Hay cosas que pasan en la vida que por muy mala memoria que tengamos, quedarán para siempre en nuestras mentes. ¿Cuáles son? Acá la selección de Mane Cárcamo.
¿Ustedes tienen buena memoria? Yo sí. Me acuerdo de lo mal que me veía para mi primera fiesta de 15, del cumpleaños de la mamá de mi mejor amiga y de la dirección de la casa en la que vivía cuando estaba en primero básico. Aunque en los últimos días me he dado cuenta que me cuesta recordar algunos nombres, marcas o canciones… se nota la cercanía a los 40.
De todos modos, pensé que hay cosas que, independiente de lo buena o mala memoria que tengamos, nunca olvidaremos. Que se imprimen en nuestra historia aunque tengamos 105 años y que siempre la llevaremos con nosotros. Aquí una pequeña lista y como siempre están totalmente invitadísimos a engrosarla con sus aportes.
1. El primer beso
Es difícil olvidarlo, porque cuando va a suceder uno están más nerviosa/o que el humorista que viene después de Maluma en la Quinta. Y en general nunca resulta bien, todo es medio descoordinado y ñoño, muy bajo las expectativas, pero el primer beso es un hito fundacional en nuestras vidas para el que uno se estuvo preparando (lavado de dientes cada 15 minutos y ensayo frente al espejo del baño) casi toda la pubertad. El que lo niegue y dice haberlo olvidado, simplemente miente.
2. La primera pega y el primer despido
El primer trabajo es como el primer amor. No se olvida y uno la enfrentó con tanta ilusión que aunque haya sido extremadamente fome se la recuerda con cariño. En la primera pega uno era un pollo mojado en el que la voluntad de oro es el lema. Somos tan buena onda que estamos dispuestos a responder mails a las 4 de la mañana, entregar informes el 1 de enero, animarle el cumpleaños al hijo del jefe y si se pudiera, tatuarnos el logo de la empresa. No es que se sea una persona disponible, uno ES la disponibilidad misma con RUT.
¿Y el primer despido? CÓMO OLVIDARLO. Ese día en que la autoestima cae más que la credibilidad de Garay, lloras por las esquinas después de haber enfrentado el sobre azul con dignidad (espero) y guardas un rencor profundo, hasta que como en el amor, inicias otra relación laboral. El primer “NEXT” profesional es fuerte, traumático y por lo mismo INOLVIDABLE.
3. El instante exacto del terremoto
Este es un clásico que no falla. Es incluso un tema HIT de carretes recordar en qué estaba cada uno para el gran terremoto que según la edad en la que nos haya tocado vivir: el del 60, del 85, el 27F. Hay tantas historias que el tema es inagotable. La que estaba bailando lento en la discoteque (¿se baila aún lento?), el que estaba pasando piola mientras llegaba tarde a la casa, la primeriza que justo estaba mudando a la guagua o el que tuvo salir cuál Adán corriendo por las calles, porque justo se estaba duchando cuando la tierra comenzó a moverse. Los terremotos son y serán de esos momentos que quedan grabados a fuego en nuestra historia personal. Es así.
4. El parto
¡Uuuuultra cliché! Pero totalmente real. Cada parto queda registrado en la memoria, ya sea por lo lindo del momento, el susto que uno sintió, el dolor que podemos haber experimentado, lo mala o buena onda de la matrona y los mil detalles que suceden en uno de los días más cinematográficos de la vida. Las mujeres somos capaces de recordar cómo íbamos vestidas a tener la guagua, quien llegó (y NO llegó a la clínica), el desayuno de ese día, e incluso quién era nuestra vecina de pieza. Todo queda impreso como una gran foto mental en nuestra maleta de imborrables. Y da lo mismo la cantidad de hijos… el recuerdo de cada uno siempre está ahí. Se los dice una que tiene cuatro.
5. El día que viste a tu papá llorar
Aquí no me acusen de machista PORFA. De hecho en mi casa, mi marido es más sensible que yo y es una característica que aplaudo, porque revela una profunda empatía con los otros. Pero en general convengamos que ver a tu papá llorar es poco frecuente. Entonces si eres niño (o no tanto) y eres testigo de ese momento, te impacta, te asusta un poco, e incluso y te desmorona internamente. También es bonito, porque cuando se está en la infancia descubres que tu papá no tiene por qué ser una especie de Terminator invencible, que a veces los papeles se cambian y que el consuelo es responsabilidad propia… que basta con un abrazo silencioso para que él sepa que uno está ahí, ayudándolo a cargar con su pena.
6. El winner que no hizo regalo de matrimonio
Acá ni perdón ni olvido. Personalmente no estoy ni ahí con mi cumpleaños u otras celebraciones en las que uno recibe regalos, pero el ítem “obsequios” cobra total protagonismo cuando uno va compartir la isapre, el crédito hipotecario y la vida con alguien. Tenemos una planilla Excel mental guardada en nuestro disco duro que identifica al que te hizo un regalo bacán con mucho esfuerzo, a esas 9 amigas se juntaron para comprarte un cuchillo eléctrico y al que olímpicamente NUNCA te llevó nada y se tomó hasta el agua del florero, hizo trencito con tu suegra e incluso se coló en algunas fotos familiares. Es un hecho…JAMÁS se olvida.
7. Ese mensaje o llamado en un momento difícil
Esto es muy marcador. Cuando un ser querido nos dejó, en la enfermedad de un hijo o frente a un problema familiar potente, esa persona que genuinamente te mandó un wasap piola o que te llamó para saber cómo estabas, nunca se olvida y se guarda para siempre. A veces nos sorprendemos de gente con la que no teníamos ninguna expectativa y que terminó arreglándonos un día difícil con una muestra de cariño. Por eso aquí, postulo que el pudor o la timidez no pueden vencer y que cuando uno sabe que alguien a quien le tenemos cariño (o por último nos cae bien) lo está pasando mal, hay que ganarle a esos sentimientos, dar un paso adelante y hacer un gesto. Porque de verdad nunca se olvida y se agradece hasta la eternidad.
¿Y tú? ¿Qué otros recuerdos consideras que son imborrables para el ser humano?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl