Ser Supermamá apesta

Cuando fuí mamá me proyectaba como una “todo terreno”. Me puse la capa de “superwoman” a los días de nacido mi hijo: empecé a entrenar muy rápido para recuperar la figura, cuando mi bebé dormía aprovechaba y trabajaba en diseño gráfico, me quedaba levantada hasta tarde limpiando, daba la teta todo el día y toda la noche, participaba de mercados locales, me inscribí en un par de posgrados y era una mamá de tiempo completo. Quería ser como esas madres pulpo que veía en instagram que tienen un cuerpazo, comen saludable, van al gimnasio todos los días, son las mejores esposas, empresarias exitosas, sus hijos y sus casas están siempre impecables. Si ellas podían hacerlo, yo también. Mi slogan era el de siempre “yo puedo sola”, ¡y si que podía!. Pero, ¿realmente quería todo eso?, ¿a quien estaba tratando de impresionar o con quien estaba tratando de competir?, ¿llenarme de cosas me hacían una mejor mamá?, ¡NO!.Sad-impersonators-02

¿En qué momento las mamás nos exigimos y engañamos tanto como para creer que somos las únicas personas de la tierra que debemos hacer mil cosas para ganarnos la admiración y el respeto de los demás?, ¿En qué momento aceptamos el desafío de hacer todo lo posible para aparentar que la maternidad no nos cambió en nada, qué podemos hacer lo mismo o más que una soltera sin hijos 15 años más joven, que los cambios hormonales y anatómicos del embarazo no nos cambiaron ni un poco, que nuestra piel no resiente la falta de sueño? Esta continua negación de una maternidad normal es el camino a la depresión.

Con el correr del tiempo me di cuenta que los sentimientos que más afloraron cuando me imponía ser una supermamá era más de angustia y de decepción que de alegría  y plenitud. Y es que pretender ser la mejor en todo o hacer mil cosas de manera perfecta con tiempo limitado es imposible. Como decía mi abuelo, “el que mucho abarca poco aprieta”. Tantas actividades y tantas presiones autoimpuestas me agotaban, limitaban mi paciencia y descargaba mi frustración,  muchas veces,  con mi esposo y con mi hijo.

Era una “supermamá” de Instagram, pero una madre enojona y gritona puertas adentro, una mujer agotada y exigente consigo misma y con el mundo, una persona incapaz de aceptar la mediocridad en algunas actividades en esta búsqueda ilusa de la perfección. Ser mediocres en algunos ámbitos de la vida no es el fin del universo o algo de lo cual avergonzarnos, el problema es que distorsionamos el concepto de felicidad = éxito absoluto. Mi Instagram está bonito, si,  pero solo muestra el 10% de nuestra vida como familia. El otro 90% es en parte caótico, no es tan atractivo, ni tan perfecto: limpiar, cambiar pañales, limpiar de nuevo,  juntar juguetes,  intervenir en disputa de hermanos, hacer de comer,  salir a dar una vuelta,  etc. y ninguna mamá que conozco es perfecta en todo o tiene una vida libre de problemas.

150602_2870604_How_to_Be_the_Perfect_Mom__Laundry_Hell

La gran epifanía de mi rol de madre fue asumir que la maternidad del día a día es una sumatoria de momentos comunes con algunos chispazos eclípticos y muy fugaces de momentos únicos, increíbles, fuera de este mundo, maravillosos e irrepetibles como son los primeros pasos, las primeras palabras, un beso espontáneo de tu hijo, un abrazo de hermanos y que lo importante radica en estar plenamente presente en esos pocos momentos en lugar de forzar perfecciones absurdas que solo los opacan.

Tratar de que el día sea perfecto o de ser perfectas en todo es irreal e ilusorio, además implica una presión y una ansiedad constante que nos impide disfrutar de esos pequeños y fugaces momentos de felicidad absoluta. Necesitamos imperiosamente trabajar en la conciencia plena, en vivir el momento y darnos espacios de ocio. Necesitamos dejar de compararnos, necesitamos enfocarnos en la carrera o en  los hijos o en lo que nos traiga felicidad pero enfocarnos al fin y al cabo. Necesitamos admitir que los momentos comunes no son malos ni son algo para sentirse avergonzada sino que son parte de la vida y lo fueron antes de ser mamás también.

Creo que muchas nos hemos auto etiquetado “supermamás” quizás por ese deseo interno de no perder a la mujer que fuimos antes de ser madre, pero esa mujer se merece un par de años sin presiones porque a fin de cuentas, la niñez es tan corta, pasa tan rápido que estar plenamente acompañando a los hijos en este camino y quizás postergar algunas cosas vale la pena.

Ayer fue una tarde común y silvestre en mi casa, estábamos sentados escuchando música antes de comer algo y mi beba se puso a bailar y a reír. En ese momento y al mirarla caí en la cuenta de que ya le queda poquito tiempo de bebé, que esa etapa se estaba acabando y en ese instante no pude contener las lágrimas de alegría porque me di cuenta que estuvimos juntas todos los días desde que ella nació, no me perdí de nada, lo vivimos todo a la par. En ese instante fui plenamente feliz y dejaron de importarme tanto o de ocupar espacio en mi mente los kilos extra que me dejó este segundo embarazo o la carrera que estoy postergando. Gracias por leerme.

Si estás interesado en saber más sobre Crianza Consciente por favor Suscríbete

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

mamaminimalista.net/

Instagram: Nutri_mama

Fotos:

http://gorabbit.ru/article/deti-vs-karera

http://www.vaishalipatelpsychotherapy.com/swsgroupprogram/

http://twentytwowords.com/celebrity-and-superhero-impersonators-looking-sad-10-pictures/

http://www.kiana.com/fit-mom/fit-mom-tv-bloggers/

http://www.bravotv.com/odd-mom-out/videos/how-to-be-the-perfect-mom

http://mommyguilt.me/2014/02/not-perfect-mom/

Read more