La revolución femenina de los últimos años ha impactado en múltiples ámbitos de la vida, en Chile (y en otras partes del mundo también) hubo una presidenta mujer, más mujeres en el parlamento, mujeres convocando marchas por sus derechos, por nuevas leyes que las protejan, etc. Poco a poco la mujer ha tomado un rol más activo en la sociedad y dentro de todos los ámbitos que podemos apreciar, la pareja es uno de ellos.
Aunque nunca me tocó vivir en la era donde la mujer sólo daba el amén y funcionaba para los niños y su marido, creo que soy de la generación de transición, que abarca probablemente desde los años 70 a la fecha, donde se pueden ver cada vez más mujeres emprendiendo, ocupando altos cargos de empresas, viajando con sus amigas, teniendo una vida independiente de su vida como pareja y como mamá, lo cual me parece muy sano siempre y cuando todas las áreas puedan estar equilibradas.
Como dije anteriormente, una de las áreas más afectadas con este rol más activo es en la pareja, donde probablemente el hombre aún no ha encontrado la forma de posicionarse en este nuevo rol. Cada día recibo a más pacientes hombres en la consulta con bajo deseo sexual o con alguna disfunción sexual como la eyaculación precoz o la disfunción eréctil que se según ellos se generaron de un minuto a otro, sin motivos aparentes.
Mi teoría es que no han sabido sostener una relación con mujeres empoderadas, se sienten castrados real y simbólicamente, cada vez que ellos se sienten que no son capaces. Al mismo tiempo las mujeres empoderadas fácilmente cruzan el límite y se transforman en mujeres controladoras nivel extremo. Esta dinámica, tan típica en nuestra sociedad, pocas veces es consciente para la pareja. Nuestro trabajo como terapeutas es poder ponerla sobre la mesa para ir reparando en ciertos patrones que se van repitiendo hace meses, los cuales me imagino que han sido el ingrediente perfecto para mantener una relación lo menos erótica posible.
El excesivo control de las mujeres y la excesiva pasividad o poca proactividad en los hombres es lo anti afrodisíaco para una relación.
Y comienzan los problemas de deseo sexual, en hombres y mujeres. Porque la verdad es que nadie se excita si tiene a una “mamá” al lado, dando instrucciones una y otra vez. Y por el otro lado, a ninguna mujer le gusta tener que repetir las cosas 200 veces para que su pareja lo almacene y ejecute lo antes posible. Y rápidamente se empieza a establecer este círculo vicioso de “dar órdenes, porque si no, no hace nada” y la contraparte “no recibe órdenes (menos de una mujer) por lo tanto no hará nada”. Este mecanismo a veces es muy inconsciente, y nos toma un par de sesiones poder verlo y entenderlo.
Pienso que en esta sociedad machista en la cual nos ha tocado a todos crecer, el hombre está muy acostumbrado a que le hagan las cosas, desde la comida hasta sus trámites personales como pedir hora al doctor. Es cosa de ver a nuestras abuelas con nuestros padres y tíos, o en algunos casos a nuestras mamás con nuestros hermanos.
Tengo varios pacientes que me cuentan que ellos nunca hicieron nada en la casa, que eran sus hermanas y mamás quienes servían, hacían las camas, llevaban la ropa sucia a la lavadora, le hacían el almuerzo y colación para el colegio, etc. Nunca jamás tuvo que hacer nada, hasta que decidió casarse y al momento de vivir con su señora, no entendía nada (y ella menos). “Nunca hice nada en mi casa, entonces no sé qué cosas hay que hacer, le pido a mi señora que me explique o que me haga una lista y ella se niega, dice que yo averigüe pero que empieza ya, antes de que sea demasiado tarde”. Por su parte la señora dice “No puedo creer que no entienda que las cosas no se hacen por obra del espíritu santo en la casa. La ropa sucia no se va sola del suelo al canasto y del canasto a la lavadora. Tampoco se lava sola. El refrigerador no se llena solo todos los lunes, hay que pensar en un menú semanal además de ir al supermercado y comprar, y así sucesivamente”.
Estos son ejemplos muy concretos de lo que les estoy tratando de transmitir respecto del equilibrio, de empoderarse, de no tomar todo el control, de confiar en el otro, de respetar sus tiempos y sus formas, y que no porque las cosas no se hagan perfectamente como uno las hace, significa que se hacen mal.
Sí, algunas mujeres les toca lidiar con hombres menos proactivos que realmente no saben qué hacer, y no porque no quieran sino porque nunca nadie les enseñó ni tampoco ellos quisieron aprender. Estas son las parejas con las cuales uno parte con tareas básicas en la terapia y en muy poco tiempo se ven los cambios tanto en la dinámica relacional como en la vida sexual.
Se preguntarán por qué y solo puedo decirles que todo está relacionado. Cuando trabajamos las disfunciones sexuales tanto en mujeres como en hombres, pocas veces nos quedamos hablando solo de la vida sexual. Podemos ampliar la mirada y ver que lo que pasa en el día a día nos da pistas de lo que pasa en la cama. Podemos entender por qué les pasa ahora si la verdad es que nunca antes habían tenido ese problema, y la pareja logra ver que la manera en la que funcionaban, no era lo mejor para ellos.
El típico “nunca dije nada para no tener problemas” es el famoso Pan de hoy y hambre de mañana. Me cuesta entender la dificultad que tienen las parejas para hablar de los problemitas y los problemones, sé que no es fácil, sé que en muchas ocasiones algunos no logran escuchar o entender lo que el otro quiere decir, o sencillamente el golpe al ego es tan fuerte que entran en modo defensa y ataque. Cualquiera de los mecanismos es tremendamente dañino para cada uno y para la pareja.
Creo que si hay algo en lo que no están logrando ponerse de acuerdo puedan consultar con un profesional que los ayude a entenderse y les de herramientas para el manejo de situaciones complejas a futuro. Porque lo que se guarden, muchas veces se acumula y termina saliendo por otro lado, y si son problemas de pareja ese otro lado muchas veces son las disfunciones sexuales.
Veo lo mal que lo pasan las parejas, veo el dolor que hay en ambos por lo lograr una relación sexual placentera y natural y veo que a veces es tan poco lo que hay que hacer pero tanto lo que les cuesta pedir ayuda que los problemas se acentúan y la pareja a veces llega tarde. ¿Para qué seguir pasándolo mal si hay especialistas que te pueden ayudar a pasarlo bien y disfrutar? No le tengan miedo a la terapia de pareja, no es más que una ayuda para resolver ciertos temas que ambos no han logrado a ser por cuenta propia.
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Directora de Centro Al Alma