Esto no se vende

Durante una discusión televisada años atrás en Estados Unidos una mujer, cansada de los argumentos del en aquel entonces candidato presidencial Ronald Reagan, le dijo, usted conoce el precio de todas las cosas pero no sabe el valor de ninguna de ellas. Lo mismo podemos decir aquí en Chile sobre una larga lista de personas con puestos de autoridad, alta y media, pasada y presente.  De hecho, hemos tenido toda una moda que ha durado varias décadas. Pero hay signos de esperanza.

 

Porque reprimir o posponer el valor – que uno siente que tiene algo – hace mal para la salud, todos lo sabemos. Reprimir este sentido de valor, imponer una idea, un concepto, sobre algo que es valioso para el corazón, frena la vitalidad, la hace replegarse, bloquearse, y esto lleva a una larga serie de disfunciones y síntomas. Refrenar a veces aquí o allá este anhelo, esta ambición, es parte de un vivir sano, flexible, criterioso y equilibrado, pero estar sujeto a una continua imposición, a una permanente demanda que lo propio no vale, es otra cosa. Las personas nos enfermamos por aplastar nuestra asertividad, la validez de lo propio.

 

Hace poco supe de una persona lo siguiente. Es dueño de un terreno de unas tantas hectáreas que ha sabido trabajar durante más de 50 años para resaltar la belleza de su naturaleza y para compartir la vivencia de esta belleza con el público. Se le ocurrió recientemente vender el terreno para retirarse a descansar, y le ofrecieron una cantidad enorme de dinero, algo así como mil millones de pesos, suficiente como para vivir muchísimos años (¿una vida entera?) sin problemas. Pero retiró la iniciativa. Pensó ¿qué hago con ese dinero, fuera de estresarme? Mejor me quedo con esta «tierra bendita» y se la dejo de herencia a mis hijos y a mis nietos. En el lenguaje de la mujer citada arriba comparó precio y valor de su propiedad, y tomó una decisión a favor de su valor.

 

Una seña de entereza, de asertividad, y de independencia contra la presión, contra la moda imperante hoy en día. Una decisión que abre el pecho, que invita a vivir y a compartir. Ya nada más bello, ya nada más sano.

 

Esta semana asiste de nuevo a una sesión de consultoría conmigo una mujer joven, fotógrafa, intérprete de música clásica, escritora. Está buscando su camino. Como a muchas personas dotadas de más sensibilidad, inteligencia y profundidad que la mayoría, este buscar el propio camino puede resultar a veces difícil. En un momento dado de la conversación pensé que era oportuno contarle de esta persona que terminó no vendiendo su terreno.

 

Una vez que finalicé el relato pasó algo en su intimidad, según pude intuir, algún compromiso consigo misma, una reflexión, no sé. Parpadeó, respiró, se inclinó hacia adelante, y con voz un poco ronca, dijo – como para sí misma – esto no se vende.

 

Sí, le contesté lentamente, como un eco, esto no se vende.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

 

 

 

 

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Nuestra materia pendiente: Manejar la rabia

Desde nuestra tierna infancia hemos sido víctimas de represiones de nuestros padres y círculo social cuando esta emoción sale a flote. Es importante resaltar que mientras vamos adquiriendo más responsabilidades es aún mayor la represión emocional a la que estamos sometidos y más nuestra necesidad de expresarla. En esta ocasión vamos a trabajarla con franqueza: ¿Manejar la rabia es posible?.

Antes que nada debemos definirla con precisión, la rabia es una emoción incontrolable que proviene de una sensación que se denomina angustia, dicha angustia es debido a que los eventos que ocurren fuera de nosotros (realidad) afectan nuestro equilibro (emocional, social, psicológico, religioso, etc.) al sentir que todo se mueve dentro, Vamos a buscar volver el equilibrio, algunas personas utilizan otros camino pero en esta ocasión vamos a describir a quienes usan la rabia.

Entonces la rabia viene a nosotros a poner “orden” a lo ocurrido, el problema radica cuando esa expresión al no ser trabajada con asertividad en ningún momento de nuestra vida somos presos de expresarla de una forma que en nada equilibra nuestras emociones y la situación lejos de encontrar un norte se pierde en el mar de las excusas, búsqueda de culpables o creando rencores y odios que no contribuyen a solucionar el problema sino que lo complican.

Se hace necesario entonces reflexionar con franqueza sobre el papel que tiene la rabia como motor dinámico de nuestra vida, ubicar una forma más asertiva de expresión y cambiar de actitud con respecto a ella. Cada una de las emociones vienen a nosotros de manera incontrolable a decirnos algo, somos poco generosos en escucharlas y es hora de poner oído atento a percibir lo que realmente queremos tener y experimentar en la vida.

 

Fray Martínez

Psicólogo

Extraido de https://www.institutodraco.com/

Más información de Manejar la Rabia

 

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¿Sabes hablar de manera asertiva del valor que aportas?

Poder hablar de manera asertiva sobre qué te hace única es primordial para que quienes entran en contacto contigo te tengan presente para buenas oportunidades. Y sin embargo, si tuvieras que hacerlo ahora mismo, ¿podrías?

Es sorprendente la cantidad de personas que a la hora de hablar de sí mismas, por ejemplo durante una entrevista laboral, no tienen ni idea de qué decir. Frente a la pregunta: “¿Qué te distingue de otras candidatas con las mismas calificaciones?”, un gran número de mujeres pierden la ocasión de hablar de manera asertiva de su valor. Simplemente repiten las calificaciones listadas en su currículum, lo cual no las ayuda en absoluto a obtener el puesto que anhelan. Algo similar ocurre en otros momentos, cuando deben comunicarse en público, a la hora de negociar, o simplemente cuando conversan con personas que en un futuro podrían ofrecerles buenas oportunidades.

Con práctica aprenderás a hablar de manera asertiva sobre ti misma

Qué significa hablar de manera asertiva

Comunicarte en forma asertiva quiere decir que transmites seguridad al expresar tus opiniones, pensamientos e ideas. Que te expresas sin infringir en los derechos de los demás y sin agredir o culpar a nadie. Es la mejor manera de lograr una comunicación efectiva y proyectar presencia ejecutiva.


Cómo hablar de manera asertiva de lo que aportas en tu organización

A numerosas clientas con quienes trabajo las esquiva la asertividad. A veces esto es consecuencia de una baja autoestima, de sentir que no merecen lo que tienen, que no están preparadas para el rol, o que hay alguien mejor calificado. Otras, tiene que ver con que no saben realmente qué las diferencia. Y otras, con que de niñas les inculcaron el valor de la humildad que parece chocarse con lo que les suena a “vanidad” cuando hablan de sus logros. Pero si quieres crecer en tu carrera te tocará aprender a hablar de manera asertiva sobre ti misma. Cuanto mejor te conozcan quienes te rodean, mejores serán tus perspectivas.

Aquí van algunas recomendaciones de cómo comenzar.

1.-Haz una lista de todos tus logros hasta la fecha (referidos a tu trabajo actual). Asegúrate de no listar simplemente las tareas que realizas sino lo que has conseguido en cada una de tus posiciones. Por ejemplo: “He aumentado un 20% las ventas año a año” o “he creado una herramienta para medir la productividad de X”, etc.

2.-Reflexiona sobre cada uno de los ítems en tu lista. ¿De qué manera lo has hecho mejor que otra persona con tu misma preparación y experiencia? Aquí es donde empiezas a comunicar con asertividad el valor que aportas.

3.-Practica en voz alta las respuestas que has anotado. Luego ensáyalas con alguna amiga. Controla tu tono. La comunicación efectiva prioriza la comprensión del mensaje. Es decir, se adapta al oyente. Los tonos más graves suelen transmitir mayor autoridad. (Probablemente porque son los que asociamos con la voz de un hombre). Cuídate también de no elevar el tono al final de cada oración como si hicieras una pregunta, lo que te muestra insegura.

Ejemplos de cómo expresar tu valor

Por lo general, en el día a día de tu trabajo, no es necesario alardear sobre tus logros. Hay maneras sutiles de dejarle saber al otro quién eres, qué haces, cuán buena eres. De eso se trata.

Aquí te doy algunos ejemplos. Naturalmente, los tuyos dependerán de tu rol específico.

  • En la investigación que hice con ABC sobre XYZ descubrimos que el producto X es 1.5 veces más efectivo que el Z. Puedo enviarte los resultados del estudio si te sirven para tu proyecto.
  • Hace un par de meses presenté mi trabajo a la Asociación Nacional de XYZ y uno de los asistentes me preguntó X. Fue muy interesante porque a partir de allí surgió una propuesta interdisciplinaria. Me pregunto si podríamos usar una perspectiva similar aquí.
  • Conversando con Juan Pérez, un miembro de nuestra Junta Directiva, le sugerí que consideraran a una mujer para el cargo de Vicepresidente Ejecutivo de Finanzas. A la compañía le vendría bien aumentar su diversidad en puestos ejecutivos.
  • Me gustaría que me acompañaras a un evento donde me darán un reconocimiento por mi trabajo comunitario. Será un muy buen lugar para hacer networking y te puedo presentar a varias personas.
Un buen video para reflexionar sobre cómo quieres ser recordada.
Te ayudará a pensar qué características de ti son relevantes y únicas.

Como vez, las situaciones son muy variadas. La clave es que durante una conversación cualquiera introduzcas información que revele tus conexiones, tus aportes, el tipo de ambiente en el que te mueves, actividades que haces por fuera de tu trabajo, tus ambiciones, tu pensamiento global, etc. Y que lo hagas de manera fáctica. Ahí reside la efectividad de este enfoque. No hace falta que en el primer ejemplo hagas “auto publicidad” y digas: “Soy una investigadora de mercado con un ojo clínico para lo que funciona y lo que no”. Insertar tus logros dentro del contexto de la conversación lo hace mucho más poderoso y orgánico.

Mientras vas acercándote a la meta de hablar de manera asertiva sobre lo que te distingue, recuerda:

Si tú no sabes qué te diferencia, si no sabes cómo posicionarte, no esperes que otros lo sepan. Y en consecuencia, no esperes que te golpeen a la puerta para ofrecerte algo espectacular.

Saber qué te hace única y valiosa y poder expresarlo con claridad no es vanidad sino que es conocerte a ti misma. ¡Y siempre es buen momento para empezar!

Extraido de http://redshoemovement.es/blog/

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Fórmula XYZ+R

«He llegado a la aterrorizante conclusión de que soy elemento decisivo en el aula. Es mi actitud personal la que crea el ambiente. Es mi humor diario el que crea el clima. Como maestro, poseo el tremendo poder de hacer gozosa o miserable la vida de una persona. Puedo ser una herramienta de tortura o instrumento de inspiración. Puedo humillar o levantar el ánimo, lastimar o curar. En todas las situaciones es mi reacción la que determina si una persona es humanizada o deshumanizada.» Haim Ginott

Haim Ginott (1922-1973) fue maestro de escuela en Israel, psicólogo infantil y psicoterapeuta y educador de los padres. Fue pionero en técnicas para conversar con l@s niñ@s, y también en los programas de comunicación eficaz. Algunas de las siguientes afirmaciones, nos pueden servir para ilustrar el enfoque de Ginott:

– Nunca negar o ignorar los sentimientos de un niño.

– Sólo un comportamiento es tratado como inaceptable, no al niño.

– Despersonalizar las interacciones negativas, mencionando sólo el problema. P.ej: “Veo una habitación desordenada”, pero no «Eres muy desordenado».

– La dependencia genera hostilidad. Deja que los niños hagan por sí mismos lo que puedan.

– Los niños necesitan aprender a elegir, pero dentro de la seguridad de unos límites bien definidos.

– Limitar la crítica a un evento concreto, evitar generalizar con palabras como “nunca”, “siempre”.

– Abstenerse de usar palabras que no queremos que los niños repitan.

No sé a ti, pero a mí algunas de estas afirmaciones me parecen altamente recomendables, también, para la comunicación “adulta” … ¿o no? Eva Bach y Anna Forés proponen un procedimiento asertivo, muy relacionado con la idea de comunicación eficaz de Ginott, la fórmula XYZ+R:

 

Veámoslo:

X. “Cuando haces o dices…” Aquí definimos claramente la conducta que me ha molestado o que no me gusta. Como hacía Ginott, es importante evitar la crítica a la persona, y centrar los comentarios y observaciones únicamente en la conducta o en los actos.

Y. “Me siento…” En este punto debemos expresar lo qué sentimos. Parece fácil, pero la cosa se complica cuando las autoras recomiendan hacerlo en un tono calmado (o lo más calmado posible) y sin dramatizar. Nos hemos de centrar en los efectos que la conducta definida en el punto X, provoca en nosotros. Todo esto sin presuponer intenciones en el interlocutor, sin juzgar, sin atacar… Interesándome por el modo de ver el problema desde el otro lado, y dejándo espacio para que el otro también exponga cómo se siente ante la situación.

Z. “Me habría gustado que hicieras…” Informamos de lo que nos hubiera gustado que ocurriera. Es muy posible que en nuestras relaciones tengamos presentes los dos primeros puntos, pero habitualmente se queda ahí la cosa. Está muy bien localizar y definir el problema y los sentimientos que no nos gustan, pero tenemos que dar una alternativa de cambio para ofrecer pistas de cómo queremos que sean las cosas. Debemos especificar la conducta que hubiésemos preferido, en positivo, sin recalcar lo que no quiero o no me gusta, sin presionar y sin exigencias. Podemos ofrecer varias alternativas, de hecho, éste es el primer paso hacia un diálogo orientado a la solución. R. “Por mi parte me comprometo a …” El último punto es el más olvidado, pero crucial. El hecho de adquirir un compromiso con la situación, implica asumir parte de responsabilidad y estar dispuestos a poner algo de nuestra parte para solucionarla, ofrecer nuestra colaboración. Es un ejercicio de autocrítica, en realidad: “¿En qué medida he contribuido yo a que se diera esta situación?”, “¿Qué podría hacer, o dejar de hacer, para que no se repita?”

Aplicando esta -aparentemente- sencilla fórmula, cambiamos la focalización de la crítica: del juicio al otro (“Tú has hecho…”) a lo que yo experimento (“Yo me siento de esta forma”). Con esta desviación del foco de atención, será más fácil dejar de lado el ataque, la crítica, la hostilidad y la amenaza; para dar la bienvenida a una demanda razonable, flexible y respetuosa, sin dejar de atender a la libertad o las preferencias del otro.

¿Lo ponemos en práctica? Feliz día!

 

Irene Morales

Psicóloga

Extraido de https://www.institutodraco.com

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