Eres el reflejo de tu madre y ella de su abuela

La mujer hija puede reconocer si tiene que sanar algo en su relación con su madre en su propio vínculo con su hija o bien observando su alejamiento con lo femenino, ésta brecha la compensa integrando una identidad más masculinizada, necesaria para cumplir expectativas maternas y familiares.

Este alejamiento es transgéneracional, además vivimos en una sociedad patriarcal que mira lo femenino como frágil, insuficiente y no le otorga el real valor que tiene, esto hace que desde pequeñas sintamos la necesidad de alejarnos también de lo femenino para no habitar esta visión frágil y vulnerable, haciendo más profunda la brecha manifestada en el vínculo con la madre.

Es importante saber que el amor propio que te tienes, (si es que no has trabajado este tema) es proporcional al amor propio que tu madre sentía por ella y que fue ese mismo amor hacia lo femenino el que modeló su vínculo contigo.

Entonces, lo anterior es lo que de algún modo hace que la mujer hija repita patrones o se sienta atrapada en las formas maternas poco saludables, ya que intenta en sus experiencias de vidas re-editar la vivencia con la madre, buscando sanar los abusos o integrar las carencias que pudo tener.

Se considera abuso también el maltrato de cualquier índole, físico, sexual, emocional y energético, cómo también lo es el abandono emocional, entendiendo el descuido hacia la menor.

Ver esto con ojos de mujer hija adulta, puede resultar complejo, duro, y muchas veces con resistencias, pero verlo y aceptarlo, es el primer paso para sanar.

Sanar necesita también de un espacio de contención, escucha, un útero, donde la mujer hija pueda sentirse libre de expresar sus emociones sin la culpa asociada por pensar mal de la madre.

Para luego iniciar su búsqueda interior, la búsqueda de su identidad femenina perdida en su alejamiento con el arquetipo de la madre.

Y re-nacer a su mujer madre interior.

Todo este proceso resulta intenso, con altos y bajos emocionales, y se hace necesario transitarlo responsablemente de forma acompañada en terapia.

Puedes buscar la terapia que más haga sentido en tu corazón, para mí la psicoterapia femenina es lo mejor, sobretodo si integra visiones transpersonales, sistémicas y genealógicas.

 

Eres el reflejo de tu madre, y tu madre de tu abuela, y serás o eres el reflejo de tu hija, y si no tienes o no quieres tener hijas, lo serás de tu femenino interior, manifestado en tus relaciones o proyectos.

 

Irina Duran MartinezIrina Duran Martínez Psicóloga de Mujeres

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Viña del Mar

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El otro, mi espejo!

Siempre cuestioné mi relación con los espejos. Creo que los uso desde chica, y hoy reflexionando, entiendo que siempre estuvieron allí, sigilosos, escuchando. De manera asimétrica, yo entiendo que les hablaba, los adulaba, a veces los escondía, y hasta enojo de por medio, los rompía. Asimétrica digo, porque yo nunca me detuve a escucharlos.

Y tal vez eso sucedió, justamente, porque nunca me detuve. Hasta que lo esperes o no, lo creas o no, algo sucede para que necesaria o compulsivamente, debas frenar.

De un tiempo a esta parte, el hacer y frenar se convirtieron en ritmos acompasados de mi presente. Y sólo a partir de allí, mi relación con los espejos cambió.

Lo primero de todo, es que “espejo” ya no significa solamente esa superficie que refleja. Espejo es hoy, para mí, todos y cada uno de nosotros, que, sin saberlo, actuamos de manera casi sincronizada en esta vida. Y entonces mi espejo pasó a ser mi maestro, que no hace otra cosa que mostrarme y preguntarme a diario, aspirando a que con ello mi Ser crezca. Y entonces “espejo” pasaron a ser mis pares, mis amigos, mis colegas, mi pareja, mi familia y cada una de las personas con quienes me cruzara.

Y ahora entonces, eran cada vez más los espejos que yo tenía que escuchar…

¿Para qué haces lo que haces?, me preguntó hace unos meses. ¿Por qué te empecinas en no mostrarte frágil?, continuó, y siguió. ¿A qué le temes hoy? ¿Cómo le haces la vida más fácil a quienes te rodean? ¿Qué abrazo te falta? ¿Qué te duele? ¿Qué te inspira?

Esas preguntas se reflejaban en cada persona que aparecía, en las circunstancias que suceden, en las emociones y experiencias que se me aparecen y que vienen a mostrarme nuevas posibilidades.

Y por eso, de un breve tiempo a esta parte, entendiendo, repito, a todos y cada uno como un espejo nuestro, aprendí, entre otras cosas, a no bajar los brazos, aunque no tuviera más fuerza. Aprendí a abrazar más seguido, sin etiquetas. Aprendí a agradecer, cuando lo único que hubiera querido era enojarme y alejarme. Aprendí a mirar a la cara, a no ocultar mis lágrimas, a regalar más sonrisas.

Aprendí a escucharlos, a intentar al menos por un rato, ponerme en sus zapatos.

Vaya desafío entonces de convivir con tantos reflejos, con tantos espejos…

Y por eso ya me di cuenta, principalmente, que espejo somos todos y cada uno de nosotros mismos, que actuamos reflejándonos en otros, para expandirnos, luego de haber aprendido, con destino al infinito. Porque la vida es más que eso que te trae tu espejo. Es mucho, mucho más grande que eso.

 

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

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