ojalá también por la de los adultos), nuevas modas llevarán a otras prioridades que quizás estarán más conectadas con nuestras raíces biológicas, el cuidado de la salud estará más cerca del centro de decisiones de las personas que en las piruetas científicas y tecnológicas de la medicina alopática de hoy, la naturaleza tendrá más posibilidades de expresar lo que siempre ha sabido expresar mejor que nadie: salud y exuberancia.

Por ahora la tarea es ver la realidad: ¿hasta qué grado me he dejado convertir en una persona que toma decisiones mediocres, muchas veces en contra de mis mejores potenciales personales?, ¿me gusta?, ¿dónde quiero estar?, ¿cómo deshacer mis errores?, ¿cómo quiero cuidar mi vitalidad?, ¿a qué quiero dar expresión en mi vida?, ¿qué anhelo para mi descendencia?

Hemos visto una y otra vez que el primer paso hacia cambios efectivos y duraderos consiste en ser capaz de ver la realidad. Las decisiones y las acciones relevantes vienen habitualmente – después – casi por si solas.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

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