DISCIPLINA ONLINE

Durante estas semanas se han viralizado varios videos que muestran estudiantes interrumpiendo las clases a distancia, aparecen en pijama, cortan el micrófono del profesor, haciendo ruidos molestos, hablan en paralelo con sus compañeros, dicen comentarios inapropiados sin darse cuenta que el micrófono está prendido, etc.

Sin duda que la disciplina es otro de los desafíos que la educación a distancia plantea a los docentes. ¿Estamos ante nuevos fenómenos o comportamientos, o solo se han trasladado antiguas actitudes al espacio virtual? Creo que la respuesta se inclina más hacia lo segundo, y probablemente los estudiantes que solían tener problemas de disciplina continúen con una actitud desafiante o irrespetuosa de las normas.

Hay aquí una gran oportunidad para reflexionar sobre la disciplina, revisar los reglamentos escolares y diseñar una estructura de normas que tengan más sentido y favorezcan en los estudiantes la autorregulación de sus comportamientos.

Las investigaciones en contextos escolares, de los autores de la Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci) muestran que la internalización de valores y normas sociales es un proceso inherente a los seres humanos, que nos permite integrarnos a los grupos sociales relevantes. Esta internalización puede ocurrir más o menos eficazmente, dependiendo del grado de autonomía con que las personas logren incorporar las normas.

Es decir, cuando las personas integran una norma o valor social porque para ellas tiene sentido y es coherente con sus propios valores, creencias y necesidades.

Entonces los estudiantes que no cumplen las normas, claramente no las han internalizado. Pero tampoco hay una internalización adecuada cuando cumplen las normas sólo cuando los están vigilando. Imaginemos que un tercio o un cuarto de los ciudadanos no tuvieran internalizadas las normas del tránsito y sólo las cumplieran ante la presencia de un carabinero. El caos vial sería inmenso.

En algunas salas de clases se puede observar el caos que se produce cuando un alto porcentaje de los estudiantes no adhieren a las normas que se han establecido para una sana convivencia que facilite el aprendizaje. De un curso de treinta o cuarenta estudiantes si hay diez o incluso cinco que no respeten las normas, ya es un número significativo para generar un mal clima.

¿Y cómo se logra una adecuada internalización de normas, que facilite la autodisciplina?

Como Idea general está el poder ejercer una autoridad que promueve la autonomía más que el control. Para ello algunas ideas concretas que se ha visto que funcionan:

1º Las normas deben hacer sentido a quien debe cumplirlas, pero antes que nada a quien quiere hacerlas cumplir.

Lo primero que debiera hacer una autoridad, sean padres o profesores, es preguntarse ¿qué sentido tiene para ella la norma? A veces hay normas que se imponen por costumbre, otras que se exigen a los estudiantes pero la misma autoridad no las cumple. Si no somos capaces de dar razón o sentido a una norma, hay una merma en la autoridad frente a los estudiantes, y esto es especialmente notorio en la adolescencia.

2º Para entender cómo ayudar mejor a los estudiantes a internalizar normas, debemos ser capaces de tomar su perspectiva, entender lo que para ellos significa la norma. Y esto no tiene que ver con darles en el gusto, ni ser permisivos. Es una muestra de que de verdad nos importa la persona más que la norma en sí, pero además nos da luces sobre cómo ayudarle a encontrar un sentido a la norma. También permite un uso flexible de las normas, porque muchas veces los estudiantes no cumplen por un sentido de incompetencia para hacerlo. Por ejemplo, para los niños y niñas con déficit atencional es muy difícil la norma de permanecer sentados y en silencio durante un período largo de tiempo. Entonces, ¿cómo se aplica a ellos la norma? ¿Es justo exigirles eso, si no está en sus manos cumplir esa norma? ¿Podemos hacer un uso flexible de la misma, para su cumplimiento progresivo en el tiempo? Este punto requiere el poder tener un vínculo personal con los estudiantes, es decir las conversaciones uno a uno. Es difícil, si, pero a la larga el tiempo invertido en esas relaciones hará que el tiempo de clases sea mucho más efectivo, porque se ocupará en el aprendizaje y no en hacer callar o retar.

3º Tratar de diseñar las normas con los estudiantes es una estrategia que da muy buenos resultados. Esto lo puede hacer el profesor jefe, para todo el reglamento general; pero también cada profesor puede tener sus normas en su materia. Las personas somos capaces de adaptarnos a diferentes contextos y diferentes tipos de autoridad. Al involucrarlos, las normas ya no les serán ajenas. Lo que se ha visto es que cuando hay normas acordadas con los estudiantes hay menos resistencia a cumplirlas y se asumen las consecuencias de no cumplirlas con mayor responsabilidad.

Las escuelas han cambiado para siempre. Aunque volvamos a clases presenciales, probablemente por mucho tiempo la educación a distancia tendrá que seguir funcionando en paralelo. Muchos padres no mandarán a  sus niños al colegio por temor, habrá períodos de cuarentena esporádicos, habrá que hacer turnos para la asistencia a clases, etc. Entonces ya es hora de empezar a pensar ¿qué tipo de escuela se quiere ser en este contexto?

Podemos seguir tratando de hacer lo mismo pero a distancia, o podemos aprovechar la oportunidad para construir algo mejor a lo que teníamos, manteniendo todo lo positivo, sin duda, y transformando aquello que no funcionaba del todo.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl

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¿CUÁL ES TU LUNA?

Esta última semana que pasó, se cumplieron 50 años desde que el hombre pisó la luna. Pudimos ver programas inéditos, relatos en primera persona e imágenes de algo único, histórico y grande para la humanidad.

Al ver las primeras imágenes de la Tierra desde la Luna, da una extraña sensación de lo pequeños que somos en esta inmensidad: recogimiento absoluto. Tendemos a pensar que somos el centro del universo, que el mundo gira en torno a nosotros cuando en realidad solo estamos inmersos en una órbita inimaginable de incertidumbre, inmensidad y vulnerabilidad. Cuánto cuesta a veces aceptar esta pequeñez. ¿Será acaso difícil de aceptar porque finalmente esta es MI vida y no quiero verla así de pequeña? ¿Qué tenemos que hacer para sentirnos grandes, importantes y únicos en esta inmensidad del universo?.

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Soy una convencida que para poder atesorar la importancia de nuestras vidas necesitamos tener claro nuestro norte, ese objetivo grande y único: nuestra luna. ¿Hacia dónde queremos llegar? ¿Qué recorrido necesitamos hacer para llegar a ella? ¿Cuál es el sentido que le doy a la búsqueda del camino que me llevará a ella? La vida solo deja de ser ínfima en esta inmensidad del universo cuando le damos sentido, cuando sentimos que nosotros mismos vamos camino a nuestra luna. A ese objetivo importante que nos hace vibrar, que nos genera disfrute y nos hace felices. No importa lo grande del universo, ni los misterios que esconde, necesitamos atesorarla, valorarla, agradecerla y quererla como tal… con su GRAN inmensidad y al mismo tiempo con el diminuto universo en el que orbitamos.

Neil Armstrong, logró sus sueños y llegó a la Luna, pero no fue solo su esfuerzo el que lo llevo a ese satélite. Miles de individuos, en su pequeñez, se juntaron para que este GRAN sueño ocurriera. Sin duda, fue un trabajo incansable de un equipo, que con perseverancia, trabajo duro, responsabilidad, miedo y compromiso lo lograron. Cada uno dentro de su vida encontró su norte y logró llegar a él con mucho trabajo y dedicación.

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Y entonces…¡Si el hombre pisó la luna!, nosotros podremos alcanzar la nuestra. Démosle sentido a eso que queremos, pongámosle la fuerza que necesita, seamos perseverantes y  seguro que con ese trabajo arduo, no solo llegaremos a ser felices, sino que probablemente lograremos tocar almas y corazones, y, finalmente, aportar al mundo desde NUESTRA vida. El universo es grande, pero nuestra vida lo es mucho MÁS.

No necesitamos ser Neil Armstrong o Presidente de los Estados Unidos para cumplir nuestros sueños, solo nos hace falta tener la convicción de que podemos llegar a ellos. Requerimos tener la claridad de trazar un camino, y la perseverancia para hacer incansables pruebas, aprender a caer y equivocarnos millones de veces para lograrlo. Necesitamos que nuestros seres queridos nos guíen y acompañen en el camino, porque sin ellos todo se torna mucho más difícil, sin sentido y cuesta arriba. Debemos abrazar y comprometernos a nuestro sueño y desafiarnos a cumplirlo.

Dejemos de hacer pruebas o simplemente pensar en un plan porque siempre existirán los: “y que pasa si…” o “cuando termine…podré..”. Entonces renunciemos a pensar, practicar o planear y vamos por ese sueño, por esa luna, por ese cambio, por eso que finalmente es lo que le da significado a nuestra vida. No lo soltemos, solo soltemos el miedo que nos impide avanzar. No dejemos que se escape, y hagamos que cada minuto y momento de esta vida cuente.

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En esta inmensidad del universo, solo depende de ti encontrar qué quieres aportar, y hacerlo. ¿Los sueños se hacen realidad? Sí!… con paciencia, templanza, perseverancia, responsabilidad, tolerancia a la frustración y equivocación, alegría, sentido y por, sobre todo, una cuota inmensa de trabajo duro y mucha, pero mucha convicción. El hombre llegó a la Luna… ¿ya sabes cuál es la tuya?

Yo ya voy camino a la mía…

Por ahora, tu solo “pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te acerca al lugar en el que quieres estar mañana” (Walt Disney).

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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Hablemos de Vocación

Vocación significa “ llamada”, e invita a un ser humano a mirarse hacia adentro y descubrir cuáles son esos fuegos internos que te podrían llevar a trabajar en algo que amas durante toda la vida.

Seguramente si eres un alumno de enseñanza media y diste la PSU este año , te preguntaron todo el tiempo ¿ que vas a hacer, que vas a estudiar, y donde? Y esta pregunta más que invitarte a reflexionar, seguramente generaba una coraza y solo producía resistencia para analizar el tema.

Estamos en un mundo que nos orienta todo el tiempo hacia afuera y cada día tenemos todos y todas menos espacios para mirar a nuestro interior.

Por lo tanto la primera invitación , es al silencio,a buscar espacios donde puedas “hacer un viaje” hacia tu mundo interno. Como requisito para esto es fundamental dejarte un espacio para apagar todo lo que tengas prendido en tu casa, y llamo a esto televisor , radio, computador y por supuesto teléfono .

Seguramente este silencio no te queda cómodo , y hasta te puede generar angustia por lo que puedas empezar a sentir. No te preocupes es el poco hábito a la ausencia de ruido y estás empezando algo maravilloso y que es a conocerte y entrar en tu alma y tus afectos . El silencio es la puerta de entrada a tu mundo interior.

Después de eso cuando te hayas permitido estar en silencio en este estado, pueden pasar dos cosas principalmente; una es que naturalmente salgan y aparezcan contenidos con imágenes y sensaciones o no haya nada que sentir y que ver.

En cualquiera de las dos situaciones lo que sigue es empezar a preguntarte cosas , lo que quieras. Pregúntate de todo pero enfocado a la vocación , es importante que te preguntes por tus sueños, esos de Niño o niña , eso que te puede hacer palpitar tu corazón y pensar que podrías dedicarle tu vida a aquello.

Esos sueños pueden o no tener que ver con tus habilidades y en términos simples para lo que eres bueno o no para hacer, porque muchas veces pasa y en estos tiempos mucho , que los y las jóvenes me dicen que no saben que sueños tienen porque lamentablemente los adultos no se los enseñamos a construir .

Al preguntarte ¿ Donde te ves como adulto(a), y haciendo que ?, aparece como fundamental que te puedas imaginar sonriendo la mayor parte del día.

Este acto que muchos podrían evaluar hoy en un mundo extremadamente realista , como muy ingenuo, es muy complejo ,pero sin embargo termina siendo la pregunta esencial en esta etapa de la vida.

En mi vida he cometido muchos errores y tenido muchos dolores , pero he ido adquiriendo algunas certezas que creo que es el momento de compartir.

Una de ellas es que si toda decisión tiene costos, es preferible pagar esos costos por algo que se ama hacer que por algo que solo me dará dinero.

Otra certeza es que el hace lo que ama , siempre tendrá lo necesario para vivir, adecuando las expectativas y la definición de lo que es “vivir bien” hoy día.

Y la última es que no existe el quehacer perfecto, ya sea un oficio , los cuales creo hay que volver a valorar,   o sea cualquier desempeño técnico o profesional, en todos se produce mucho cansancio, frustraciones y momentos maravillosos y otros y no pocos, injustos. Entonces estoy segura que cuando uno hace lo que ama, lo que le apasiona, aquello donde el tiempo se pasa rápido , es más fácil vivirlos y saberlos sobrellevar.

Quiero dedicar un espacio a los padres y madres o tutores de esos jóvenes. Evidentemente parto de la base que los papás y mamás queremos lo mejor para nuestros hijos e hijas; quizás el problema esté en la definición de que ¿ es lo mejor para ellos y ellas?.

Desde mi humilde lugar les pido que los acompañen en sus sueños, que les pregunten qué quieren hacer con sus vidas, que los escuchen desde lo que ellos y ellas quieren y no desde lo que ustedes quisieran que ellos les contaran .

Dejemos los adultos de ser tan pero tan realistas, que estamos preparando muchas veces a nuestros hijos e hijas para el fracaso y no para tener grandes éxitos .

Creo qué hay que enseñarles a ellos y ellas a buscar sus sueños, a decirles que no será fácil nada en la vida pero que confiamos en lo que les hemos entregado para que sean capaces de enfrentar todo lo que venga y a sobre todo a que la pasión es algo a lo que no se puede renunciar ni transar en la vida, cueste lo que cueste.

 

 

pilar_sordoEscrito por Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

Foto portada: Photo by bruce mars from Pexels

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QUE LA GRATITUD SEA TU MEJOR REGALO

En este fin de año, queremos hacerte una propuesta que puede mejorar tu bienestar psicológico, mejorar tus vínculos e incluso mejorar tu salud física.

PRACTICA LA GRATITUD

Robert Emmons, profesor de psicología de la Universidad de Davis, California, lleva más de una década investigando los efectos de la gratitud. Sus hallazgos son sorprendentes por el enorme alcance que puede tener esta práctica sencilla, pero que a veces la olvidamos.

La definición que nos ofrece de gratitud tiene dos partes:

1. “Es la creencia en la bondad. Afirmamos que hay cosas buenas en el mundo, dones y beneficios que hemos recibido»

2. “Reconocemos que las fuentes de la bondad están fuera de nosotros mismos, reconocemos que otras personas – o incluso poderes más altos, si eres una persona creyente o espiritual – nos han dado muchos regalos, grandes o pequeños, para ayudarnos a alcanzar las bondades en nuestra vida.»

La práctica de la gratitud no es sólo ese dar gracias por buena educación. Se trata de acciones intencionadas para cultivar una mirada agradecida de la vida, una mirada benevolente hacia quienes nos rodean y participan de nuestra vida, una mirada trascendente que nos hace ver que somos parte de algo mucho más grande que nosotros.

Qué nos dicen estas investigaciones de los efectos de la gratitud en las personas que la practican habitualmente.

Bienestar físico:
• Sistema inmune más fuerte
• Menos molestias y dolores crónicos
• Menor nivel de presión arterial
• Se cuidan más y ejercitan más
• Duermen más horas y su sueño es más reparador

Bienestar psicológico:
• Mayor frecuencia de emociones positivas
• Más alerta, despiertos y entusiastas
• Disfrutan más y sienten más placer
• Más optimismo y felicidad

Social:
• Más generosos, compasivos y activos en ayudar
• Perdonan con más facilidad
• Más expresivos
• Menos sentimientos de soledad

La actividad que Emmons ha descubierto tiene mayor impacto, es el llevar un diario de gratitud, donde periódicamente se van anotando nuestros pensamientos agradecidos. Pero hay muchas otras formas de hacerlo: cartas de gratitud a personas familiares, colegas, amigos; un mural de gratitud en el lugar de trabajo o en la escuela, e incluso en la casa, donde cada día se van poniendo notas de gratitud por todos; detenerse una vez al día y tomar una fotografía mental de un momento de gratitud; en familia agradecer durante las comidas, etc.

Para esta Navidad la gratitud podría ser un buen regalo, alegrando el alma y los corazones de quienes la reciban, y contagiándolos a hacer lo mismo.

Para motivar a los niños a ser agradecidos no es buena idea culpabilizar ni criticar: «deberías dar gracias por todo lo que tienes», «eres muy ingrato». Lo mejor es modelar, darles las gracias a ellos por sus contribuciones, por muy pequeñas que sean, dar gracias por tener esos hijos maravillosos en tu vida, e invitarlos a darse cuenta de los regalos que tienen y de lo que otras personas les han dado sin prejuicios: «Mira qué lindo día nos tocó hoy para venir a la plaza», «Qué buen regalo te dio tu madrina», «Qué bendición poder tener una comida caliente todos los días.»

Lo más bello de la gratitud es que está fundada en la humildad, que es la constatación de una verdad muy profunda: todos somos necesitados y todos los seres humanos nos necesitamos mutuamente. En una cultura donde el narcisismo crece, se hace difícil la gratitud, porque requiere poner la mirada fuera de uno mismo.

Curiosamente buscamos fervientemente la felicidad personal centrados en acumular para nosotros mismos, y sin embargo el camino correcto hacia ella parece ser absolutamente contrario.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

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El valor del silencio

Artículo de Mónica Esgueva en el periódico El Huffington Post sobre el valor del silencio

Todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida el valor del silencio. El silencio es reconfortante, calmante y sanador. Nos abre a la inspiración y nutre la mente, el cuerpo y el alma. No obstante, en nuestra sociedad, la locura del mundo ruidoso está ahogando nuestra creatividad, nuestra conexión interna y obstaculizando nuestra capacidad de recuperación. La ciencia ahora muestra que el silencio puede ser justo lo que necesitamos para regenerar nuestro cerebro y nuestro agotado cuerpo.

Los estudios demuestran que el ruido tiene un poderoso efecto físico en nuestros cerebros, causando niveles elevados de hormonas del estrés. El sonido viaja al cerebro como señales eléctricas a través del oído. Incluso cuando estamos durmiendo, estas ondas de sonido hacen que el cuerpo reaccione y active la amígdala, la parte del cerebro asociada con la memoria, la emoción y la sensación de peligro, lo que lleva a la liberación de hormonas del estrés. Por lo tanto, vivir en un ambiente ruidoso de manera regular hace que experimentemos niveles extremadamente altos de estas hormonas dañinas.

Los perjuicios del ruido

El ruido se relaciona con alta presión arterial, enfermedades del corazón y pérdida de sueño. Todos hemos experimentado los efectos perjudiciales de la contaminación acústica. El ruido excesivo puede ser un gran agravio para los sentidos físicos y, en la actualidad, cada vez más personas se identifican como altamente sensibles e incapaces de funcionar en entornos caóticos y ruidosos. Ahora la ciencia tiene la prueba no solo de que el ruido duele, sino también de que el silencio cura.

Los efectos del silencio

Los científicos no se propusieron activamente estudiar los efectos del silencio, sino que descubrieron sus beneficios por accidente. El silencio comenzó a aparecer en la investigación científica como una línea de base, para comparar los efectos del ruido o de la música. El médico Luciano Bernardi estudió los efectos fisiológicos del ruido y la música en 2006, haciendo un descubrimiento sorprendente. Cuando los sujetos de su estudio fueron expuestos a los tramos aleatorios de silencio entre el ruido y la música, experimentaron un poderoso efecto. Las pausas de dos minutos fueron mucho más relajantes para el cerebro que la música relajante o incluso el silencio más prolongado que hubo antes de que comenzara el experimento. De hecho, las pausas en blanco “irrelevantes” de Bernardi se convirtieron en el aspecto más importante del estudio. Uno de sus hallazgos clave fue que el silencio se ve aumentado por los contrastes.

De hecho, muchos de los que enseñamos meditación podemos atestiguarlo y aconsejamos a las personas que hagan frecuentes pausas meditativas a lo largo del día. Aunque podemos pensar en el silencio como falta de información, la ciencia dice lo contrario. El cerebro reconoce el silencio y responde a él positivamente. Una investigación posterior realizada por la bióloga regenerativa de la Universidad de Duke, Imke Kirste, descubrió que dos horas de silencio por día impulsan el desarrollo celular en el hipocampo, la región del cerebro relacionada con la formación de la memoria, que además involucra a los sentidos.

Beneficios del silencio

En la época actual de sobreexposición digital, en la que nos sentimos abrumados por cantidades ingentes de información, desconectar toma mayor relevancia que nunca. Las investigaciones han demostrado que las demandas de atención constante de la vida moderna ponen mucho estrés en nuestro córtex prefrontal, la parte del cerebro responsable de tomar decisiones, resolver problemas y parar nuestros impulsos perniciosos, entre otras tareas.

Cuando pasamos tiempo solos en silencio, nuestro cerebro es capaz de relajarse y liberarse. El silencio alivia el estrés y la tensión tanto en el cerebro como en el cuerpo, nos ayuda a reponernos y nutre nuestros recursos cognitivos.

Los investigadores han descubierto que el silencio además contribuye a que las nuevas neuronas se integren en el sistema; y al experimentar el silencio, nuestro cerebro puede comprender mejor nuestros entornos internos y externos. Es en esos momentos cuando podemos dotar de sentido a nuestra vida y ganar perspectiva, algo que es vital para nuestro bienestar general.

 

Autora: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post (España y México)

Extraido de www.monicaesgueva.com

 

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El Mejor Regalo

La tradición de hacer regalos en Navidad está relacionada con una fiesta romana que se hacía a fin de año y la historia del obispo San Nicolás de Myra. Es ya una forma de celebrar muy arraigada en la cultura occidental, y aunque a veces puede ser fuente de agobio, regalar es un acto de generosidad y preocupación por el otro, es una forma de demostrar cariño.

Lamentablemente la Navidad por estos lados coincide con el cierre del año lo que implica innumerables actividades y compromisos.  Tanto los adultos como los niños estamos cansados e híper estimulados por los medios para consumir las últimas novedades, modas y tecnologías, así como también para tener la fiesta perfecta con el árbol más lindo y la cena más exquisita. Esto puede llevarnos a tener expectativas demasiado altas sobre lo que tiene que ocurrir el 24 de diciembre, y luego llegamos al día agotados y muchas veces, con ganas de que pase pronto.

Las celebraciones como la Navidad son grandes oportunidades de conectarse en la alegría, de compartir emociones y eso fortalece los vínculos. A veces por tener una fiesta perfecta, perdemos esta noción de conexión y nos quedamos en los aspectos formales de la misma. Date la oportunidad de vivir esta Navidad de la forma en que realmente quieres, esto implica tomar conciencia de algunas cosas y decisiones firmes para lograrlo.

En primer lugar, trata de visualizar lo que deseas para estos próximos días. Dónde, cuándo, cómo, con quiénes y qué va a suceder. Luego pregúntate por qué quieres esto. Si tu deseo es tener una fiesta de unión familiar, o una celebración más íntima sólo con tus más cercanos, que se viva con un sentido de gratitud especial por todo lo que tenemos o tal vez hacer algo de entrega a los más necesitados. No importa cuál sea el sentido, lo relevante es que haya un relato y que todos los miembros de la familia se sientan parte de éste.

Luego, trata de organizar tu tiempo lo mejor que puedas, sin descuidar el descanso y los momentos para estar en familia e ir preparando la navidad. buscar instancias en las que decorar el árbol sea una actividad grupal, cocinar juntos los postres, rezar una pequeña oración para preparar el espíritu, organizar el amigo secreto.

 Ahora a pensar qué regalar.

Para los niños, y los no tantos, la ilusión de los regalos es normal. Sin embargo, a veces vemos mucha ansiedad respecto del tema, algo que la publicidad exacerba sin duda, pero también nosotros al comprar impulsivamente, o cuando utilizamos los regalos para compensar o como una amenaza para que se porten bien.

Recomendamos definir un presupuesto y ojalá no endeudarse por satisfacer demandas de los niños, que normalmente son más inducidas que algo que realmente necesiten.

Pensar cada regalo de acuerdo a lo que conocemos de nuestro hijo o hija, ahijados, padres, etc. ¡Que sea entonces una tarea para nosotros!: conocer más al otro, acercarnos más, interesarnos más por ellos. Hablar de sus gustos, de sus sueños, de lo que disfrutan, etc. No quedarse en la pregunta ¿Qué quieres para Navidad? Ir más allá y preguntar ¿por qué te gusta eso? Compartir tus deseos también, contarles sobre los regalos que recuerdas con especial cariño y por qué.

Algunos criterios para decidir qué regalar son:

Algo que tu hijo desee con especial interés, cuando ha habido una consistencia en el tiempo de algo que quiere.

Algo que tu hijo necesite. Quizás no lo ha pedido, pero tu sabes que lo va a usar y apreciará que te hayas dado cuanta de su necesidad.

Alguna experiencia (lectura, teatro, concierto, viaje, clases) Las experiencias generan memorias emocionales muy potentes y son un tesoro para cultivar las pasiones.

Algo de tí. En algunas familias se regalan cupones con vales por una salida a tomar helado, cocinar juntos, hacer un favor especial, etc.

Los niños pueden parecer muy caprichosos y demandantes en este tiempo, pero no te dejes engañar, lo que ellos buscan es conectarse más contigo. A veces tildamos a los niños de consumistas, egoístas, egocéntricos, etc. Y claro, ellos no tienen los filtros que tenemos los adultos para manejar toda la presión externa qué hay por consumir y tener el mejor juguete o regalo posible. Si hasta para uno es difícil mantenerse centrado, para ellos lo es aún más. Obvio que se entusiasman con la idea de la bicicleta nueva o el play station o la barbie no se qué, quien no. Somos nosotros los que podemos alimentar esa ansiedad y mirada más egoísta o de transformar esta celebración para que sea más que sólo recibir nuevos juguetes.

Para ello, además de elegir un regalo con empatía, pensando en el otro, acompañémoslo con gestos que lo harán especial.

Que el regalo vengan con una nota o tarjeta explicando por qué lo elegiste, o por qué esa persona, sea un hijo, hermano, amigo, es especial para ti.

Que al entregarlo le digas que le das las gracias por algo que ha hecho o por como es.

Es darse uno como parte del regalo, eso será recordado por siempre, hará el momento uno de conexión e intimidad.

Invitar a los niños a hacer también pequeños regalos. Regalar de los suyos a niños que no tienen, cocinar algo, gastar de su mesada para un dulce o chocolate, ofrecer hacer algo por el otro, preparar un show de Navidad.

La Navidad es una oportunidad para establecer ritos en la familia. Estos son importantes para dar una identidad especial a la familia, y es lo que genera sentido de pertenencia. Todo esto es fundamental para que los hijos se sientan motivados a colaborar y a participar.

Las conversaciones que vamos tendiendo con los hijos son muy relevantes para dar ese significado que queremos.

Antes de la Navidad, además de preguntarles qué quieren, podemos preguntarles qué regalo espiritual esperan, cuáles son sus sueños para el próximo año, qué se les ocurre que pueden mejorar, qué podrían hacer para regalarle algo a otros más necesitados.

Durante la celebración, ya dijimos, entregar los regalos con algún detalle, hacer un momento de oración, ir a la misa, dar las gracias por algo o a alguien, recordar a un ser querido que ya no está, salir a buscar al Viejo Pascuero, meditar frente al pesebre, etc.

Después de la celebración, jugar con ellos con sus nuevos regalos, preguntarles qué los hizo felices, qué recordarán, qué quisieran hacer diferente el próximo año, si se cumplieron o no sus expectativas, etc.

Son pequeños detalles los que hacen que la Navidad se transforme en una ocasión de unión, cariño, conexión emocional. Se necesita un poco de creatividad y voluntad para lograrlo. Si realmente creemos que los juguetes o las cosas materiales no nos hacen más o menos felices, atrevámonos a vivir una Navidad que fortalezca nuestros vínculos, algo que si es fundamental para la felicidad.

Alejandra Ibieta y Alejandra Buzeta, socias AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

 

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Mi vida como proceso, y un sentido para mi vida…

Cuando se dio cuenta de su rol como creadora de su mundo, ya no había vuelta atrás. Hasta no hace mucho tiempo, se veía (y sentía) la dueña de la verdad. Para todo tenía respuesta, frente a todo sentía sus fuerzas, nada ni nadie podía cuestionar su control sobre aquello que quisiera tener o hacer en la vida. Hacedora y líder, enfrentaba día a día los desafíos que se le presentaran. Hacedora, porque se enorgullecía de no hacerse un tiempo libre, no se permitía frenar y su agenda debía, día a día, estar colmada de actividades. Líder (o eso creía), pero dueña de un estilo autoritario, donde el otro sólo recibe órdenes, donde no hay espacios para interrogantes ni cuestionamientos, sólo búsqueda de resultados.

Así sus días, buscando hacer y tener. Necesitando reconocimiento en el afuera. Comparando, juzgando, dando, y de nuevo haciendo.

Así sus días, hasta que habló la vida.

Si ya el afuera y sus demandas no tenían sentido, ¿qué era necesario empezar a observar? ¿Qué significaría mirar hacia adentro suyo? ¿Cómo asumir el coraje de SER? ¿Cómo se iniciaría la búsqueda consciente del cambio?

Las preguntas se volvieron entonces sus guías, su rutina, sus criterios de decisión, su invitación a la inestabilidad, sus excusas para frenar. Una por día, muchas por día, infinitas, todos los días.

Aprender a convivir con la culpa fue otra gran tarea. Esta emoción aparece siempre que creemos que estamos o estaremos en falta con alguien o algo. Aparece nuestra conciencia para juzgar si hemos o no traspasado las “fronteras morales o sociales”, si actuamos o somos frente a lo que se espera de nosotros, y desde las etiquetas que nos auto-imponemos.

Esta convivencia (porque aún, cada cierto tiempo, vuelve a aparecer) la logró con el remedio de la autenticidad. Sincerarse con ella fue revelador. Cuestionarse y desaprender se volvió un hábito. Lo establecido, lo socialmente aceptado, las expectativas: el filtro de las preguntas invitaba a nuevas respuestas, a desconocidas posibilidades. Alivio y libertad, la consecuencia.

Cambió entonces el control por el fluir, la ansiedad por el futuro que nunca llegaba, ahora era la antesala de su presente cambiante. Eligió sentir, y experimentar, intentando no pensar. Aprendió sobre las ventajas de la paciencia, pero también de las sorpresas que te traen elegir a veces hacer desde el impulso. Se acercó más amigablemente a su cuerpo, eligiendo cuidarlo, en lugar de obligarse a hacerlo. Abrió espacios de conversación, y eso trajo nuevas amistades, grandes maestros, y mejoras en sus antiguas relaciones. Agradeció cada aprendizaje, y hoy abraza el error como posibilidad. Tiene una lista de actividades para experimentar por primera vez, y se siente libre cada vez que lo hace. Hoy juega más, pese a que hace rato que físicamente dejó de ser una niña. Respira y es consciente de ello, agradecida de poder hacerlo todos los días.

La vida es un proceso, sostiene y coincide ahora, y a ella se la diseña día a día. La vida, entonces, debería ser esa burbuja que nos aísla de los juicios de no posibilidad, ese espacio neutro, donde tu encuentro contigo te da todas las respuestas, esa tranquilidad que nos invita a soñar con lo imposible, y sabernos poderosos y capaces de todo lo que nos propongamos.

La vida, insiste, es un proceso. Y en ese proceso, ella aprendió a redefinir su liderazgo, que no es otra cosa que escucharse y conocerse, para desde allí transitar su misión de vida. Es ese, y no otro, el sentido de su SER.

En tu caso, ¿qué le da sentido a tu vida?

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

 

 

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La importancia de descubrir nuestro próposito

Si hay algo que podemos hacer ahora para cumplir nuestras metas del año es definir nuestro propósito. Cuando hablamos de propósito, es mucho más profundo y significativo que un objetivo, es lo que nos motiva en la vida a levantarnos, a hacer todo lo que hacemos, por otro lado la falta de propósito es la razón de muchos desaciertos en nuestra vida, es algo así cuando nos encontramos perdidas y no sabemos por qué. Muchas veces es porque justamente  hemos olvidado o bien no tenemos claro el propósito. Nuestro propósito.

Si queremos bucear en un sentido más profundo de nuestro ser, es altamente recomendable en esta época del año, hay más espacio de descanso y la posibilidad de mirarnos con mayor detención.

La literatura, estudiosos de todas las épocas y la ciencia fundamentan que el propósito es el motor que nos mueve a esencialmente mantenernos vivos, el libro “el hombre en búsqueda de sentido” del psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl, quien sobrevivió al holocausto, realizó un análisis en su tiempo de encierro y tortura en torno a sus pares que estaban en las mismas condiciones que él, y les preguntaba ¿Ustedes por qué no se suicidan? e increíblemente las respuestas iban desde “es que tengo la esperanza de volver a tocar el piano alguna vez en mi vida”, “sé que en algún lugar debe estar el amor”, “porque aún tengo sueños que cumplir”, en definitiva lo que había detrás de las respuestas de las personas que se mantenían vivas, era una motivación. De este libro nació la Logoterapia, se trata de una psicoterapia que propone que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada, y esencial para la recuperación integral del paciente.

El propósito es nuestra dimensión más profunda que existe en cada uno de nosotros donde tenemos la sensación intuitiva de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Según la Kabbalah, la sabiduría milenaria, estamos en la vida para ser feliz, y nuestro objetivo es poder completar la imperfección del mundo, desde un lugar, que es nuestro lugar, en donde podremos sentirnos realmente plenos y satisfechos, esta corriente de pensamiento afirma que venimos al mundo a aprender a compartir con otros, solamente por el hecho de compartir, si uno logra aprender a compartir sin esperar nada a cambio, el universo se ocupa de ayudarte, guiarte a encontrar tu propósito. Es así como se recomienda a personas que están por iniciar un proceso de autoconocimiento y sanación personal, hacerlo en alguna instancia en comunidad, porque es en la relación con los otros en donde se generan los procesos de crecimiento real, porque nuestra existencia sólo tiene sentido en relación con los otros, y en la dinámica del dar y recibir. Es ahí que cuando hablamos de propósito es mucho más profundo que una palabra, implica darle sentido a la vida, y como ya lo decía uno de los más grandes pensadores contemporáneos del S XIX, Friedrich Nietzsche «Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo

Nicolle Knüst

Periodista, Licenciada en Comunicaciones.

Facilitadora en Innovación Social de la Universidad de Chile

Fuente : Contenido inédito creado para m360.cl
Foto Portada extraida de  m360.cl

 

 

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«Si te va bien a ti, me va bien a mí»

Estamos viviendo una nueva era en donde, literalmente, estamos construyendo una nueva realidad. Las reglas a todo nivel se están reescribiendo, y somos justamente la nueva generación de profesionales quienes estamos redefiniendo normas, estructuras, modelos de trabajo, de negocios, maneras de cómo ganarnos la vida y de cómo vivir la vida. Y somos así también las mujeres, quienes estamos cumpliendo un rol importante en esta nueva construcción de reglas, que yo las resumo en tres:

Colaboración

Esta palabra se está cargando de simbolismo y valor, tal como lo hicieron la innovación y la sustentabilidad en sus respectivos momentos. Hoy la colaboración, desde el paradigma más moderno, se entiende por personas de la era CO: que colaboran, co-construyen, co-diseñan, co-trabajan, lo que básicamente quiere decir que hagan lo que hagan lo hacen de manera conjunta. Ya quedó en el pasado el temor de contar una idea por el miedo al plagio, o de no pedir ayuda cuando se necesita.

Hoy más que nunca, las mujeres nos hemos permitido mostrar nuestra fortalezas y debilidades a nosotras mismas y otras mujeres, con el objetivo de crecer como personas y profesionales. Somos muchas las que estamos remando para el mismo lado, y es así como las redes sociales, eventos de networking y espacios de trabajo colaborativo han permitido que las mujeres tengamos más instancias para compartir y de complementarnos, porque cuando se unen dos fuerzas que sueñan similar, la fuerza se multiplica.

Tolerancia

Me ha pasado en eventos en donde mujeres convocan a mujeres y las temáticas son en pro del emprendimiento y empoderamiento femenino, que algunas asistentes han criticado -por ejemplo- que una mujer como ellas amamante a un bebé, o que nos incomode que alguien hable mucho de sí misma como ejemplo de superación. ¡Mujeres! Para que podamos avanzar en la senda de Colaboración de una construcción de una nueva era y de una nueva realidad, necesitamos de manera imperativa ser tolerantes con la realidad de la otra, con la etapa de su vida, con el contexto o historia desde dónde nos habla. Y es en este mismo ítem en donde se hace fundamental integrar en nuestras conciencias que si no nos vinculamos desde la diversidad, probablemente siempre lleguemos al mismo lugar. Abracemos la diferencia y aprendamos de todo lo que eso nos pueda entregar a nuestras vidas.

Búsqueda de sentido

Es cada vez más común en estos tiempos el aumento de las depresiones, insatisfacciones y frustraciones que acarrea la cotidianidad y la falta de reflexión. En las últimas semanas he escuchado más de una vez cosas como: «Me siento vacía» o «Siento que algo me falta, pero no sé qué». La respuesta, después de ahondar en nosotras mismas, es que muchas veces lo que hacemos, el cómo lo hacemos o el para qué lo hacemos está carente de sentido. Lo hacemos porque sí o porque todo el mundo lo hace, pero no sabemos si es bueno para nosotras o si realmente lo queremos hacer. El permitirnos el tiempo de reflexión es la clave para encontrar sentido en TODO lo que hacemos y desde ese lugar, con sentido, la vida es mucho más próspera.

Finalmente, si logramos encontrar nuestro propósito, nuestro sentido del ser y hacer, será muy natural asociarnos, pedir ayuda y colaborar con otras mujeres, desde la tolerancia, abrazando lo diferente y complementarias que somos.

 

Nicolle Knüst

Periodista, Licenciada en Comunicaciones.

Facilitadora en Innovación Social de la Universidad de Chile

Fuente : Contenido inédito creado para m360.cl
Foto Portada extraida de  m360.cl
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