Para la sopa del triunfo use los siguientes ingredientes: agregue de niño una apuesta a ganar cueste lo que cueste, más dos tazas de empeño, una de sagacidad, ya de adulto voluntad de acero, astucia, ocho pizcas de pillería, tres y media de maula, rapidez mental, foco y el mantra: «conquistaré la gloria». Caliente a fuego fuerte, hierva 20 años. Defiéndase de todos. Aproveche la luz antes que se enferme, le abandone la pareja, las parejas que siguen, los niños, la familia, los verdaderos amigos.
Parece broma…
Durante los años 2001 y 2002 dimos en la Universidad del Aconcagua, en Mendoza, el Curso de Estudios Superiores en Psico-oncología. Médicos alumnos nuestros invitaron un fin de semana a un médico psico-oncólogo de Buenos Aires muy famoso, probablemente el psico-oncólogo más antiguo y famoso del ámbito hispano-hablante en ese momento, para que participara y compartiera con todos nosotros. Durante la cena José Schavelzon me dice con ojos muy pícaros: tenemos que crear una organización que defienda a los enfermos de cáncer adinerados. Yo siempre listo a crear o a seguir una chacota le seguí su buen humor, hasta que me interrumpió en seco y me dijo: lo digo en serio. ¿Cómo así? Sí, continuó, a quienes tienen dinero o un buen seguro les intervienen con más procedimientos y protocolos que a los otros, a extremos realmente incalificables – hay que protegerlos, es en serio, hay que ayudarles. Ellos mismos creen que es un privilegio bien ganado el contar con tanta ayuda y un signo de prestigio el poder pagar todo. Tenemos que crear una organización que sepa protegerlos.
Claro, parecía broma, pero no era. Pasaron los años, nunca creamos la organización, José se fue, pero la conversación quedó claramente grabada en la memoria.
El problema subyacente no es el cáncer, solamente, o el aprovechamiento económico – personal y organizacional – que se puede hacer de él. Es más grave que todo eso: es intelectualizar la experiencia de vida, es bloquear la emotividad, es andar tenso mes a mes, año a año, para fines ajenos a la biología, es desconectarse del lenguaje de la naturaleza, de la propia y de la externa. Es hacer apuestas y aceptar desafíos que no tienen un sentido biológico cercano y arraigado, es creer que la cultura es más importante que la vida, es creer que es necesario triunfar y el mostrarlo a cada paso.
Entonces andan por ahí personas, camino a un cáncer o a otra enfermedad, tensas a no más dar y que intelectualizan todo. ¿Qué son las estrellas?, si ya sé, ya las vi, qué importa. – ¿Beneficencia?, ¿a esa manga de flojos? – ¿Ir a nadar?, no tengo tiempo ahora. – ¿Herí yo a alguien?, pero si nunca estuvo en mi intención el hacerlo, está inventando. – No te pongas pegajosa.
Se me ocurrió el otro día hacer una escala que va de natural a robot:
Natural 100 % ——————————————–50 %—————————————-10 %
10 % ————————————–50 %—————————————-90 % Robot
En el trabajo la escala me puede servir como ayuda diagnóstica (un «robotímetro»): ¿dónde coloco a mi interlocutor, interlocutora?, ¿cuán bien o mal está esta persona?
Y claro, no sirve para solucionar el problema que me mostró José, pero quizás sí le puede ayudar a un enfermo, adinerado o no, a mirar en la otra dirección y así encontrar el camino de vuelta hacia una vida más equilibrada, de mayor riqueza existencial y más sana.
Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.