Artículo publicado originalmente en El Definido
Aunque hay cosas del pasado que se están perdiendo y deberían rescatarse, Mane Cárcamo sale a defender aquellos aspectos culturales del mundo de hoy que son muchísimo mejores que antes.
En el mundo, los medios de comunicación y las redes sociales, se puede oler una onda nostálgica que abunda con creces. Un sentimiento apesadumbrado que nos hace extrañar las formas, los productos, las tendencias y esa melancólica manera que teníamos de vivir, que nos lleva a creer que todo tiempo pasado fue mejor. No hay duda que podemos echar de menos muchas cosas de otras décadas… probablemente se jugaba más en los pasajes, se conversaba mirándonos a los ojos, los chiquillos se bajaban cuando iban a buscar a una cabra para llevarla a un carrete, los adolescentes no sentían que se jugaban la vida en la PSU y en muchos aspectos la vida era más simple.
Pero me anima pensar que hoy también hay numerosos aspectos de la vida que funcionan mejor, que me hacen rechazar esa visión catastrófica de la actualidad y que tiene a muchos llorando por las esquinas en vez de asumir con entusiasmo que éste es el tiempo que nos tocó protagonizar. ¿Cuáles son esas cosas? Acá mi pequeña lista que como siempre invito a engrosar.
Señores Papis
Tuve un papá excelente, apañador, cariñoso y partner, pero creo que jamás supo cuando había reunión de apoderados o acompañó a mi mamá a una ecografía (ok, debo asumir que cuando nací probablemente eran un verdadero lujo asiático inaccesible para “Los Cárcamo”). Pero en concreto antes había muchos temas parentales que eran solo “de mujeres”, en donde los hombres ni siquiera asomaban la nariz.
Hoy lo común es que los hombres asistan con sus mujeres al pediatra, les interese saber si la guagua subió de peso a o no, conozcan a la profesora jefe de sus hijos, tengan que aprenderse las nuevas regiones para estudiarlas con el cabro de segundo básico y no sacrifiquen el cuento nocturno por muy interesante que sea lo que estén informando en el noticiero. El papá trabajólico, el que no mueve un dedo en su casa, que se sienta con el diario a esperar que le sirvan el sour, está total y absolutamente pasado de moda. Y es peor aún, se ha transformado en un personaje repudiado por la sociedad, matapasiones y con graves conflictos maritales.
Ya está claro que la tarea es compartida. Las mujeres y los niños demandan a un hombre presente, que participa en la educación de sus hijos activamente (no que “ayuda”) y que además lo hace con felicidad, convicción y amor (algunos más que otros). Porque sabe que es lo que corresponde. Porque sabe que una familia necesita ante todo presencia, juegos, conversaciones banales y profundas, mucho más que un auto nuevo o un plasma más grande.
@señordiputado ¿Cuándo cumplirá su promesa de campaña?
Cuando un político se mandaba un condoro, un acierto, un chiste malo (que están tan en boga) o cualquier acción que mereciera una opinión nuestra, dicha idea quedaba solo en nuestras casas, en la sobremesa, en el alegato dominical con los amigos. Con suerte podíamos manifestar lo que pensábamos si nos publicaban una carta en El Mercurio, una hazaña más difícil que pichanga entre Giorgio Jackson y Alberto Mayol.
Pero hoy las redes sociales nos han permitido de una manera u otra dialogar con el poder. Los políticos reciben la oleada de críticas o aplausos, tienen que salir a contestar por algún comentario descriteriado, son capaces de resolver cosas cuando un tuitero le manifiesta una problemática e incluso algunos han quedado cesantes después de un posteo desafortunado. En esta época el poder ya no está en un olimpo intocable, es más, ha tenido que aprender a lidiar con una ciudadanía cada día más exigente y fiscalizadora. Es verdad que Twitter está infumable, pero convengamos en que la posibilidad de hacerle valer mi molestia al alcalde y que me responda, sí es un aporte de los tiempos modernos que hay que valorar.
¿Maldita Moda?
Alguna vez hablé en otra columna sobre modos que antes eran escandalosos y hoy son totalmente aceptados. Los tatuajes son un ejemplo concreto. Una persona tatuada antes era como un mellizo de Amy Winehouse, se asociaba de manera automática a una vida dominada por los excesos y el desorden. Los prejuicios estaban a la orden del día. Hoy el mundo ha cambiado (y aunque hay muchos que aún definen a los demás por sus formas externas), la gran mayoría ha entendido que el largo del pelo, la cantidad de aritos en la oreja, el color de la uñas o el tipo de chaqueta que usamos, no nos hace ni peores ni mejores personas. Que el hombre que se viste de manera clásica no tiene porqué ser un nerd y que la mujer que usa aritos de perla tampoco es el icono del cartuchismo mundial. Solo es un pequeño termómetro de cuán formales u originales somos. Nada más. Y eso hay que aplaudirlo… de pie.
¡Qué vivan las causas!
El internet y las redes sociales en muchos casos nos han distanciado del otro, pero también han potenciado las más variadas causas (que podemos compartir o no). Hay quienes defienden a los inmigrantes, promueven la donación de órganos, se agrupan con quienes desean proteger los derechos de los animales, otros que luchan por leyes que permitan a los padres de niños enfermos acompañarlos en sus tratamientos, miles que buscan la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la libertad religiosa, el respeto al medio ambiente y muchas otras banderas que se alzan con pasión y trabajo permanente. A veces me agota la gente mono-causal, esos que solo hablan de un tema ya sea en sus redes sociales, en la vida, que cruzan sus alegría y tristezas según el éxito o fracaso de la causa que han abrazado. Pero después me pongo positiva y pienso que es bacán que haya tanta gente pensando en alguien que no sean ellos mismos. Podemos discutir el fondo, la forma, los estilos, pero al menos celebro que en un mundo en donde muchas veces el individualismo parece una verdadera pandemia, existan muchas personas dedicando su tiempo y energía a hacer del mundo un lugar más feliz, justo y empático con el que los rodea.
Me invito y los invito a animarse con los nuevos tiempos, hay mucha gente haciendo y pensando cosas valiosas allá afuera. El desafío está en saber descubrirlos.
¿Qué más agregarías a esta lista?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl
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Artículo publicado originalmente en El Definido
Mane Cárcamo realmente celebra a todos los hombres y mujeres que siguen estas positivas tendencias. Pero unirse, ufff, es ya otro tema.
En las redes sociales, en la vida cotidiana, en el aire se respiran nuevos hábitos que se han convertido en modas, estilos de vida y que me encantaría poder seguir. Son nuevas tendencias innovadoras y positivas que la están rompiendo y que cuando me veo enfrentada a ellas pongo la misma cara del burro de Shrek porque sé con casi (el casi es para no perder la esperanza) total certeza que son modas que JAMÁS podré seguir. Porque no me sale, porque soy fatigada, ñurda y/o inconstante. Pero bueno, eso no impide que manifieste mi pública admiración por varias de ellas y que los invite a ustedes a compartir esas modas y estilos de vida que la están llevando y que a ustedes también les gustaría seguir.
Los runners
Mi corazón envidioso me hace pensar que nadie puede ser tan feliz corriendo. Mi corazón real se asombra con lo que ha despertado esta “nueva“ práctica. Verdaderos club de amigos, que vibran con sus tiempos alcanzados, los nuevos desafíos, juntan la misma plata que juntaría yo para ir a echarme como una orca a la playa, pero ellos lo hacen para pasar la meta de una nueva maratón. Se ven espléndidas en las fotos (yo estaría perfecta para rostro de la Unidad Coronaria Móvil) y se nota que el afán no es tener un cuerpo perfecto ni una cintura de avispa. Los mueve superarse a sí mismos y se les nota la alegría que da cumplir un objetivo después de haber trabajado con perseverancia y rigor, venciendo las ganas. Mi total admiración para ellos y ellas. A los que me han invitado alguna vez, sigan haciéndolo. Capaz que se produzca el milagro. El mismo día que Luis Miguel se vea pálido, Donald Trump obtenga el Nobel de la Paz y Piñera tenga que pedir un crédito de consumo.
Las mamá multimujer
Probablemente la figura icono en esta tendencia es Virginia Demaría. Es capaz de hacer un desayuno perfecto con panqueques caseros, hacerle una trenza francesa a su hija, ir a dejar a sus niños en bicicleta al colegio, llegar a la casa pintar tres cuadros, bordar nueve manteles y tejerse un cintillo de lana para después irse a clases de tenis, tomarse un café con la amigas, invitar a su familia a almorzar con candelabros y velas, después hacer las tareas con los niños, pintar una pared de la casa, asistir a un evento de alguna marca y jugar a la pinta con los vecinos. Todo esto obviamente vestida de Rapsodia y SIEMPRE feliz. Lo escribo y me tengo que tomar un armonyl. En cambio una, quema los panes al desayuno, pelea con la cabra chica para que se peine, se sube al auto gritando para llegar a la hora al colegio, se pinta en el semáforo, corre al supermercado a comprar pan porque obviamente se acabó, tiene la bicicleta estática como un adorno en la casa, pega el botón del delantal con cero talento, almuerza sentada en el escritorio de la oficina un atún con lechuga, corre para llegar a la psicopedagoga, mientras pasa a pagar las cuentas y con suerte vitrinear ropa en el supermercado porque obviamente tuvimos que volver a comprar ese cartón piedra que olvidamos. ¿Lo impactante? Es que verdaderamente existen muchas mujeres tipo Virginia Demaría. Que en verdad les resulta cocinar en familia, cantando por las praderas cual Novicia Rebelde y son secas en todos los ámbitos de sus vidas. Las envidio/admiro/amo/odio al mismo tiempo. Porque a esa repartición de talentos claramente NO llegué.
Los saludables
Esta nueva moda la aplaudo y celebro de pie (siempre destacando que escribo esto con una bolsa de Cheetos al lado). Pero me ha maravillado como la tendencia de la comida saludable se ha ido tomando las plataformas, los medios de comunicación, las nuevas formas de disfrutar y las conversas. La Connie Achurra es una buena exponente de lo que hablo. Se nota que goza con lo que hace, más que una moda propone un cambio de vida y sus recetas se ven apetecibles. Porque seamos sinceros, si me dan a elegir entre un queso crema con tocino y un budín de puerros tengo muy, pero muy clara mi elección. Pero hoy me he dado cuenta que la cocina saludable no tiene porqué ser sinónimo de fomedad y una vida al vapor. Aparentemente se puede elegir vivir sano sin tener que ceder en sabor. Como dije, lo celebro y aplaudo más que fanática de Maluma, pero creo que jamás podría lograrlo. Si se me quema hasta el agua… ¿cómo seré capaz de hacer una “galette” de manzanas y berries?
Bonus track
Esto no es un estilo de vida ni un hábito. Es solo una prenda de vestir que volvió a la palestra 25 años después de alguna vez haber tenido la osadía de tener uno. El body. Con asombro he visto que han vuelto y espero que no para quedarse. Porque seamos sinceras… ¿a quien le queda bien un body? Con suerte al 2% de la población femenina. La famosa Kendall Jenner no nos representa ni lo hará. Amigas, sean autocríticas, no sean víctimas de la moda. Si con tal de usar un body parecerán un calefón humano caminando por la calles y tendrán que llamar a los bomberos para volver a abrochárselo después de hacer pipí, más vale que te digan anticuada. Dignidad ante todo chiquillas.
¿Qué otras modas agregarías a la lista?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl
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