Hoy me han hecho llegar un video de unos minutos de conferencia de un ex-deportista que cuenta cómo su madre fue su gran apoyo incondicional en la vida y él no supo apreciarlo hasta que ella murió. Lo contó en una charla en un colegio, y los asistentes quedaron muy emocionados. No me extraña.
Yo es algo que he tenido muy claro desde hace muchos años. Mis padres han sido, y hasta que llegue su momento de transición de dejar el cuerpo lo siguen siendo, mi gran apoyo. Su amor incondicional me ha otorgado siempre las alas para poder seguir mi camino, aunque conllevara no ser nada convencional, convivir con la incertidumbre diariamente y tomar grandes riesgos. Algo que a través de mí les he forzado a aceptar, aunque en algunos momentos hubieran deseado que yo tuviera una vida más normal y con más seguridades, como todos los padres quieren para sus hijos. Aun así, jamás han dudado, me han cuestionado ni ha flaqueado su apoyo. Les estoy y les estaré siempre agradecida por ello.
Como tengo una gran consciencia de lo efímero de la vida aquí, justamente nunca me arriesgué (como el del video abajo) a que se fueran de ese mundo sin saber cuánto apreciaba su dedicación y amor por mí. Así que en numerosas ocasiones les he agradecido (humildemente) lo que su apoyo en los momentos más difíciles de mi vida y su incondicionalidad han supuesto para mí, lo esencial que ha sido su comportamiento en poderme convertir en la persona que soy hoy, haber llegado a la paz de la que disfruto y poder dedicarme a la labor que hoy realizo.
La última fue la semana pasada. Mi padre está mayor y su salud es delicada. La semana pasada cogió un vuelo a Latinoamérica para apoyar a su otro hijo… Cuando me despedí de ellos en el aeropuerto susurré a mi padre al oído, por si era la última vez que le veía: “Papá, no sería quien soy hoy sin vosotros, sin todo lo que habéis hecho por mí”. Él me miró con la mirada emocionada y me sonrió mientras se encaminaba al avión. Sé que se lo llevaba en su corazón.
Autora: Mónica Esgueva
Lindo artículo. Sería ideal que todos los hijos reconocieran la labor de sus padres, que es una de las más difíciles según mi opinión.