Javiera, Isidora y Manzanas

En diversas conversaciones con colaboradores, en asesorías y también en charlas, frecuentemente me he referido a que es necesario fomentar virtudes como esfuerzo asociado a perseverancia, pulcritud y confiabilidad, capacidad de focalización en cuellos de botella, para tener éxito en cualquier tipo de mercado.

¡Pero no siempre son suficientes esas fortalezas!

Muchas veces sólo son la entrada, el pase libre para participar del juego. Son un “conditio-sine-qua-non” para jugar bien arriba en la tabla de competidores. Lo que adicionalmente requiere cada directivo de rango medio y alto, que ya cumpla con los parámetros arriba mencionados, es poseer iniciativa propia, creatividad y un nivel de compromiso alto. Con ello florecerán de manera motivada sus virtudes, seguridad en sí mismos y con ello, contribuirán a hacer la diferencia en sus cargos y beneficiará a todos los involucrados.

Reconozco que en lo personal, en los largos años que fui “el jefe máximo” tanto en empresas como en cargos ad-honorem, ello me resultó bastante bien, por supuesto con algunos fracasos y decepciones incluidos y a veces…, en realidad sólo una vez, la frustración e impotencia donde no pude hacer florecer todas las virtudes y la motivación, existiendo un enorme talento y potencial. En resumen, pienso que resulta bien proceder así y fomentarlo, dar los espacios aunque se produzcan algunos errores.

Recuerdo haber escuchado más de alguna vez frases de este tipo, que apuntaban a lo mismo: “todo ello puede ser muy cierto para usted que viene de un colegio privado, habla idiomas, estudió y trabajó en el extranjero, que quizás también sea aplicable a profesiones u oficios creativos…., pero yo soy sólo un empleado administrativo…., un trabajo bien monótono y sin muchas posibilidades de desarrollo…”.

Reconozco, que mi primer impulso respecto de una afirmación de este tipo, es la rabia. ¿Por qué? Es que lo encuentro una excusa, bien cómoda. ¡Sí, encuentro cómoda la postura “yo-quisiera-pero-no-puedo-no-me-dejan-no-se-puede”! En realidad no existen los trabajos aburridos, es uno quien los elige mal o los transforma en aburridos o por el contrario, cargados de estrés!

He llegado al convencimiento, de que todo trabajo puede ser mejor si se le agregan aliños de iniciativa propia, creatividad, compromiso y trabajo en conjunto con los jefes para potenciar las propias fortalezas y motivaciones en función de tareas necesarias. Efectivamente hay veces que ello no es factible, pero son esas las situaciones donde es mejor buscar otro cargo dentro o fuera de la organización, que se ajuste mejor a los propios intereses y competencias. Me incluyo: demasiadas veces se posterga demasiado ese cambio.

Javiera  participó con éxito en un proceso de selección en una empresa prestigiosa. Consiguió el trabajo al cual postulaba. Pero su ambición se despertó. Para ser precisos: quería más responsabilidad y un trabajo mejor pagado. Para lograrlo, “se puso las pilas” y trabajó con esfuerzo y responsablemente. Trabajó a conciencia en las tareas que se le asignaban, llegaba temprano y se iba más tarde al final de la jornada, para que su jefe viera que se lo tomaba en serio. Después de cuatro años, finalmente se producía la oportunidad: un puesto directivo se liberaba. Pero para decepción de Javiera, el cargo se lo daban a otra colaboradora, que llevaba apenas un año en la empresa. Enojada increpó a su jefe, solicitando una buena explicación.

El jefe le preguntó a Javiera, si le podía hacer un favor antes de responder, a lo cual ella respondió afirmativamente. “Podría ir a comprar unas manzanas… Mi señora me pidió llevarlas a casa hoy en la tarde. Aquí tiene dinero”.

Algo extrañada, Javiera asintió y partió al supermercado más cercano.

¿”Gracias, que tipo de manzana compró”? le preguntó el jefe a su regreso. “Ehhh, no sé, cualquiera, usted me dijo que trajera manzanas, no el tipo”, respondió Javiera algo sorprendida e irritada.

“Bien…, cuánto costaron?

“Hmmmm, ni me fijé bien. Usted me pasó 200 Pesos. Aquí tiene el cambio y el comprobante”.

“Gracias, Javiera” respondió el jefe. “Ahora siéntese y preste bien atención”.

El jefe llamó a Isidora y le pidió el mismo favor.

Cuando Isidora regresó, el jefe consultó: ¿”Gracias, que tipo de manzana compró”?  “Ahhh” respondió Isidora, “fui al mercado semanal aquí a la vuelta de la esquina y había una serie de manzanas de distinto tipo como Granny Smith, Cox Orange, Pink Lady, Gala, Fuji, Golden Delicious. No sabía cuál comprar. Pero recordé que su esposa se las había pedido, así es que conseguí el número de celular con su secretaria y la llamé. Me respondió que tampoco estaba segura del tipo, pero que quería preparar una buena cantidad de puré de manzanas. Le pregunté al comerciante y me sugirió Fuji, por lo aromática y que no hacía grumos. Esas compré”.

¿”Cuánto te costaron?”, quiso saber el jefe.

“Eso fue lo otro, en un inicio no sabía cuántas comprar, pero cuando llamé a su señora aproveché de preguntarle y me dijo que necesitaba como 5 kg, ya que utilizará el puré en la celebración del cumpleaños de uno de sus hijos, con unos 25 niños invitados. No sobró mucho dinero, aquí está la cuenta y el cambio”.

“Gracias Isidora, puede retirarse”, respondió el jefe.

“Ahhh, casi lo olvido”, acotó Isidora ya casi cerrando la puerta. “En la bolsa hay dos limones, eso no es casualidad, sino un dato de la mamá del comerciante. Mezclar el jugo de dos limones con esa cantidad de puré de manzanas. previene que  se ponga café oscuro y feo”.

“Gracias” repitió el jefe y desvió su mirada hacia Javiera, quien se había parado y cabizbaja se adelantaba a que su jefe dijera algo: “ahora comprendo a lo que se refiere”.

Exactamente, más elocuente dónde. Este mini-caso muestra muy claramente la predisposición hacia una tarea o un trabajo, lo que hace la diferencia y lo digo con todas sus letras: para mí no existe ningún colaborador que no pueda lograr más, si pone en juego el esfuerzo con perseverancia, la pulcritud y confiabilidad, la capacidad de focalización en cuellos de botella y además de ello, iniciativa, creatividad y compromiso.

¿Prefieres ser Javiera o Isidora?

Ricardo Gevert – Adm. Industrial

texto extraído de www.gevert.com

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