El feedback es una obligación, es vital, es parte de la vida. Si no existe en la empresa debemos exigirlo, si tienes equipo a cargo, debes entregarlo. La retroalimentación alimenta nuestra evolución profesional y personal.
Con cada feedback tendrás la oportunidad de ver con otros ojos aquello que has hecho. Posiblemente te encontrarás ante feedbacks positivos y/o negativos, ambos necesarios y complementarios. Lo más importante del feedback es lo que harás después de recibirlo. Si solo lo escuchas y pasas de hacer un cambio, o bien reflexionas y tomas aquello que te ha resonado, encontrarás la diferencia entre quedarte donde estás o evolucionar.
El contenido del feedback no es una obligación. Seguirá siendo un punto de vista de una persona externa, que al igual que nosotros, hace juicios y se equivoca. Por lo que cuando recibas feedback tú decidirás con qué te quedarás y qué dejarás pasar.
Hemos hablado del feedback en el ámbito profesional, pero este también se da en tu entorno personal. Cuando somos jóvenes nuestros padres son quienes retroalimentan nuestros comportamientos y con el paso del tiempo, amigos y/o personas cercanas son incluidos en la lista.
Retroalimentación como parte del autoconocimiento.
Si estás en una organización, lo habitual sería que la retroalimentación se entregará después de una valoración del desempeño o proyecto. En la vida cotidiana no tenemos estos procesos de valoración, por lo que muchas veces nos debemos armar de valor y preguntar de forma directa.
En los procesos de coaching, fomentamos el autoconocimiento y en algunos casos la retroalimentación completa la información que se tiene de si mismo. Una herramientas que utilizo para incorporar ese feedback y alimentar el proceso de autoconocimiento es La ventana de Johari.
Esta herramienta fue elaborada por los psicólogos cognitivos Joseph Luft y Harry Ingham. Se utiliza para recoger información de doble entrada: por una parte, cómo nos comunicamos con el entorno y por otra, cómo el entorno se comunica con nosotros. Es muy valiosa a la hora de conocernos, ya que podemos mirarnos y valorarnos a nosotros mismos y también podemos averiguar lo que piensan los demás sobre nuestros comportamientos, actitudes y pensamientos.
Es un cuadrante de doble entrada que considera 4 casillas:
I ÁREA LIBRE
Contiene toda la información de nosotros mismos que conocemos tanto nosotros como nuestro entorno. En esta área no existe nada de nosotros que no sepan los demás y se caracteriza por un intercambio de información continuo y sin barreras, entre el yo y los demás.
El área libre aumenta de tamaño en la medida que crece el nivel de confianza entre la persona y su entorno, y también en la medida en que se incrementa la cantidad de información que fluye entre nosotros y los demás, especialmente si se trata de informaciones de carácter íntimo y personal. Cuanto más grande sea el área libre, más productivas, beneficiosas y efectivas serán nuestras relaciones interpersonales. El objetivo de toda relación debe ser siempre incrementar al máximo el área libre. Así conseguiremos reducir las otras áreas.
II ÁREA CIEGA
Aquí se encuentra toda la información sobre nuestro yo que nosotros ignoramos pero que los demás sí conocen. Constituye una desventaja interpersonal para el yo, ya que gestiona y maneja menos información sobre si mismo que los demás (nuestra manera de comportarnos, nuestra forma de hablar, el estilo de relacionarnos, etc.). Por lo que se le hace casi imposible comprender los comportamientos, las decisiones o las actitudes de los otros respecto a él mismo.
III ÁREA OCULTA (privada o fachada)
Aquí debes registrar toda la información que tienes sobre ti, pero que es desconocida por el entorno, porque solemos ocultarlo. Puede que ocultemos esta información por miedo a que el resto nos haga daño, nos juzgue negativamente o nos rechace si conociera nuestros verdaderos sentimientos, percepciones y opiniones. También puede ocurrir que quisiéramos manejar maquiavélicamente nuestro entorno, y nos resulte útil esconder cierta información para así dominarlo y dirigirlo a nuestro antojo.
Esto se conoce como fachada, es una protección que desempeña una función defensiva para el yo, por lo que tiene una función vital. La pregunta que debes plantearte es qué cantidad de defensa consciente se puede tolerar antes de que la comunicación se inhiba y comiencen a deteriorarse las relaciones interpersonales.
IV ÁREA DESCONOCIDA
El área desconocida o inconsciente representa aquellos factores de nuestra personalidad de los que no somos conscientes y que tampoco son conocidos por las personas de nuestro entorno. Incluye cosas como acontecimientos de nuestro pasado, circunstancias de nuestra primera infancia, capacidades y competencias aún por descubrir, sueños y deseos olvidados, etc.
Fuente: Espacio Emociona
La ventana de Johari puede completarse de diferentes maneras. La forma más sencilla sería que hicieras una lista de actitudes, comportamientos y habilidades que ves en ti, y luego le pides a un grupo de personas cercanas que también hagan esa lista en relación a ti y que lo compartan contigo.
Todo aquello que coincide en lo que ves tú y lo que ven desde afuera, es tu cuadrante I. Aquello que solo lo has identificado tú, quedará en tu cuadrante II. Lo que han descrito los otros y que tú no eras consciente, quedará en el cuadrante III. El cuadrante IV quedará vacío.
Según la teoría, el objetivo es que predomine el cuadrante libre o «abierto» en la persona, ya que esto es sinónimo de un funcionamiento más armónico y sano, pues se muestra tal como es, se conoce a si mismo y no vive con miedo a que los demás le conozcan.
El área ciega será una nueva realidad, y podrás encontrar aspectos de mejora, ya que es todo aquello que no ves y que habla de ti. Existirán aspectos positivos que podrás incorporar en ti, o bien aspectos negativos que podrás trabajar si así lo crees necesario.
Ahora que has visto la importancia del feedback y cuentas con una herramienta para recibirlo, ¿Qué esperas?. Recuerda, la retroalimentación es una invitación a tu mejor versión.