Sentirnos confiados es una necesidad básica que nos acompaña durante toda nuestra vida.
En psicología del desarrollo, la primera etapa descrita en la Teoría Psicosocial de Erikson se conoce como Confianza-Desconfianza. Esta se da desde el nacimiento hasta aproximadamente los 2 años de edad. La confianza básica comienza en el minuto que nacemos y como fuerza fundamental de esta etapa, nace la certeza interior y la sensación de bienestar en lo físico y psíquico (ser acogido, recibido y amado). La desconfianza básica se desarrolla en la medida en que no encuentra respuestas a las anteriores necesidades, dándole una sensación de abandono, aislamiento, separación y confusión existencial sobre si, sobre los otros y sobre el significado de la vida. Cierta desconfianza es sana y significativa ya que nos permite desarrollar la prudencia y la actitud crítica. La resolución positiva de esta etapa permite que aparezca la esperanza, que da sentido y significado para la continuidad de la vida.
La confianza una vez superada la primera etapa, podemos entenderla como la esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea. También se puede entender como la seguridad, especialmente al emprender una acción difícil o comprometida.
La confianza en otros se construye o destruye a partir de una serie de juicios que tenemos respecto de una persona u organización, de acuerdo a lo que hace o deja de hacer.
Para poder profundizar aún mejor en la Confianza podríamos decir que existen 4 niveles de confianza que valen la pena distinguir:
1) Confianza basada en la buena intención de otro. Es decir confío en su integridad y sé que intentará obrar bien.
2) Confianza basada en las competencias con las que cuenta la persona. Acá se confía en las capacidades y en la preparación técnica que tenga la persona u organización para realizar determinada tarea.
3) Confianza basada en la historia de hechos que demuestran ser confiables. Una y otra vez me ha demostrado con acciones concretas que puedo confiar en él o ella.
4) Cuán involucrado está con lo que hace una persona. Una persona que se ve se entrega 100% a cumplir con la tarea, invierte tiempo, ganas y entusiasmo por que así sea, esa actitud comprometida genera confianza.
Generar confianzas nos toma una vida y perderla puede ser extremadamente fácil por ende son nuestros hábitos y nuestras virtudes los mayores protectores de esto. En la actualidad creo que hay razones de sobra para transformarnos cada día más en personas desconfiadas y me resisto a vivir en un mundo con esa mirada. Cuándo desconfío de todo, sólo me preocupo de mi bienestar, no velo por el bien común, dejo de ser yo mismo por temor a las consecuencias y estoy sobrepasando reglas valóricas centrales de la convivencia humana.
Vivir entre personas en las que confiamos cambia nuestra experiencia de vida, corporalmente se siente una energía expandida, relajada, mentalmente saca nuestro mayor potencial, permite que nos desafiemos, que aprendamos de manera continua, socialmente permite que cuidemos a los demás porque sabemos lo que se siente ser cuidado, se practica la lealtad y se promueve la comunicación franca y honesta que nos hace crecer y mejorar día a día. La confianza nos permite mirarnos y mejorar siempre.
¿Cuánto crees que confías en la gente?
¿Qué acciones crees que demuestran tu confianza en los demás?
¿Cómo supero mis temores para volver a confiar?
¿Cómo promover espacios de confianza en el trabajo, la familia u otra agrupación de personas?
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Psicóloga U Andes
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