Liderar es servir

En mis inicios como emprendedora hace más de 10 años, uno de los principales motivos que me impedía lanzarme era el miedo ¿podré hacerlo? ¿Sabré hacerlo? Y cuando conseguía hacer cada cosa que me iba proponiendo me di cuenta de que sí, que soy capaz de hacer cualquier cosa.

Creo firmemente en el poder de la motivación y la inspiración. Saber que alguien lo logró, entusiasma, y en alguna medida, disminuye mis miedos. Entendí sin embargo, que el sólo entusiasmo desde la emoción, las ganas o el pensamiento, no producen por sí mismos resultados.

Hoy, desde la experiencia, la fórmula para lograr (casi) todo lo que nos propongamos, necesariamente requiere del factor acción. Hacer, activar, experimentar, probar, levantarse, decidir, caminar…

Entonces, pensar o soñar sin acción sólo tiene como resultado el vivir con la esperanza de lo que será o la nostalgia por lo que no fue. Hacer sin sueños es vago, vacío, hasta casi si rumbo te diría. Los dos factores juntos y a la par, pueden significar el camino a tus logros.

Ahora bien, ¿es necesario que hagamos tantas cosas? ¿Es necesario que sean todas juntas?

Que tengas capacidad e interés por algo no implica que puedas con todo a la vez. En el fondo, tener esto claro es sanador, y quita peso de encima. Muchas veces nos sentimos culpables o desmotivados por no hacer más de lo que hacemos (o más de lo que nos gusta) o por no hacer nada (o creer que no hago nada)

Entonces, ¿cómo aclararnos ante tanta confusión?

Ante todo, elegir no pre-ocuparse. Luego, diseñar un espacio de desconexión y reconexión con tu pasión. Si crees que no tiene tiempo para ese espacio, puedes seguir haciendo desde la obligación y la queja. Si por el contrario, te haces el tiempo, comenzarás a sentir las ventajas de ser el autor de tu propia vida.

En ese momento contigo, pregúntate: ¿qué es lo importante para ti? ¿Cuál de todas las tareas que haces a diario te acerca a tu sueño? ¿Cuán real y medible es aquello que te mantiene en vilo algunas noches? ¿Cómo rediseñarás tus tareas y prioridades?

Y fundamentalmente: ¿qué es prioritario en ti?

 

Hace ya un tiempo que descubrí la importancia del hacer con valor y desde el servicio. Lo logré luego de conocer (e inspirarme de) personas que eligen diseñar sus actividades, y el impacto que ello genera en los demás. Personas que deciden desde su propósito, desde su para qué de vida. Personas que eligen para quién hacer lo que hacen, pero que ante todo, se colocan primeros en la lista. También conocí y aprendí lo que no quiero. Porque conocí personas que hacen desde la queja. Personas que no hacen, porque no ven nuevas posibilidades. Personas que no saben esperar o buscar su momento.

Para hacer con valor, no hay tiempos establecidos. Para diseñar una vida significativa y llena de propósitos, no hay que vivir corriendo y haciendo desconectados del sentido.

Aprender a hacer con valor, te acerca a generar un impacto en la vida de los demás, pero sobretodo, marcará una diferencia para que ese impacto, mejore TU propia existencia.

Desde el sentido y el servicio, le darás vida al líder que hay en ti. Y desde allí, al menos para mí, el éxito cobra vida.

 

 

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

 

 

 

 

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Aprovechemos el clima a nuestro favor

Es muy común que cada día al despertarnos revisemos el pronóstico metereológico o miremos por la ventana para ver cómo está el clima. En otoño e invierno solemos exclamar «qué feo está el día!», eso que es tan cotidiano nos afecta mucho a nuestra predisposición a cómo partimos y cómo viviremos las próximas horas. Aún más les afecta a nuestros niños porque, en un segundo y con sólo una frase, se imaginan que será un día aburrido, en el cuál estarán encerrados sin poder correr ni jugar al aire libre.
Cómo revertimos esto y le damos una oportunidad al cielo gris y a las bajas temperaturas?
  • Primero es importante no hacer un juicio, o sea, eliminemos el feo, fome, que lata de nuestro vocabulario y sólo lo definiremos tal y cómo está: ventoso, lluvioso, nublado e incluso, puede ser más positivo, qué rico como la lluvia limpia el aire, me encanta el sonido del viento y de las hojas, etc. Ya con eso, todos tenemos una sensación  más agradable de lo que estamos viendo y sintiendo.
  • Segundo, aprovechar el clima para cambiar el ritmo de nuestro hogar. Estar más juntos, reunidos haciendo algo, cocinando, acurrucados viendo algo entretenido, haciendo manualidades.  Sin duda, se pueden hacer actividades igual de entretenidas y que desarrollen más aún el vínculo y la creatividad. Y en el futuro, serán adultos que se acordarán con una nostalgia amorosa de esos días en los cuales se estaba en la casa, comiendo algo rico (ahí cada una elige qué hacer, hoy en internet se encuentran muchas recetas de opciones saludables y a la vez exquisitas, como sopaipillas al horno o queques integrales). Cuando yo era chica me acuerdo mucho del olor a eucaliptos que emanaba de la estufa a parafina, y pucha que es rico quedarse con esos olores y vivencias para siempre, que te llevan al recuerdo más profundo de amor y protección.
  • En tercer lugar las incentivo a hacer algo distinto. Atreverse a salir al patio y a la calle, con ropa adecuada, los beneficios en los niños de saltar sobre las hojas secas; chapotear en las pozas de agua; tocar la tierra húmeda; oler el pasto mojado son muchos más, que quedarse encerrados por el miedo a que se resfríen. Y a la vuelta, un rico baño de tina y el panorama fue perfecto.
Entonces la invitación queda hecha a vivir estas estaciones desde el agrado, la cercanía y los detalles que sin duda, marcarán los recuerdos de nuestros hijos para siempre y crecerán con la oportunidad de darse cuenta de que, sin importar las variables meteorológicas, cada día tiene su lado amable, y sólo depende de uno, sacarle el máximo de provecho a lo que hay.

Paula Eugenia Fischer Levancini

Coach en Programación Neurolingúística

 

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