Nos encontramos viviendo una época sumamente interesante tanto para la artesanía como para los oficios manuales en donde la sabiduría que habita en el saber-hacer se abre como una oportunidad no sólo para los creadores sino que también para los consumidores. Un tiempo en el que nos hemos visto obligados a quedarnos en casa e ineludiblemente nos ha llevado ‘puertas adentro’ tanto física como espiritualmente, para ponernos creativos y atrevernos a meter las “manos en la masa”. Nunca antes habían aparecido tantos tutoriales o plataformas online para aprender a hacer pan, coser, bordar, tejer, trabajar con madera, entre tantos otros. Hoy día los oficios nos muestran que pueden ser una herramienta más para salir adelante, para emprender, para pasar el rato y sentirse realizado. Hoy más que nunca los oficios han tomado un nuevo protagonismo y han vuelto para quedarse.
Esta nueva vuelta a los oficios también nos regala la oportunidad de apreciar y valorar la artesanía que habita cerca nuestro, en los territorios desde donde ella nace y de las manos hacedoras de los artesano(a)s, creadores por excelencia. Son ellos mismos quienes recolectan la materia prima, la procesan, elaboran los productos y los comercializan en distintos espacios, muchas veces directamente en ferias, mercados o rutas artesanales, espacios públicos cruciales al momento de entrar en contacto directo con el público y a su vez fundamentales para el desarrollo de este sector artesanal.
Por medio de los oficios manuales se crean objetos artesanales que tienen la habilidad de hablar de nosotros mismos, como un espejo que refleja nuestra propia identidad, de nuestra geografía, las historias y en especial nuestra memoria colectiva que se va transmitiendo de una generación a otra gracias a los artesano(a)s que se encargan de mantener esta herencia viva.
Por otra parte, la artesanía está estrechamente vinculada con el territorio, pues es ahí donde radica su belleza más intrínseca y su valor patrimonial. De este modo, un producto artesanal es capaz de transmitir un modo de vida con una determinada cosmovisión, orden social y cultural. También es en ese espacio físico desde donde se obtienen las materia primas que muchas veces son la expresión del contexto natural para que luego sea transformado en un objeto terminado, que en muchos casos puede ser un reflejo del nivel de desarrollo sociocultural y productivo de ese mismo territorio.
Es ahora cuando tenemos la oportunidad de volver a acercarnos a los oficios manuales para aprender una nueva técnica, perfeccionar algo que ya veníamos realizando o simplemente para mirar con otros ojos la artesanía que nos rodea. Este tiempo nos da la posibilidad de volver a nuestras raíces y atrevernos a preguntarnos cómo se hizo tal canasto, quién habrá tejido esa manta o qué representa ese símbolo en aquella alfarería, pues hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad de poner en valor nuestro patrimonio y proyectarlo hacia el futuro.
Teresa Díaz – Diseñadora Gráfica – Conoce mas de ella AQUI
Links:
https://www.cultura.gob.cl/artesania/
https://www.cultura.gob.cl/publicaciones/catalogo-sello-de-excelencia-a-la-artesania-2020/
https://chileartesania.cultura.gob.cl/
Foto portada: Foto de Monstera en Pexels
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En este artículo me gustaría explorar la posibilidad de que seamos creadores de nuestra realidad sin ser guionistas de ella, que nuestro cuerpo físico sea una proyección holográfica de nuestra consciencia que interacciona con el holograma de nuestra realidad en un multiverso.
Hace dos años el equipo del profesor Truscott de la Universidad Nacional Australiana puso en práctica el experimento de elección diferida de John Wheeler para concluir que nuestro universo, nuestra realidad, tan sólo existe cuando un observador la mide.
Este tipo de experimentos confirman que como mínimo a nivel atómico no existe nada hasta que nosotros observamos, y es quizá en este punto en el que no puedo compartir las ideas, teorías que defienden que somos creadores en su total magnitud de lo que experimentamos.
Es decir, partimos de un cerebro que actúa como proyector en un cine para generar una película, por lo tanto soy creador de esta película, pero hasta que punto puedo intervenir yo en lo que estoy proyectando, si así fuera tendría la capacidad de realizar cualquier cambio en la misma en tiempo real. Por lo tanto este tipo de experimentos físicos apunta a la idea que somos creadores del mundo que observamos pero en ningún momento ayudan a demostrar las teorías, o más bien opiniones, que defienden que tenemos la capacidad de crear conscientemente lo que queremos experimentar.
Podríamos entrar en este momento en la paradoja que surge cuando alegremente hablamos de nosotros como observadores, obviando que si el experimento apunta a la existencia de un mundo holográfico, nuestro propio cerebro también sería un holograma, por lo tanto ¿Quiénes somos nosotros cuando decimos “el observador”? ¿Podemos ser un holograma experimentando otro holograma?
Por lo tanto todo apunta a que es parece cierto que vivimos en un multiverso holográfico, que nosotros manifestamos la realidad, en ningún momento decidimos que podemos manifestar, es aquí donde paro para recordar a todos aquellos que aplicando ideas como las del “El Secreto” no consiguen manifestar aquello que desean, pese a esfuerzos descomunales, y no creo que hagan nada erróneo, tan sólo que esta idea es incompleta a la vista de los resultados. ¿Somos creadores de nuestra realidad? Casí seguro que sí. ¿Elegimos que realidad manifestamos? No hay ningún tipo de prueba que así sea.
Y es aquí donde el “libre albedrío” adquiere toda su belleza. El libre albedrío para nosotros decidamos cómo experimentar esta realidad que estamos creando, no podemos elegir lo que creamos, sí que tenemos todo el libre albedrío para elegir como vivir lo que creamos.
En esta maravillosa levedad del ser, no tenemos responsabilidad alguna en las olas que llegan a nosotros, tan sólo tenemos que vivir el instante para experimentar cada una de ellas con todo nuestro abanico de emociones. Dejando ir reconocemos que no tenemos capacidad alguna de cambiar nuestro entorno, sí tenemos todo el poder de cómo lo vivimos.
Para finalizar nos podríamos plantear infinidad de preguntas como ¿para qué tengo que vivir estas situaciones? ¿quién decide que las tengo vivir? Etc… Quizá nuestro Ego necesite todas esas respuestas, quizá se tranquilice con respuestas de filosofías y religiones que un plan para todo ello, para tanta sufrimiento, para tanto placer, quizá sea más fácil pensar que no hay destino, ni objetivo alguno que no sea embriagar nuestros sentidos escuchando cada una de las notas de esta magnífica obra, nuestra vida, que nadie volverá a tocar sin pensar en que sucederá después del último movimiento.
Francisco José Martínez
Conferencista y Co-Fundador I.Draco
Extraido de Instituto Draco
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