Signos de que absorbes mucha negatividad

A diario nos relacionamos con diferentes tipos de personas que ejercen algún tipo de influencia en nosotros. Si estás rodeado de las personas equivocadas, aquellas que no te ayudan a crecer, entonces tendrás más posibilidades de tener problemas.

Aquí te mostramos algunas señales de que puedes estar rodeado de personas tóxicas: 

1-Te  deprimes con facilidad

Si te sientes muy sensible acerca de cualquier acontecimiento que ocurra a tu alrededor

2-No te sientes tan feliz como antes

3-Reaccionas más ante las malas noticias que ante las buenas

4-Tienes síntomas de ansiedad y estrés

5-Te dejas influenciar  fácilmente por estas personas

6-Te ha cambiado el carácter, sueles estar de mal humor muy a menudo

7-Tu vocabulario ha cambiado, te centras en palabras con connotaciones negativas

8-No ves nada positivo en tu futuro

9-Te centras más en lo negativo

10-Te quejas por todo muy a menudo

¿Qué puedes hacer si estás absorbiendo mucha negatividad de otras personas?

-Primeramente deberás identificar tus emociones o sentimientos negativos y darte cuenta cuando afloran: ¿en qué situación te encuentras? ¿con quién estás en ese momento? ¿qué es lo que te hace sentir así o comportarte de esa manera?

-Identifica las personas que te hacen sentir mal, así te será más fácil tomar medidas y protegerte de ellas.

Si son tus amigos, no tengas miedo en alejarte de ellos pues no te aportan ningún beneficio y es muy posible que sigas sus pasos y te conviertas tú mismo en una persona tóxica.

-Repasa tu escala de valores, qué cosas estás dispuesto a aceptar y qué cosas no. Piensa en lo que realmente necesitas para estar en paz y feliz contigo mismo. Una vez lo tengas claro podrás enfocarte plenamente en ello.

-Pon límites a los comportamientos que te deprimen o te estresan como críticas, personas que sólo hablan de sí mismas, personas que asumen el rol de víctimas, narcisistas, controladores, etc.. Piensa que el tiempo que pasas con ellos es tiempo que te roban y que no podrás recuperar nunca.

-Evita las situaciones que te estresan o que te hacen sentir incómodo. Es una manera de protegerte de absorber negatividad de situaciones o de otras personas.

-Dedica tiempo para ti, para relajarte y pasarlo haciendo las cosas que realmente te gustan. También puedes practicar la meditación o cualquier otra técnica para recuperar tu equilibrio mental.

-Rodéate de personas positivas, optimistas que te hagan reír, que te escuchen, te halaguen y te empoderen.

 

A nadie le gusta estar rodeado de personas negativas o tóxicas, aunque alguna vez todos hemos tenido que lidiar con este tipo de situaciones. Salir de estos de comportamiento sólo está en tus manos. Toma acción hoy mismo y comienza a vivir la vida que realmente quieres y deseas. Puedes utilizar diferentes técnicas como el mindfulness, afirmaciones, coaching, etc… para ayudarte a conseguir tu objetivo. Simplemente pasa a la acción.

 

Fuente: https://hackspirit.com/

Redación Instituto Draco

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El sobrepeso según la BioEmoción: ¿Qué te sobra en realidad?

¿Te has dado cuenta que te sobran algunos kilitos y no sabes cómo hacer para desprenderte de ellos? Todos, en alguna ocasión, es posible que nos hayamos encontrado en esta situación. El problema viene cuando, después de hacer dieta y ejercicio físico, nuestro peso “ideal” se esfuma al poco tiempo.

Es fácil que esta situación nos lleve a un estado de desmotivación, baja autoestima… En definitiva, a no estar a gusto con uno mismo.  ¿Por qué no te funciona la dieta? ¿Por qué recuperas el peso perdido? No te funciona porque hay un conflicto emocional activo. Este conflicto te impide mantener tu peso ideal. Debemos hallar qué sentido biológico tiene ese conflicto, qué me aporta y por qué lo mantengo.

¿Cuál es el sentido biológico del sobrepeso?

Nosotros acumulamos grasa en nuestro cuerpo como una solución biológica de adaptación, que nos permite sobrevivir. La grasa nos ayuda a protegernos del frío. De alguna forma, vivimos una necesidad de ser vistos (por eso me hago más grande), de reconocimiento. Otro sentido biológico es hacer reservas energéticas para momentos de carencias, siempre desde nuestra percepción, ya que para nuestro inconsciente, lo real y lo imaginario es lo mismo.

 

¿Qué conflicto se esconde detrás del bloqueo emocional? 

Normalmente encontramos un conflicto estructural de abandono y de separación. De forma arcaica, estar solo es sinónimo de estar en peligro. La función de aumentar el peso debe ser entendida como una prevención a algo que va a ocurrir, por lo tanto debemos buscar el conflicto en el futuro.

 ¿Qué emoción biológica se oculta?

Las personas con sobrepeso suelen tener sentimientos de miedo y se suelen sentir desprotegidas, en muchos casos suelen ser personas con carencias afectivas e insatisfacción sexual. La comida se convierte en un paliativo de su insatisfacción, del tipo que sea. El sobrepeso también lo favorece la soledad, el aburrimiento, la tristeza, el rechazo, un sentimiento de fracaso, la sensación de impotencia y las ideas negativas¡Cuida tus interpretaciones y tus pensamientos! Porque creer es crear.

El exceso de grasa se almacena entre mi ser interior y el medio exterior, me indica que inconscientemente quiero aislarme en mi comunicación con el exterior. Hay un vacío entre yo y el mundo exterior. Así escondo mi inseguridad al estar expuesto, al ser vulnerable y así, quiero evitar estar herido. El alimento terrestre representa también un alimento emocional. Por lo tanto, como excesivamente para colmar un vacío interior

¿Cómo libero esa emoción biológica?

En primer lugar,  hay que estar dispuestos a cuestionarnos nuestras creencias. Es el primer paso para poder cambiarlas. Eso nos ayudará a poder ver una determinada situación de otra manera. A partir de ahí es cuestión de hacer un cambio profundo de creencias. Las personas con sobrepeso suelen tener creencias muy desvalorizantes como “no soy suficiente”, “no valgo”, “necesito estar a la altura”, “tengo que luchar”… En la medida que cambiemos nuestras creencias de base, podremos ver la vida de otra manera y encontrar nuevos recursos para cada situación.

Recuerda: la causa probable del sobrepeso es el miedo, necesidad de protección, la huida de los sentimientos, la inseguridad y el rechazo de uno mismo. El nuevo modelo mental que debes adquirir es “Estoy en paz con mis sentimientos. Estoy a salvo donde estoy. Yo creo mi propia seguridad. Me amo y me apruebo”.

Si deseas leer más artículos parecidos a El sobrepeso según la BioEmoción: ¿Qué te sobra en realidad?, te recomendamos que entres en nuestra categoría de Estudio de las emociones

 

Irene Morales

Coach Espiritual 

 Extraido de www.institutodraco.com

 

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¿Proyectas tus emociones?

¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que alguien te culpa de sus propios problemas?

La proyección o transferencia es una estrategia de defensa muy común en las personas que no se quieren hacer responsables de sus actos, culpan a otros y de esta manera alivian el estrés, la ansiedad o el rechazo al que se sienten sometidos.

Esta estrategia daña psicológicamente a las personas que lo reciben. Pueden sentir baja autoestima, sentirse desvalorizados, etc. Son personas que hablan mal de las demás personas y critican las mismas cosas que forman parte de ellos y a las que se niegan a enfrenarse.

¿Por qué  usamos la proyección?

Nuestro inconsciente es el encargado de protegerte de situaciones peligrosas o “incómodas” para ti. Pero en alguna situación puede que te sientas culpable o tengas otras emociones desagradables y para  evitar reconocer tu propio problema, tu inconsciente transfiere estos problemas o emociones negativas a otras personas. De esta manera encuentras un cierto alivio acerca de tus fallos cuando proyectas estas emociones negativas en los demás.

 

Las personas con muchas inseguridades, y problemas de autoestima son las más propensas de usar la proyección de forma continua. Si eres capaz de reconocer tus propios problemas y te haces responsable de ellos, entonces te estarás liberando de usar la proyección. Aunque es normal que en algún momento proyectemos algo en los demás sin ni siquiera darnos cuenta.

Detener la proyección no es tarea fácil pero no imposible. Minimizar esta estrategia está en tus manos. He aquí unos cuantos tips para ayudarte a lograrlo:

 

1-Conócete a ti mismo

Cuando sabes quién eres, y te aceptas tal como eres, con tus defectos y virtudes serás capaz de no sentirte débil ni mostrarte tal cómo eres ante los demás.

 

2-Deja de sentirte una víctima

Cuando juegas el papel de víctima culpabilizas a los otros de tus propios problemas. Deberás hacerte responsable de tu actos y ser consecuente con ellos.

 

3-Exprésate

Expresa tus sentimientos y emociones. Será más fácil si expresas tus miedos, frustraciones a las personas de tu confianza. Ellos te entenderán y para ti será una liberación.

 

4- Aprende de tus errores

Intenta recordar las situaciones en las que culpabilizabas a otros de tus problemas. Busca qué se repite en cada una de ellas. ¿Qué emociones proyectabas? ¿Eran siempre las mismas? ¿Con las mismas personas o con diferentes? Esto te puede dar una pista del patrón que sigues y lo puedes utilizar para mejorar tu conducta.

 

5-Rodéate de personas constructivas

Cuando te rodeas de las personas correctas, aquellas que te ayudan a crecer, las que están dispuestas a escuchar y a ayudarte entonces todo cambia. Aprende a comportarte como ellas, date cuenta de cómo solucionan sus conflictos sin culpar a los demás.

Admitir tus errores será un gran paso para el cambio. No seas duro contigo mismo, deja de juzgarte y avanzarás. Simplemente reconoce que eres humano y que estás en el camino hacia el cambio. Te deseamos toda la suerte del mundo.

Redacción Instituto Draco

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AUTOCONOCIMIENTO, primer paso a tu Propósito

“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”

Esta frase de Lao – Tse nos invita a reflexionar: que aunque el camino parezca largo y extenso el primer paso siempre fue el inicio.

¿Cuál es el primer paso que quieres dar hoy?

Si te encuentras en una encrucijada ya sea personal o profesional, el primer paso debes decidirlo en consciencia y para ello conectarlo con tu propósito. Si tu duda es en lo laboral, este sendero te llevará a las respuestas que necesitas.

Cuando pensamos en un comienzo, a veces no nos centramos en ese primer paso, pensamos en solo en la llegada a nuestra meta, o imaginamos y fantaseamos en lo que encontraremos en el camino. Sin embargo, ese primer paso, será fundamental para saber la dirección que le daremos a nuestra esa aventura.

Si lo que buscas es claridad en tus decisiones personales y profesionales, y aún no defines tu propósito, empezar por el autoconocimiento te dará herramientas para comenzar a ver la luz en tu camino y con ello seguridad en lo que comenzarás.

¿Qué es el autoconocimiento?

El autoconocimiento, en palabras simples, trata de conocerse a sí mismo. Saber quién eres y qué te representa. Pareciera fácil, sin embargo, vivimos en un mundo donde el tomar consciencia de uno mismo y saber realmente quienes somos, resulta más difícil de lo que pensamos.

 Quiero compartirte una breve historia para reflexionar

“¿QUIÉN ERES?” Cuento de Anthony de Mello Una mujer estaba agonizando en la sala de un hospital. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante un Tribunal. “¿Quién eres?”, dijo una Voz. “Soy la mujer del alcalde”, respondió ella. “Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada.” “Soy la madre de cuatro hijos.” “Te he preguntado quien eres, no cuántos hijos tienes.” “Soy una maestra.” “Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión.” Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta “¿Quién eres?” “Soy cristiana”, respondió ella. “Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión.” “Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados.” “Te he preguntado quién eres, no lo que hacías.” Evidentemente, no consiguió pasar el examen, y fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién realmente era y su vida cobró otro sentido…

Pareciera que la respuesta a ¿Quién eres? podría resultar más complicada de lo que pensamos. Sin embargo, la respuesta está en ti, solo falta que le dediques tiempo para encontrarla.

El camino del autoconocimiento no acaba nunca, siempre estaremos descubriéndonos y explorando nuevos límites. El mundo nos invita a ello constantemente, por ejemplo: partes un nuevo proyecto, conoces a una persona nueva, te despiden de tu trabajo, o cuando decides viajar.

Tal vez inicialmente te pueda sonar cansador pasar una vida conociéndose, pero a modo personal, encuentro que es lo maravilloso de la vida. Cada día un descubrir, cada día una oportunidad.

¿Cómo comenzar?

Te recomiendo que para este primer paso tomes un tiempo para ti, comenzar a tomar consciencia de ti mismo, de lo que vives cada día y que puedas registrar objetivamente: tus emociones, sentimientos, reacciones, decisiones, etc. Toda esta información te ayudará a comenzar a contemplar quién eres y te llevará a comprender tu propósito de vida, y también tu propósito laboral.

Necesitarás un cuaderno/diario donde registres tus actividades y puedas indicar las emociones que te acompañaron, las reflexiones que realizaste y aquello que te movilizó a hacerlo. Lo más difícil al inicio será tomar el hábito de hacer estos registros por lo que te recomiendo, poner una alarma al medio día y realizar el primer registro, y otra por la noche para realizar el siguiente y tal vez completar el del medio día.

Con estos dos registros al día y en unas tres semanas aproximadamente tendrás información suficiente para comenzar.

Cuando decidas iniciar tu análisis, revisa e identifica por ejemplo: emociones dominantes, sentimientos, acciones, etc. Reflexiona que dice esta información de ti y hazte las siguientes preguntas:

– ¿Qué siento ahora al identificar estas emociones?

– Cuando reviso mis comportamientos y reacciones, ¿Cómo me veo?

– ¿En algunas situaciones, cambiarías algo?

– ¿Esta es la versión de ti mismo, que te hace feliz?

Si aún es complejo para ti y estás en algún proceso de acompañamiento, mentoría o coaching, comparte esta información con el profesional que te asesora. Con su ayuda podrás tomar distancia y ser más objetivo contigo mismo.

En ti tienes todas las respuestas, y el camino hacia lo que anhelas te está esperando, solo debes entregarle a tu brújula la información necesaria para dar ese primer paso hacia donde quieres ir.

Bon voyage!

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Cuando tu eliges…

¡FELIZ NAVIDAD! Les dejo este arbolito cargado de un mensaje con tanto sentido:
«Cuando tu eliges la alegría, te sientes bien y cuando te sientes bien, haces el bien. Cuando haces el bien les recuerdas a otros lo que se siente la alegría. Y puede ser que incluso los inspires a hacer el bien también»
Todo lo bueno se contagia y en estas fechas tenemos la posibilidad de elegir regalar hacer el bien, contagiando la alegría que eso produce. Hoy más que nunca y en esta navidad tan distinta puedes regalar más abrazos, más tiempo, más risas, más perdón, más tolerancia, más humildad, más amabilidad, más compasión, más cariño, más significado y más amor.
Démosle el sentido que necesitamos para que esta navidad sea distinta y significativa. Agradece a los que estuvieron ahí este año, perdona a los que desaparecieron, respeta y se compasiva con los que lo vivieron distinto. Regala tiempo y risas, recuerda a los que no están como si estuvieran, y rodéate de todo o todos los que hicieron de este año un mejor año.
¡Muy feliz navidad! Y que esta navidad sólo se trate de mirar a todos aquellos que estuvieron ahí este año y a través de cualquier gesto elijamos regalar gratitud.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

Los invitamos a conocer nuevo libro de María José Lacámara

Más conectados: La conexión emocional como eje central de la crianza

 

La psicóloga infanto-juvenil María José Lacámara publica este libro que  busca ayudar a padres y madres a encontrar un método de crianza propio, que se ajuste a sus necesidades y les permita sintonizar con lo que requieren sus hijos.

Lo pueden encontrar en: Contrapunto, buscalibre, Antártica, que leo, editorial planeta y en formato digital.

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Los afectos son la manera de ubicar lo que nos afecta

Ayer mantuve una entretenida conversación con un amigo que imparte clases en primaria. En un determinado momento me confesó con cierto tono apesadumbrado algo que activó mis sensores: «Por lo que estoy viendo en los lugares por los que me muevo, creo que la pandemia no va a cambiar a muchas personas». Como un resorte salté y le respondí: «La pandemia no va a cambiar a nadie. Ni la pandemia ni la pospandemia. Nada nos cambia. Nos cambiamos nosotros. Sólo hay movilización en aquellos que utilizan lo que ocurre y lo que les ocurre como instrumento de análisis y palanca de transformación. Da igual la magnitud o la irradiación de las circunstancias que suceden en derredor, si uno prescinde de incorporarlas a su reflexividad primero y a su campo valorativo después». Mi amigo asintió, y aproveché para lanzar un interrogante: «¿Por qué te crees que hay tantas personas que se mueren a los 27 años, pero no las entierran hasta pasados los 72?». Al soltar esta invectiva pensé en la afectabilidad humana. Conviene recordar que todos tenemos afectabilidad como especie, pero la afectividad como entramado, además de depender de causas multifactoriales ajenas al sujeto, también está atravesada de criterios personales. La afectabilidad es la capacidad de que nos afecten las intervenciones del mundo en nuestro mundo. La afectividad es la forma de ubicar sentimentalmente en la particularidad de nuestro mundo lo que nos afecta de nuestro trato con el mundo.

La afectabilidad faculta que el mundo nos afecte en tanto que somos la compaginación rotatoria de relaciones tanto electivas como no escogidas con las que nuestra biografía no ceja de jalonarse. Esa recepción y afectación se traduce en afectividad. No es extraño que Hume denomine afecciones a los sentimientos. En Ciudad princesa leo a Marina Garcés que «los afectos no son solamente los sentimientos de estima que tenemos hacia las personas o las cosas que nos rodean, sino que tienen que ver con lo que somos y con nuestra potencia de hacer y de vivir las cosas que nos pasan, las ideas que pensamos y las situaciones que vivimos». Algo se presenta ante nuestra atención, interfiere en la inercia en la que solemos armonizarnos, nos zarandea, lo pensamos y lo alojamos en el juego de preferencias y contrapreferencias con el que establecemos las valoraciones afectivas de lo que nos sucede y de lo que hace que estemos sucediendo. De repente, brota un afecto que nos acomoda en una manera concreta de apostarnos en el mundo. En la conversación entre yo y yo acaba de implosionar una mutación destituyente y constituyente a la vez. No necesariamente ha de ser un acontecimiento aparatoso y catedralicio que percute con sus turbulencias en las narraciones de todas nosotras simultáneamente, o en el entramado afectivo de cualquiera de nosotros. Lo sabemos de sobra aunque somos renuentes a aprenderlo: la vida suele estar agazapada en los detalles que nos hacen sentir vivos.

Un afecto puede impugnar o recalcar la cosmovisión que tenemos de nosotros mismos. Puede alcanzar la inauguración de un yo que inopinadamente se lee inédito y renovado. La presencia hipnótica de un tú puede lograr metamorfosis en otro tú, que unas palabras entrelazadas con silencios y otras palabras tanto proferidas como escuchadas nos hagan menos borrosos o incluso mucho más nítidos. Todo esto es posible gracias a la afectabilidad con la que se imprimen nuestros afectos en una gigantesca trama de evaluaciones en la que intervienen la memoria (como llave de acceso al pasado), las expectativas (como herramientas para dar forma al futuro), los relatos sobre la definición de lo posible (como material para construir presente). A pesar de que secularmente se ha segregado el mundo de los afectos del mundo de la racionalidad, los afectos no son inmunes a los argumentos. La argamasa discursiva tiene capacidad transformadora sobre los sentimientos, y a la inversa, en una deriva de retroalimentación en la que no existe un antes y un después, sino simultaneidad. Aquí radica la relevancia de abrir espacios para confrontar narrativas disonantes y tomar el riesgo de ser afectado por ellas. En mis conversaciones más confidentes repito mucho que todo de lo que se da uno cuenta después está sucediendo ahora. A la incesante valoración de ese ahora en continuo curso sobre sí mismo la llamamos sentimientos, es decir, lo que recogemos de afuera para ordenarlo de nuestra piel para dentro. Al afectarnos nos muta y al mutarnos nos afecta. Bienvenidas y bienvenidos a la circularidad sin fin en la que habitamos mientras no dejamos de estar sucediendo.

José Miguel Valle.  Escritor y filósofo

Imagen portada : Obra de Petra Kaindel

 

  

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Volver a la vida cotidiana

Hoy desperté con unos deseos enormes de ver el mundo otra vez y por extraño que suene para una mujer como yo, más dada al recogimiento, con muchas ganas de ver gente, harta gente. Hasta pensé en ir a la peluquería, uno de mis lugares menos favoritos. De hecho, voy cada dos años, si es que voy. No me gusta el olor de los químicos, ni la música que ponen en ninguno de los salones de belleza que alguna vez he conocido y menos que alguien intente o sugiera un cambio en mi pelo. No me agrada el lavado, siempre me siento incómoda, y encuentro que la imagen en el espejo de todas las que estamos allí sentadas es deprimente. Unas parecen extraterrestres, entre papeles plateados y gorros de goma por donde sacan mechones de pelo, y otras nos vemos tan mal, que parecemos la madrastra de Blancanieves ofreciéndole la manzana envenenada. Yo preferiría que ese despliegue de fealdad involuntaria no fuera público, que uno entrara a un box privado y sufriera lo que hubiera que sufrir ahí dentro, para luego salir como una diosa, la encarnación misma de Venus.

No se enojen quienes lean estas líneas, sé que a la mayoría de ustedes les encanta ir y las comprendo. Porque hoy muero por visitar mi salón y soportar todas esas incomodidades con tal de escuchar a otras personas hablar nimiedades y verlas sonreír. Al entrar, esperaría mi turno leyendo el diario, aceptaría una mineral y disfrutaría de la música. Sí, la misma que no me gusta. Luego pediría un masaje craneal después del lavado y que la chica me cuente qué planes tiene para sus vacaciones. Después, subiría al segundo piso envuelta en la bata que siempre me ha quedado medio rara, pero que en esta ocasión me parecería un Versace original, y me sentaría en uno de los sillones de cuero blanco a leer una de esas revistas españolas para saber con quién fue a las Baleares Isabel, o a Marbella, Paloma. Después de un rato, el colorista, amoroso como de costumbre, me pondría un producto natural para terminar con mis canas en rebeldía. Y luego de permanecer media hora asándome bajo una especie de casco sacado de la Guerra de las Galaxias, bajaría al primer piso a esperar a mi peluquero, el más simpático del mundo, el único que me entiende y aguanta, para que me corte sólo un centímetro.

Que fascinación cuando conversemos sobre nuestras penurias y empobrecimiento causados por la cuarentena. Compartiremos nuestras penas, pero también la alegría de volver a la vida normal. Y comentaremos entre todos que echados a perder estamos, algunos más gordos y todos más viejos por las preocupaciones. Y definitivamente más pobres. ¡Pero tan felices de vernos!

Un entorno que puede parecer superficial y prosaico, toma un cariz completamente distinto cuando lo llenamos de seres humanos, sus emociones y buenos sentimientos. Necesitamos del contacto directo con otras personas, necesitamos el saludo cariñoso de los cercanos, sí, pero además de quienes no lo son tanto. Y por qué no, de los desconocidos también. Vivimos en sociedad, y con nuestras diferencias nos amamos. O desde ahora en adelante, al menos, deberíamos amarnos. Porque el síndrome de aislamiento y sensación de abandono que estamos padeciendo estos meses de cuarentena, va a dejar una profunda huella en nosotros. Hasta el punto de que poder ir nuevamente a la peluquería se ha transformado para mí en un verdadero sueño.

Myriam O – Artista multidisciplinaria (conoce mas de ella aquí)

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¿Donde van a morir los pájaros?

Las emociones son respuestas físicas e instintivas ante estímulos externos, programadas en nosotros a lo largo de millones de años de evolución. Son irracionales, pues no se generan en el neocórtex como los pensamientos conscientes, el razonamiento y la toma de decisiones, sino que en un sistema separado llamado sistema límbico, que es como su centro procesador. En sicología, se ha estudiado la existencia de cuatro a seis emociones básicas y hasta más de veinte categorías distintas. Y aunque es prácticamente imposible hacer un listado exacto, he aquí algunas: la tristeza, la ira, la repulsión, la sorpresa, el miedo y la alegría. Pero existen varias otras más complejas, tales como la desilusión, la melancolía, el asombro e incluso la fascinación. Los sentimientos, por otro lado, son asociaciones y reacciones que se producen en nuestra mente frente a determinadas emociones. Ellos difieren de persona a persona, pues son producto de la experiencia adquirida a través del tiempo, del aprendizaje y temperamento. Así, frente a idéntico estímulo emocional, los sentimientos de dos individuos pueden ser muy diferentes.

Quiero invitarles, entonces, a leer uno de mis cuentos y jugar a identificar emociones y sentimientos, a ver qué sucede.

¿DÓNDE VAN A MORIR LOS PÁJAROS?

Los pájaros son como peces, surcan el cielo a toda velocidad para luego zambullirse en el jardín. Y parece que nadaran, sobretodo los zorzales. Un aleteo y pausa, un aleteo y pausa, hasta que aterrizan sobre el pasto creyéndose los dueños del lugar, pues como capitanes de puerto, corretean con sus gritos a unos y desafían a otros. Aún así, los pequeños chercanes se las arreglan para evadirlos, instalándose todos los años en la casita entre las hojas del magnolio. La llenan de ramitas que se asoman por el agujero de entrada, tan finas como sus propias patas, y se paran vigilantes en un gancho del árbol. Luego vuelan hasta la punta del techo deteniéndose ahí, miran hacia la izquierda, hacia la derecha y girando en el aire, se meten para adentro. Otros se visten de monjas, son grises con un velo blanco y hasta Octubre estuvieron dando picotazos en la ventana cortejando a su propia imagen. Yo diría que les dio buenos resultados, pues hicieron sus nidos en la enorme buganvilia. Ayer me acerqué, sigilosa, apenas pisando para no meter ruido. Me agaché por debajo de sus floridos ganchos rojos, hasta entrar al túnel de ramas y espinas, buscando con la mirada de dónde venía ese, a ratos incesante, piar agudo. Que sorpresa fue ver que un polluelo estaba de pie, erguido en el borde del nido, derechito, casi marcial, mirando hacia adelante sin moverse. Y sentí un enorme deseo de tocarlo, aunque fuera un imposible. Pero sólo permanecí atenta, aguantando la respiración a ver qué pasaba. Que difícil no moverse, estar ahí apenas, casi levitando, tratando de no pensar siquiera por si un pensamiento ruidoso lo pudiera asustar. Es que los pensamientos se cruzan por la mente como aviones fuera de control, como ideas que se estrellan en la frente explotando en mil colores. O tal vez son imágenes que viven ahí dentro, esperando su turno para aparecer como fantasmas, y suenan, retumban, y yo lo que menos quería era espantarlo. Como pude, me agaché más aún y me atreví a acercar mi mano al nido, poco a poco. Estiré el dedo índice y, muy lentamente, llegué al borde. El polluelo no se movía, no pestañeaba. ¿O estaría durmiendo, como los peces, con los ojos abiertos? Finalmente, lo toqué. Acaricié su pecho de arriba a abajo, sintiendo sus frágiles huesos y la suavidad de sus plumas. El seguía en posición firme, cual guardia del Palacio de Buckingham, mirando al frente, sin prestar la más mínima atención a esta turista de jardín. Y sentí el calor de su cuerpo, rogando que mi osadía no le fuera a dejar algún trauma, nunca se sabe. Pensé que el corazón se me iba a salir del pecho cuando me alejé en silencio, preguntándome dónde van a morir los pájaros, dónde terminan sus cuerpos a la hora de partir.

Así pasaron los días hasta que una mañana supe la respuesta, al ver a un zorzal joven que yacía muerto al final de la escalera. Los ojos siempre abiertos, las alas un poco lacias, las plumas de la cabeza medio revueltas como si hubiera habido una batalla. Los zorzales son grandes, incluso cuando polluelos, de modo que no se si este volaba siquiera. Tal vez murió de un susto al caer de su nido. No había sangre, no había testigos. O quizás el hambre lo hizo saltar al vacío, resultando en un salto de fe que salió mal. A lo mejor era un zorzal inexperto explorando el mundo a pie, con el deseo de acabar con la soledad de un nido que había dejado de ser visitado por los padres. Cualquiera que haya sido el motivo, ahora sé dónde van a morir los pájaros: terminan en el suelo, como el sentimiento.

Myriam O – Artista multidisciplinaria (conoce mas de ella aquí)

 

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Tipos de duelo amoroso: por el amor que dejó de ser y por el imposible

El duelo es una respuesta física y psicológica ante la pérdida; consiste en un proceso universal de despedida que todos atravesamos alguna vez en la vida, independientemente de nuestras creencias y cultura.

Comúnmente hablamos de “duelo amoroso” cuando ponemos punto final a una relación de pareja, pero, ¿sabías que existen también otros tipos de duelo sentimental? Está, por ejemplo, ese duelo que vivimos cuando llega la hora de aceptar que nuestra historia de amor soñada es imposible, o que nuestro afecto no será correspondido jamás.

Visto así, el duelo amoroso no ocurre solo cuando decidimos acabar con un vínculo de pareja “real”, sino también cuando ponemos fin a una “relación imaginaria”. 

Tipos de duelo amoroso que no sabías que existían

Por la ruptura que viste venir

Un duelo anticipado es aquel que somos capaces de prever, sabemos que se acerca y una parte de nosotros se alista silenciosamente para la gran despedida. Muchas veces preferimos no pensar en ello, fingimos que todo está en orden y que quizás la ruptura no sucederá realmente.

A menudo experimentamos este tipo de duelo cuando tenemos una pareja con una enfermedad terminal, o cuando alguno de los miembros de la relación planea mudarse de ciudad o país. Son habituales los sentimientos de tristeza, irritabilidad, ira, traición e impotencia.

Por el rompimiento que, en el fondo, hace mucho querías

A veces, puede que tengamos que pesar y decidir entre dos deseos completamente opuestos: poner términos a una relación o continuar con ella. Es entonces cuando hablamos de ‘duelo ambiguo’ o ‘duelo confuso’. La ambigüedad en cualquier situación significa que es difícil precisar exactamente lo que nos molesta y lo que no. Cuando se trata de un duelo, significa que la pérdida es difícil de definir o evaluar, quizás porque no estamos seguros de haber perdido en realidad. Puede suceder que, muy en el fondo, sintamos alivio porque la relación venía causándonos zozobra o angustia.

Por ese ‘Adiós’ que nunca tuvo una ‘Bienvenida’

No hace falta tener una “relación formal” ni mucho menos estable para vivir un duelo amoroso. El duelo abreviado describe una fase de tristeza y dolor real, aunque de corta duración, y ocurre cuando no hay un fuerte apego a la pérdida. Un buen ejemplo son los amores de verano, los romances vacacionales o los amoríos entre personas que laboran temporalmente en una misma oficina.

Por aquel amor tan profundo que te niegas a creer que todo acabó

Es quizás el tipo de duelo más difícil de superar, ya que implica una respuesta automática de supresión del dolor. Las personas que atraviesan este duelo amoroso a menudo ocultan sus sentimientos tras excusas como: “No tengo tiempo para estar triste”, “La vida es como es, no vale la pena deprimirse”, “Soy fuerte, puedo con esto”…

Esta forma de afrontar el sufrimiento es un grave problema porque, si las pérdidas no se procesan, tomarán la forma de dolores de cabeza, dolores de estómago y enfermedades inexplicables, todo consecuencia de la somatización. Progresivamente, este duelo sin resolver nos impedirá avanzar en la vida y nos cerrará las puertas a nuevas relaciones, pues el historial de pérdidas no ha sido procesado.

Es conveniente tomarnos muy en serio los posibles efectos de un duelo reprimido, que pueden acarrear dificultades a futuro en todas las áreas de nuestra vida.

Por ese ‘alguien’ a quien no amabas, pero te hizo recordar a quien sí amaste

¿Alguna vez te has descubierto llorando a cántaros por alguien a quien no querías tanto? El duelo exagero ocurre cuando hay un efecto acumulativo de pérdidas o desengaños amorosos. Quizás, hace 10 años el gran amor de tu vida se marchó sin dar explicaciones, o se casó con otra persona; tú creíste haberlo superado, pero resulta que no.  Un día, la ruptura con alguien a quien conociste hace poco te duele tanto como la de hace 10 años, y descubres que aún te sientes abrumado por la tristeza, el dolor y la decepción. Es otra persona la que ahora despides, pero de alguna manera, todo está conectado.

Por esos amores platónicos que solo existen en nuestra imaginación

El duelo exagero aplica también para los amores platónicos o imaginarios. Incluso puede que suframos más por un amor platónico que por un noviazgo real; la razón es meramente psicológica: idealizamos a nuestros amores platónicos, nos convencemos de que no existe nadie mejor en el mundo, y que solo con esa persona podríamos ser felices.

El ciclo sano del duelo

Hay cinco etapas del duelo que fueron propuestas por primera vez por Elisabeth Kübler-Ross en su libro On Death and Dying (1969):

  1. Negación y aislamiento. La negación es un mecanismo de defensa común que amortigua el impacto inmediato de la pérdida y adormece nuestras emociones. Es una estrategia para escondernos de los hechos y refugiarnos en la esperanza.
  2. Ira. A medida que la negación se vuelve insostenible, la realidad y el dolor resurgen, así que nos protegemos con la ira. Culpamos a nuestra ex pareja, a su familia, a nuestros amigos… Cualquier objetivo es bueno con tal de poder dirigir nuestra impotencia y frustración a alguien.
  3. Negociación. La tercera fase nos motiva a hallar mecanismos de conciliación. Para ello, retomamos el contacto con nuestra ex pareja, con la esperanza de poder solucionar las cosas. Es un intento de negociación con el fin de evadir el dolor. Es normal que sintamos también culpa y remordimiento en esta etapa: comenzamos a creer que todo fue nuestra responsabilidad y que debimos haber actuado diferente.
  4. Depresión. Puede ser de dos tipos: privada y sutil (cuando nos retiramos por un tiempo para asimilar la despedida), o agitada y mediada por el arrepentimiento, donde nos inquieta la idea de no haber pasado suficiente tiempo con el ser amado, no haber sido lo suficientemente entregados o no haber valorado su presencia.
  5. Aceptación. Finalmente, llega la aceptación, la cúspide del duelo donde somos capaces de mirar atrás y ver lo ocurrido como un obsequio de la vida, un aprendizaje que nos ha convertido en mejores personas.

Todo duelo amoroso es único e irrepetible. Solo quien lo vive puede de dar testimonio de él. Se entiende que el ritmo de aceptación de un evento doloroso varía de una persona a otra; las etapas descritas anteriormente solo sugieren una etiqueta para la infinidad de emociones que se perciben durante el duelo, pero no un orden obligatorio.

Incluso curarnos el alma es una declaración de libertad.

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PAS: 7 claves para vivir con alta sensibilidad

Ser una persona con alta sensibilidad en el mundo de hoy en día puede llegar a ser muy complicado. El estrés de la vida diaria, la competitividad, el ruido… demasiados estímulos que afectan en demasía a una persona PAS. Si eres una persona PAS es probable que en muchos momentos de tu vida sientas que nadie te entiende o que estás fuera de lugar.

Elaine Aron, la psicóloga americana que estudió y popularizó el término PAS alrededor del mundo, descubrió que alrededor del 15-20% de la población tenía este rasgo de personalidad. Según Aron, las variaciones en el cerebro de estas personas hacen que respondan de manera diferente a los estímulos externos.

Las personas PAS se agobian ante los ruidos fuertes y entornos de ritmo rápido, necesitan más tiempo para descomprimirse después de socializar y prosperar en entornos más tranquilos. La persona altamente sensible también suele tener una profunda afinidad por la naturaleza y los animales, encontrando consuelo en lo que la naturaleza proporciona.

Dado que el 80% de la población no es muy sensible, esto explica por qué los PAS a menudo se sienten tan aislados e incomprendidos. La gente puede decirle que es «demasiado sensible» o que necesita «endurecerse». Sin embargo, ser muy sensible es un regalo que no debe darse por sentado. Este rasgo puede permitir a las personas establecer conexiones más profundas con los demás y puede desempeñar un papel crucial en la supervivencia de situaciones difíciles debido a una mayor conciencia.

 

¿Eres una persona PAS?

Los signos de que puedes ser altamente sensible son:
– Te abruman fácilmente los estímulos fuertes, como luces brillantes, ruidos fuertes y entornos caóticos.

– Tienes emociones muy profundas y también puedes percibir fácilmente los sentimientos de los demás.

– Eres consciente de los cambios sutiles en tu entorno y, por lo general, puedes descubrir cómo hacer que otros que te rodean estén más cómodos.

– Intentas evitar películas y programas de televisión violentos.

– Te asustas fácilmente.

– Eres muy sensible a la cafeína.

– Te influyen fácilmente los estados de ánimo de otras personas.

– Tu sistema nervioso se abruma con bastante facilidad.

– Si has tenido un día ocupado, necesitas mucho tiempo a solas en una habitación tranquila para recargarte.

– Te cuesta aceptar las críticas.

– No te gusta tener que realizar múltiples tareas.

– Cuando eras un niño, la gente podría llamarte sensible o tímido.

 

Como puedes ver en la lista, estos rasgos a veces no encajan demasiado bien con el mundo moderno.

 

A continuación, os presentamos una guía de 7 tips para sobrevivir a la vida moderna y ser más feliz.

1 – Duerme lo suficiente

Según la Dra. Elaine Aron, los PAS mejoran si descansan en la cama al menos 9 horas. El descanso es esencial para todos pero para las personas PAS es vital un sueño adecuado, si no duermen bien pueden encontrarse muy cansados al día siguiente. Asegúrate de priorizar el sueño y evitar el uso de móviles antes de dormir.

 

2- Cuida la alimentación

Los PAS son más sensibles al hambre y tener esa necesidad puede ser muy perjudicial para la rutina diaria. Mantén tu cuerpo feliz comiendo cada 3-4 horas con una variedad sana de comida. El sistema nervioso funcionará mejor si comes muchas vitaminas y minerales naturales.

 

3 – Reserva tiempo para ti

Las personas PAS necesitan más tranquilidad y menos ajetreo que los no PAS. Si no tienen tiempo para relajarse se vuelven más irritables.

Un horario constantemente ocupado combinado con mucha socialización puede llevarlos al límite.

Es necesario que te reserves a diario aunque sea media hora para ti, para estar tranquilo descansando y a solas. Una buena opción sería practicar Mindfulness para relajarte y alejar los pensamientos negativos.

 

4- Mantén relaciones positivas

Aléjate de las personas que se ríen o no entienden tu sensibilidad. Tu familia y amigos deben conocer tu sensibilidad y comprender que no eres una persona extraña sino que funcionas diferente. No dejes que otros te depriman y siéntete orgulloso de ser como eres.

 

5- No dejes que tu trabajo te sature

Muchos PAS evitan trabajos tradicionales como ventas o administración ya que son demasiado estimulantes para este tipo de personas. Se pueden adaptar a él y llegar lejos pero no es lo común. Los PAS destacan en los trabajos creativos o orientados al bienestar de los demás. También es muy común que trabajen por cuenta propia ya que no les gusta que los presionen demasiado porque se colapsan. Busca un trabajo que te haga feliz y no te presione demasiado.

 

6- Limita la cafeína

Para las personas PAS la cafeína no es el mejor aliado, ya que tienen un sistema nervioso más reactivo de lo normal. Si pruebas a dejar la cafeína por completo durante un par de semanas quizás descubras que te sientes más relajado y más conectado. ¡Pruébalo!

 

7- Visita la naturaleza

Las personas PAS necesitan tiempo en ambientes tranquilos y silenciosos donde poder respirar un poco de tranquilidad. ¿Hay algo mejor que la montaña o una playa desierta para pasar un fin de semana?

Es importante que escuches lo que te manifiesta tu cuerpo y sintonices con tus necesidades.

La casa también es importante. Una vivienda tranquila, decorada sin muchos estímulos será perfecta para que cuando vuelvas del exterior te relajes y entres en tu templo.

 

Ser PAS no es tarea fácil hoy en día pero conociendo tu cuerpo y cuidándote al máximo vivirás una vida plena y feliz.

Redacción Instituto Draco

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Extraido de www.institutodraco.com

 

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