Los Peligros de Tener Demasiados Juguetes

En esta nueva entrada de mi Blog voy a contarles con base científica como el  tener demasiados juguetes limita la creatividad en los niños y les daré Tips Prácticos para comenzar una crianza MINIMALISTA que en el mediano plazo disminuirá las rabietas,  los berrinches y la frustración en vuestros hijos.

Como buena latinoamericana crecí afrontando muchas crisis económicas. Gracias a Dios nunca nos faltó alimento, techo o educación, pero por temporadas simplemente no había dinero para comprar juguetes. Algunas navidades los regalos fueron ropa o calcetines, no por mala voluntad de mis padres sino por priorizar necesidades.

Para tener algún juguete de los caros que deseara mucho tenía que esperar hasta mi cumpleaños y muchas veces llegaba la versión económica del juguete “de marca”. Así y todo crecí MUY feliz. Recuerdo que con las cacerolas y las bandejas de la cocina armaba la piscina de la Barbie (que no era Barbie) y con cajas de zapatos creaba closets y camas.

Quizás muchos de ustedes crecieron como yo. Creo que por eso destaco siempre que el trabajo principal en la crianza es la introspección de los adultos. Los padres debemos tratar de no proyectarnos en nuestros hijos, de evitar tratar de satisfacer las necesidades que nosotros tuvimos porque probablemente no sean las mismas necesidades de ellos. Nosotros crecimos con el discurso de que la abundancia era símbolo de éxito, estatus y plenitud, por eso no es raro que como padres creamos que debemos llenar a nuestros hijos de cosas para que ellos sean felices aún a costa de endeudarnos.P2 c

En este contexto, al nacer mi hijo mayor yo quería colmarlo de juguetes, que no le faltara nada. Todos los regalos que pudiera darle se los daba, hasta que me di cuenta que eso no lo hacía realmente  feliz. Noté que en el momento que le daba un juguete nuevo el estaba muy emocionado, jugaba 10 minutos pero al rato lo dejaba tirado o pedía otro regalo.

Definitivamente no era el tipo de felicidad que veo cuando jugamos a los pirata en el parque, era una especie de euforia y un deseo de poseer más y más que me parecia medio raro para un niño de casi dos años.

Por esto y al ver a mi marido iniciar su camino en el minimalismo me detuve para investigar un poco y en efecto, mientras más juguetes les damos a nuestros niños más limitamos el desarrollo de su creatividad, su capacidad de enfrentar las negativas y de resolver problemas. En este artículo voy a enfocarme en cómo la abundancia material atenta contra la creatividad.

Como se que muchas veces para hacerles entender a los abuelos nuestras ideas “alternativas” sobre la crianza de nuestros hijos necesitamos un respaldo científico voy a compartirles un estudio interesantísimo realizado por un investigador y una investigadora de origen Alemán, Strick y Shubert. En su investigación realizaron un experimento convenciendo al personal de una guardería de que se deshagan de todos los juguetes que había en el salón por 3 meses. Los maestros reportaron que aunque durante los primeros días los niños parecían aburridos y confundidos, al final del tercer mes estos pequeñitos pasaban el tiempo inventando juegos descabellados usando su imaginación y los elementos que estaban en el aula. Así mismo el nivel de concentración aumento y se comunicaban de una forma más efectiva. Los investigadores concluyeron que poseer demasiados juguetes impide a los niños desarrollar su creatividad.

Cuando se tienen demasiados juguetes las criaturas muchas veces se limitan a verlos solo como lo que aparentan en la superficie: un palo de mini golf es solo eso y para jugar necesito las pelotas, mientras que cuando los juguetes escasean se dan la libertad de usar los que tienen de diversas maneras: un palo de mini golf puede ser una espada o un bastón o una varita mágica. El niño se llena de experiencias nuevas y empuja su imaginación para divertirse. Lo que antes fueron 10 minutos de jugar al golf puede transformarse en una hora de juego imaginativo.

Tips Prácticos que aplicamos en mi casa para facilitar experiencias creativas en preescolares:

  • En el juguetero siempre tenemos a la mano: cierres, telas, sogas, cajas vacías, envases de plástico (vacíos y lavados), pedazos de juguetes rotos. Con los pedazos de tela hacemos capas de superhéroes y con  platos de cartón antifaces.
  • Para no tirar los juguetes que ya tienen nuestros hijos los rotamos entre semanas. Escondemos en el closet dos bolsas con juguetes y se los p2-b.jpgvamos cambiando, también intercambiamos con amigos.
  • Cuando alguno de los niños celebra su cumpleaños dejamos que reciba solo un par de regalos (generalmente de familiares cercanos) y sugerimos a los invitados colaborar con dinero en una alcancía que dejamos a la vista en la fiesta y utilizamos ese dinero para una cuenta de ahorros de los niños o para colaborar con ONGs. De esta forma también estamos practicando la empatía,  la solidaridad y le ahorramos al mundo un poco de plástico.
  • Cuando mis hijos reciben varios juguetes de regalo solo les dejo uno y los demás los guardo y se los voy “dosificando” a lo largo del año, al ser pequeños ellos no se dan cuenta.
  • Para el día del niño u otros días festivos regalamos “experiencias” en lugar de juguetes. De esta manera evitamos que asocien todos estos festejos con regalos materiales.
  • A sus amigos tratamos de regalarles libros, plastilinas, pinturas o algún juego didáctico.
  • Cuando salimos a caminar o en carriola siempre les doy un palo pequeño y suave,  algunas hojas o flores que recojo en el camino y ellos se inventan sus juegos.
  • Cuando salimos a hacer actividades al aire libre no llevamos juguetes (idea de papá). Hemos notado que de lo contrario los niños tienden a aislarse, no interactúan con sus pares de la misma forma o se genera un conflicto por poseer el juguete en cuestión.

En este enlace (en inglés) se analizan diferentes estudios científicos sobre esta temática.

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“La inteligencia es lo que usas cuando no sabes qué hacer”- Jean Piaget

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

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Psicologos de Harvard: Padres que crian niños felices hacen estas 5 cosas

Muchas veces me cuestiono si estaré criando a mis hijos con las herramientas adecuadas para que lleguen a ser adultos amables, empáticos, cariñosos, exitosos pero más que nada, felices.

En la actualidad nuestros hijos están creciendo rodeados de nuevas tecnologías y avances científicos muy acelerados,  su realidad es distinta a la nuestra por lo que muchas veces nos sentimos abrumados y confundidos.

Por eso siempre es un soplo de aire fresco encontrar información científica que nos da una palmada en la espalda a los que elegimos la crianza consciente y nos dice “lo estas haciendo bien”.  En este caso psicólogos de la Universidad de Harvard, quienes basados en el análisis de estudios científicos, han revelado lineamientos para criar niños exitosos y compasivos.

En este artículo haré una bajada de estas directrices según mi punto de vista y con acciones concretas que practicamos en mi familia para avanzar en esta hermosa y desafiante tarea:

1) Tiempo de Calidad y Atención Genuina:

Los niños que pasan tiempo de calidad de manera regular con sus padres aprenden a ser compasivos y amorosos a través de los lazos que forjan con ellos. Por eso es importante que durante este tiempo seamos afectuosos y mostremos un genuino interés en sus actividades y comportamientos, felicitandolos por sus logros y su espíritu de superación.  Es imprescindible escucharlos y respetarlos en sus elecciones (aquellas que no impliquen peligro)

Tips Prácticos:

– Dialogar con nuestros hijos haciéndoles preguntas abiertas para facilitar una conversación significativa en lugar de preguntas cerradas que limitan respuestas a “si” o “no”.

– Cuando nuestros hijos quieran jugar con nosotros o contarnos algo debemos  involucrarnos de verdad, es decir, sin mirar de reojo el teléfono o dándoles la espalda mientras estamos lavando trastes.

– En el caso de los preescolares, darles siempre alternativas en lugar de una simple negativa (comida,  vestuario,  actividades) porque tener opciones los empodera  los hace sentir valorados y respetados, mientras que el continuo “no” provoca lo contrario.

2) Predica con el Ejemplo:

Los padres que demuestran con acciones concretas  la puesta en práctica de los valores morales de la familia estimulan un aprendizaje significativo y perdurable en sus hijos sobre dichas virtudes. Los niños no aprenden como loros por simple repetición sino por observación,  por eso más que simplemente hablarles de honestidad, humildad y empatía practicarla diariamente tendrá mayor impacto.

Tips Prácticos:17457782_681088408730867_7833625599674427980_n

– Pueden unirse a una ONG como voluntarios,  ser líder de un grupo de Boy Scouts, participar u organizar actividades solidarias en su iglesia local, ser amables con nuestros vecinos.

– Evita insultar, desacreditar o criticar a otras personas o pares frente a tus hijos y ojalá no lo hagas aún cuando ellos no estén presentes.

– Cuando cometas un error asume tu responsabilidad y pide disculpas.

– Anima a tus hijos a estar atentos a las necesidades de los demás: “Mira, a ese niño se le cayeron sus fichas, ¿lo ayudamos a juntarlas?”

– Saluda cuando llegues a un lugar o en la calle y pide “por favor” y “gracias” en lugar de decirle a tu hijo “saluda”  o “¿cómo se dice?” .

3) La Felicidad de Ayudar a Otros.

El estudio de Harvard también encontró que preocuparse por los demás es tan importante como la propia felicidad. Ayudar y hacer feliz a otras personas nos hace también felices a nosotros en el largo plazo y provoca una sinergia positiva que no deberíamos subestimar.

Tips Prácticos:
  • Motiva a tus hijos a resolver problemas teniendo en cuenta como las decisiones que tomen afectará a otras personas involucradas.
  • Practiquen en familia un “Random act of Kindness” cada día. A nosotros nos llena de felicidad.
  • Dialoga con tus hijos o quizás cuéntales una historia de lo que está sucediendo en el mundo con otros niños y otras realidades más desafortunadas o con respecto a la ecología y preguntales qué harían ellos para mejorar el mundo. De esta forma podrás expandir su entendimiento de ser solidario y empático a nivel macro.

4) Gratitud:

Este estudio también destacó que los padres y los hijos que practican la gratitud de manera cotidiana son más solidarios, generosos, compasivos, menos rencorosos y lo más importante es que también son más felices y saludables. Por todo lo anterior, ser agradecido es un factor clave para que los niños se conviertan en adultos capaces de encontrar felicidad a diario en las pequeñas cosas.

Tips Prácticos: FB_IMG_1494621449841.jpg

– Rezar diariamente nombrando nuestras bendiciones

– Repasar todas las cosas lindas que sucedieron durante el día en la cama antes de ir a dormir.

– Dar las gracias diariamente a otras personas que facilitan nuestra vida (el señor que recoge la basura, la maestra, el señor que maneja el autobús)

–  Ayudar en los quehaceres domésticos provoca que los niños dimensionen que tener una casa limpia, ordenada o comida en la mesa implica una labor y se traduce en gratitud.

– Para los adultos: Realizar ayuno un día a la semana, caminar en lugar de usar el auto o darse una ducha de agua fría de vez en cuando nos sacude de nuestra “comfort zone”  y no solo nos abre los ojos a nuestras bendiciones sino que activa nuestra empatía.

5) Resiliencia:

La resiliencia es la aptitud de hacer frente a los problemas superarlos,  transformarlos y hasta incluso fortalecerse por dicha adversidad. Es necesario que los niños sean optimistas para ser exitosos en sus vidas. Cuando a tu hijo se le presente un problema orientarlo para tomar acción y hablar de lo que está pasando. Animalo a resolver sus problemas destacando los aspectos positivos que surgieron de ese accionar. Ayuda a tus hijos a identificar sus sentimientos y provee las herramientas para manejarlos con control hasta que vuelvan a estar en calma.

Tips Prácticos:
  • Si este problema puede traducirse en una causa a la cual ellos puedan unirse orientales, por ejemplo si le dan pena los perros de la calle anímalo para ser voluntario de un albergue, o si su problema es que le da vergüenza hablar con otras personas inscribirlo en clases de teatro y actuación
  • Nunca minimices o te burles de sentimientos que tus hijos expresen aun cuando te parezcan exagerados o tontos.  Lo que a un adulto puede parecerle una tontería fácil de resolver puede genuinamente provocar dolor en un niño que todavía no cuenta con las mismas herramientas o experiencias.
  • Cuéntales historias de tu vida en las que hayas superado un problema y preguntales que hubieran hecho ellos.
  • Hazle saber a tus hijos constantemente que los amas incondicionalmente y que siempre estarás allí para apoyarlos

Todos estos consejos y tips que comparto los implementamos en mi casa y mientras algunos han surgido de mi propia  lectura y análisis muchísimos han sido sugeridos por mi mejor amigo que es a la vez mi marido. Él ha cambiado radicalmente mi idea de crianza y me ha orientado en el Minimalismo. Es una inspiración, lo admiro no solo como padre sino como ser humano y le dedico este artículo.

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

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¿Quién educa a nuestros hijos?

Cada vez me toca con más frecuencia compartir y presenciar este tipo de discusión tanto en las familias como en los colegios y por qué no decirlo en universidades también.
En algún momento de nuestras historias le fuimos nosotros mismos quitando poder y tranquilidad a los profesores y nos colocamos en trincheras opuestas casi sintiendo que somos enemigos en vez de entender que la misión educativa es colaborativa y no competitiva.

Los niños de hoy tienen dos características que nosotros los adultos cuando niños no teníamos: son más inteligentes que nosotros y tienen menos miedos que nosotros. Sólo con esas dos características saben perfectamente dónde y cómo sacar provecho de las situaciones y al percibir tantas visiones educativas como personas involucradas en su educación, se vuelven unos manipuladores que ” manejan” como quieren todos los polos que los están educando.

En el estudio del ” No quiero Crecer”, se concluía que para educar bien a un hijo, se necesitaban cinco cosas importantes : ternura, firmeza, fuerza de voluntad , paciencia y sentido del humor. Esas condiciones parten formándose desde la casa sin duda, creo de corazón que a los padres se nos olvidó que la primera responsabilidad educativa la tenemos nosotros y elegimos un colegio para que sólo nos ayude en esa tarea pero no debiera hacerla por nosotros.
Es asombroso como cada vez con mayor frecuencia se escucha a papás y mamás decirle a profesores :” dígale usted que estudie, que se corte el pelo, que se bañe etc, “, transmitiendo en ese mensaje la sensación de que no sabemos qué hacer con nuestros niños. La expresión de límites es una condición amorosa dentro de la educación y para eso necesitamos a los maestros, palabra que debiera reemplazar a la de profesores si queremos comenzar a ubicarlos en la verdadera importancia social que tienen.

Recuperar el valor de los y las maestras, va más allá de lo económico, lo cual sin duda hay que regular y mejorar pero el reconocimiento tiene que ver con devolverles la autoridad que nosotros mismos les quitamos y eso parte desde la casa y de como nuestros hijos ven como nos relacionamos con la escuela cotidianamente.

Debiéramos trabajar en equipo, tener la misma visión, compartir ideas y crecer juntos familia – escuela para que nuestros niños no manipulen ambos frentes y solo pierdan ellos al no tener claro quién los educa de verdad.

Los límites y el amor parten desde la casa, ese es el lugar número uno para transformar a nuestros hijos en buenas personas que sean un aporte a los países donde vivimos. En esa tarea los padres y madres tenemos la obligación de pensar muy bien a quién o a que establecimiento educacional le vamos a entregar la responsabilidad de que nos acompañe en esa tarea a lo largo del crecimiento de nuestros niños. Sino coincidimos con los valores o la forma, lo mejor será buscar el lugar que nos permita trabajar en conjunto. Todo esto para no perder la perspectiva de lo que realmente es importante y que tiene que ver con que todo lo hacemos para conformar niños y jóvenes activos y nobles para la sociedad que les toca vivir.

 

Escrito por Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

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5 frases que nunca deberíamos decirle a nuestros hijos

Artículo publicado originalmente en El Definido

Estamos acostumbrados a ciertas frases y conceptos, que si pensamos más de una vez, son bastante incoherentes con el mundo que queremos, o que al menos predicamos. ¿Cuáles son? Mane Cárcamo nos presenta su selección.

Educar sin embarrarla no es una tarea fácil. Más aún cuando el vertiginoso mundo en el que vivimos, entre tacos, colegios, pega, redes sociales, exigencias económicas y mil pendientes, nos lleva muchas veces a decir cosas sin pensar, como si fueran leyes o decretos establecidos. Muchas veces hay frases en el ambiente que ya son parte de nuestra cultura popular y que se han transformado en un hábito al que no le metemos mucha cabeza. Un mal hábito.

No soy sicóloga ni experta en educación. Solo me baso en mi instinto maternal y en el modo que quiero (junto a mi marido) que mis niños perciban el mundo. Acá solo plantearé bajo mi total subjetividad algunas frases que considero desafortunadas cuando nos vinculamos con nuestros hijos. Detractores, los invito a plantear todos su puntos de vista con total libertad. Y a los que les haga sentido esta columna, también los invito a aportar.

“Los tontos se aburren”

Me acuso públicamente de haberlo dicho. Y hace un tiempo me pareció que era una frase muy poco empática. Uno, ¿no podemos darles el espacio a los niños para que se aburran? ¿Tienen que siempre estar en una montaña rusa de emociones? Del aburrimiento han nacido grandes genialidades, pensamientos y obras de arte. Tal vez deberíamos liderar una campaña pro respeto del aburrimiento y en vez de promover escaparnos de él, deberíamos hacernos cargo, abrazarlo y esperar que pase… como una ola. Además eso de los tontos me hace ruido. ¿O deberíamos pensar que Einstein, Mozart, Bill Gates y los más grande genios de la historia nunca se aburrieron?

Soy una convencida que esos estados, como la pena o el aburrimiento, no deben desesperar a nuestros niños. Ni deben sentirse alérgicos a ellos. Para mi es parte de la vida humana y por ende debemos aprender a convivir en armonía con aprender a mirar el techo… en un perfecto estado de aburrimiento.

“Cuélate en la fila”

Alguna vez escribí acerca de la cultura “winner” y como esos pequeños gestos son la primera semilla de la corrupción. Más de alguna vez vi a un adulto usando a un niño para saltarse la fila del supermercado y ahorrar tiempo. U otro papá quebrándose delante de sus hijos, porque están colgados al cable del vecino o celebrando porque alguien olvido cobrarles una cuota. Ya es muy detestable que nuestros niños nos vean “winneando”, muchísimo peor es que los incitemos a ellos a hacerlo por el beneficio propio. Dudo que alguien acá piense distinto. O eso espero.

“No prestes la peineta”

Esto probablemente se reduce al mundo femenino. Como ustedes saben, tengo un TOC con los piojos porque en algún minuto me faltó meterlos en mi plan de isapre e incluirlos en la libreta de familia. Pero aun así creo que la generosidad está por sobre el contagio de esos bicharracos. Cuando era chica a varias amigas mías les tenían prohibido prestar la peineta por miedo a pegarse los piojos. Yo, aunque he sufrido ese flagelo multiplicado por cuatro cabros, defiendo a morir la solidaridad entre los amigos. Dar hasta que duela… en este caso hasta que pique. Porque si los amigos no estamos para prestarnos las cosas, ¿quiénes estarán para eso entonces?

“No seas niñita”

Cuando un niño llora, manifiesta sus sentimientos, penas o temores la manera de abordar esa situación puede ser muy variada. En mi inconsciente está la imagen de un papá (o incluso mamá) diciéndole a su hijo “ayyy relájate, no seas niñita”. Y aunque me acusen de exagerada encuentro que es bien fuerte. Primero, porque se asocia los sentimientos con algo netamente femenino y que además tiene un carácter negativo.

En definitiva le estamos diciendo a los niños que mostrar sus sentimientos “es de niñita” y por ende se está comportando como un “afeminado”, como débil, y por eso carece de respeto o es un exagerado. Como si sentirse poco querido, considerado o nostálgico fuese solo permitido para nosotras. Ridiculizar las emociones de los hijos es tal vez una de esas actitudes que pueden marcar tristemente para toda la vida a una persona. Eso de “el lenguaje construye realidades “es una verdad tan cierta como seria.

“Si te pega, pégale de vuelta”

Cuando uno de nuestros cabros se transforma en el pushing ball de otro, la ira de nosotros, los padres, comienza a surgir como una lava explosiva que sería capaz de arrasar con todo. Más de alguna vez me he visto en una plaza, picada al nivel de un preescolar con un cabro que se pasea con un tuto y chupete, porque ha sido matón con algunos de mis cachorros. Ese sentimiento nadie lo puede negar. Pero el tan utilizado “si te pega, pégale de vuelta” me parece poco coherente con un mundo en el que los padres supuestamente no debemos promover la violencia.

Le decimos a los niños que la guerra no es buena, que no debe jugar juegos violentos, que el diálogo todo lo puede, hasta que… se llegan a meter con uno de los nuestros. Porque ahí aparece el Terminator que llevamos dentro y los lindos discursos que dijimos solo están para decorar nuestro muro de Facebook. Soy una convencida que se puede recorrer un camino más largo, en donde se promueva la conversa, el pedir ayuda a los adultos y el poder ganarse el respeto sin tener que mandar un combo. Es ahí justamente donde podemos comenzar a cambiar el mundo. Aunque parezca inocente y mínimo, lo creo de verdad.

Pero si todos nos alineáramos por cambiar el discurso del ojo por ojo, estoy segura que podríamos construir una sociedad más conciliadora y amorosa.

¿Están de acuerdo? ¿Qué otras frases agregarían?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

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La mentira en boca de los niños

Es común escuchar a un niño exagerando un acontecimiento o añadiendo datos fantásticos a las versiones y descripciones que cuenta, pero hasta qué punto podría ser razonable no seguirles el cuento y enseñarles que mentir no es bueno? Los invito a descubrir juntos los límites en la enseñanza de la honestidad.

En niños de 0 a 6 años es normal oírles contar historias con una alta cuota de fantasía, pero cuando las escuchemos cada vez con más frecuencia, ya utilizadas casi en todos sus discursos y quien las dice es alguien de 7 años o más, es cuando debemos poner atención.

Revisemos qué podemos hacer como padres cuando nuestros hijos mienten:

  • No es bueno mentir porque es síntoma que el menor posee escasa confianza en sí mismo, y eso debe corregirse cuanto antes.

Para poder desenvolverse en este mundo necesitamos seguridad en lo que hacemos y confianza en los lazos que establecemos principalmente con nuestra familia, teniendo esa base, es sabido que se puede aprender con mayor facilidad y se vive sin estar sometido a la presión del entorno ni a las expectativas de los padres ni profesores, logrando ser más auténticos y tener mayor confianza en uno mismo. Lo que podemos hacer como padres entonces es hacer sentir a nuestros hijos amados todo el tiempo incluso cuando los retamos o cuando se equivocan, hacerlos sentir contenidos frente a sus miedos personales, decepciones sociales y equivocaciones escolares, hacerlos sentir parte importante de una familia que los respeta y valora, eso les ayudará a confiar en las propias potencialidades, y no tendrá necesidad de mentir o de querer ser otra persona, porque así como es se siente bien. Es recomendable también conocer bien las relaciones de nuestros hijos con sus hermanos, nanas y amigos en la infancia, a veces es ahí donde comienza la crítica.

  • No es bueno mentir porque el niño queda expuesto a que alguien lo delate.

Mentir produce un placer pasajero pues la humillación de ser acusado de una mentira dentro de su grupo, lentamente deteriorará su autoimagen.

Para eso recomiendo el aprendizaje por imitación que es muy efectivo; a los niños no hay que mentirles nunca! Si ellos ven que como padres evitamos decir cosas que después no podremos cumplir y que siempre vamos con la verdad asumiendo las consecuencias, ellos al ver ese hábito aprenderán rápidamente cómo es que hay que desenvolverse en sociedad. Evitemos decir «una cucharada más y terminamos…»; «yo te prometo que nunca más voy a irme…»; «si no te portas bien no te llevaré al cumpleaños…» Es más recomendable explicarles y negociar previamente con los niños respecto de lo que deben hacer y lo que se espera de ellos siendo realistas, así no tendremos que reacomodar los acuerdos y caer en una mentira piadosa para lograr que hagan lo que les pedimos. Es fundamental enseñar con nuestro ejemplo y por cierto, felicitarlos cuando observemos honestidad en los actos de nuestros hijos.

  • No es bueno mentir pues obliga al menor a recordar detalles de lo que dice, y eso terminará por estresarlos y hacerlos sentir mal.

Al igual que en el punto anterior el aprendizaje por imitación es lo recomendable, no mentirles nunca.

Cuando los niños mienten que hicieron una cosa, que ganaron otra, o que tienen tal, les deja inconclusa la vida, y digo inconclusa pues les será imposible demostrar con evidencias esas versiones, como tampoco serán capaces de perpetuar esa imagen que quisieron construir en los demás ni mucho menos recordar todo lo que inventan. Cuando eso suceda, apoyémoslos y no los ridiculicemos en público, no aplaudirles ni justificarles nunca una mentira, explicarles que mentir no ayuda por mucho rato y felicitarlos cuando comiencen a controlar sus engaños y sean más honrados.

  • Debemos favorecer un ambiente de confianza.

Como padres al presenciar o saber de esas mentiras nuevamente lo mejor que podemos hacer es disminuir las altas exigencias y reforzar la confianza de nuestro amor hacia ellos, que no los queremos por sus notas ni por lo que tienen sino por la forma que tienen para asumir nuevos aprendizajes y desafíos y porque simplemente son personas que merecen amor y respeto, y que no los retaremos por cada falta (las mentiras muchas veces son para evitar consecuencias desagradables), bajémosles la presión de ser los mejores, lo importante es que traten de avanzar dentro de sus propios logros, y premiar esa actitud de intentar avanzar y de intentar ser cada vez más sinceros. No olvidemos que la mentira es un falso mecanismo de defensa, un autoengaño para evitar una consecuencia negativa. Como adultos elijamos sabiamente qué aspectos realmente no transaremos y serán «castigados» en caso de no cumplirlos, pero filtremos qué batallas dar!!!!

En resumen, como padres estemos alerta de los discursos que tienen nuestros hijos, Evitemos engañarlos aunque sea por su propio beneficio, ir siempre con la verdad dentro del grupo familiar, pues los niños aprenden rápidamente lo malo y lo bueno que ven en casa. Mentir y fantasear cuando chicos es natural, ya más creciditos es señal de inseguridad y poca confianza en sí mismos. Pero podemos evitarlo si lo detectamos a tiempo. La autoestima es imprescindible para nuestro desarrollo.

Claudia Pastene Gorigoitía

Mamá de dos hijos.

Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

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Adiós castigos: ¿Por qué los castigos están en vía de extinción?

Columna: NO A LAS RECETAS sin espejo – Angelina Bacigalupo

A pesar de que hoy existe mayor conciencia de que los niños son personas con derechos y merecen respeto, aún persiste en nuestra cultura la idea de que los castigos son legítimos como formas de educar y necesarios para mantener la autoridad.

Aún cuando disponemos de gran cantidad de evidencia desde la teoría y desde la investigación neurocientífica, aún se practican métodos punitivos anacrónicos como intento de imponer autoridad a través del miedo y que pasan a ser parte de una cultura en la que se cree que el adulto es superior y el castigo una forma de controlar la conducta de los niños, invisibilizando sus procesos internos y sus consecuencias. Estas creencias erróneas, reflejo de una sociedad adultocéntrica y desinformada, no sólo genera niños sumisos o rebeldes, sino además los ubica en una posición de soledad y desamparo, sin brindar las orientaciones y herramientas necesarias para gestionar de otro modo el conflicto o el comportamiento que ha motivado el castigo. ¿Confiarías en aquél que tiene autoridad porque genera temor? La diferencia entre el miedo que deriva del autoritarismo y la autoridad que deviene del respeto aquí se vuelve un tema fundamental. Es completamente incongruente exigirle a los niños que respeten a otros si no se han sentido respetados por nosotros y/o ven que no respetamos a otros. El respeto se modela, se construye y asienta por el ejemplo congruente, el respeto se gana, no se impone.

Cuando se impone la disciplina a través de amenazas, explícita (palabras) o implícitamente (“miradas que matan”, tono de voz o postura corporal), el niño activa sus circuitos cerebrales de defensa, intensificando sus emociones y las del adulto, en la mayoría de los casos. Cuando esto ocurre, la situación se ha salido de control para el niño y el adulto se enfrenta al más difícil desafío: mostrar la madurez que lo diferencia del niño, siendo ese otro calmado y contenedor que el niño necesita para autorregularse. El escenario es bastante difícil si pensamos que el adulto ya tomó una primera postura errada frente al conflicto: la amenaza como intento de controlar la conducta del niño. Cuando esto no traiga el término del conflicto que el adulto espera y el niño esté emocionalmente aún más descontrolado, las exigencias emocionales hacia el adulto para revertir el desborde del niño se vuelven aún mayores. En definitiva, los comportamientos punitivos o autoritarios de los padres ante los malos comportamientos resultan contraproducentes por las características del funcionamiento de nuestro cerebro. Cuando el niño detecta una amenaza, se activarán en él los circuitos neurales del cerebro evolutivamente más primitivo que le permitirán la sobrevivencia: luchar, huir, quedarse quieto o desmayarse.

Por otra parte, en cuanto a los consejos acerca de ignorar al niño (“no lo mires”, “no le hables ni le des atención hasta que te lo pida de buena manera”) en el entendido que ello evitaría reforzar la conducta, hoy existe evidencia de que no educa, sólo lastima y deja al niño en el desamparo con su frustración y enojo. Es una de las formas más directas de sepultar su autoestima y la confianza en los adultos… ¿confiarías en alguien que te ignora cuando más lo necesitas?

El castigo no educa, sí cambia la conducta, pero la modificación que observamos estará ligada al miedo de ser nuevamente castigado y no se mantendrá a largo plazo. En este sentido, el cambio logrado será por una motivación externa al sujeto (para evitar el castigo o la desaprobación del otro) y no por una motivación interna (porque se quiere hacer las cosas de manera correcta, porque el nuevo comportamiento tiene un valor en sí mismo que ha sido internalizado). Todos conocemos la diferencia entre hacer lo correcto porque nos están mirando o por el temor de ser castigados, o porque existe algo interno que valoramos y nos inspira a comportarnos de esa manera.

Asimismo, está demostrado que el castigo genera muchos efectos negativos en el desarrollo emocional del niño, por ejemplo, debilita su autoestima, produce miedo, ansiedad y desconfianza, genera resentimiento y comportamientos evitativos o rebeldes, deteriorando también el vínculo entre el adulto y el niño.

Si nuestro objetivo es que nuestros niños aprendan a gestionar los conflictos de manera asertiva, que sean personas respetuosas y capaces de ponerse en el lugar del otro, que desarrollen criterio y valores que les permitan hacerse respetar respetando a los demás, es importante que nos preguntemos con honestidad si nosotros hemos conquistado ese aprendizaje. En muchos casos, los adultos no mostramos nuestra madurez, sino sólo una acumulación de años, que es muy distinto. Nadie puede dar lo que no tiene. ¿Ya tiene su espejo?

 

Psi. Angelina Bacigalupo O.

Psicóloga Clínica Acreditada por la CONAPC

Especialista en Psicoterapia Infanto Juvenil

 

 

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Crianza en solitario: suicidio emocional.

NO A LAS RECETAS sin espejo

Los tiempos están cambiando la forma en que entendemos la crianza y cada vez más personas se atreven a explorar su mundo interno, su historia y trabajar para lograr una mayor conciencia sobre sí mismos y cómo eso repercute en sus relaciones con los demás. Tener conciencia, detenernos y descubrir quiénes somos en tanto padres es un tremendo desafío y requiere de toda nuestra honestidad y valor. No es fácil mirarse, aún cuando lo hayamos decidido y tengamos nuestro espejo. “No es posible despertar a la conciencia sin dolor”, señala Carl Jung, advirtiendo la dificultad de mirar nuestro interior y ser fieles a nosotros mismos. En la medida que “nacemos” como padres, algo se moviliza en nosotros y nos actualiza las huellas de nuestro propio desarrollo, de nuestra historia emocional, de la historia de nuestros vínculos tempranos. Se hace tan importante contar con alguien, sentirnos sostenidos por una red amorosa que acompañe nuestro andar… necesitamos una tribu, una comunidad.

La crianza en solitario es un suicidio emocional. Las investigaciones afirman que una madre que cría en la línea del respeto y la conexión emocional estando sola, logra mantener la tarea, con mucho esfuerzo, un año. Luego se funde, se agota, se desconecta, comienza a sobrevivir a la demanda de cuidados, a la contingencia. Pese a sus esfuerzos, preparación e intenciones no lo logrará si está sola. Esta realidad es dramática para la salud mental del hijo. Un año de cuidados sensibles y conexión emocional es muy poco tiempo en el desarrollo de un niño. Podría pensarse que por eso la naturaleza exige dos personas para tener un hijo, ambos son imprescindibles no sólo para que ocurra la gestación, sino también para acompañar el desarrollo del niño. El compartir los momentos de incertidumbre, de pena, de frustración, de desorientación, de alegría, de éxito, de crecimiento… la constitución de un equipo de padres es fundamental para acompañar el desarrollo afectivo de nuestros niños. La crianza en el respeto y la sensibilidad a las necesidades infantiles es fundamental en un mundo que quiere tener paz y para ello se requiere un equipo. Si la madre está sola no va a lograrlo. Madres solas: busquen apoyo para la crianza, necesitan una red de apoyo. No hablo de una pareja romántica, hablo de una persona o personas con las cuales compartir las tareas de crianza. Nadie puede dar lo que no tiene! Si el adulto no está contenido y en bienestar emocional, difícilmente lo promoverá en sus hijos. ¡¡Vamos que se puede!!

Las razones por las cuales las mujeres (y hombres también) están solas en la crianza,  son variadas y muchas veces dramáticas. No es intención de este espacio profundizar en este punto, pero es importante mencionar que no pocas veces somos los adultos quienes, confundiendo los roles, enlodamos o privamos a los niños de la relación con el padre (o con la madre), perdiendo de vista la importancia de ambas relaciones para el niño.

Mencionaré brevemente dos situaciones: separaciones de pareja y abandono parental. En cuanto a las parejas, el rompimiento de la relación trae consigo el desafío de mantener las funciones parentales lo más estables y protectoras posibles. Ambos padres son responsables del desarrollo y crianza del hijo y éste necesita de ambos, razón suficiente para buscar los caminos para constituirse en un equipo parental que brinde seguridad, contención y bienestar al hijo a pesar de las dificultades y el dolor asociado al quiebre de la relación. El escenario del quiebre exige muchas veces a los padres un esfuerzo grande para mantener la rabia y la desilusión hacia la ex-pareja lejos de la relación del niño con este último. En definitiva, la indemnidad de la relación personal del hijo con cada uno de sus padres depende de ambos. Si comprendiéramos el inmenso poder de nuestros juicios, cuidaríamos considerablemente nuestras palabras. ¡Qué importante es el cuidado y respeto con el que hablamos del padre/madre de nuestro hijo! Aquí el desafío concreto: diferenciar la relación entre los adultos (pareja) de la relación que tiene el niño con su padre/madre. No es lo mismo decir “me dejó” que decir “nos dejó”.

En cuanto al abandono parental, la situación es aún más difícil. Aquí hay una retirada explícita y concreta de la relación con el hijo, lo que será una vivencia de gran dolor que lo acompañará durante toda su vida. Aún cuando parezca injusto, desmedido o imposible, el llamado es a mantener al padre en el discurso. En otras palabras, aún cuando uno de los padres abandonó al hijo, es importante hablarle al niño de él (o ella), darle presencia en el habla y dar una explicación de por qué no está, adaptando el lenguaje y profundidad a la edad del niño. Sin mentiras, sin rencores, sin responsabilizar al niño, tres aspectos difíciles de combinar ante una realidad tan dolorosa. El bienestar emocional del niño merece el esfuerzo.

No es sano quedarse estancado en el dolor, menos aún traspasarlo a nuestros niños. Si no ha sido posible hacer el duelo, es tiempo de buscar ayuda y elaborar la pérdida. Lo que no se elabora en una generación, se traspasa a la siguiente. ¿Qué herencia queremos dejarle a nuestros hijos?

 

Psi. Angelina Bacigalupo O. 

Psicóloga Clínica Acreditada por la CONAPC

Especialista en Psicoterapia Infanto Juvenil

 

 

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Encuentro Mujeres Grupos Mundo Mujer V Región

El jueves 28 de abril se realizó un encuentro en la V Región con las integrantes de los Grupos de Desarrollo locales y algunas invitadas. Este encuentro contó con la presencia de una invitada especial: Andrea Cardemil Ricke,Psicóloga Infanto-Juvenil, experta en crianza, columnista de la web y autora de los libros “Apego seguro” y “Separarse con niños pequeños”.

La actividad que fue organizada por Mundo Mujer en el marco de las actividades del presente año, resultó muy exitosa en convocatoria y también en el diálogo que se generó a partir de la interesante intervención de la profesional invitada, Andrea Cardemil.

 

EQUIPO MUNDO MUJER

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Regulación emocional: los padres nuevamente.

La manera de relacionarnos con nuestros hijos está estrechamente ligada a quiénes somos, a nuestras expectativas acerca de nuestro actuar como padres y a lo que esperamos de nuestros hijos. Esto que parece tan sencillo encierra un valor tremendo si nos detenemos a profundizar sus implicancias.

Cuando nos enfrentamos a situaciones críticas en relación con nuestros hijos, lo que necesitan es que actuemos como adultos protectores, maduros, con calma. Cuando los niños preescolares se desregulan, necesitan un regulador externo. Esto se fundamenta en las evidencias que nos otorgan las neurociencias. El cerebro de los preescolares está en proceso de maduración de las conexiones de la neo-corteza con las áreas más primitivas que regulan las emociones. Es completamente esperable que no puedan recuperar la calma sin la ayuda de otro, ya que no cuentan con el desarrollo suficiente de las redes cerebrales que se lo permitirán más adelante en su proceso de desarrollo. Hasta este momento maduracional, la intensidad emocional es muy poderosa y gobierna gran parte de la vivencia infantil.

Cuando los adultos se desregulan, cuando “explotan” porque algo no resultó como esperaban, probablemente se deba a que no lograron un desarrollo óptimo de aquellas estructuras cerebrales que permiten un adecuado manejo de las emociones y/o visualizar las consecuencias de los comportamientos. En situaciones como ésta, a menudo llamamos a personas así “cabros chicos”, dando cuenta del manejo insuficiente de las emociones, llevando la intensidad de la emoción al acto inmediato, sin mediar en ello procesos reflexivos que permitan tomar decisiones socialmente adaptadas, considerando el contexto, las normas sociales, los valores propios, el respeto por el otro.

El neocórtex de los niños preescolares se encuentra en desarrollo, por tanto no puede actuar aún como regulador de las emociones. Quedan expuestos a que sus emociones los inunden, experimentando intensamente la felicidad, la tristeza, la rabia, el miedo. Si está feliz, todo en su cuerpo lo comunica, ríe, grita, salta, corre; si se enoja, se pone rojo, grita, pega, patalea. Si se asusta, huye corriendo, grita, llora, se esconde, tirita. Es una edad en que todas las manifestaciones emocionales son genuinas e intensas. A diferencia de los adultos, los niños sanos son transparentes en su experiencia emocional. Si están tristes, están “muuuy” tristes (aún cuando “sólo” perdió la piedra que recogió en la plaza y que traía como un tesoro a su casa), cuando está asustado, está muy asustado (aunque lo que haya “visto” no exista). Qué frecuente es escuchar a adultos hablando del “show” que hacen sus niños cuando se enojan o están tristes. ¡Alto ahí!: niños del pasado, tomen sus espejos!! Nuestro adultocentrismo no nos permite observar qué está ocurriendo en el interior de nuestros niños y eso puede ser grave si se mantiene en el tiempo y tenemos una actitud permanente de no validar sus emociones.

Ellos no pueden integrar sus experiencias emocionales sin nuestra ayuda cercana, respetuosa y sensible. Para manejar las emociones, se requiere comprenderlas, lo que aún no es posible para los niños pequeños, pero sí para nosotros, sus padres, quienes podemos ayudarlos a recuperar la calma, ya que comprendemos que su estado es de gran intensidad emocional y no tiene el desarrollo cerebral necesario para manejar su situación interna de otro modo. Ya aprenderá, ya tendrá recursos internos que le permitan otras formas de dar frente a la frustración, al miedo, a la tristeza. Por ahora hará lo que le permite su desarrollo neurofisiológico. Lo demás es nuestra tarea.

¡Retoma el espejo!. ¿Cuáles son nuestras experiencias de enojo, de tristeza, de inmensa alegría, de miedo?, ¿qué hacemos para manejar nuestras emociones?, ¿qué recursos tenemos para regularlas?, ¿cuáles utilizaremos para regular las de nuestros hijos?.

Es muy importante que durante las primeras etapas del desarrollo, los padres seamos sensibles a sus llamados de ayuda y respondamos consistentemente. ¿Qué ve en su espejo? Si entendemos las pataletas como una forma que tienen los niños de expresar la rabia y que nuestra respuesta empática, paciente y amorosa es la clave para regularlo, hemos hecho la mitad del trabajo. La segunda parte será respirar profundo, conectarnos con nuestra sensibilidad materna/paterna y acompañar, hablar suave, lento y bajito, procurando calmar al niño. Nuestras palabras han de orientarse por el criterio de dar cuenta de la emoción que observamos (olvidemos los sermones educativos en esta etapa). La idea es que el niño sepa que nos damos cuenta/entendemos que está enojado, triste, asustado y que comprenda que es normal sentir esas emociones. Los abrazos ayudan mucho a recuperar el bienestar, pero hay niños que necesitan un espacio personal (de no contacto físico y de silencio) para recuperar la calma.

Las pataletas pueden ser entendidas como oportunidades de desarrollo y estimulación de nuevas conexiones neuronales del neocórtex de nuestros niños. Sabemos que la estimulación de los circuitos neuronales logran mayor prevalencia que los que no se utilizan frecuentemente. En este sentido, la regulación emocional que logran los niños con nuestra ayuda se va instalando en su cerebro a modo de circuitos que se activarán en el futuro como reguladores internos de la experiencia emocional.

Para regular emocionalmente a un niño es fundamental un adulto emocionalmente regulado. Los niños aprenden a regularse… si tienen quien los regule, por eso: ¡los padres nuevamente!

 

Psi. Angelina Bacigalupo O.

Psicóloga Clínica Acreditada por la CONAPC

Especialista en Psicoterapia Infanto Juvenil

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La autorregulación

 

Se esta hablando  mucho hoy en día de la autorregulación y de cómo promover la autonomía en nuestros hijos y alumnos…

Habilidad que favorece de sobremanera a la convivencia y al trato amigable entre las personas (tanta falta que hace por estos tiempos en nuestra sociedad además). Al mismo tiempo, permite a los menores que definan sus respuestas, que se acomoden a la realidad del momento, que definan sus propias metas, que sepan gestionar con el tiempo disponible, que se autoevaluen! Que sepan buscar y solicitar ayuda. Que regulen su actuar.

Afortunadamente, en los jardines infantiles se está comenzando a considerar mas seriamente esta habilidad, tomando rasgos de algunas corrientes de educación, tales como el Montessori, los chicos van aprendiendo en la medida que tocan, juegan de manera individual o grupal y definen las reglas con sus pares. Todo dirigido por sus intereses y motivación.

Es por esta razón que en casa también debemos potenciar esta habilidad desde muy pequeñitos.

En casa podemos trabajar:

– Motivación
– Curiosidad
– Tolerancia
– Necesidad de atención y aceptación
– Autoimagen
– Autocontrol de la propia conducta
– Percepción de la realidad

Cómo? Motivación, la podemos encontrar si permitimos a los niños HACER.

Curiosidad, si ofrecemos suficientes estimulos alrededor de ellos, en su habitat cotidiano, libros incluídos.

Tolerancia, la podemos alcanzar si cuidamos nuestro propio actuar que sirva como ejemplo y si promovemos un ambiente de bienestar y calma.

Necesidad de aceptación, cuando les ofrecemos un hogar estable, con normas claras, con la entrega de un amor incondicional y les hacemos sentir pertenecientes a un grupo estable, sentimiento de pertenencia.

La Autoimagen, se construye con el feedback que les damos tras su actuar y con la confianza que les hacemos sentir de que nada está completamente mal, sino que es una manera diferente de hacer y que hay otras más eficientes y efectivas, así no denostamos el desemvolvimiento de los otros, criticar sin menoscavar.

Percepcion de la realidad, ofreciéndoles como padres un sinfin de experiencias para que mantengan los pies en la tierra y reconozcan bien el antes el después de las cosas, conocer el pasado para comprender el presente e intuir el futuro.

Y Autocontrol, que es el tema que nos convoca, se logra desarrollando todas las anteriores y estimulando las, siempre bien ponderadas, Funciones Ejecutivas, principalmente: Memoria de trabajo, autocontrol inhibidor, y flexibilidad cognitiva, estas tres últimas, con constantes juegos, representaciones, y contacto con el exterior, en el barrio, con la comunidad. …Con un juego de roles, que comienzan alrededor de los dos años, el menor que encarne a Batman, o a un cocinero, …deberá tener en mente a su propio personaje y aquellos de los otros (memoria de trabajo), evitar actuar fuera de su personaje (control inhibidor), y ajustarse a los giros y vueltas en la trama en desarrollo (flexibilidad cognitiva)…

Por todo lo anterior, los animo a que dejen de ver las situaciones conflictivas como una experiencia perdida, pues con ella involuntariamente se estará construyendo la resiliencia. Erradicar de nuestro actuar cotidiano el control de todo lo que hacen nuestros niños, evitando hacerles las cosas, dar las cosas hechas! Y dejar de llamarles la atención cuando faltan al control, lo que debemos hacer es mostrarles otras opciones y cuidaremos su autoimagen. Procuremos desarrollar niños emocionalmente estables, serenos y sin miedos.

Cuando nos estresamos liberamos el famoso Cortisol que se encarga de nublar nuestro cerebro, y actuamos de manera errática. Asi es que de nosotros depende que nuestro entorno se perciba mas amoroso, mas abierto al juego, a la risa y al motivarse a intentarlo sin temores.

 

Claudia Pastene Gorigoitía

Mamá de dos hijos.

Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

 

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