Tu madre te conecta con la vida, es el puente para acceder a mayoría de tus experiencias como mujer adulta.
Míralo de este modo; en tu inconsciente está el vivo recuerdo de haber tenido la relación más simbiótica que jamás volverás a tener con otro ser humano en tu vida, ni con tu pareja, hijos o amigas, lo vivirás. Es el vínculo que viviste con tu madre cuando habitaste su vientre, donde tenías todo lo que necesitabas y querías a libre disposición.
Ahí conociste la incondicionalidad, y luego por situaciones de la vida, la olvidaste, quizás tu madre no fue quien deseaste o necesitaste, aun así, ella estuvo para ti de la única forma que podía según sus recursos internos y su propia historia.
Hoy te toca aceptar que tu madre te abrió la puerta a la vida, y que la relación que puedas tener con ella ahora, es el reflejo de cómo está tu vida, ya que la madre representa:
-tu éxito,
-tu relación con el dinero,
-tu pareja y
-tu cuerpo.
Cómo miras a tu madre es cómo miras tu vida, por eso, es fundamental sanar este vínculo, sanar la herida materna, que aparece cuando:
-tú madre no tiene recursos internos para acompañarte en tu desarrollo,
-no te proporciona protección,
-no te guía emocionalmente,
-aparece más bien como una enemiga en tu vida, intenta controlarte, a través de la culpa o criticando tus decisiones y despierta en ti el deseo de no verla más o vivir lo más lejos posible.
Esto último lejos de ser una solución, solo trae más dolor y resentimiento, pues no logras llevar a tu madre a tu corazón, tomar la vida que ella te traspaso y hacerte responsable de tu experiencia, en alegría y libertad.
Como mujer adulta, tu puedes decidir seguir luchando contra tu madre y todo lo que representa para ti, o aprender a llevar una relación con límites saludables y aceptar que ella, ya te dio lo máximo que tenía para ti, la vida, y del resto, ahora te encargas tú.
Irina Duran Martínez Psicóloga de Mujeres
Viña del Mar
Foto Portada : Photo by Wayne Evans from Pexels