Al hablar de capacitación estamos hablando de una de las herramientas fundamentales con que cuentan los países para lograr que sus habitantes alcancen, a través del conocimiento, las competencias necesarias para enfrentar el mundo profesional, que actualmente se enfrenta a constantes cambios tecnológicos, económicos y sociales que se producen.
En nuestro país la capacitación laboral está concentrada en torno al Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE), que se relaciona con el Gobierno a través del Ministerio del Trabajo.
Su misión es contribuir al incremento de la productividad nacional, impulsando la capacitación ocupacional, tanto en las empresas, como también en las personas de menores ingresos del país. Esta tarea la realiza a través de la administración de un incentivo tributario que el estado ofrece a las empresas para capacitar a su personal, y de una acción subsidiaria, por medio de un programa de becas de capacitación financiadas con recursos públicos.
En Chile, la política estatal de fomento a la capacitación laboral se implementa a través de distintos instrumentos, siendo el principal de ellos la franquicia tributaria.
Y ¿qué es la franquicia tributaria?
La franquicia tributaria es uno de los mecanismos más utilizados por las empresas para el acompañamiento al talento humano.
El capital humano es un elemento fundamental para el funcionamiento y desarrollo de las empresas, por lo cual hay que potenciarlo día a día y difundir su importancia dentro de la empresa. Una alternativa de ejecutar las capacitaciones es a través de organizaciones sociales u OTEC.
Para la empresa, el financiar con parte de su franquicia tributaria nuestros programas, es una oportunidad de apoyar un proceso de desarrollo a personas y organizaciones con sus emprendimientos o proyectos sociales.
Permite también a la empresa optimizar sus excedentes para llegar a fin de año con sus recursos utilizados en proyectos de capacitación del interés de la empresa, pudiendo ayudar a establecimientos educacionales, residencias de adulto mayor, entre otros.
En Simón de Cirene el trabajo colaborativo que ha resultado con otras organizaciones, las empresas y nuestro OTEC, han permitido ir sumando y complementando un programa que en su inicio era solo capacitación.
De a poco se han ido sumando empresas que se transforman en nuestros aliados para ir robusteciendo los programas de nuestra corporación.
De este modo ahora nuestros programas incluyen asesorías, acompañamiento, charlas o clases magistrales, la incorporación a una red de apoyo donde las personas pueden compartir sus experiencias y aprender del otro. Y es aquí donde radica la importancia de las capacitaciones.
Tu empresa puede ser parte de este trabajo colaborativo, únete a nuestra red y ayúdanos a construir una sociedad más amable y con oportunidades de desarrollo para aquellas personas que lo buscan.
Si te interesa apoyar con tu empresa programas de capacitación para emprendedores, establecimientos educacionales o residencias de adulto mayor? Escríbenos a los correos: rominaodone@simondecirene.cl, breyes@simondecirene.cl.
Escrito por BARBRA REYES – UNIVERSIDAD DEL EMPRENDEDOR – SIMÓN DE CIRENE
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La carrera profesional es un viaje. Un viaje con distintas etapas y destinos que van conformando el itinerario de nuestra vida profesional. Un viaje en el mejor medio de transporte, tú.
Y tú decides si quieres llevar el volante y decidir el camino que quieres escoger o si se lo cedes a otro para que decida por ti dónde vas a ir.
Las carreras son cada vez más líquidas, la pandemia nos ha hecho parar y repensar lo q hacemos y cómo lo hacemos. No hace falta crecer verticalmente, hay muchas mas opciones, las empresas cada vez son menos piramidales y por tanto las carreras profesionales menos rígidas. Podemos crecer en muchas direcciones, lanzarnos a nuevos proyectos, impulsar los cambios con nuestras ideas en este entorno cambiante e incierto que vivimos, aprender de otros equipos y ampliar nuestra visión, siempre con las luces largas puestas para detectar oportunidades y aprovechar todas las plataformas que tenemos a nuestro alrededor. Pero sobre todo debemos saber hacia donde nos queremos dirigir y qué llevamos en la maleta (valores, aprendizajes, herramientas, experiencia, fortalezas, habilidades, pasiones…).
¿Sabes dónde quieres ir? Yo a cualquier lugar en el que seguir aprendiendo, aportando y por encima de todo, pasándomelo bomba, como hoy compartiendo estas reflexiones y muchas más en el BBVA.
Conoce más a Blanca Rodriguez AQUI
Read moreDeben ser varias las veces que hemos querido sacar a caminar a nuestros niños durante esta pandemia para que liberen energía saltando, corriendo o gritando, y decimos que “necesitamos cansarlos” para que bajo esa “ventilación” logren sentarse a trabajar mas quietos y atentos.
O también muchas veces como educadores hemos deseado que llegue pronto el recreo debido a que vemos la necesidad de despertar a nuestros alumnos, sacarlos al patio para que se muevan con el objetivo de que regresen cansados y contentos.
¿Pero para qué moverlos y calmarlos después? ¿Qué es lo que colabora para que se de esa relación movimiento y calidad en el trabajo? ¿Cual es la creencia de que cuando están quietos están más atentos? ¿Cómo podemos calmarlos? ¿Cuándo está bien relajarlos? Pues entonces tratemos de entender cuál es la conexión que hay entre movimiento y aprendizaje.
A simple vista podemos apreciar que post deporte los estudiantes trabajan de mejor humor, mas expresivos y participativos, con mayor tranquilidad, apreciamos que el movimiento y el ejercicio influyen en nuestro estado mental y emocional. Si nos movemos se activan músculos y fluye más la sangre con sus nutrientes y hormonas hacia nuestro cerebro, se comienzan así a activar otras áreas corticales, además del líquido cefalorraquidoe que comienza a recorrer por todo el sistema nervioso, llevando por ejemplo cortisol de un lado al otro, cooperando a la larga a que aumente el nivel atencional involucrándonos en lo que hacemos, trabajando de forma mas perceptiva y consciente. Por tanto si nos encontramos bajo algún estrés negativo (muy activos-ansiosos o muy idos-relajados) debemos regular nuestro cuerpo moviéndonos, para recuperar la atención.
Ahora y gracias a los principios de las Neurociencias ya sabemos que dependiendo del estímulo (input kinestésico) será la forma en que nos comportaremos (output-conducta): por ejemplo a través de la respiración y la relajación se activa el sistema nervioso autónomo-parasimpático. En cambio, y como nos incumbe en este artículo, si recibimos estímulos generados en el ejercicio físico aeróbico mayor será la activación del sistema nervioso autónomo-símpático, agudizando nuestra atención/focalización (por la liberación de noradrenalina y dopamina), además todo esto permite trabajar de forma adecuada al sistema endocrino, el que regula nuestras hormonas, regulando el cortisol como dijimos, dando más equilibrio al sistema emocional a la larga, por ende trabajando de forma más feliz y placentera.
En un estado emocional equilibrado es posible mejorar el nivel atencional, si nuestro nivel de atención está elevado la percepción es más aguda; si hay mayor percepción, mejor es el procesamiento de la información más consciente, entendido como la visualización del estímulo, de la mentalización de este, imaginándolo, recreándolo, ser capaz de describirlo, de conectarlo, de realizar análisis. Con ello, logramos que el procesamiento colabore en transformar la información en recuerdo, que pase de una memoria de trabajo a otra memoria de largo plazo, siendo mas explícita, y posible, bajo repetición, de ser recuperada aún con el paso del tiempo. Si una información (in put) se repite, se refuerza esa conexión entre neuronas, y así intencionada e insistentemente se consolida, ahí recién se puede decir que se ha aprendido. Repetir es parte del proceso de aprender, y repito de forma consciente cuando estoy atento, y estoy mas atento cuando muevo el cuerpo.
Claudia Pastene – Psicopedagoga – Conoce más de Claudia aqui
Foto Portada : de Allan Mas en Pexels
Read moreMaría José Lacámara – Conoce más AQUI
Instagram: @joselacamarapsicologa
Los invitamos a conocer nuevo libro de María José Lacámara
Más conectados: La conexión emocional como eje central de la crianza
La psicóloga infanto-juvenil María José Lacámara publica este libro que busca ayudar a padres y madres a encontrar un método de crianza propio, que se ajuste a sus necesidades y les permita sintonizar con lo que requieren sus hijos.
Lo pueden encontrar en: Contrapunto, buscalibre, Antártica, que leo, editorial planeta y en formato digital.
Foto portada : Foto de Lukas en Pexels
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Imagen de portada : Foto de August de Richelieu en Pexels
Read moreHace dos días me escribió una lectora preguntándome algo que me sorprendió. En un mensaje privado me confesaba que estaba muy cansada del aislamiento social y me interpelaba con la siguiente pregunta: «¿Tú crees que aprenderemos algo?». No pude por menos de contestarle con un timbre de sorpresa en mi voz hecha escritura: «¡¿Cómo que si aprenderemos algo?! La pregunta formulada en futuro cancela el aprendizaje, que siempre se da en presente continuo. En una pandemia como la del coronavirus estamos aprendiendo a cada instante porque la situación es tan inédita, tan global y tan voluble que no ceja en enseñarnos novedades que nos obligan a instruirnos en ejercicios valorativos permanentes». Al enviar la contestación caí en la cuenta de forma súbita de que hace justo un mes escribí y publiqué aquí un artículo con el mismo título que la pregunta que me acababa de punzar. El viernes 27 de marzo compartí en este Espacio Suma NO Cero el texto ¿Aprenderemos algo de todo esto? (ver). Quizá un mes más de confinamiento me ha hecho tomar sencilla conciencia de que hablar en futuro del aprendizaje de esta crisis sanitaria y su adosada crisis económica sea tener una muy mala consideración de nosotros mismos. Para evitar equívocos a mí me gusta recalcar la diferencia entre enseñar y aprender. Enseñar es brindar información útil con el propósito de entregar herramientas para que la persona que la recibe perfeccione su autonomía y su emancipación. Aprender es la acción personal con la que alguien adquiere esa información, la metaboliza y la convierte en conducta, luego en memoria, más tarde en hábito y finalmente en disposición afectiva para utilizarla de una u otra manera según la enorme variabilidad de las situaciones con las que el hecho de existir le confrontará. Con cada nuevo amanecer la vida reparte infinitas enseñanzas, pero aprender pertenece en exclusividad a cada uno de nosotros.
Las primeras semanas de la cuarentena se podía escuchar el suspiro de muchos confinados anhelando volver pronto a la normalidad. Aquellos ingenuos y ya lejanos días se viralizó una máxima que desde una mirada alternativa cuestionaba ese deseo: «No queremos volver a la misma normalidad que nos ha traído hasta aquí». Dicho de otro modo, pero en la misma dirección: «No queremos volver al mismo sitio como si no hubiésemos aprendido nada de todo lo que acerca de nosotros mismos nos está enseñando la pandemia». La normalidad no debería ser el regreso a un sistema productivo que ha ensamblado vida con empleo (cada vez más escaso y cada vez más precario), y que para sobrevivir necesita gente insatisfecha que consuma bulímicamente mercancías con las que contrarrestar esa insatisfacción y mantener intacta la pervivencia del propio sistema productivo, que además tiene el deber capitalistamente genético de incrementar los márgenes de beneficio con cada nuevo ejercicio. En La sociedad de la decepción, Gilles Lipovetsky explica muy bien esta lógica. Entenderla es comprender el papel del miedo y la frustración en los imaginarios sociales. La producción y la financiación como ejes de la vida humana necesitan sobreexcitar el deseo permanentemente, vincular ideas de bienestar a ideas de consumo, embeber la identidad del sujeto con la dimensión laboral, concatenar la felicidad con la acumulación de bienes y capital. Es un círculo que no se puede detener y que con cada nueva rotación se ve obligado a aumentar el frenesí del deseo y sus daños indisolubles para la extracción de plusvalía: la explotación, la deshumanización, el deterioro de los tiempos afectivos, la depredación del planeta y de todo de tipo de vida alojada en él, la decepción crónica de las personas. La enfermedad del covid-19 y su epidemiológica capacidad de contagio nos ha obligado a confinarnos y a detener esta rotación. No hacerse o no estar haciéndose preguntas nucleares durante este largo confinamiento es mucho más grave que no aprender algo. Es estar críticamente muerto.
Ayer leí el opúsculo En tiempos de contagio, de Paolo Giordano, el escritor que alcanzó notoriedad con su libro La soledad de los números primos. Debe de ser de las primeras publicaciones serias en torno a la enfermedad del covid-19. Frente a la exhortación de querer volver a la normalidad, Paolo Giordano sugiere en su ensayo todo lo contrario: «aprender a habitar la anomalía». Este aprendizaje supone aceptar varias cosas. El autor cita el salmo 90 para resumirlas: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría». Nada más leer esta petición me acordé del lamento de Baltasar Gracián cuando en El arte de la prudencia se preguntaba de qué sirve que el entendimiento avance si el corazón se queda atrás. En las reflexiones azuzadas por la pandemia hay varias formas de traer sabiduría al corazón. Aquí van unas cuantas: Pensarnos como comunidad. Repensarnos como sujetos interdependientes. Releernos bajo fines de vida nuevos. No olvidarnos nunca del por qué y para qué como preguntas insorteables para la construcción del sentido de lo humano. Sabernos tan vulnerables que es apremiante cuidar y ser cuidados. Aprovisionarnos de bondad para coordinar los gigantescos bucles de dependencia mutua que forman el espacio político en el que se despliega la convivencia. Sentimentalizarnos para que el otro me concierna y su sufrimiento me haga sufrir. Quizá la más importante de todas las medidas para acercar un poco de sabiduría a nuestro corazón es con la que Paolo Giordano concluye el opúsculo, que compendia todas las que he enumerado aquí: «No permitir tanto sufrimiento en vano». Volver a lo que el discurso hegemónico ha bautizado como normalidad sería contravenir por completo esta sensata invitación.
Extraido de espaciosumanocero.blogspot.com
José Miguel Valle. Escritor y filósofo
Imagen portada : Obra de Ohgigue
Read moreQué más bonito que aprender, qué más bonito que compartir con los amigos, debiera ser una experiencia inolvidable, donde aprendemos todo tipo de cosas importantes para la vida y no me refiero sólo a las materias tradicionales, sino que me refiero a aprender a convivir, a respetar, a tolerar las diferencias, me refiero a compartir, a confiar, a preocuparse por el prójimo, a la sana competencia, a comunicarnos, entre muchas otras cosas que en gran medida aprendemos cuándo interactuamos con otros.
Es frecuente escuchar relatos tristes de experiencias formativas que muchas veces dejan marcas para el resto de la vida, algunas son inevitables y otras son responsabilidad de todos prevenirlas, remediarlas o transformarlas en experiencias que nos aporten.
Cuándo hablo de todos me refiero a apoderados, alumnos, profesores, familia y entidades educacionales, todos quienes participamos de la comunidad educacional. No hay nada más doloroso y angustiante que ver a nuestros hijos sufrir, ya sea por rendimiento o por relacionamiento, pero como todo en la vida, es necesario entender que lo inevitable de estas situaciones no nos exime de hacernos cargo de ellas, de enfrentarlas y extraer el necesario y valioso aprendizaje “Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera” Rabindranath Tagore.
Al parecer aquí se manifiestan de forma clara algunos de los problemas de nuestra sociedad actual. En primer lugar el tema es el hacernos cargo, segundo, los altos niveles de desconfianza en el otro y tercero, la incapacidad de los actores para dialogar constructivamente, con honestidad y respeto centrados en la solución del problema, no para pasarse cuentas ni para imponer su visión en contra de los demás sino para conciliar y aunar esfuerzos, colaboración y creatividad.
Tener experiencias de aprendizaje enriquecedoras, mayormente felices, mágicas, dónde el respeto por las diferencias y el desarrollo de todos los talentos y aptitudes sean bienvenidas. Conversar, reflexionar buscar soluciones y acepta el error sin duda ayudarán al desarrollo de una sociedad más sana y comprometida con todos.
Mi llamado es a la tolerancia, a la innovación, a la inclusión, a la colaboración y a hacernos cargo de avanzar por este camino, creo que ésta será la única manera de desarrollar un programa educativo que forme personas con mejor autoestima, más sanas y felices por el resto de sus vidas.
Conoce más de Florencia AQUI
Psicóloga U Andes
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Voy a partir de la base, que alguna vez aprendiste a andar en bicicleta. Un cambio específico en el volante de la bici, impedirá que puedas andar siquiera un par de metros, aunque aparentemente toda parezca que está igual. ¡El volver a aprender, te podría tomar hasta ocho meses ejercitando a diario!
¿Por qué? Sucede en muchos ámbitos, donde nos cuesta mucho olvidar lo anteriormente aprendido. Es decir, “desaprender”. Usaré este término para facilitar el entendimiento, aún cuando es más bien “co-aprender”, ya que a la velocidad de los cambios del día de hoy, esto es determinante para el éxito.
En tal sentido, también recomiendo leer el siguiente artículo:
Aquí va el video (en inglés) de la bicicleta, que lo disfruten:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=99&v=MFzDaBzBlL0
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