Muchas veces pensamos que los límites nos protegen de otras personas, pero la realidad es que los límites nos protegen a nosotros de nosotros mismos. De abandonarnos, de no mirar lo que necesitamos, de ser complaciente a pesar de no estar de acuerdo. Nuestros límites nos definen en que estamos dispuestos a aceptar y que no, y por ende ponerlos nos define finalmente en lo que creemos de nosotros mismos.
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Quizás vivimos esperando que los otros respeten nuestros límites, pero ¿Cómo los respetarán si nosotros no lo hacemos? ¿Cómo el otro sabrá mi límite y mis valores si nos los muestro o explícito?. Muchas veces esperamos que el otro haga, diga, respete, entienda, pero lo esperamos sin decir o sin pedir. Es imposible que un otro sepa hasta donde llegar si no se lo mostramos nosotros.
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¿Cuáles son tus límites? ¿Cómo los proteges? ¿Qué no estás dispuesto a transar? ¿Cómo los sostienes?. Los límites hablan de nosotros, de lo que somos, de cuánto nos queremos y respetamos en lo que creemos y valoramos. Podemos poner límites sin llegar al conflicto, podemos poner límites y sentirnos queridos igual, podemos poner límites porque eso nos hace una persona que vale, que se sostiene en sus pies y en sus valores.
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La autocompasión no es simplemente ser contenedor contigo mismo y hablarte con cariño. La autocompasión también nos habla de la valentía en poner límites a personas que nos hacen daño o en favores que no queremos hacer. La autocompasión nos protege y así también los límites.
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Antes de decir que sí…. piensa ¿lo quiero? ¿Cuál es el costo? ¿Me cuido al elegirlo? ¿Va con lo que soy y quiero para mi?. La respuesta no tiene porque siempre ser «sí», a veces un «no» dicho con cariño trae menos conflicto que un «sí» dicho con recelo y frustración.
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Define tus límites, que tus límites te definirán a ti.
María José Lacámara – Conoce más AQUI
Instagram: @joselacamarapsicologa
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