LOS PADRES NO SE SEPARAN

Para los hijos, sus padres siguen siempre juntos como padres. Se separan como pareja, a veces incluso mientras viven bajo el mismo techo, pero no se separan como padres. Por eso, cuando hay hijos, es especialmente importante cerrar con atención y cuidado las relaciones anteriores.

Uno de los grandes anhelos de los hijos es tener a ambos padres juntos en su corazón, no importa lo que hicieran o lo que pasara, sin tener que tomar partido por uno de los dos o alinearse con uno en contra del otro (como por desgracia ocurre frecuentemente, con penosas consecuencias).

Hay frases o mensajes de los padres, explícitos o implícitos, que dañan terriblemente a sus vástagos: «hijo/a, no quieras a tu padre/madre, desprécialo/a como yo y, sobre todo, no seas como él/ella»; o «hijo/a, no logro entender cómo pude querer a tu padre/madre, tú eres mejor que él/ella». Aunque no se verbalicen, estos y otros pensamientos parecidos a veces son verdades interiores para los padres y nutren la atmósfera familiar de dinámicas fatales para la tríada relacional más importante de nuestra vida, la tríada padre-madre-hijo.

Hay que evitar herir al otro progenitor delante de nuestros hijos, eso es obvio, por muy enojados o cargados de razones que estemos, pero el gran reto va más allá: consiste en trabajar en uno mismo para restaurar el amor y el respeto, y darle al otro progenitor el mejor lugar frente a nuestros hijos, incluso cuando se trata de una pareja infeliz o de una separación dolorosa y turbulenta.

Recordemos que los hijos no atienden tanto a lo que los padres dicen, sino a lo que los padres sienten y hacen. La verdad de nuestros sentimientos puede ser negada o camuflada, pero no puede ser eliminada, y por tanto actúa y se manifiesta en nuestro cuerpo. Es importante que trabajemos con nuestra verdad y, si genera sufrimiento en nosotros o en nuestros hijos, que tratemos de transformarla. Para el futuro de los hijos, es clave que estén bien insertados en el amor de sus padres y que éstos logren amarse, al menos como padres de sus hijos. No es algo tan raro si pensamos que, en la mayoría de los casos, un día se eligieron y se quisieron como pareja, y los hijos llegaron como fruto y consecuencia de esa elección y ese amor.

Joan Garriga
Del libro «El buen amor en la pareja»

www.joangarriga.com/

www.facebook.com/joangarrigabacardi

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