Lo que nos muestra el Otoño

El Otoño, como un árbol lo podría explicar, diciendo qué hay que eliminar todo lo que está malo y se muere dentro de nosotros. Es una invitación a quedar desnudos del alma para observar ese silencio del cual hablamos la semana pasada. Es un repliegue hacia adentro.

El frío invita a quedarse en casa, pero no solo la física, sino que también la interna, esa que nos invita a hacernos preguntas y probablemente a tomar decisiones que nos lleven a lugares de plenitud y a sacar nuestra mejor versión.

Si hay algo que me impresiona es la tremenda capacidad que tenemos para acostumbrarnos a estar mal, a vivir con la panza apretada, con la garganta hecha nudo, con la respiración cortita y tantos otros estados que son el reflejo corporal de situaciones emocionales que no hemos sabido enfrentar.

Los invito a este Otoño a mirarnos adentro, a eliminar como los árboles , las “hojas” muertas para entender que vinimos a tener paz y armonía en nuestras vidas.

 

 

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Escuchemos el Silencio

Si pudiera desear algo para todos y todas es que recuperáramos la capacidad de colocar silencio en nuestra vida cotidiana. Es urgente que el silencio vuelva a nuestras vidas por lo menos de acuerdo a la última caminata una hora diaria como mínimo.

Pero es importante entender que el silencio no es siempre ausencia de ruido, de hecho la mayoría de las veces yo puedo estar en silencio con ruido afuera. Al final este espacio es un viaje que uno hace dentro de uno donde toca literalmente la puerta del alma.

Está claro que hoy más que nunca evitamos el silencio porque nos da miedo lo que puede aparecer ya que al quedarnos en este estado aparecen en forma inexorable miles de preguntas y emociones de las cuales nos tendremos que hacer cargo, porque seguramente nos mostrarán caminos de cambio y de progreso personal.

Estar o buscar espacios de silencios, implica poder conseguir paz, desde esa paz, ecuanimidad para tomar buenas decisiones y eso se parece mucho a un trabajo que apunta a la anhelada felicidad .

El silencio nos conecta con nosotros, nos enciende y nos hace conscientes de las emociones y desde ahí nos abre muchos espacios de reflexión, que como pocos espacios humanos, nos llevarán a la salud y a la mejor versión de nosotros mismos (as)

 

 

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La gracia

Cada tanto tiempo hacemos en Santo Domingo retiros cortos – de Jueves a Domingo – durante los cuales trabajamos con un grupo pequeño – de seis a ocho personas – en temas relevantes a su salud y a su auto-realización.

 

Durante el último retiro sucedió algo del todo inesperado. Bien avanzado el desarrollo de las actividades preguntamos a las personas – como ejercicio – sobre las cosas que tienen sentido de vida para ellas, cosas locas con un fuerte arraigue en su biología, «chaladuras del alma» como me gusta nombrarlas, temas, acciones, anhelos, movimientos íntimos arraigados en la profundidad de sí que desean expresar existencialmente. Lo sabemos, es un ejercicio poco habitual.

 

De acuerdo a los tiempos en que vivimos, a los temas que están de moda en todas partes, en los medios de comunicación, en reuniones sociales y familiares, y a los motivos por los cuales muchos se esfuerzan día a día, uno podría esperar que en una situación como la descrita se nombren – en forma más o menos ligera – cosas como una cierta seguridad económica para sí y para su familia, un no quedarse atrás socialmente, un avance profesional, un reconocimiento social por el trabajo desplegado en el último tiempo, un recorrido turístico y cultural por capitales europeas como premio caído del cielo, en fin, cosas ligadas al ideario y a las prioridades de nuestros días.

 

No así en esta ocasión. Algunas personas nombraron el querer retomar el canto, otras dijeron que querían volver a bailar, una persona nombró el querer escribir poesía como cuando joven. Repentinamente en el salón se mostró algo ya latente en las actividades realizadas hasta el momento, pero ahora con toda claridad: el salón se convirtió en algo así como una academia de arte, en un paraíso de juegos adultos, en una instancia de maduración de gracias postergadas, se convirtió en el lugar de encuentro con cosas propias más profundas que la moda, la necesidad o la presión social.

 

En el mundo de lo útil hay muchas cosas que se pueden automatizar o delegar a dispositivos y máquinas capaces de llevar a cabo tareas de relativa dificultad. Pero no todas. Hay actividades que son exclusivamente humanas: el cariño, el cuidado por otros y por el mundo que nos rodea, la flexibilidad, la delicadeza, la creatividad, la gracia.

 

¿Estamos entrando a una nueva época? ¿Quieren las personas volver a desplegar sus dones naturales inocentemente como en otros tiempos menos competitivos, gozar la expresión de sus potenciales personales, enamorarse de la vida de nuevo por encima de horizontes de tensión, utilidad, lucha y codicia? ¿Buscan las personas complementar y enriquecer sus vidas con actividades distintas a las habituales? ¿Hay muestras de fastidio, cansancio o repulsión al modo como hemos estado viviendo en los últimos años, en las últimas décadas? ¿Está cambiando algo?

 

Expresarse en canto, baile, poesía. El mundo de la gracia.

¿Qué hemos conquistado? ¿A dónde vamos?

 

 

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

 

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