Mi querida plaza!

Antes de ser madre no recuerdo la última vez que fui a una plaza, y tal como una gaviota, cuando elegí la casa donde viviríamos, busqué un nido que tuviera todo para la llegada de mis retoños, donde por supuesto, debía haber una plaza cerca.
La plaza ha sido pensada para distraerse, para conocer y para relajarse –hasta que caiga la noche–. Mis niños la han sabido aprovechar, son absolutamente felices ahí, y yo también, a pesar de los sustos que puedo haber pasado, han sido muchísimos más los momentos de enseñanza que la plaza nos ha brindado.
Entonces la pregunta es ¿Qué cosas podemos obtener de una tarde jugando en la plaza? (O en las calles de un condominio, en alguna medida)
– Se conoce gente, he visto a mis hijos conversar con abuelos, jardineros, maestros descansando en el pasto, ciclistas, entrenadores, por lo que han ido construyendo el concepto de niño, madres, perros, pajaritos y profesiones y todos a quienes ven.
– Se aprende a compartir, al llegar a un parque llevamos algo para entretenernos, así que ahí han aprendido a prestar sus juguetes, y a pedir los ajenos. Esta parte ha sido complicada a ratos, pero ya casi estamos por aprobar, y comprendimos la naturaleza del préstamo y que todo lo que no tengo lo quiero probar, tocar y usar!! Nada de lo que llevan les gustará más que lo que lleva el vecino…la novedad. Y esa es una de las claves, la novedad que está asegurada fuera de la casa.
– Hemos tenido que organizar la merienda según la tarde transcurre, así se aprende a administrar el tiempo con el que uno dispone.
– En la plaza se conocen otras familias, hemos visto papás jugando como niños, abuelos que cuidan como padres, familias con seis y hasta siete hijos, de diferentes razas y nacionalidades, por lo que se van desarrollando habilidades sociales que nos hacen descubrir a los otros en sus diferencias y en nuestras semejanzas. Es el comienzo de la vida social que tendremos el resto de nuestras vidas.
– La gente también utiliza las plazas para practicar deportes, hemos visto feas caidas y observar cómo se va la tarde reparando un bici…lo que les enseña a los niños la vida sana practicando actividades al aire libre.
Y la lista de beneficios continua…
– Los niños aprenden a conocerse, a reconocer la dinámica de la familia a la que pertenecen y la forma que tiene el día a día, reconocen la rutina y saben que después de una rica tarde jugando en el parque, viene el baño..por ejemplo. O que en esta familia no se va a la plaza sin haber hecho las tareas, o que en esta casa al volver de la plaza debemos sacarnos los zapatos y lavarnos las manos, etc…me identifico con determinada rutina.
– Se desarrolla la creatividad! Los niños llegan a la plaza, observan lo que está sucediendo en ella, y luego deben tomar decisiones, hacia dónde dirigirse, con quién jugar o inventar alguna actividad para hacer ahí. Una estadía en la plaza es una tarde donde todo puede suceder, no hay nada pauteado, no hay programación y eso obliga a inventar actividades y juegos.
– Una de las mejores cosas que trae el salir a jugar a la plaza es escapar de la entretención tecnológica! Así evitamos el sedentarismo, y el sentimiento de competencia.
– Por eso uno de los beneficios favoritos para mi es que la plaza nos invita a caminar, y si vamos toda la familia, caminando conversamos más.
En definitiva, visitar la plaza diariamente es un estilo de vida que vale la pena incorporar. Los invito a salir de sus casas, en invierno y en verano, así los niños después del colegio podrán distraerse y vivir la vida como realmente es. Estaremos incrementando la independencia y la autonomía en nuestros hijos.

 

Claudia Pastene Gorigoitía

Mamá de dos hijos.

Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral

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