El amor es el anhelo de salir de uno mismo” – Charles Baudelaire
Aquello del “amor” es complicado, aún más cuando la predisposición personal no permite abrirse a nuevas alternativas de vida. Muchas veces, por prudencia, es preferible dejar que pase lo que tenga que pasar en la relación, antes que fortalecerla a partir de fuertes pilares. Es más, la sociedad nos ha forjado –mediáticamente– una visión del amor, como un sentimiento profundo e inquebrantable que debe vivirse y cuidarse profundamente. Pero, ¿qué pasa cuando se mezclan las emociones con la palabra “amor” y la película toma otro rumbo totalmente distinto?
¿Qué es el amor?, ¿desde qué punto se siente y cómo debe vivirse?, ¿qué implica sentir amor? Bueno, son tantas preguntas, que terminan por cargarlo de una atmósfera muy pesada y difícil de sobrellevar. El hecho es que cada persona lo vive a su manera y experimenta situaciones distintas a partir del mismo. Puede comenzar de forma intensa, o aparecer intempestivamente, o sentirlo pero no reflejarlo, o, tal vez, nunca será necesario abordarlo. Lo que sí debe aceptarse es que siempre aparecerá un sentimiento diferente que identificará lo que se siente por la otra persona.
La concepción del amor se transforma cada vez más con motivo de la globalización de las revoluciones sociales y del pensamiento. Por ejemplo, un punto de partida es el machismo, ya que al concepto y las acciones que se derivan de él, cada vez se afecta más al “amor” en las relaciones. A lo largo de la historia, el preservar la imagen del hombre por encima de la mujer, ha cohibido a ambos de vivir sus sentimientos libremente. El estereotipo del hombre como fuerte, rudo, serio y el de la mujer como débil, sumisa y sentimental; son las principales características. Y ¿por qué el hombre no puede ser sentimental?, ¿por qué la mujer no puede ser recia en su comportamiento?, ¿por qué la mujer es el símbolo de la enamorada, y el hombre el símbolo del enamorador?
De esto también se desprende otro factor, y es el feminismo o el empoderamiento cultural de la mujer en la sociedad actual. Desde el manejo de la economía en el hogar, las pautas de comportamiento, el carácter dominante, entre otros. Esto le ha permitido al amor adaptarse en la sociedad como un sentimiento cada vez más abierto y menos estructurado. Los roles a no están polarizados, lo que reúne el sentimiento tiene mayores libertades y la renovación se adapta cada vez más al concepto.
La clave es identificar qué sentimiento es característico de una persona sobre otra, y esto lo hace la experiencia. Las relaciones fugaces buscan el placer fisiológico, vacían corazones y dejan a la deriva los sentimientos. Esta influencia, cargada de emociones, antes que de sensatos sentimientos, deja a la deriva aquello que representa el amor. Incluso, los especialistas lo declaran como una carga de energía negativa que rompe con la estabilidad emocional de la persona. La conducta se verá afectada, el desempeño laboral, social, familiar, entre otros, ser verán impactados a la hora de descentralizar el amor.
El problema no es el “amor”, el problema es la concepción personal que se le da al sentimiento y cómo se ve este afectado. Lo importante es abrirse a las posibilidades de llenar las expectativas, más allá de satisfacerse individualmente, sino en conjunto. Ya sea el hombre o mujer ideal, predisponerse solo afectará la evolución de la relación y, por ende, el sentimiento. No se puede culpar al amor, por la testarudez de no saber mezclar las emociones con los sentimientos.
Extraido de: Editorial Phronesis