“El cuerpo grita lo que la boca calla”

Pilar Sordo ha ido ganando adeptos fuera de Chile, su país, y Uruguay no está ajeno al fenómeno, tanto en cuanto a sus presentaciones escénicas como en formato editorial. Ahora, su nuevo libro ya está a la venta en las librerías locales: se trata de Oídos sordos, en donde la mediática psicóloga aborda algunos de los entretelones de ese vivir cansado y andar siempre a contra el tiempo, asunto que desgraciadamente es familiar a muchas personas, más allá de edades, profesiones y formas de vida.

A las corridas, a veces alimentándonos mal y rápido, durmiendo poco y atrapados en la tecnología, el individuo de hoy suele pasar sus días como al borde del abismo. “Este cansancio puede convertirse en algo crónico y llevarnos a la enfermedad: jaquecas, crisis de pánico, arritmias, desórdenes hormonales y un largo etcétera de cuadros que afecta a gran parte de la población mundial”, explica la psicóloga, quien se pregunta, y pregunta al lector, qué dicen todos esos síntomas sobre la relación entre la persona y su entorno.

Partiendo de una experiencia personal, Sordo cuenta en este libro cómo ella misma hizo “oídos sordos” a su enfermedad, y revela su propio camino de sanación, cuyas claves están en escuchar las señales del cuerpo, reordenar nuestras prioridades y encontrar el silencio necesario para conectarnos con nuestro interior, para hacernos las preguntas pertinentes. En suma, el libro busca un llamado a entender la salud desde las causas –las emociones– y no sólo desde los síntomas, porque las enfermedades, finalmente, hablan más del alma que del cuerpo. “Este libro los invita a un viaje al interior, hacia la salud de verdad, hacia entender que el cuerpo grita lo que la boca calla.”

Tan psicóloga como escritora, Sordo ha cosechado mucho reconocimiento por su profesionalismo y carisma, pero más allá de eso, su obra tiene la virtud de hacer accesible al gran público asuntos que muchas veces solo manejan los profesionales de la psiquis. En sus charlas públicas, colaborando en programas de radio y televisión, como columnista en diferentes medios escritos y portales de Internet, la escritora ha ganado justa fama de mujer sensible, su supera los lugares comunes de la autoayuda para calar más hondo en los asuntos del espíritu.

Por otro lado, su perfil de militancia social ha ido de la mano de su labor creadora. Entre otros vínculos institucionales, es fundadora y directora de la Fundación Cancervida, que ayuda a pacientes con cáncer y sus familiares a transitar por la enfermedad. Por logros como ese es que ha sido elegida una de las cien mujeres líderes de Chile en 2006, 2007, 2010 y 2013. También fue destacada fuera de fronteras, con el premio Atrevidas 2010 en la Argentina, entre otros galardones. Su nuevo libro tiene 160 páginas, vale aproximadamente $ 520 y lo editó Planeta.

Diario El País de Uruguay

 

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

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Angustia antes de empezar

Algunos lo viven los domingos en la tarde, otros después de un fin de semana largo y el resto lo vivirá al regresar de vacaciones.

Se experimenta como una parálisis, angustia, panza apretada y la sensación de que hay mucho que hacer pero no se hace nada. Esta sensación aumenta en la medida que anochece o se acerca la fecha de empezar otra vez con la rutina.

Es muy frecuente los domingos para muchos o para los cambios de rutina y quizás para los países donde Marzo parece ser el verdadero inicio del año, sea uno de los síntomas o sensaciones más frecuentes escuchadas por la gente.

Es como sentir que se nos viene todo encima y que no sabemos por dónde empezar, sólo la cabeza funciona a mil y el cuerpo es incapaz de moverse y en la medida que aumentan las horas esta sensación de parálisis aumenta siendo para algunas personas un momento en el que casi habría que tomar un medicamento para calmar esa sensación tan desagradable.

Parece que lo que ayuda, es obligarse a ordenar, hacer una lista de todo lo que se hará, ya sea al otro día, o al inicio de esa nueva etapa pero para nada quedarse quieto o quieta; eso sólo aumentará la angustia.

Planificar, ordenar desde los placar, o closet, o lo que se quiera, pero que implique movimiento. La quietud es lo peor.

En los países como el mío donde a finales de Febrero se terminan para muchos las vacaciones, se le podría llamar a esto stress post vacaciones, ya que se experimenta para muchos y muchas la sensación de agobio por todo lo que hay que enfrentar en ese inicio de año virtual pero real que comienza en Marzo.

Que cambien las etapas es maravilloso, es señal de que avanzamos. Que se acaben las vacaciones para los que las pudieron tener también es un regalo . Significa volver a empezar a sentir que uno aporta a este mundo desde su lugar y que además ese trabajo es el que además de disfrutarlo como debiera ser siempre es el que nos permitirá continuar cumpliendo sueños, incluso planificando futuros descansos.

Marzo, un lunes, un regreso de un fin de semana largo, no son el problema, el problema parece ser cómo lo enfrentamos y planificamos para comenzar livianos del alma lo que haya que comenzar.

Este verano particularmente, mezcle descanso y trabajo y la angustia de comenzar la enfrenté moviéndome; ordenando closet, eliminando cosas , dejando mas livianos los espacios, limpiando y haciendo listas para no empezar con pendientes que yo pueda controlar. Hay muchos que no se controlan y esos me tendrán que sorprender en la medida que avance el mes que esta pronto a comenzar.

Puede que no esté regresando de vacaciones, que esta angustia la viva los domingos, por el ingreso a clases, por volver a asumir responsabilidades, etc; sea por lo que sea, respete esa sensación, tratemos de sentirla como una información sobre lo que hay que hacer pero por sobre todo una invitación hacia el movimiento y por qué no decirlo a seguir creciendo, a enfrentar la vida con todo lo que nos tenga que traer.

Muévanse, anoten, hagan listas pero saquen la información de sus cabezas , asi podremos conectarnos con el presente y dejar de anticipar el futuro que parece siempre hacerse desde la angustia. La pregunta “¿dónde estoy y que estoy haciendo?, es un buen ejercicio para que estos síntomas disminuyan.

Es maravilloso, recomenzar, sólo hagámoslo bien.

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

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Agradecer y quejarse

En unos talleres que he realizado este último tiempo, empecé a trabajar estos dos conceptos, preguntándoles a personas de diferentes edades y condiciones que palabra practicaban más durante el día.
Me quede impresionada cuando descubrí que el 90% de las personas decían que agradecían muy poco pero que sí se quejaban todo el día. Algunos mencionaban que eran conscientes de que tenían cosas para agradecer todos los días pero no lo explicitaban nunca o casi nunca en términos verbales.
Al preguntar porque no agradecían, la gran mayoría respondía que sentían que su día había sido “común y corriente” y que por lo tanto no encontraban cosas que agradecer. Al mencionarles yo, cosas que vivimos todos los días, cómo haber comido algo que nos gusta, haber estado con alguien que queremos y que nos quiere, el habernos duchado con agua tibia, poder mirar el cielo o las estrellas por la noche, muchos mencionaban que esas cosas eran obvias y que no se les había ocurrido que tenían que agradecerlas.
Algo nos pasa con lo simple, que no es tan simple y que parece que no estamos viendo. Se nos olvida por ejemplo que más de la mitad del planeta no tiene hoy agua caliente para bañarse y que hay demasiada gente que se muere de hambre.
Con respecto a la queja, la gente manifestaba reconocer que era frecuente en el día sentir rabia y no saber mucho por qué. Que la queja tenía o tiene al parecer, un refuerzo social que nos hace sentirnos menos solos frente a los abusos o las tremendas injusticias sociales. Pero además la queja tiene que ver según me decían con la dificultad creciente de no ver lo positivo, con la disminución de la capacidad de observación con una mirada que vaya más allá de lo inmediato y podamos analizar las cosas para “darles una vuelta”, que nos centre más en los aprendizajes que en la permanente mirada de lo que falta en vez de mirar un porqué o donde hay una oportunidad por mas escondida que se encuentre.
Parece mucho más simple prejuzgar que preguntar, para desde ahí hacer un análisis de lo que está ocurriendo.
Quiero invitarlos a realizar el ejercicio de registrar en forma natural y como simples observadores cuanto se quejan y cuanto agradecen en un día. Al día siguiente intenten voluntariamente proponerse agradecer todo o casi todo lo que viven y registren cómo se sienten.
Es muy fuerte lo que descubrirán y si no es así, podrán enseñarles a otros a agradecer como lo hacen ustedes y tendremos el regalo de mirar el día desde la abundancia aunque sea poca y no sólo desde las carencias permanentes.
A todos nos faltan cosas, y menos mal que es así porque la abundancia total nos estacionaria y nos haría muy mal al alma y la vida sería a lo menos muy aburrida. Parece ser que la diferencia está en lo que miramos y cómo analizamos eso que vemos.
Buena suerte!

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Años buenos, años malos

En estos días es muy frecuente escuchar de diferentes personas, frases como “quiero que se termine el año”, “ este ha sido un año intenso”, “ ha sido un año de “ mierda””, “ este ha sido un buen año”, “ no me di cuenta cómo pasó”, etc. Todos empezamos a tomar conciencia de que se nos acabo este nuevo año de vida y estamos además con una sensación de agotamiento que esperamos renovar lo antes posible.

A lo largo de mi vida he ido aprendiendo que no hay años malos, y tampoco buenos. He ido aprendiendo que hay años donde hay más que agradecer y otros donde hubo más que aprender.

En general uno espera tener años donde siempre pasen cosas buenas y todo lo que hagamos se resuelva rápido. Sin embargo eso no ocurre nunca. Los años, independiente de lo que diga el tarot y otras formas de conocimiento, traen de todo.

Seguramente este año, tuvimos pérdidas, dificultades económicas, dificultades familiares, alomejor de pareja, con los hijos, en el trabajo, etc y también muchas, muchísimas alegrías que nos hicieron sentir que la vida tiene sentido y que al final las cosas más importantes son aquellas que no tienen valor económico y paradójicamente son aquellas a las que mas tiempo les dedicamos.

Una señora en un taller el otro día me decía que había aprendido a agradecer todo lo que el año le trajo, que aprendió a no quejarse y encontrar que todo tiene un significado y que el trabajo en el año es sólo descubrir cuál es.

Me pareció tan sabia, que me empecé a preguntarme por lo que me ha tocado vivir a mi durante el 2015. En realidad fue un año intenso, de mucho movimiento interior, con muchos dolores y también con muchas alegrías. Tendría que decir que fue un año redondo, aprendí mucho, viví intensamente y batalle con mis inconsecuencias y peleas internas con cierto éxito.

Los desafíos para el próximo año son enormes, seguir aprendiendo de todo lo que la vida nos coloca y tener la capacidad de agradecer lo bueno, ser capaces de mirarlo todos los días y también entender que lo malo que llegue, sirva para aprender lo que cada uno de nosotros tenga que aprender.

Claves para eso, parecen ser alejarse de todo lo que nos quite o nos chupe nuestra energía positiva, tener sentido del humor, ser agradecidos y tomar la actitud, difícil de obtener, de encontrar la señal o el mensaje que cada cosa que nos pase tenga un aprendizaje o un regalo escondido.

Al final parece que no hay años malos, sólo años con muchos o pocos aprendizajes. Parece curioso que han sido muy malos para nosotros en la perspectiva del tiempo, son los años que siempre recordamos y que muchas veces mas agradecemos.

Al terminar este año, quiero agradecer ese cariño incondicional que les hace leer mis columnas con tanto cariño. Darles las gracias por seguir y a veces acompañar mis investigaciones y también mi vida personal.

Desde mi pequeñez he intentado colocar temas que desde la simpleza nos hagan ver aquello que justamente por lo simple no vemos.

Para el 2016 sólo les deseo sabiduría, esa que nos permita reconocer y ver lo bueno y aprender a descubrir los mensajes de lo malo que nos toque vivir. Con eso todo lo que vaya a llegar a nuestras vidas nos permitirá crecer un poquito más y ser mejores personas.

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

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Conciencia de Muerte

El atentado a Francia hace algunas semanas, horrible y espantoso, nos hace preguntarnos en qué mundo vivimos hoy y que hace que estas cosas sucedan en un mundo donde se supone caminamos hacia otro lado.

Seguramente las explicaciones tienen que ver con las estructuras de poder que quedan muy lejos de mi conocimiento y que me aterroriza solo pensar en las redes que pueden estar ocultas en su explicación.

No debiéramos ver esto como algo lejano sino que independiente de la globalización todos somos afectados por estas situaciones y basta con mirar los tres chilenos que partieron en este acto y que sus familias tendrán que aprender a caminar con ese nuevo dolor en sus vidas, un abrazo para ellos y ellas. A cualquiera le puede pasar algo así en los tiempos que corren.

Sumemos a esto, todos los cambios climáticos y todos los problemas que la naturaleza nos ha traído, llevándose a muchos seres humanos este último tiempo, donde obviamente todos somos responsables de aquello al maltratar un planeta que en pos del mal llamado desarrollo económico no hemos sabido cuidar.

La corrupción y la posibilidad de conocerla públicamente y la sensación de desconfianza generalizada nos llevan a una sensación emocional de una fragilidad que hoy es compartida por mucha gente.

Esa sensación de fragilidad se está convirtiendo en algo compartido por mucha gente y que nos coloca frente a un tema que debiera ser muy asumido por todos: el tema de la fragilidad de la vida y por lo tanto de la muerte.

La vida es una enfermedad terminal y seguramente si tuviéramos conciencia de aquello seriamos seguramente mejores personas y cuidaríamos mejor el presente, lo gozaríamos más, nos amaríamos más y seriamos más agradecidos.

Muy poco de lo que acabo de mencionar lo podemos controlar los ciudadanos como nosotros que no nos movemos en las estructuras de poder, pero si tenemos el deber de usar nuestro mínimo o máximo espacio de elección para aportar todos los días a que este mundo sea un lugar mejor para vivir.

Creo que dada la vulnerabilidad manifiesta del mundo hoy en la que la globalización aporta y suma en agudizar el miedo, estamos invitados a desarrollar la oportunidad de aprender a disfrutar del presente, a amar y decir que amamos todos los días y poder agradecer desde el estar vivos hasta las cosas simples de lo cotidiano.

Quien tiene conciencia de muerte, aprendió a disfrutar de la vida, y siempre esta medianamente lista o listo para la partida.

Andar ligero de equipaje y con la sensación de poco peso en el corazón para estar siempre preparados para la única certeza que tenemos: nos vamos a morir todos y no sabemos cómo ni dónde. Debemos estar preparados viviendo bien la vida hoy y creo que estamos muy lejos de aquello.

Conversábamos con unos amigos que quienes despertamos al día siguiente de lo de Francia, debiéramos haber abierto un vino para celebrar la vida.

Esto no excusa asumir nuestros dolores, no existe el ser humano sin problemas y hay que aprender a disfrutar del presente CON ellos y no esperar a que pasen para desarrollarla, esto no ocurrirá jamás.

Me parece imperioso e importante desarrollar conciencia de muerte, me parece fundamental empezar cotidianamente a disfrutar y agradecer la vida.

 

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

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Mi querida amiga soledad

En algún momento de la vida, todos nos vemos obligados a conocer a esta compañera de viaje llamada Soledad. Con nombre de mujer y casi con significado de dulzura, ella llega a nuestras vidas y nos hace sentir muy tristes y con una sensación de vacío pocas veces repetidas en otros contextos.

Sin embargo parece que nos cuesta entender que “ella”, es parte inherente de nuestras vidas, nacemos solos y seguramente moriremos en la misma condición, pero lo que sí es seguro es que todas nuestras decisiones serán tomadas desde la profundidad de nuestro ser donde los referentes externos sólo ayudan pero el enfrentamiento es privado y solitario.

Llama mucho la atención que haya tanta gente a la que le angustie estar solo(a) y sientan que se les acaba el mundo si no se sienten acompañados. Llama la atención porque seguramente debe ser unos de los aprendizajes obligados de todo ser humano.

Nosotros debiéramos aprender a relacionarnos con nosotros mismos casi antes de llegar al contacto con el otro. Debiéramos aprender a reírnos con nosotros mismos, a reconciliarnos, a entretenernos, a perdonarnos y a retarnos cuando hacemos algo mal.

Tenemos que aprender a relacionarnos con otro yo dentro y desde ahí aprender a salir hacia afuera mas construidos y con las cosas mas claras.

Difícilmente vamos a relacionarnos bien con otros sino hemos aprendido primero una relación profunda, amorosa y dialogante con nosotros mismos.

Esta amiga soledad, es inseparable, siempre esta ahí al acecho mostrándonos todos los beneficios que tiene llevarnos bien con ella.

Ella nos lleva al autoconocimiento, al silencio, a la placidez del solo estar con nosotros como si estuviéramos con nuestro mejor amigo o amiga y desde ahí poder disfrutar de sus aprendizajes.

El miedo a la soledad, en el fondo tiene que ver con el miedo a nosotros mismos, a ese mundo interior que no por no conocerlo nos asusta y porque además socialmente todo parece construido para estar de a dos o demás donde hasta las mesas de los restaurantes nos hacen sentir que falta alguien si vamos solos a un lugar al mirar esa silla que queda vacía.

Invitar a la soledad a nuestra vida aun estando acompañados parece justo y necesario. El aprender a relacionarnos con nuestra pareja interna es la clave para conseguir la armonía y para eso habría que buscar el silencio, dejar de lado la tecnología que nos produce la ilusión de estar acompañados pero que al final del día no es asi y empezar a caminar por el camino de preguntarnos que nos gusta hacer, con que disfrutamos y de que forma podemos reforzar todas las reflexiones que nos lleven a dejar de temerle y por otro lado nos lleve a disfrutarla como un regalo y como una oportunidad de crecimiento.

Bienvenida Soledad, compañera inevitable y maravillosa que nos invitas a un camino de crecimiento que desde ahí salimos en la búsqueda del otro, no para que nos complete, sino que para compartir el camino de la vida.

 

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

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Tres preguntas sin sentido

Todos los padres decimos sin mucha autoevaluación que nos preocupamos por nuestros hijos y que sabemos cómo les va en lo cotidiano.

Sin embargo, me he encontrado en todos los países del mundo hispano los que recorro con frecuencia, que todos los días los padres hacemos tres preguntas a los niños y adolescentes que cuando uno las analiza carecen de todo sentido. Estas tres preguntas son:

¿Cómo te fue?, frente a lo que los niños la mayoría de las veces contestan “ bien”

¿Qué hicieron?, frente a lo que contestan “ nada”

¿Tienen que estudiar o algo para mañana?, frente a lo que responden “ No”

Lo que es interesante reflexionar es que los padres sabemos que nos contestarán eso y sin embargo no dejamos de hacerlas. Es como si sintiéramos que nos preocupamos por ellos al hacerlo pero al mismo tiempo sabemos que no sabremos nada nuevo y mucho menos nada profundo.

Además todas esas preguntas están en el fondo orientadas al rendimiento y a la evaluación y no a la globalidad de la experiencia educativa cotidiana de los niños.

Sería tan distinto que cuando llegarán, nos diéramos el tiempo de preguntarles cosas cómo ¿dime tres cosas buenas que te hayan pasado hoy y yo también te contare tres buenas mías?, y sabes qué ¿dime tres cosas malas que te hayan pasado y yo también te contaré y buscare tres malas?

La experiencia de haber realizado este ejercicio en los talleres, me ha podido demostrar que si bien en un inicio los niños rechazan las preguntas porque no están acostumbrados, después de un tiempo gozan la conversación y sobre todo se les entrena a reflexionar sobre sí mismos, en un mundo centrado absolutamente hacia afuera.

Este tipo de preguntas genera que el centro del día, de niños y de adultos, en la experiencia del día y no sólo en el rendimiento y en la productividad.

Sinceramente parece que hacemos las tres preguntas como para chequear rápido lo realizado pero no necesariamente porque nos importa demasiado lo que hayan vivido. Si hiciéramos la alternativa que propongo sabríamos antes de los hechos de bulling , probablemente , y seguramente muchos otros antecedentes de la vida de ellos.

El conocer a nuestros hijos va más allá de estas tres preguntas y tiene que ver con desarrollar la habilidad para mirarse desde adentro y junto con eso poder explorar en su mundo emocional para que desde pequeños puedan tomar contacto con sus emociones.

Quiero invitarlos (as) a practicar este ejercicio y a darse cuenta desde el corazón lo que ocurre en ellos y en ustedes al realizar la experiencia. Se darán cuenta que la comunicación toma otro color y se profundiza desde un lugar distinto donde sabrán cosas de sus niños que con las tres preguntas inútiles jamás pudiéramos obtener.

 

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

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Que tengas un buen día

Todos afortunadamente, tendemos a darnos buenos deseos frente a un día, como si este fuera un desafío por el cual hay que atravesar.

Desde ahí los buenos deseos, nos llenan de buena energía y nos ayudan a tener buen ánimo frente a lo que éste dia nos puede traer dentro de los misterios de la vida.

Sin embargo este deseo no es igual en todos los países, y tampoco tiene el mismo sentido y tal vez tampoco tiene la misma profundidad.

Para algunos, como Chile, Argentina y otros, la costumbre es decir “que tengas buen día”, y cuando se analiza el sentido de esa frase, se puede concluir que su profundidad está enfocada en el rendimiento y en los resultados de esa jornada, que no hayan problemas ni obstáculos en el camino.

En cambio Colombia y algunos otros centroamericanos, dicen que “tengas un feliz día”. Lo primero que quiero que noten al decir esta frase es lo que les pasa en la musculatura del rostro cuando lo dicen. Cuando uno dice “ que tengas un buen día” no hay grandes cambios en el rostro, sin embargo cuando uno dice “ que tengas feliz día”, estamos obligados a sonreír, nuestra musculatura sola se mueve hacia una sonrisa y desde ahí motivamos al otro casi en el 100% de los casos a imitar nuestra sonrisa . Es maravilloso sentir que se mueve una red social a través de la sonrisa independiente de los problemas que todas sociedades y personas pueden tener.

Lo otro que es distinto es el sentido de esa frase, al decir feliz día, estamos enfocados en el disfrute, no solo en el rendimiento. Esta enfocado en el pasarlo bien además del rendimiento. Tiene que ver con que todo lo que se haga en el día produzca y lleve a una sonrisa y eso cambia la dinámica completa de nuestra programación mental para enfrentar todo incluida las dificultades.

Los quiero invitar a cambiar el buen día , por el feliz día y vean lo que pasa.

Se darán cuenta que hay una energía distinta, se sentirán raras o raros al hacerlo y sobretodo se darán cuenta de la reacción de otros que quedaran sorprendidos de esta nueva forma. Es como si el inconsciente se diera cuenta que el sentido del deseo va por otro lado y no sólo hacia el rendimiento.

Es lo mismo que cuando preguntamos a los niños ¿cómo te fue en el colegio?, en el fondo estamos preguntando por el rendimiento y si a eso le agregamos las tres clásicas que hacemos todos los días: ¿cómo te fue?, bien; ¿ Que hicieron?, nada; ¿tienen que estudiar?, no; es muy complicado pensar que se puede llegar al corazón de nuestros hijos.

Quizás por esto les cuesta tanto cuando sufren bulling, tal vez si les preguntáramos “dime tres cosas buenas y tres malas que te han pasado hoy y yo te contaré tres mías “, entonces sería distinto todo en la relación con ellos, habría mas conversación y mas profundidad en de verdad saber lo que pasa en la vida de ellos en la profundidad y no solo en chequear rápidamente somo supuestamente están.

Están todos invitados a practicar decir Feliz Dia y a hacer otras preguntas a los niños. Se darán cuenta que cómo con estas prácticas se mueven muchas cosas dentro y fuera de nosotros. Tal vez nos pueden ayudar a vivir de mejor forma los momentos de dolor que todos vivimos.

 

Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

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Acompañada pero sola

Es bien sabido que las mujeres estamos más preparadas y de mejor forma para estar solas que los hombres.

Toda la vida hemos retenido afectos y nuestras redes y el amor por los detalles generan que nuestro paso por la soledad no sea tan difícil como lo es para los hombres. Es por esto que cuesta encontrar hombres realmente solos que no tengan por ahí alguna compañía aunque sea esporádica.

Sin embargo hay una soledad que es muy difícil de procesar y que tiene que ver con la soledad de estar acompañada o acompañado. Esa soledad que siente al tener al otro al lado y no tener tema ni miradas en común y donde la comunicación y los proyectos funcionan como en paralelo y no en conjunto.

En la calle el otro día me paro una señora para preguntarme porque aún cuando estaba acompañada, me refiero a pareja, ella se sentía tan sola.

Esto me hizo pensar primero en muchas veces en las que yo me he sentido así y claramente es una sensación muy desagradable y hasta cierto punto difícil de codificar.

Primero creo, y ese ha sido por lo menos mi trabajo con el tema, que nos cuesta mucho asumir que somos seres solos y que los otros no tienen la responsabilidad de hacernos felices y de completarnos lo que nosotros, hemos sido incapaces de hacerlo por nosotros mismos. El apego tan característico del occidente nos genera más sufrimiento del necesario.

Por otro lado, parece ser que en más frecuencia las mujeres que los hombres necesitamos estar “conectados” emocionalmente con el otro, para no sentir esa dolorosa sensación de estar con otro y ser transparente o aunque hablemos, no se hace desde lo importante sino sólo desde lo cotidiano.

Creo que esta sensación primero hay que revisarla dentro de nosotros mismos, es un tema de expectativas, de cómo yo , dentro de mí, me invento la sensación de cómo debiera ser mi pareja. La otra pregunta, es si tengo asumido que la responsabilidad de ser feliz es mía y es una decisión, el otro viene a compartirla, pero yo tampoco me puedo hacer responsable de la de él.

Si ambas respuestas están resueltas afirmativamente, entonces lo que queda es una conversación con el otro o con la otra, ojalá fuera de la casa donde se manifieste esa sensación desde mi y no criticando al otro y responsabilizándolo de mi conflicto. Es más como invitar a la reflexión sobre un tema naturalmente humano y no enfrentarlo como una discusión de pareja.

La señora que me lo preguntó, lo hizo y le resultó, yo a veces no he tenido el mismo resultado pero creo que asertivamente es la forma más honesta de resolverlo. En todo caso, esto es un camino de vida y no algo que se cierra en algún minuto. Dependiendo de la etapa de vida se vuelve a presentar porque las necesidades cambian con los años.

Es muy importante que aprendamos a pedir lo que necesitamos, y sobre todo, aprendamos a escucharnos, para detectar aquellas necesidades que con la rapidez de la vida a veces no somos capaces de ver.

Estar solos o solas estando acompañados nos puede llevar a rupturas y a desencantos que se evitarían si habláramos cuando fuese necesario, es un factor a tomar en cuenta.

Tenemos la obligación de hacernos amigos de la soledad y de compartirla con los demás, si lo logramos estaremos ganando una batalla de la vida, de esas que tienen que ver con nosotros mismos.

 

Extraído de www.pilarsordo.cl

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