Lealtad con uno Mismo

Recibí como un regalo las siguientes líneas de este ya fallecido poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño, Mário de Morais Andrade.
Para el momento de mi vida, el tomar conciencia de cosas que antes reprimí, de tomar decisiones distintas a las que muchos esperan o suponen que debiera tomar, de modificar el foco en lo que me he estado centrando los últimos años, la reflexión poética escrita por Andrade a lo menos hace 75 años atrás, es tremendamente asertiva. Ello no significa que en estos últimos 35 años no haya compartido con personas especiales, muchas de ellas geniales, incluso personas trascendentales, es decir, de aquellas que no necesitan hacer un esfuerzo muy grande para alcanzar sus sueños. A muchas de esas personas las respeto, aprecio y quiero. Pero muchas de ellas ya no son y tampoco serán parte de mi vida. Mi foco y óptica cambian. Yo cambio…, o quizás me reecuentro.
Aquí va lo escrito por Andrade:
«Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.
Lealtad con uno mismo.»

Ricardo Gevert – Adm. Industrial

texto extraído de www.gevert.com

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