Ha sido una semana extremadamente dura de digerir, de mirar y de vivir. Cargada de emociones difíciles como la angustia, la tristeza, la rabia, la incertidumbre y el miedo. Una semana con un tinte oscuro que no conocíamos. Porque si bien conocimos y vivimos un terremoto el 27/F que nos hizo reconstruir un país en el suelo, no conocíamos como se sentía un terremoto social. Una crisis en donde lo que se destruyó, fue destruido por nosotros mismos y donde lo que hay que reconstruir hoy es mucho más profundo que casas caídas, porque hoy la reconstrucción nos incluye a nosotros como personas formando un país distinto.
Hoy necesitamos reconstruir lazos, detenernos a reflexionar y mirar al otro. Necesitamos lograr mirarnos como los seres humanos imperfectos que somos para actuar desde el respeto y amor al otro aún en su imperfección. Necesitamos aprender y buscar mayor equidad, justicia, cariño, amor, respeto, humildad y empatía…..pero sin destruirnos entre nosotros. Respetar la mirada distinta del otro y poder compartir lo que nos hace crecer, no lo que nos violenta. El odio genera más odio, la violencia más violencia, la intolerancia más intolerancia….y esta semana ha sido una semana cargada y desbordada de imágenes y mensajes que muestran nuestra peor cara.
Los últimos días han sido una invasión de imágenes violentas, de mensajes deshumanizados, de peleas políticas, de escuchar con ira lo que el otro piensa, de ver mensajes y audios que generan pánico, de miradas polarizadas cargadas de odio. Como en toda crisis hemos podido ver la luz y la sombra. La luz de un pueblo que se une por ser mejor, más justo, más unido y equitativo, y al mismo tiempo la sombra de ver como en la necesidad de gritarlo tan fuerte para ser escuchados, nos encontramos con una violencia extrema que sin darnos cuenta nos daña profundamente.
¿Como podemos digerir todo esto? ¿Como podemos seguir adelante? ¿Como seguimos conviviendo con la angustia, el miedo a la incertidumbre y la frustración al no ver cambios concretos?. ¿Por dónde empezamos?.
- Reconocer y aceptar nuestras emociones: No podemos negar nuestras emociones, parte de vivir la crisis como una oportunidad, viene de poder abrazar esas emociones que nos nos gusta sentir, para reconocerlas y que ellas mismas nos impulsen a hacer un cambio. No escondamos nuestros sentimientos debajo de la alfombra, mirémoslos y dejemos que nos remueva esta crisis, que solo así podremos hacernos cargo. No podemos olvidarnos que estar expuestos a un estado de alerta provoca en nosotros cambios: síntomas, cansancio extremo irritabilidad, hostilidad, rabia, pena. Tenemos que hacernos cargo de ellos si queremos realmente sanarnos, para poder sanar al otro y finalmente sanarnos como sociedad.
- Reflexión: démosle un sentido a esta crisis, para que realmente aprendamos de ella y sea una oportunidad de crecimiento tanto personal como grupal. No puede ser que de la sombra no nazca la luz y la union. Nuestros hijos, amigos, padres, compañeros de trabajo y nosotros mismos tenemos que comenzar a vivir con más empatía y más consciencia social. Si esto no te remueve ¿entonces que?. No sigamos esperando catástrofes para reflexionar y movernos al cambio.
- Empatía: logremos mirar más allá de nuestro metro cuadrado. Miremos el sufrimiento o dificultades por las que pasa todo aquél que me rodea en la vida. Solo así lograremos reflexionar y digerir todo lo que ha ocurrido. Necesitamos urgentemente que aparezca la empatía y la mirada genuina y generosa hacia el otro. La empatía sana.
- Actos de bondad: sueño con que no necesitáramos ser removidos para ser solidarios. Podemos ser solidarios todos los días, y sostenerlo en el tiempo, no solo porque esto hace feliz, ayuda al otro y ayuda a construir una sociedad más altruista, sino porque también nos permite mejorar aunque sea con un granito de arena la vida de otro ser humano, esa debería ser razón suficiente. Esta comprobado que una de las cosas que más alimentan nuestro bienestar emocional es darse a otro de manera gratuita. La bondad indudablemente sana al otro, a nuestra comunidad y a nosotros mismos. No perdamos esta oportunidad en esta pasada.
- Mirar nuestras necesidades y pedir ayuda si lo necesito: para poder ayudar al otro necesito estar bien emocionalmente, es hoy donde necesitamos también velar por nuestro autocuidado. Si no logro cuidarme y mirar que es lo que necesito para estarlo….cuidar al otro, empatizar, reflexionar y hacer actos de bondad será imposible. Mirarnos en nuestras necesidades significa saber que es lo que me hace bien y mantenerlo: ir a la plaza con mi hija, escuchar música, no ver tanto las noticias, estar menos conectada en redes sociales para estar más conectada con el que me rodea, hacer deporte, dormir las horas que necesito, etc. Si somos capaces de mantener lo que nos hace sentir bien, seremos capaces de tener la generosidad de ver al otro y salir a su encuentro.
De esta crisis NO podemos NO salir fortalecidos…al menos ese es mi sueño. Lo que si necesitamos tener claro, es que esto solo ocurrirá en la medida que seamos capaces de decantar y reflexionar esta avalancha de información, para que podamos abrazar el sufrimiento que esto nos ha provocado a TODOS. Solo desde ahí podremos prepararnos para una cambio más profundo y constante en el tiempo. No aprendamos a ser empáticos para luego olvidarnos, no aprendamos a valorar lo que somos para luego mirarnos en menos, no aprendamos a escucharnos para luego hacer oídos sordos a las necesidades del otro, no aprendamos a amar para después odiar de nuevo. Porque si solo aprendemos por un momento, nada de esto habrá valido la pena. Que esto cuente y sea significativo en nuestras vidas y en la de nuestros hijos o de aquellos que nos rodean. Que todo lo que estamos viendo y viviendo logre generar una cambio profundo y sostenido en el tiempo. Si nosotros cambiamos, entonces los que me rodean cambian y podemos soñar por un Chile mejor y más justo. Porque finalmente eso es construir comunidad, sociedad y país. ¡Chile con más luz y paz lo hacemos todos!.
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Qué más bonito que aprender, qué más bonito que compartir con los amigos, debiera ser una experiencia inolvidable, donde aprendemos todo tipo de cosas importantes para la vida y no me refiero sólo a las materias tradicionales, sino que me refiero a aprender a convivir, a respetar, a tolerar las diferencias, me refiero a compartir, a confiar, a preocuparse por el prójimo, a la sana competencia, a comunicarnos, entre muchas otras cosas que en gran medida aprendemos cuándo interactuamos con otros.
Es frecuente escuchar relatos tristes de experiencias formativas que muchas veces dejan marcas para el resto de la vida, algunas son inevitables y otras son responsabilidad de todos prevenirlas, remediarlas o transformarlas en experiencias que nos aporten.
Cuándo hablo de todos me refiero a apoderados, alumnos, profesores, familia y entidades educacionales, todos quienes participamos de la comunidad educacional. No hay nada más doloroso y angustiante que ver a nuestros hijos sufrir, ya sea por rendimiento o por relacionamiento, pero como todo en la vida, es necesario entender que lo inevitable de estas situaciones no nos exime de hacernos cargo de ellas, de enfrentarlas y extraer el necesario y valioso aprendizaje “Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera” Rabindranath Tagore.
Al parecer aquí se manifiestan de forma clara algunos de los problemas de nuestra sociedad actual. En primer lugar el tema es el hacernos cargo, segundo, los altos niveles de desconfianza en el otro y tercero, la incapacidad de los actores para dialogar constructivamente, con honestidad y respeto centrados en la solución del problema, no para pasarse cuentas ni para imponer su visión en contra de los demás sino para conciliar y aunar esfuerzos, colaboración y creatividad.
Tener experiencias de aprendizaje enriquecedoras, mayormente felices, mágicas, dónde el respeto por las diferencias y el desarrollo de todos los talentos y aptitudes sean bienvenidas. Conversar, reflexionar buscar soluciones y acepta el error sin duda ayudarán al desarrollo de una sociedad más sana y comprometida con todos.
Mi llamado es a la tolerancia, a la innovación, a la inclusión, a la colaboración y a hacernos cargo de avanzar por este camino, creo que ésta será la única manera de desarrollar un programa educativo que forme personas con mejor autoestima, más sanas y felices por el resto de sus vidas.
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Psicóloga U Andes
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