Fórmula XYZ+R

«He llegado a la aterrorizante conclusión de que soy elemento decisivo en el aula. Es mi actitud personal la que crea el ambiente. Es mi humor diario el que crea el clima. Como maestro, poseo el tremendo poder de hacer gozosa o miserable la vida de una persona. Puedo ser una herramienta de tortura o instrumento de inspiración. Puedo humillar o levantar el ánimo, lastimar o curar. En todas las situaciones es mi reacción la que determina si una persona es humanizada o deshumanizada.» Haim Ginott

Haim Ginott (1922-1973) fue maestro de escuela en Israel, psicólogo infantil y psicoterapeuta y educador de los padres. Fue pionero en técnicas para conversar con l@s niñ@s, y también en los programas de comunicación eficaz. Algunas de las siguientes afirmaciones, nos pueden servir para ilustrar el enfoque de Ginott:

– Nunca negar o ignorar los sentimientos de un niño.

– Sólo un comportamiento es tratado como inaceptable, no al niño.

– Despersonalizar las interacciones negativas, mencionando sólo el problema. P.ej: “Veo una habitación desordenada”, pero no «Eres muy desordenado».

– La dependencia genera hostilidad. Deja que los niños hagan por sí mismos lo que puedan.

– Los niños necesitan aprender a elegir, pero dentro de la seguridad de unos límites bien definidos.

– Limitar la crítica a un evento concreto, evitar generalizar con palabras como “nunca”, “siempre”.

– Abstenerse de usar palabras que no queremos que los niños repitan.

No sé a ti, pero a mí algunas de estas afirmaciones me parecen altamente recomendables, también, para la comunicación “adulta” … ¿o no? Eva Bach y Anna Forés proponen un procedimiento asertivo, muy relacionado con la idea de comunicación eficaz de Ginott, la fórmula XYZ+R:

 

Veámoslo:

X. “Cuando haces o dices…” Aquí definimos claramente la conducta que me ha molestado o que no me gusta. Como hacía Ginott, es importante evitar la crítica a la persona, y centrar los comentarios y observaciones únicamente en la conducta o en los actos.

Y. “Me siento…” En este punto debemos expresar lo qué sentimos. Parece fácil, pero la cosa se complica cuando las autoras recomiendan hacerlo en un tono calmado (o lo más calmado posible) y sin dramatizar. Nos hemos de centrar en los efectos que la conducta definida en el punto X, provoca en nosotros. Todo esto sin presuponer intenciones en el interlocutor, sin juzgar, sin atacar… Interesándome por el modo de ver el problema desde el otro lado, y dejándo espacio para que el otro también exponga cómo se siente ante la situación.

Z. “Me habría gustado que hicieras…” Informamos de lo que nos hubiera gustado que ocurriera. Es muy posible que en nuestras relaciones tengamos presentes los dos primeros puntos, pero habitualmente se queda ahí la cosa. Está muy bien localizar y definir el problema y los sentimientos que no nos gustan, pero tenemos que dar una alternativa de cambio para ofrecer pistas de cómo queremos que sean las cosas. Debemos especificar la conducta que hubiésemos preferido, en positivo, sin recalcar lo que no quiero o no me gusta, sin presionar y sin exigencias. Podemos ofrecer varias alternativas, de hecho, éste es el primer paso hacia un diálogo orientado a la solución. R. “Por mi parte me comprometo a …” El último punto es el más olvidado, pero crucial. El hecho de adquirir un compromiso con la situación, implica asumir parte de responsabilidad y estar dispuestos a poner algo de nuestra parte para solucionarla, ofrecer nuestra colaboración. Es un ejercicio de autocrítica, en realidad: “¿En qué medida he contribuido yo a que se diera esta situación?”, “¿Qué podría hacer, o dejar de hacer, para que no se repita?”

Aplicando esta -aparentemente- sencilla fórmula, cambiamos la focalización de la crítica: del juicio al otro (“Tú has hecho…”) a lo que yo experimento (“Yo me siento de esta forma”). Con esta desviación del foco de atención, será más fácil dejar de lado el ataque, la crítica, la hostilidad y la amenaza; para dar la bienvenida a una demanda razonable, flexible y respetuosa, sin dejar de atender a la libertad o las preferencias del otro.

¿Lo ponemos en práctica? Feliz día!

 

Irene Morales

Psicóloga

Extraido de https://www.institutodraco.com

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