De la fogata al comedor: ¿cuándo fue que se cayeron los niños de la mesa?

No sólo los alimentos nutren, lo que rodea a este rito es, sin duda, mucho más importante que 120 gramos de carne, 3 hojas de acelga, un cubito de zapallo y 1/2 zanahoria.

La «comida» es lo que hizo al hombre primitivo hacer grupos, unir fuerzas, para salir a cazar, para protegerse. A medida que dejamos de ser nómades, nos fuimos apoyando unos a otros para cultivar la tierra, y fueron esos cultivos, los que nos hicieron quedarnos en un sólo lugar, junto a los vegetales los hombres también echamos raíces en un sólo terruño.

Por las tardes, reunidos en torno al fuego protector, cada grupo, cada familia, no sólo ha consumido los alimentos desde que el «hombre es hombre» sino que también ha sido en torno a ese calor que los hombres han compartido sus historias, anécdotas del día, consejos y sabe uno cuánto más.

¿Desde qué momento comenzamos a dejar fuera a los más pequeños de la tribu? ¿cuándo fue que los niños se nos cayeron de la mesa? creo saber que todo parte con nuestro ritmo de vida acelerado, con madres que muchas veces crían solas, o/y padres que trabajan de lunes a sábado, donde darle de comer a los niños es un trámite más. Ojalá sea bien temprano, para dejarlos en la cama, bien dormidos, y así los grandes «puedan disfrutar» de una rica comida. Sin niños, ellos molestan.

En tanto, para que traguen rápido, las madres o padres (algunas mamás ya ni saben cómo se cocina. han muerto sin llegar a ellas, las recetas de sus abuelas) hacen papillas molidas no con la receta del chef sino que con la «receta» del pediatra (anotada cual medicamento), y preparan una olla inmensa de ese molido. Y la adorada guagua de la casa, almuerza y come LO MISMO, día tras día, por una semana entera. Si varias se ponen del color de ese zapallo que comen una y otra vez ¿suena fuerte cuando lo decimos así no? pues sucede en muchas casas.

La reflexión es la siguiente, si la sociedad tiende a cortar, sacar, todo aquello que entrega placer, y esto se lo hace sobre todo a los más desvalidos, que son los niños (luego venimos las mujeres). Está en nuestras manos el tratarlos con respeto en todos los aspectos, depende de nosotras las madres escribir una historia distintas para nuestros hijos e hijas, donde se nutran desde el primer instante de nuestros pechos y luego de «papillas» o «enteros» cocinados con amor y RESPETO. Elaboraciones de aromas y sabores que los introduzcan al placer que es comer, a la diversidad de nutrientes que hay tras cada verdura en sus variedades de colores. Si de mayores queremos que se alimenten bien, que prefieran alimentos saludables, hay que partir bien desde el principio.

Dejemos la esclavitud de la vida moderna, que nos condena a falta de tiempo y mucha instantaneidad, y junto a ricas comidas preparadas por manos amorosas demos esos alimentos en la mesa. Con el resto de la familia. Que sean parte desde el primer día de la tribu, aprenderán a escuchar el cuento repetido de la abuela, sabrán comportarse y tendrán muchos «modales» a largo plazo, que se les irán integrando por osmosis.

Algunos datos que te motivarán a poner un puesto más en la mesa:

(Beneficios de comer juntos)

– Los niños se sienten aceptados por su familia y tienden menos a buscar la aprobación en grupos u otros adultos

-Escuchar a los adultos expone a los niños a escuchar nuevas palabras, esto mejora su vocabulario y los ayuda a leer mejor.

-Los niños cuentan con tiempo de sus padres y se sienten queridos, protegidos y seguros.

– las comidas positivas en familia ayudan a sus miembros a conocerse y crean sentido de pertenencia.

– Los niños echan raíces de por vida al experimentar los valores y tradiciones de su familia.

-Los adolescentes tienden menos a desarrollar trastornos alimenticios como anorexia y bulimia.

 

Daniela Parra

@daniparraperiodista en Facebook

www.themommy.cl

 

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