Felicidad, amor y orden en la pareja

Como seres humanos estamos obligados a cuidar de nosotros mismos a lo largo de nuestra vida, a orientarnos según la dirección y el soplo de nuestros valores y nuestro espíritu y a buscar este grial anhelado al que llamamos felicidad.

Se dice que la riqueza no proporciona la felicidad pero desgraciadamente sólo los ricos lo saben. Lo mismo ocurre con el poder, con la fama, o con cualquier otro asunto al que apostamos. Por tanto es específico de lo humano buscar la felicidad y aún más específico buscarla en lugares equivocados. La sabiduría y el coraje consisten en asumir los errores en lugar de persistir en ellos, en desandar los caminos que se muestran infructuosos y reorientarse de nuevo hacia lo esencial.

La pregunta relevante es ¿la pareja es el buen lugar para buscar la felicidad? La respuesta es si y no al mismo tiempo. Si, porque se sabe que en relación y con vínculos estables, fiables y cariñosos las personas se sienten mejor e incluso viven más. No, porque el vínculo de pareja obliga a sus miembros a importantes ajustes en su ego personal, en sus lealtades familiares y en sus estilos afectivos.

Cualquier psicoterapeuta experimentado ha visto desfilar por su consulta a personas o parejas frustradas, doloridas y desorientadas por sus desafíos de pareja. Además hoy en día se habla de monogamia secuencial lo que significa que es muy probable que a lo largo de nuestra vida tengamos dos, tres o cuatro relaciones estables con un alto coste emocional por el proceso de crear vínculos y de soltarlos cuando termina el camino común.

Todo tiene un final por el simple hecho de que tuvo un inicio. La pareja también, a veces con la muerte de uno de sus miembros, a veces mucho antes. Todo está sujeto a la transitoriedad y todo lo que adquiere una forma se desvanece en algún momento. Quizá la felicidad guarde relación con la actitud de danzar alegremente con las formas que creamos o se crean en nuestra vida, con independencia de cuáles sean. Algo así como está bien si ocurre A pero también está bien si ocurre B, aunque de hecho me gustaría que ocurriera A.

La vida tiene propósitos que no siempre encajan con nuestros deseos personales. ¿Encontramos la felicidad cuando la vida encaja con nuestros deseos, o cuando nos subordinamos al proyecto de la vida, o cuando ambas cosas, lo que deseamos y lo que sucede, pueden ser aceptables para cada uno? Que cada uno se responda y asuma su respuesta.

JOAN GARRIGA

Extraído de www.joangarriga.com/

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