El estrés se ha instalado en nuestra rutina diaria que ya no nos damos cuenta que lo estamos padeciendo. Sólo cuando «explotamos» vemos que estamos agotados mental y físicamente.
Cuando has pasado por un período largo de estrés, ya sea por temas laborales, de pareja, familiares, etc.. es muy probable que hayas padecido de agotamiento emocional. Es importante tener a ralla el estrés por las consecuencias ya muy conocidas que pueden tener en nuestra salud física y emocional.
Hay mucha sintomatología relacionada con el estrés emocional: A veces nos sentimos cansados, otros sin ganas de de hacer nada, quizás te sientas susceptible e incluso con ansiedad. Pero cuando sientes que has perdido el control, que al mínimo estímulo saltas y que estás en continua alerta, llena de adrenalina y acabas el día completamente exhausta y sin energía, entonces es muy probable que estés padeciendo agotamiento emocional.
Aquí te presentamos los puntos que puedes ir analizando para comprobar si sufres de agotamiento emocional:
1-Te levantas cansada incluso después de haber dormido 8 horas.
Tu sueño no es de calidad, sientes que necesitas más descanso. Vas a la cama muy cansada, te cuesta dormir y cuando te levantas sigues igual de cansada.
2-Te enfadas con facilidad
Has perdido la paciencia y te enojas por cosas sin importancia.Tu tono de voz se eleva sin que puedas controlarlo.
3-Sonríes cada vez menos
No encuentras alegría en cosas que antes te la daban. En vez de sonreír haces cara de cansada o de enfado
4-No tienes motivación
No te sientes motivada por nada. Ya no encuentras placer en la lectura, o en tus actividades favoritas.
5-Lloras con más frecuencia
Te afectan más las noticias tristes, las películas o algún comentario o relato de algún conocido.
6- Tu vida social es nula
Ya no te seduce la idea de quedar con amigos o familiares y cuando estás con ellos sientes que no conectas, ni encajas.
7-Tus niveles de ansiedad son elevados
La música alta, el tráfico, sitios cerrados, incluso hacer la compra se convierte en una actividad que te genera un alto nivel de estrés.
8- Te sobresaltas con más frecuencia
Estás en estado de alerta constante y el sonido del teléfono, el timbre de la puerta, etc., te hacen saltar.
9-Falta de concentración
Te cuesta concentrarte y recordar las cosas. Sientes que vas lenta en tus pensamientos y respuestas debido al cansancio extremo que sufres.
10-Te sientes fracasada
Sientes que por más que te esfuerces no estás a la altura de las situaciones. Sientes que no haces nada bien.
Sobretodo si sientes que estás estancada, sin esperanzas ni motivación debes intentar cambiar tu situación para que no llegues a caer en una depresión.
Buscar el origen de tu agotamiento emocional te ayudará a ponerle fin. Puede estar en tu entorno familiar o laboral. Analiza lo que puedes cambiar para que no te siga afectando más. En alguna situación podrías tomar decisiones drásticas cómo cambiar de trabajo, si éste es el foco de tu problema, o quizás con unos simples cambios como pedir ayuda a un familiar o amigo, contratar personal que te ayude en casa, etc. puede ser la clave para que tu estado cambie No dudes en buscar ayuda profesional si ves que el estrés te está afectando demasiado físicamente o emocionalmente.
Redacción Instituto Draco
www.institutodraco.com
fuente: www.bustle.com
www.facebook.com/InstitutoDraco
Extraido de www.institutodraco.com
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En tiempos que la vida cotidiana en las grandes comunas se hace cada vez más compleja y estresante para el común de los ciudadanos, por las dificultades diarias que enfrentan para movilizarse, el escaso tiempo libre del que disponen y las dificultades de conectividad entre otros factores, pareciera importante reflexionar respecto del diseño de las ciudades. Y es que las bondades de una ciudad no dependen solo de la dotación de la misma en cuanto a infraestructuras físicas, servicios y apoyos institucionales, sino que en ello incide cada vez más la disponibilidad y calidad de las comunicaciones, así como de la transmisión del saber, y la dotación en infraestructuras sociales. La expresión Smart City,( en castellano Ciudad inteligente), es un concepto emergente, que responde a esta idea de que las ciudades pueden mejorarse y que para ello es preciso pensar en conjunto la ciudad en la que queremos vivir.
En la práctica, y a nivel popular, se concibe una “Smart City” como una ciudad comprometida con su entorno, con elementos arquitectónicos de vanguardia y donde las infraestructuras están dotadas de las soluciones tecnológicas más avanzadas. Una ciudad que facilita la interacción del ciudadano con los diversos elementos institucionales, urbanos, y tecnológicos, haciendo que su vida cotidiana sea más fácil, y permitiendo el acceso a una cultura y una educación que hacen referencia tanto a los aspectos ambientales, como a los elementos culturales e históricos.El concepto de «smartcity» se articula en base a cuatro ideas esenciales:
- Las cuestiones ambientales y las restricciones energéticas;
- La comunicación fluida de los actores entre sí: colectividades, ciudadanos, empresas, instituciones;
- El uso compartido de bienes y servicios, con una activa participación de los usuarios en la concepción de productos, servicios, y modalidades operativas
- La integración de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la robótica y los sistemas inteligentes de transporte, que potencian el funcionamiento en red; la modificación de la matriz energética a favor de las energías renovables, y el cambio de comportamiento y usos por parte de los ciudadanos. (http://www.economie.grandlyon.com/smart-city-lyon-france.346.0.html)[]
En el mundo se están desarrollando varios proyectos entre países que intentan avanzar en la elaboración de iniciativas que responden a este concepto de ciudad desarrollada pero respetuosa de su cultura, su entorno y por sobre todo de la calidad de vida de sus habitantes.
A ese ideario es que las ciudades de Chile debiésemos aspirar. Por ello es interesante leer en la prensa iniciativas que dan cuenta de que a nivel ciudadano y de autoridades, estamos pensando en el futuro de nuestras comunas con la visión de mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes. No está demás recordar la importancia de la reflexión y participación de autoridades y ciudadanos en este proceso.
Es que a las ciudades no basta administrarlas ni criticarlas: hay que pensarlas.
Macarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social
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Read moreArtículo publicado originalmente en El Definido
Mane Cárcamo reflexiona acerca de nuestra felicidad y las metas que nos ponemos hoy en día los chilenos. ¿Qué estamos anhelando? ¿De qué depende, a fin de cuentas, la calidad de vida?
Hace pocos días se reveló el resultado de un estudio que ubica a nuestro país como uno de los 20 más felices del mundo. Mi reacción fue la misma de ustedes… un gran y sorpresivo ¿WHATTT?, pero tras leer un poco más me di cuenta que, no es que seamos la familia Von Trapp del barrio y andemos cantando por las colinas, lo que pasa es que nuestros vecinos no lo están pasando nada de bien y eso explicaría nuestro sorprendente lugar en el ranking.
¿Ustedes consideran que viven en un país feliz? Es una pregunta interesante para reflexionar.
El concepto de «calidad de vida» lo escuchamos como el correr diario (espero) de la ducha. No nos llama la atención esa frase, pero sí nos inquieta poder alcanzarla en nuestra cotidianidad y, queramos o no, está relacionada con la felicidad. ¿Será normal vivir enrejados, sin tiempo para ver a los amigos, con la línea de crédito más exigida que asesora comunicacional de la Presidenta? ¿Nos tenemos que acostumbrar a que el auto sea nuestro segundo hogar, a descargar nuestras penas y frustraciones en Facebook, a considerar el silencio como un lujo inaccesible?
Según la OMS, la calidad de vida se trata de la «percepción del individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones» (1994, hace tiempo ya).
Esta definición me invita a pensar acerca de lo que se instala en nuestros círculos como el “deber ser” (maternal, amoroso, laboral, etc.) que muchas veces nos sitúa en una posición que nos obliga a mostrarnos como “superhéroes”, pero no como personas plenas.
En nuestra sociedad, es bien visto decir que estamos colapsados, con mucha pega, agotados y con mil actividades que no nos dejan ni un minuto para nada más que no sea el trabajo, las infinitas actividades extraprogramáticas de los niños y las horas de gimnasio para alcanzar un cuerpo «perfecto». Se desconfía del que tiene tiempo libre y vive más despacio. En serio pienso…Dios me libre.
Para mí, la calidad de vida es poder trabajar en lo que me apasiona y aprender a cerrar el computador cuando la hora lo indica. Sin que nadie te mire feo, porque tus jefes lo hicieron a la misma hora que tú.
Para mí, la calidad de vida es incluir el silencio dentro de mi horario y no ansiarlo como el cartón premiado del Kino. Todos tenemos el derecho (y ante todo la necesidad) de tener un momento a solas. Sin niños, sin marido, sin Waze. Silencio gratuito y de calidad.
Para mí, calidad de vida es poder tocar la puerta de la oficina de mis jefes y hablar con ellos sin tener que agendar como si lo hiciera con alguien de la realeza. Tener autoridades a las que se les ve con la misma periodicidad que el cometa Halley es más frustrante que la multa al Costanera Norte por el desborde del Mapocho.
Para mí, la calidad de vida es estar lo suficiente con mis hijos no sólo para abrazarlos, sino que también para retarlos cuando sea necesario, conversar acerca de su día y también mirar juntos como Peppa Pig salta los charcos de lodo.
Para mí, calidad de vida es conocer a mis vecinos, saber que me pueden salvar cuando me da miedo un temblor, me falta un huevo o necesito 5 lucas para pagar una deuda (las pago, ellos lo saben). Porque, ¿de qué me sirve vivir en una casa más grande que la de la Anita Alvarado si conozco más de la vida de Maluma que la de la familia con la que comparto la vereda? Personalmente creo que esa es la definición de soledad.
Para mí, calidad de vida es poder invitar a amigos sin tener que llamar a Tomás Cox para que produzca el evento, y no tener pudor en hacer un malón en donde lo importante sea juntarse, tener largas sobremesas y ser capaces de gozar con un hotdog sin palta (está impagable).
Para mí, calidad de vida es saber decir que no, sin remordimientos ni quiebres. Y que el otro acepte que la libertad pasa por priorizar los tiempos, valores y miradas de mundo que cada uno en libertad eligió.
Para mí, calidad de vida es vivir en una sociedad colaborativa, en donde ayudemos al otro sin sacar beneficio político de las carencias de Estado y nos preocupemos genuinamente de tenderle la mano al que lo necesita. La Teletón es un ejemplo maravilloso de eso.
Para mí, la calidad de vida es tener alguien a quien escuchar y que me escuche. Que ambos nos interesemos por las alegrías y los dolores del otro, y que no tengamos que recurrir a un posteo de facebook para poder desahogarnos o contar lo que nos aflige. Las redes sociales nunca podrán reemplazar a esa amiga que, sin nada a cambio, se interesa por ese pésimo día que acabas de tener.
Hay sin duda alguna muchos factores externos que determinan el estilo de vida que llevamos. Si alguien está en la extrema pobreza, todo lo que acabo de describir es realmente inútil, y es por eso que quien gobierne durante los próximos años, debe de corazón tratar de revertir la profunda desigualdad en la que viven muchos chilenos. Pero para los que afortunadamente hemos tenido más oportunidades,la calidad de vida también es una opción que depende de nosotros… de liberarnos de vivir para afuera, y de estar cumpliendo estándares que lo único que nos hacen es ser esclavos de la tiranía del consumo y la opinión ajena.
¿Qué es calidad de vida para ustedes?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl