En tiempos que la vida cotidiana en las grandes comunas se hace cada vez más compleja y estresante para el común de los ciudadanos, por las dificultades diarias que enfrentan para movilizarse, el escaso tiempo libre del que disponen y las dificultades de conectividad entre otros factores, pareciera importante reflexionar respecto del diseño de las ciudades. Y es que las bondades de una ciudad no dependen solo de la dotación de la misma en cuanto a infraestructuras físicas, servicios y apoyos institucionales, sino que en ello incide cada vez más la disponibilidad y calidad de las comunicaciones, así como de la transmisión del saber, y la dotación en infraestructuras sociales. La expresión Smart City,( en castellano Ciudad inteligente), es un concepto emergente, que responde a esta idea de que las ciudades pueden mejorarse y que para ello es preciso pensar en conjunto la ciudad en la que queremos vivir.
En la práctica, y a nivel popular, se concibe una “Smart City” como una ciudad comprometida con su entorno, con elementos arquitectónicos de vanguardia y donde las infraestructuras están dotadas de las soluciones tecnológicas más avanzadas. Una ciudad que facilita la interacción del ciudadano con los diversos elementos institucionales, urbanos, y tecnológicos, haciendo que su vida cotidiana sea más fácil, y permitiendo el acceso a una cultura y una educación que hacen referencia tanto a los aspectos ambientales, como a los elementos culturales e históricos.El concepto de «smartcity» se articula en base a cuatro ideas esenciales:
- Las cuestiones ambientales y las restricciones energéticas;
- La comunicación fluida de los actores entre sí: colectividades, ciudadanos, empresas, instituciones;
- El uso compartido de bienes y servicios, con una activa participación de los usuarios en la concepción de productos, servicios, y modalidades operativas
- La integración de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la robótica y los sistemas inteligentes de transporte, que potencian el funcionamiento en red; la modificación de la matriz energética a favor de las energías renovables, y el cambio de comportamiento y usos por parte de los ciudadanos. (http://www.economie.grandlyon.com/smart-city-lyon-france.346.0.html)[]
En el mundo se están desarrollando varios proyectos entre países que intentan avanzar en la elaboración de iniciativas que responden a este concepto de ciudad desarrollada pero respetuosa de su cultura, su entorno y por sobre todo de la calidad de vida de sus habitantes.
A ese ideario es que las ciudades de Chile debiésemos aspirar. Por ello es interesante leer en la prensa iniciativas que dan cuenta de que a nivel ciudadano y de autoridades, estamos pensando en el futuro de nuestras comunas con la visión de mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes. No está demás recordar la importancia de la reflexión y participación de autoridades y ciudadanos en este proceso.
Es que a las ciudades no basta administrarlas ni criticarlas: hay que pensarlas.
Macarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social
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