El secreto: Mantención y Controles

Ya hemos conversado en columnas previas de la importancia de un buen diagnóstico para indicar un correcto tratamiento. Hemos insistido en el control de los factores de riesgo que inciden en el éxito o el fracaso de nuestros tratamientos. Hemos explorado un abanico más que interesante de opciones y herramientas de las que disponemos para tratar correctamente un paciente.

Una pregunta muy válida que podríamos hacernos es “y luego qué”?

 

Una de las claves del éxito de un tratamiento de cualquier naturaleza es el período de mantención y control.

 

Esto porque la boca funciona como un modelo de trauma a repetición perfecto. Imagínense que en la explanada del parque O’higgins se hiciera todos los días la parada militar, con tanques, caballos y todo. Bueno la boca es eso, el solo hecho de comer hace que los dientes reciban un impacto sin duda por debajo de lo que se necesita para romperlos, pero acumulativo.
Dependiendo del riesgo previamente evaluado antes de tratar al paciente es que uno determina cuantas visitas debe agendar el paciente por año para su mantención.
Un paciente con bajo riesgo deberá asistir una vez al año a control. En este usualmente se podrían solicitar algunas imágenes y programar control de higiene de rutina. Esta medida en este tipo de pacientes será suficiente para que todo lo que se ha hecho se mantenga de buena forma en el tiempo.

 

En paciente con riesgos mayores uno debe agendar citas más seguidas, particularmente en dos tipos de pacientes: Los bruxómanos, quienes aprietan de forma desmedida los dientes (sea por el motivo que sea) y los que pacientes que padecen enfermedades de las encías.
El paciente que presenta desgastes de sus dientes requiere un control bastante estricto procurando que su boca no sufra desgaste rápido, o si este se produce, corregirlo rápidamente. Usualmente estos pacientes requieren el uso de reposicionadores o estabilizadores mandibulares (planos de relajación) para el control del apriete. Recordemos que el bruxismo no se cura, sino que se maneja.

Respecto del control de las enfermedades de encías y huesos estas siempre tienden a recurrir por tanto es imprescindible que el paciente esté siempre en terapias de mantención donde no se hará el tratamiento de nuevo sino que se repasarán zonas de difícil acceso e higiene.

 

En el caso de los implantes, es lo ideas consultar dos veces por año, tomar radiografías para ver que todo esté funcionando bien y los implantes estén trabajando correctamente dentro de los limites normales de fuerza e higiene.

Estas medidas de mantención y control además tienen una característica importante para todos nuestros pacientes: son de bajo costo.

 

La idea es lograr que el paciente tratado no se tenga que tratar nuevamente por lo mismo sino mantener lo que ya se hizo. En esos casos podríamos decir que la odontología curativa habrá sido un éxito.

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