Emilia Diaz, biotecnóloga

 

“La gran motivación es el fuerte impacto positivo que puedo llegar a tener con mi proyecto en el mundo”

Cuando iniciamos nuestra conversación y le pedimos que se definiera en cuanto a su actividad, Emilia Diaz,24 años, dijo: “soy emprendedora”. Sin embargo, al contar su breve historia y descubrir su talento sólo podemos pensar: ¡qué extraordinario! Vean por qué…

Con sólo 22 años ganó un fondo Corfo para el desarrollo de su proyecto de biotecnología que crea un sensor capaz de detectar el agua contaminada con marea roja, con cuyo desarrollo se prevendrá en forma simple e inmediata la infección de productos marinos, cuya ingesta provoca serias intoxicaciones o la muerte a muchas personas en Chile y otros países. Era fines del 2013 y al entregar Corfo los fondos para la primera etapa, Emilia dedicó parte del 2014 a viajar a Estados Unidos, Irlanda, Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda, donde debió entrevistarse con expertos científicos y compradores potenciales del sensor para la validación del mercado del proyecto; primera etapa y requisito para continuar adelante con el programa.

Previo a este cuento de éxitos, Emilia había corrido un gran riesgo al congelar su carrera de Ingeniería Civil en la PUC, donde se estaba especializando en biotecnología, para postular al fondo concursable. Su decisión, que además implica una cuota de reproche social porque ¿quién deja una carrera en una universidad de gran prestigio donde estudia solo un puñado de alumnos a los que se considera aventajados en habilidades matemáticas?, implicó muchos desafíos. “El apoyo emocional que me dieron mi papá y mi pareja fueron claves para seguir adelante en un comienzo” cuenta esta joven, quien dice que hoy su gran fuerza motivadora es el fuerte impacto positivo que puede llegar a tener su proyecto en el mundo. Hay que tener un motor potente para imponerse a la sensación que transmite Emilia “el emprendimiento es como que alguien te agarrara y te cacheteara todos los días, a veces más fuerte y otras más débilmente”, agregando sí sus dos agravantes para esta actividad: ser mujer y tan joven.

-Actualmente, ¿en qué etapa estás?

Corfo nos entregó la segunda parte de los fondos y en marzo del 2015 abrimos el laboratorio donde estamos desarrollando el prototipo del sensor, el cual esperamos esté concluido a fines de este año.

Sin embargo, igual había que buscar otras maneras de financiarnos y con mi pareja, somos socios y tenemos una empresa en la cual desarrollamos aplicaciones dirigidas a mejorar las comunicaciones entre las personas. Por ejemplo, hay una que permite contactarse para situaciones de emergencias y otra que es aglutinadora de las diversas redes sociales. ¡Estamos muy entusiasmados!

Su energía y pasión por lo que hace se perciben de inmediato y se transmiten al instante. Tal como ella misma reconoce una de sus herramientas han sido sus habilidades blandas, su gran capacidad para comunicar y conectarse con los demás.

Su talento científico junto a las variadas cualidades personales avala con creces la elección de esta joven por parte de El Mercurio y Mujeres Empresarias como una de las 100 mujeres líderes 2015 de nuestro país. Y una líder también tiene referentes

– Fui una gran admiradora de Elizabeth Holmes, la fundadora y CEO de Theranos la start up de biotecnología que afirmaba tener un nuevo enfoque en el análisis de sangre, ya que con una sola gota te podías hacer alrededor de 1.300 exámenes. Pero se me cayó de golpe cuando la prensa expuso que esa tecnología no funcionaba. ¡Fue terrible! Yo creo que eso pasa con muchos referentes de Silicon Valley, donde se trata de tapar especulaciones de start up tecnológicas con dinero, es como la especulación inmobiliaria.

Ahora mi gran referente es cercano, es una destacadísima bioquímica chilena, Komal Daddani, quien se ganó recientemente el premio mundial Cartier para Mujeres en la Ciencia con su innovador proyecto de convertir a los smarphones en una especie de laboratorio para acercar la enseñanza de la física a niños de educación básica.

Este año, Emilia postuló y ganó el concurso para hacer una especie de pasantía en Singularity University, que es una universidad no tradicional –de la NASA- ubicada en Silicon Valley, cuyo propósito declarado es inspirar, educar y empoderar a líderes en el entendimiento del avance acelerado de las tecnologías e impulsar el desarrollo de políticas públicas para resolver los grandes desafíos de la humanidad.

Por ello, al finalizar su paso por esta organización los convocados deben presentar un proyecto de innovación tecnológica de alto impacto (1 billón de personas), el cual se trabaja con otro alumno y que no es sometido a la evaluación tradicional por parte de la universidad.

– ¿Cuál fue tu proyecto?

Trabajé con una chica paquistaní Shiza Shahid, que fue mentora y es co fundadora y Ceo del Fondo Malala Yousafzai, la niña que fue Premio Nobel de la Paz en el 2014. Hicimos nuestro proyecto porque ambas compartíamos dos principios, primero una especie de rabia interna de la falsa imagen que tienen los gringos de nuestros países, pensando en que somos tremendamente atrasados, siendo que hay gente que hace cosas extraordinarias. En el fondo la idea es que los talentos están distribuidos en el mundo uniformemente, en cambio las oportunidades, no. Con nuestro proyecto queríamos satanizar esta visión equivocada y como segundo propósito que fuera orientado a la mujer.

Se trató de una plataforma y premio denominado Xanana, que significa femenino en lengua urdu, para apoyar a las mujeres emprendedoras en alta tecnología en países en desarrollo.

– ¿Cuáles fueron tus grandes aprendizajes después de estar en Singularity?

Lo primero es no se debe subestimar el efecto de lo que uno hace causa en el resto del mundo y siempre debemos asegurarnos de que éste sea positivo.

Trabajar con Shiza fue increíble, una mujer con experiencias muy diversas, por ejemplo, había estado apoyando en campamentos de refugiadas en Siria y en otras partes. También hay que pensar que en Singularity uno comparte con 80 alumnos de alrededor de 40 países y donde más del 50% son mujeres. Es una oportunidad de conocer visiones y vivencias distintas a las propias.

Al finalizar nuestra conversación queremos saber cuál es la visión que tiene esta joven acerca de sus pares chilenos y luego de reflexionar bastante, manifiesta: “creo que hay una mezcla. Por un lado, hay enojo porque no nos gusta lo que vemos, sabemos que hacia adelante no se viene bien y por ello queremos cambiarlo, en ese sentido hay una actitud proactiva, de que se hará todo lo que se pueda por cambiar las cosas.

Las personas de mi generación están buscando cómo ser constructivas. Al menos en el medio donde yo me muevo”.

 

 

por Macarena Velasco R.

Periodista P.U.C.

Asesora de Comunicaciones

mvelasco.per@gmail.com

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