Cada oveja con su pareja

por Dr. Patricio Doñas

Para empezar

La de hoy califica más como una columna de opinión y espero sea tomada como tal.

Cuando uno termina su carrera es un momento de una dualidad muy curiosa. Está la sensación de orgullo de haber cumplido una etapa pero también está la incertidumbre de lo que se viene en el futuro sobre todo en eso de entrar al mundo laboral.
Ya he escrito de diversos temas, y sigo creyendo que la educación para los pacientes, futuros pacientes, o quien quiera saber por lo menos de que se trata esto de la salud es fundamental, pues en lo personal tiendo a rechazar tanto la idea de “cliente” como la de “diostor”, ese profesional que habla desde un pedestal lejano de “sabiduría” que más bien suele ser arrogancia.

El “mercado” de la odontología respecto de la oferta de servicios se divide básicamente en tres:
1) Dentista del sistema público.
2) Dentista del sistema privado que trabaja en consulta particular, propia o arrendada.
3) Dentista del sistema privado que trabaja para un centro médico o isapre.

Antiguamente en mi época de docente de pregrado les preguntaba a los alumnos qué querían hacer después de egresar, muchos querían o fantaseaban con tener una consulta y trabajar en el mundo privado “a la antigua”. Pero había un dato que no manejaban y yo creo me encargaba de aclararlo.

El hecho de elegir donde trabajar depende también de cierto autoanálisis, de saber quién es uno.
Recuerdo que tenía compañeros técnicamente brillantes y muy estudiosos, pero con habilidades sociales limitadas lo que hacía que no prosperaran sus emprendimientos en solitario. Y a su vez compañeros sin mayor habilidad ni conocimientos que les iba muy bien porque tenían ese “ángel” de encantar a las personas que terminaban siendo sus pacientes, independiente del resultado final.
Y obviamente estaban quienes tenían vocación y cariño por el sistema público y tenían un trabajo en consultorios u hospitales.

Hoy eso cambió pues el mercado en su máxima expresión se metió en la profesiones médicas, de forma tan irreversible como preocupante.
Los que tenemos nuestras propias oficinas con un equipo de trabajo consolidado somos cada vez menos.
Cuando estudié odontología habían con suerte 5 facultades en el país, recién Talca había abierto su facultad. Hoy algunos años después hay 38 facultades repartidas por el país y el escenario es distinto.

Creo firmemente que los pacientes tienen el derecho a saber.
Saber que sistema de salud les corresponde, saber en que está la profesión hoy, saber sus alternativas de tratamiento, saber quien lo va a atender, saber cual es el pronóstico de lo que tiene. Como les digo a los pacientes, no es nuestra labor decidir ni convencer al paciente de realizarse o no un tratamiento sino más bien acompañar en la decisión apoyando al paciente e informándolo bien.

Pero hay un detallito, ¿como se hace medicina de verdad, basada en la evidencia sin desmerecer la experiencia, de forma consciente y ética si la regulación viene de un mercado que está colapsado?.
La “consulta gratis”

Siempre he dicho públicamente que la odontología como profesión no se vendió al mercado, se regaló. Hace más de treinta años, cuando ni siquiera era necesario, algunos creativos para competirles al resto empezaron a regalar la primera consulta. Esto no tan solo determinó una forma de proceder en términos de marketing sino que definió el perfil que tiene la profesión hasta hoy, un perfil eminentemente técnico. El dentista regala su tiempo en lo que es más difícil, el diagnóstico. Y como es regalado se hace rapidito para ojalá “encontrarle hartas cositas que hacer al paciente”. ¿No les parece un incentivo un poco perverso por decir lo menos?.
“Como le voy a pagar si no me hizo nada”.
No por nada lo que vemos hoy y desde siempre son pacientes sub diagnosticados y sobretratados.
Piénsenlo bien, en algún momento el dentista tiene que pagar sus cuentas, por tanto si no se cobra consulta, no se cobran Rx, se regala la limpieza (pero al final del tratamiento cuando debiese ser lo primero) cuando recibe su sueldo?.

El sistema de salud

La odontología es o pública o privada. Y por privada me refiero a que NO está cubierta por ninguna Isapre.
Las isapres encontraron un nicho más que atractivo en esto de los dientes, por tanto abrieron sus centros dentales y ofrecieron un 50% de descuento como beneficio.
La pregunta es ¿50% respecto de qué?.
La gracia de ser políticamente incorrecto es que hay cosas que ya no me guardo y una de esas es que mi querida profesión se transformó en un Sushi.
O ¿alguno de ustedes ha pagado la supuesta tarifa completa en el dentista?.
El arancel del Colegio de dentistas es de “recomendación” es decir es una referencia para poder valorizar las acciones dentales en términos concretos. La mayoría de los dentistas trabajan… al 50% de ese arancel.
El tema es que cuando un dentista trabaja para alguien, ese alguien le cobra un porcentaje de su producción, antiguamente esto era un 50% (lo mas usual). El problema era finalmente que en muchas instituciones  algunos dentistas inflaban sus presupuestos para después dividir por dos.

Hoy la gran disputa no es por precio (aunque sigue siendo un factor relevante en el mercado). Hoy la disputa es “quien tiene a los clientes”. El que tiene al cliente manda y pone la reglas. Por tanto grandes centros de atención masiva o por volumen concentran pacientes atraídos por ofertones y una cantidad de publicidad enorme. Y esto, ser “dueños” de los pacientes, les permite fijar las reglas, como por ejemplo pagar 4 mil pesos al dentista por hacer una tapadura, cuando el centro igual cobró entre 35 y 45 mil al paciente. Lo gracioso es escuchar dentistas defender el sistema que los explota, como un síndrome de Estocolmo.

Honestamente encuentro difícil que alguien que se siente mal pagado, y con una presión sobre su producción y su tiempo importante pueda hacer su trabajo de la mejor forma. Ojo sacarse un 4, nunca ha sido bueno, es en el mejor de los casos aceptable o en buen castellano mediocre.

 

Lo más barato

Uno de los pilares de la salud de retail en el caso de la odontología, es hacer creer al paciente que todos los dentistas somos iguales y que lo único que importa es el precio. Es tan fuerte el marketing dental que efectivamente se logró meter esa idea en la cabeza de un gran número de pacientes que buscan lo más barato sin siquiera saber contra que se está comparando lo “barato”.

 

La fórmula

Cuando a uno le “venden” un tratamiento dental existen varias formas de ganar dinero sin que el paciente lo sepa. Puesto que casi siempre los descuentos tienen un “letra chica”.
Existen valores “no afectos a descuento” como el derecho a pabellón, algunos insumos como implantes y los laboratorios dentales. En este terreno he visto de todo en 16 años de profesión. Desde pabellones que no son tal, implantes de baja gama cobrados a precios absurdos y laboratorios dentales que aparecen en el presupuesto más caros que los honorarios . Total… el paciente no sabe y no entiende.

El paciente debiese entender todo el plan que se le propone, los motivos de este y el pronóstico que tiene.
No les suena extraño que mucha gente deja que alguien realice un procedimiento dentro de la boca sin saberse siquiera el nombre de quien lo está tratando?.

La publicidad dental suele ser siempre con letra chica y usualmente con componentes por lo menos reñidos con la ética.
Es pensar que tenemos clientes y no pacientes, y vender tratamientos como si fueran frutas y verduras, aunque en realidad uno sabe cuando una manzana está podrida.

Creo que es responsabilidad de todos informarse e informar de que se está tratando todo esto, como funciona, que alcances tiene, que incentivos perversos tiene y un largo etcétera.

Lo más impactante resulta ser al final, que quienes decimos de que se trata el “negocio” con todos sus componentes nos arriesgamos a ser criticados salvajemente por otros dentistas.
¿Me importa?
No.

Cuando uno jura al graduarse, lo hace bajo el principio de nunca dañar la salud y de proteger a su enfermo, quienes son el centro real de nuestro quehacer.
Quizás debiésemos hacer ese acto de humildad necesario de entender que esto no se trata de nosotros, sino de nuestros pacientes y bajarnos del pony de arrogancia en el cual nuestras mismas casas de estudio suelen ponernos al ingresar a la carrera.

Dr. Patricio Doñas N. DDS MS

Cirujano Dentista – Rehabilitación Oral

Universidad de Chile – Universidad de París

Director Bright Clinic Chile

www.brightclinic.cl

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