Para ser persona hay que ser ciudadano

Hace unas semanas escribí que somos los autores de nuestros propósitos, pero somos los coautores de la mayor parte de nuestros resultados. Esta afirmación deja entrever que en la construcción de nuestra biografía concurren muchos agentes. Sin embargo, tendemos a marginarlos en las auditorias íntimas en las que vamos evaluando nuestra instalación en el mundo. La contemporaneidad ha impuesto un macrorrelato que ha despolitizado por completo la reflexión sobre el acontecimiento de existir. Puede resultar decepcionante que en algo tan privativo como nuestra biografía exista la coautoría, pero gracias a ella nuestra existencia está atravesada de fines y no solo de necesidades. En las necesidades no hay fines, y si no hay fines no hay autonomía. Las necesidades afilaron nuestra racionalidad y nos convirtieron en animales políticos, en animales que hablan, en animales sentimentales que estratifican qué sería bueno sentir y qué sería bueno no sentir. Vivir agrupados es un hito evolutivo de primerísimo nivel. Podemos elegir qué queremos para nosotros gracias a que estructuramos marcos de convivencia en los que nuestra existencia borbotea al lado de otras existencias. Podemos optar independientemente merced a que somos interdependientes. Convertimos la convivencia en un juego de suma no cero en el que adoptamos estrategias para que todas las partes satisfagan parcialmente sus necesidades respectivas. En Elogio de la infelicidad Emilio Lledó lo explica con abrumadora claridad: «La carencia de completa autarquía es la expresión suprema de la necesidad de convivir, de ser en otros y con los otros».

Las necesidades primarias las podemos cubrir gracias a la cohabitación con otras existencias en un entorno intersubjetivo orquestado para ese cometido. Siempre que hablo con alguien de las necesidades a las que estamos uncidos como seres vivos mi interlocutor me interpela afirmando que habría que matizar qué entendemos por necesidades. La respuesta es muy sencilla. Entiendo por necesidad aquello en lo que cualquier persona piensa de manera monotemática a partir de un lapso de tiempo de padecer su ausencia ante el miedo de que su vida se desbarate irreversiblemente o llegue incluso a expirar. Aristóteles definía como necesario «aquello sin lo cual no se puede vivir, por ejemplo, el respirar o la alimentación». Yo lo defino con una mirada más panorámica y más contemporánea: «Una necesidad es aquello cuya satisfacción es tan rutinariamente urgente que si no está estructuralmente colmada impide que un sujeto pueda establecer planes de vida». «La escasez es el origen de la ciudad», escribió Platón. En terminología de Lledó, el carácter menesteroso de nuestra biología fue lo que nos inspiró a «la empresa de construir lo humano». El ser humano que somos cada uno de nosotros es una existencia quebradiza, precaria, frágil, muy muy vulnerable. Humano  proviene de humus, tierra, y significa pequeño, insignificante. En esta explicación descansa por qué los griegos daban mayor prelación a la condición de ciudadano que a la de persona. Era imposible llegar a ser persona (la individualidad que elige qué fines quiere para su vida y que se va desplegando en el conjunto de acciones encaminadas a colmarnos) lejos de la polis. Ser persona sólo era posible desde la condición de ciudadano. De aquí el drama que supone, y que Josep Ramoneda explica con su habitual maestría en Contra la indiferencia, que hayamos perdido paulatinamente la c de ciudadanos en favor de las tres ces que nos señalan como clientes, contribuyentes y comparsas. La conclusión es triste. Cuanto más nos desintegramos como ciudadanos, mayor dificultad para ser personas.

Lo contrario de la libertad es la necesidad. Donde hay necesidad no hay elección, y donde no hay elección no hay autonomía, que es la vitrina de nuestra dignidad. Ser autónomo es elegir por uno mismo con qué fines quiere uno conducir su propia vida. Somos dignos porque podemos elegir, y podemos elegir porque tenemos más o menos satisfechas nuestras necesidades primarias. De aquí se colige algo que los redactores de los Derechos Humanos subrayaron en la redacción de la Carta Magna. Sin la garantía de unos mínimos es imposible que nadie pueda aspirar a unos máximos. Esos mínimos son los treinta artículos de los Derechos Humanos. Los máximos son los contenidos individuales con los que cada uno rellena el contenido de su felicidad, los fines con los que da sentido a su existencia en el mundo de la vida, con los que va convirtiéndose en una expresión de particularidad, una mismidad diferente a todas las demás. Somos una existencia singularizada que limita por todos lados con todas las existencias también singularizadas porque las necesitamos para acceder a una vida digna.  Por eso más que ser existencias adyacentes yo prefiero utilizar la expresión existencias al unísono (así se titula la trilogía a cuya redacción me he dedicado estos últimos años –ver-).  Al ser al unísono queda enfatizada la vinculación afectiva y política irrenunciables para existir. Nuestra existencia tal y como es o cómo nos gustaría que fuese sería inaccesible desde la insularidad o desde la soledad.  El yo no puede expatriarse de los dominios interconectados de la convivencia. La política debería ser una mirada reflexiva y bondadosa sobre cómo articular la organización de las existencias al unísono con el objeto de que todos satisfagamos nuestras necesidades y podamos dedicarnos de este modo a aquellos fines elegidos desde la autonomía. Ser animales políticos es lo que nos permite ser animales éticos.

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Nueva Reforma Curricular de la Enseñanza Media: el debate que no se ha dado

En las últimas semanas una de las noticias que ha estado en la agenda noticiosa es la de la implementación de la nueva reforma en la malla curricular en la educación media en todas sus modalidades.

Lo primero que hay que decir para evitar suspicacias es que la nueva reforma educacional no es obra de este gobierno en particular ni tampoco del ministerio de educación actual. Es el resultado de un trabajo de varios años  que ha llevado a cabo  el Consejo Nacional de Educación que es un órgano técnico y el único que tiene atribuciones sobre el curriculum académico. Esta aclaración me parece  importante ya que lo que más se ha destacado de los cambios es que no estarían Historia ni  Educación Física en las asignaturas obligatorias,  sin explicar cómo se han desarrollado los cambios,   en qué niveles se implementan y cuál es el fundamento   de esas modificaciones. Tampoco se ha explicitado los contenidos de cada asignatura ni se le ha dado cobertura  al hecho de que la malla hoy será flexible, con asignaturas electivas y obligatorias siguiendo las nuevas tendencias curriculares  y que se aplicará sólo en II y IV medio y no en toda la enseñanza media como la mayoría cree. En síntesis para el lector común la noticia ha aparecido bastante reducida, dándole un carácter más bien negativo “lo que no está”  sin  contextualizarla  ni curricular ni  social e históricamente.

No hay espacio en esta columna para analizar los pro y los contra de esta propuesta,  sin embargo me gustaría señalar algunos elementos importantes a considerar . Lo primero es que me parece necesaria una readecuación curricular que vaya de acuerdo con los tiempos, que flexibilice el curriculum y que reponga el valor de la Filosofía.  Esta  disciplina  nos enseña a pensar y hoy es más necesario que nunca,  formar el pensamiento crítico y reflexivo en los jóvenes. Lo segundo es enseñarles a vivir en el espacio social en que se mueven, porque hoy sabemos comportarnos como consumidores es decir exigiendo nuestros derechos pero no tenemos mucha  idea de cómo comportarnos como ciudadanos.  Un efecto de ello es que  no sabemos movernos en el espacio público donde el respeto por el otro es fundamental. Esta debería ser la gran tarea de una asignatura como  la que propone el nuevo curriculum , Educación Ciudadana.

Con ello no estoy desconociendo el valor de la Historia ni de la Educación Física que por demás siguen presentes en I y II Medio y en las asignaturas electivas. Tampoco digo que este cambio es la panacea puesto que las mallas curriculares son apenas una parte del sistema curricular el que incluye  además docentes, metodologías de aprendizaje, clima escolar en el aula y evaluaciones sólo por mencionar algunos aspectos a considerar. Sólo llamo a un debate serio y profundo acerca de estos temas que son muy importantes porque pueden afectar  el futuro de nuestros jóvenes. También sugiero   que se dé más información pública  ya que estos temas que son claves para el futuro de nuestro país por lo que  nos deben involucrar   a todos.

 

macarena_urendaMacarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social

Concejala de Viña del Mar

Presidenta comisiones Educación y Turismo

 

 

Foto Portada : Imagen de Kevin Phillips en Pixabay

 

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