Ayer, por la semana del libro, me encantó contar un cuento en clase de mi hijo pequeño. Siempre fui una cuentacuentos (storyteller le dicen ahora, que es lo mismo pero “con master en Harvard” …).
Los cuentos son mágicos, es algo irrefutable.
Me fascinan sus caras de emoción cuando viajamos juntos, cada noche, a lugares imposibles, bosques encantados o castillos misteriosos y asomarnos a la vida de las hadas, aprender de niños rebeldes, brujas increíbles, princesas valientes y príncipes cobardes y conocer, con cada cuento, una historia fantástica donde habite la magia, para que crezcan creyendo en que todo es posible.
Y que con ellos crezcan también su imaginación y creatividad, porque serán sus mejores armas para romper esquemas, barreras y límites y que puedan ser, quienes quieran ser porque como decía Segismundo “… toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.
