Cómo y por qué nos enamoramos de una persona y no de otra, probablemente será un misterio que nunca vamos a resolver. Lo que sí sabemos es que una vez que hacemos el match, nuestro cerebro comienza a secretar mayores cantidades de dopamina (hormona de la felicidad) que nos nubla por un tiempo, permitiendo ver sólo lo positivo en la otra persona. Pensamos todo el día en ella, revisamos una y otra vez el eterno chat que existe entre ambos, no toleramos la idea de estar separados, no nos despegamos del celular y cuando estamos chateando pareciera que nada más existe en la vida que ese momento. Freud dijo que el enamoramiento es un estado psicótico de la personalidad, es decir es lo más parecido a estar loco.
Lo bueno, y lo malo al mismo tiempo, es que tiene una fecha de vencimiento. Los comienzos siempre están llenos de posibilidades, la primera etapa de cualquier encuentro está llena de fantasías. Vemos a alguien que nos atrae y en menos de 10 minutos nos estamos imaginando cómo sería darle un beso, tener sexo, estar de novios, vivir juntos, tener un bebé, etc. Inspirados en las fantasías permanecemos en un extraño estado entre el mundo terrenal y el paraíso, nada tiene más importancia que el encuentro con esa persona.
Realmente es un estado alterado de la conciencia, y como tal es muy importante no tomar grandes decisiones. Como lo mencioné más arriba, es un estado que tiene caducidad, por lo tanto hay que aprovecharlo, no cuestionarlo y disfrutarlo mientras dure. Porque esa intensidad de los primeros días, semanas o meses (los estudios dicen que no dura más de 12 meses) es lo que diferencia este estado del amor. El enamoramiento muchas veces es el estado previo al amor. Es en el amor donde logramos tomar distancia, comenzamos a ver las diferencias y construimos un espacio común donde existen dos personas.
Nosotros estamos diseñados para amar, para enamorarnos, para perder la cabeza por amor en todas sus versiones. A veces llegamos a un trabajo que nos encanta y damos la vida por hacerlo lo mejor posible. Pero siempre hay un punto en que uno ya no puede seguir subiendo, ya no hay más emoción, lo desconocido se transforma en conocido, los desafíos ya son metas cumplidas, y el entusiasmo disminuye cada vez más, al punto de transformarse en aburrimiento.
Por eso que debemos disfrutar el estado, porque no sabemos cuánto va a durar, del mismo modo que las mariposas no saben cuándo van a morir. ¿Sabían que estos hermosos seres alados viven como máximo un año?
Creo que lo importante es que podamos volar tan lindo como lo hacen las mariposas, posarnos en una flor sin saber lo que va a ocurrir mañana, porque estoy segura que la mariposa no sabe cuántos días de vida le queda, ella fluye y disfruta el momento, haciendo el trabajo que la naturaleza le asignó. Si lo pensamos fríamente, la naturaleza necesita que el ser humano logre experimentar un estado de enamoramiento para preservar la especie. Y no estoy hablando del amor romántico sino que de ese estado carnal por querer prácticamente comerse al otro. Ese estado medio incómodo medio placentero donde no sabes si reír o llorar, donde las ganas de apresar al otro te llevan a un estado de desesperación constante.
La clave para sobrevivir sin sufrir, es saber que esto pasa, entender que es un estado donde pareciera que todo lo que brilla es oro, saber que no estamos capacitados para tomar decisiones importantes durante ese proceso y anticipar la transformación del enamoramiento al amor. Vivir ese tránsito lo mejor posible, sabiendo que tal vez logremos estar ahí nuevamente ya sea con una pareja, con un hijo, con un trabajo o con un proyecto de vida.
Vivir bonito para amar bonito.
Dicen por ahí que no todo lo que brilla es oro…
Directora de Centro Al Alma
Michelle Pollmann Román me gustaria contactarme con la doctora y contarle que me pasa y que me de su consejo. Gracias.