El día del parto: pequeña crónica de una jornada alucinante

Un verdadero tagadá personal en donde el dolor, la ansiedad, el miedo, la risa, el enojo y el amor tienen cupos asegurados.

He aportado cuatro seres humanos a este planeta. Broche de oro que, de alguna manera, me da la categoría de candidata a doctorado en partos. Porque de afuera se puede ver muy obvio y natural tener guaguas. De hecho lo es. Pero también es uno de los días más cinematográficos que una mujer puede vivir. Un verdadero tagadá personal en donde el dolor, la ansiedad, el miedo, la risa, el enojo y el amor tienen cupos asegurados. En los partos, casi todo es igual y nada se repite. Son verdaderos viajes, de mil escalas, pero con un destino al que vale mucho la pena llegar.

¿Cómo son las famosas contracciones?

Creo que el primer miedo de la mamá primeriza, es no sentir las contracciones y despertarse con la guagua durmiendo en la cuna.No saber cuándo ES el momento. Entonces, las que somos obsesivas, comenzamos preguntando acerca de cómo son estos famosos movimientos a todo ser pensante que se nos cruce por el frente. Al doctor, la matrona, las amigas, las hermanas, la vecina, la jefa, la peluquera, nos metemos a www.contracciones.cl, armamos un grupo de watsap si es necesario, pero la MISIÓN es detectar sí o sí cuando la criatura pretende aterrizar en el mundo.

Y cómo dicen los que saben: “si no te deja dormir, eso ES una contracción”. Así es que tranquilas mamás debutantes, eso de que la naturaleza es sabia es un cliché profundamente verdadero.

Dignidad hasta el fin

Otro punto que nos preocupa de sobremanera y que hay que ser honestas en asumir, es que el famoso día nos pille dignas. Con esto básicamente quiero decir bien depiladas. Por eso estamos desde la semana 38 de gestación casi que pidiendo un crédito de consumo por los gastos en cera en los que incurrimos, ya que si es necesario habrá que “podarse” día por medio para evitar que las enfermeras no llamen entre ellas la “Mamita Chewbacca”. Porque una de las certezas que tengo en la vida, es que antes muerta que sencilla. Y más en ese día tan rodeado de flashes, fotos en Facebook, visitas de cortesía y retención de líquido.

Ese pobre hombre llamado: PAREJA 

Ese día la relación con el marido -o el status que tenga el padre de la criatura- también es toda una ruleta rusa. El pobre hombre, que harto aportó al proceso de gestación también, se puede transformar en un verdadero puching ball humano.

Hay tantos momentos poco honrosos en el camino hacia la maternidad, que en más de alguna oportunidad, rayos fluorescentes saldrán directamente dirigidos hacia el padre de la guagua como queriendo decirle “Acá estoy yo con 12 kilos encima, gritando más que fanática de Alborán, caminando con menos agilidad que mi abuela y siendo más investigada que político en campaña electoral, mientras tú estás sentado sacándote selfies con el cartel de Maternidad de fondo para mandársela a tus amigos de la pichanga de los lunes”. Pobre hombre no puede hacer nada más, pero el sentimiento de ira que la parturientas sentimos es así. Injusto, pero real.

¿Es tan grande la aguja?

Hay una palabra clave en este día si el parto es normal. Repitan conmigo fuerte y claro: EPIDURAL.

Esa palabra que nos produce más terror que un reto de la Evelyn, un karaoke con la Javiera Mena o encontrarse con Pampita enojada celular en mano, es sin duda uno de los grandes temas que tenemos que enfrentar ese día.

La epidural y su longitud es un verdadero tema para quienes hemos estado próximas a dar a luz. El sólo hecho de pensar que una mega aguja te atravesará la espalda y rezar por el pulso del anestesista, es una imagen mental obligatoria en los días previos. Te pones en posición fetal, tiritando de miedo, doblándote como jamás pensaste que un músculo tuyo lo podría hacer y ahí ves a tu pareja, transpirando helado, con la presión baja, sin color facial, tratando de ser convincente (no lográndolo obviamente) y diciéndote: “Es súper piola, nada de que asustarse”

“SI, OH” te dices a ti misma.. “Y yo soy la Charlize Theron después de 10 parrilladas diarias”.

Gracias por tu apoyo, mi amor.

“Cuando nace todo se te olvida y eres feliz”

Esta frase me la repitieron mucho antes de ser mamá por primera vez y ¿la verdad? LA COMPARTO CERO. He tenido todo tipos de partos, algunos más acontecidos que otros, cesáreas, “normales”, con fórceps, inducidos y en todos los he pasado bacán. Después que el anestesista hace esa magia de parar el dolor (por la cual lo amaré por siempre hasta el universo candado punto final), comienzo a disfrutar de esa vorágine emocional que es traer a un hijo al mundo.

Pero cuando recién han nacido, nada se me ha olvidado. Los puntos y cicatrices se han mantenido ahí, el agotamiento, la sensación de haber corrido el iron man con taco alto, no se esfuman por verle la cara a ese personaje que amarás con toda la fuerza que alguien pueda imaginar.

Para mí, el goce real viene la primera noche juntos, cuando en el silencio de la noche, empiezas a conocer, oler y sentir a ese pequeño milagro que tantos desafíos y alegrías te pondrá en la vida. Porque ojalá que me acerque al menos a la tremenda frase que algún día dijo Platón: «Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de que son capaces”. Está piola la meta, pero nadie puede negar que ante todo, es angustiantemente fascinante.

¿Eres madre? ¿Qué experiencias recuerdas tú?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

Post a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

*