Prioridades existenciales

 

Un animal, a la hora de preservar su vida y de mantenerse sano, hace uso de sus capacidades innatas. En realidad todo lo que hace un animal es justamente esto: empeñarse en mantenerse vivo y sano.

Sus capacidades emotivas, sensitivas, intuitivas, su inteligencia – todo le sirve continuamente a este propósito.

No así nosotros. Durante los últimos siglos educamos desde temprana edad a los niños para fortalecer sus aptitudes sociales, para integrarlos a la cultura de sus padres, para convertirlos en miembros útiles a la sociedad. Estimulamos su inteligencia, sus capacidades de aprendizaje, de memorizar, de integrar conocimiento ajeno a sus propios mundos. Después de 12, 18 ó más años de educación y práctica preparatoria para desenvolverse en el mundo laboral complejo de estos días, sus capacidades innatas para cuidarse a sí mismos han sido relegadas a posiciones de descuido, sino del todo reprimidas de su visión de mundo. La persona adulta de hoy está recién ahora, en los últimos años, aprendiendo a focalizar su atención de nuevo en cosas elementales de su vida y de su salud.

Hay personas, desgraciadamente, que no quieren hacerse cargo de esta tarea elemental de todo ser viviente, la de esforzarse por preservar su salud. En el CDP observamos a veces a personas con serios compromisos de salud que se niegan a tomar su vida en sus manos, hacer los cambios necesarios y salir de estados críticos. Ven claramente su situación, saben lo que tienen que hacer – y no quieren tomar el camino interno para cambiar sus prioridades existenciales, hacer lo que saben que tienen que hacer y con ello eventualmente salvarse. Prefieren mantenerse en lo conocido, en la comodidad de la supuesta zona de confort de lo establecido, aunque esto signifique morir a corto plazo. Genio y figura hasta la sepultura. El mito que la sociedad lo es todo (y que fuera de ella no hay nada interesante, tampoco su propia naturaleza) mantiene como hipnotizada a la persona, sorda a la súplica del familiar o de quien le da un consejo. No quiere osar, no quiere jugárselas por otras posibilidades, entusiasmarse por la vida y sus innumerables dones. No quiere despertar.

Este mantener como válidas y supremas las prioridades establecidas por la sociedad y ajenas a las necesidades íntimas, por encima de prioridades básicas de auto-conservación, lo podemos interpretar correctamente como un suicidio aceptado socialmente.

Las personas que hacen grandes cambios (las más de las veces se salen de las estadísticas fatídicas) parten cambiando sus prioridades de vida, y a continuación se entregan a hacer lo necesario. Integran emociones y sentimientos, actúan de forma autónoma y en concordancia con estas emociones, buscan sentido de vida basado en sus necesidades biológicas, se acercan a la naturaleza, se alimentan sanamente, dejan atrás una vida sedentaria y se defienden eficazmente contra el stress.

Cambiar las prioridades existenciales es un problema que la persona no va a solucionar por medio de su inteligencia, sino emocionalmente. En momentos de silencio e intimidad se va a preguntar si quiere o no vivir, si quiere vivir plenamente, enamoradamente, con un sentido de vida propio, si quiere abrir las puertas a las vertientes de sus potenciales personales postergados, si quiere cuidar su vitalidad, reverenciarla y agradecerla.

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

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