¿Eres la afortunada mamá de un preescolar testarudo?, ¡Felicitaciones! En realidad eres la mamá de un niño tenaz y de voluntad firme, lo que es un ENORME desafío en la primera infancia pero si lo crías desde el amor y la empatía se transformará en un joven exitoso y perseverante. La tarea más importante de los papás de niños tenaces es la de no quebrantar su voluntad (por más canas verdes que nos saquen) y fomentar sus habilidades de liderazgo desde el respeto. ¿Parece imposible?, no es nada fácil pero totalmente posible.
¿Cómo son los niños de voluntad firme?
En general solemos tildarlos de “tercos” o “caprichosos”, pero estas características son negativas y deberíamos evitar usar estos términos. Los niños tenaces, en general y a grandes rasgos, son personitas que no se dejan influenciar fácilmente por otros puntos de vista, tienen mucha energía y espíritu aventurero. Les gusta sentir en todo momento que ellos están “a cargo” y suelen poner a pruebas los límites. Su estilo de aprendizaje es mediante la experiencia sin que alguien los dirija todo el tiempo, por eso tienen poca tolerancia hacia la educación del tipo conductista y se dispersan muy rápido cuando las actividades no dan espacio a la creatividad. No aceptan un “no” como respuesta fácilmente y buscarán los argumentos más insólitos para fundamentar sus elecciones. Con frecuencia, los niños de voluntad fuerte son propensos a las luchas de poder con sus padres o con sus pares. ¿Estoy describiendo a tu hij@?, ¡Bienvenida al club!.
Obviamente es mucho más fácil y menos desgastante educar un hijo que nos obedezca y haga lo que “nosotros queremos” o decimos todo el tiempo, pero lo que ningún padre debería querer es un hijo que siempre haga lo que alguien mayor le pide solo por “obedecer”. Por el contrario, los padres deberíamos hacer lo posible por criar un hijo que haga lo que le pedimos porque confía en nosotros, porque nos respeta y se siente respetado, porque está aprendiendo que a pesar de que muchas veces decimos que no lo hacemos por su bien (físico, mental, social y psicológico).
Los papás de un niño tenaz o “poderoso” (este es el adjetivo que usa mi hijo para referirse a él mismo) no debemos reprimir o quebrantar su espíritu de liderazgo y su tenacidad, pero debemos ayudarlos a canalizar, propiciando y facilitando el aprendizaje del autocontrol, la autodisciplina, la responsabilidad por las propias acciones, la humildad y el respeto para con los demás. Debemos procurar criar un niño o una niña con las herramientas para averiguar en quién confiar y cuándo dejarse influenciar por alguien más. Si por el contrario lo humillamos, lo tratamos de terco y lo obligamos a ceder siempre rompiendo su voluntad vamos a lograr que nuestro hijo se deje influenciar muy fácilmente por otras personas quienes a menudo pondrán sus propios intereses por sobres los de nuestros hijos.
Todo suena muy lindo, pero la cruda realidad es que criar a estos niños cuando son preescolares implica mucha paciencia, calma y atención plena porque son muy persistentes, tienen muchísima energía y por momentos son desafiantes de toda autoridad, entonces: ¿Cómo potenciamos y canalizamos esas cualidades fabulosas sin perder la cabeza en el intento? Aquí mis estrategias que, como siempre, son fruto de mucha lectura, discernimiento y empirismo:
1- APRENDER SOLITO:
Piaget decía que “Cuando le enseñas a un niño algo, le quitas para siempre su oportunidad de descubrirlo por sí mismo”, esto es aún más significativo en niños de voluntad firme porque a ellos les gusta más aprender experimentando que copiando. Por eso es muy positivo darles libertad de probar a su manera, aunque hagan las cosas de una forma diferente, o al revés, aunque trepen la resbaladilla de abajo para arriba y se resbalen. A no ser que alguna acción implique un daño importante dales libertad, confía y relájate.
2- SÍ A LA RUTINA:
Con este tipo de pequeños las rutinas funcionan mucho mejor que las reglas estrictas, así el niño está contenido por una estructura sin sentir que lo estamos mandando porque sí. “En esta casa la regla es lavarse los dientes antes de dormir”, probablemente nos cueste media hora lograr atrapar al monito corriendo por la casa y cerrando la boca porque no se quiere lavar los dientes, por el contrario si implementamos una rutina (cena, leche, cepillo de dientes, cuento y a dormir) el niño irá incorporando la cepillada de dientes en calma y, en muchas ocasiones, por su propia voluntad. Mi marido a veces pregunta: “¿Ya elegiste el cuento!?” y Máx solito responde, “pero falta lavarse los dientes primero” Magia Pura…
3- LAS DOS OPCIONES:
A este tipo de niños y niñas no les gusta que les digan lo que tienen que hacer, sienten que no tienen control sobre la situación. Seamos sinceros, ¿Cuántas veces por dia les decimos que no?, por eso, si en lugar de simples negativas damos dos opciones nuestro hijo sentirá que puede elegir y que no estamos imponiéndonos todo el tiempo, sentirá la libertad y potestad de tener voz y voto. Estas dos opciones pueden aplicarse en muchas situaciones como en la elección de la ropa, de las actividades de la tarde, de los snack, si es posible.
4- EMPATÍA Y RESPETO:
Muchas veces los preescolares de voluntad firme se sienten avasallados y lo que proclaman es respeto. Si se los ofrecemos gratuitamente no tendrán la necesidad de pelear por obtenerlo. Como a cualquier ser humano, a tu hijo le gusta sentirse entendidos en lugar de juzgado. Si frente a alguna de sus elecciones o decisiones sientes que está equivocado o en peligro puedes hacerle ver que a pesar de que no podrá hacer lo que quiere en ese momento tú lo entiendes y respetas sus emociones en lugar de decirle “No, porque yo lo digo”.
“Quieres comer otro helado, te entiendo, los helados son muy ricos, yo me comería 10 al día si pudiera pero ya comiste uno muy grandote y tanta azúcar te enferma la pancita y los dientes como aquella vez, ¿recuerdas?. Pero lo que sí podemos es hacer son helados con las fresas que trajimos del mercado, “¿me ayudas?”
5- ANTICIPACIÓN:
Si tu hijo está haciendo algo entretenido o que les gusta mucho y de golpe les dices “nos vamos ahora” muy probablemente haya llantos, pataletas o gritos y una lucha de poder porque él o ella no quieren irse en ese momento. La estrategia es ir anticipando el fin de una actividad de manera que cuando se termine el peque ya haya asimilado la idea. Darles una anticipación en minutos y horas probablemente no funcione porque los niños pequeños aún no tienen esa noción del tiempo. Máx tiene 3 años y empecé a mostrarles las agujas del reloj contándole que cuando lleguen aquí o allá haremos esto o aquello y viene funcionando muy bien.
6- AUTORIDAD SOBRE SU PROPIO CUERPO:
Mi hijo vive vestido de superhéroe, le encanta, lo hace feliz. Él elige qué ponerse. En ocasiones ha usado su traje de spiderman super caluroso en pleno verano. A no ser que las consecuencias sean graves (como salir en pañales un día de menos 5 grados) dejarles elegir su ropa sin juzgarlos es muy beneficioso para su autoestima. Por otro lado ellos todavía son muy pequeños para dimensionar que más tarde puede hacer mucho frío si en este momento se sienten cómodos con la temperatura, así que ofrecen resistencia naturalmente porque no entiende nuestro punto de vista. Lo que podemos hacer es contarles que vamos a llevar un abrigo extra o una camisa sin mangas por si lo necesitamos luego o ellos cambian de opinión. No deberíamos socavar esa confianza en sí mismos, pero sí enseñarles que aceptar esta propuesta nuestra no debería avergonzarlos y que la próxima vez puede ser su propia iniciativa.
Debemos ser humildes y analizar la situación: ¿Es tan importante que no use su capa de batman o es mi ego que habla por el temor de que otros padres piensen que él no tiene más ropa? Si su ropa no combina o siempre se viste de súper héroe, ¿Cuál es el problema real?, ¿Prefieres un niño que siga reglas sociales de etiqueta o un niño creativo y con una gran autoestima?. Si quieres un niño que siga las reglas de etiqueta ten en claro que tú tienes el problema y no el niño.
Como nota al pie quería contarles que mi hija Felicitas también es muy tenaz, pero digamos que ella sabe elegir sus batallas: si algo no le importa demasiado y para evitar el enfrentamiento cede, pero si es algo que ella desea con el corazón pelea con uñas y dientes hasta que lo obtiene, la mayoría de las veces de manera pacífica con alguna idea creativa de persuasión. Obvio yo no quiero que cambie, si sigue así será muy exitosa y feliz, no la llamamos “mandona”, le decimos que tiene espíritu de liderazgo.
Para finalizar quiero dejarlos con una frase sobre este tema que me encantó:
“Los niños con fuerza de voluntad a menudo serán adultos con fuerza de voluntad convirtiéndose en líderes mundiales, innovadores y serán quienes cambien y moldeen el mundo. Criarlos de manera pacífica no sólo es posible, es imprescindible porque sembrar la paz en sus corazones ahora mientras están a nuestro cuidado dará frutos de paz en el futuro, cuando el mundo esté a su cuidado “. L.R. Knost
Todos estos consejos y tips que comparto los implementamos en mi casa y mientras algunos han surgido de mi propia lectura y análisis muchísimos han sido sugeridos por mi mejor amigo que es a la vez mi marido. Él ha cambiado radicalmente mi idea de crianza y me ha orientado en el Minimalismo. Es una inspiración, lo admiro no sólo como padre sino como ser humano y le dedico este artículo.
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Fuente: mamaminimalista.net
Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness, Inteligencia Emocional y Crianza con apego.
La noticia de que la ONU pide prohibir las tareas escolares en todo el mundo ha generado bastante polémica.
Los que están a favor de las tareas plantean que son necesarias para que los niños refuercen lo aprendido en clases, desarrollen hábitos de estudio y sentido de responsabilidad. Junto con esto refieren que las tareas permiten que los padres participen de manera activa del aprendizaje de sus hijos.
Por su parte, los que están en contra plantean que las tareas estresan a los niños, deterioran las relaciones familiares, generan rechazo hacia el aprendizaje y restan horas de juego y descanso necesarias para estar el desarrollo y bienestar.
Lo anterior cobra especial relevancia en Chile, que es uno de los países con mayores índices de estrés y depresión infantil.
Ante la duda si es bueno o no hacer tareas, revisé un par de investigaciones y papers. Les cuento lo que encontré.
Harris Cooper es un académico de la Universidad de Duke que lleva años estudiando los beneficios y costos de hacer tareas. A nivel mundial es reconocido como gurú en el tema. Para sus estudios ha revisado investigaciones que datan desde 1987 a la fecha.
Es importante aclarar que los beneficios encontrados no son significativos. Comienzan recién a ser moderados al llegar a la enseñanza media. Esto significa que el beneficio de hacer tareas en los años escolares es bajo y poco claro.
Junto con esto, Cooper plantea que el tipo de tarea también influye. Se ha visto que la lectura es una de las actividades que más enriquecen el aprendizaje y que las actividades prácticas mejoran los resultados en las evaluaciones.
Finalmente Cooper refiere que cuando las tareas son excesivas o se dan a edades inadecuadas, no sólo pierden sus beneficios, sino que pueden generar resultados adversos, como estrés y actitud negativa hacia el colegio y el aprendizaje.
Es importante aclarar que los resultados de sus estudios están basados en colegios que no tienen jornada extendida. Por lo que los beneficios encontrados en las investigaciones, que ya son pobres, en niños con jornada extendida se perderían por completo.
Otros autores destacados plantean que las tareas se deberían suprimir por completo. Etta Kralovec, profesora de la Universidad de Arizona y coautora de «The End of Homework: How Homework Disrupts Families, Overburdens Children, and Limits Learning» es uno de ellos.
En función de los resultados podríamos concluir que los niños con jornada completa no deberían tener tareas, solo se les debería fomentar la lectura. Por su parte, los niños con jornada normal podrían tener pocas tareas en función de su edad y curso. Y que para que realmente se respeten los tiempos adecuados, sería preciso que los profesores se organicen tanto en las tareas como en las fechas de las pruebas. Suspender tareas para cuidar el tiempo del niño no sirve de nada si le ponen pruebas seguidas o más de una prueba el mismo día.
Por otra parte a ningún niño se le debería privar el derecho a descansar, jugar y compartir con sus seres queridos, como tampoco el derecho a que les guste saber y aprender (que como ya vimos, se pierde cuando se les exige en desmedida). Esta más que comprobado que los niños necesitan horas de juego activo y descanso para estar bien y desarrollarse en plenitud.
Finalmente hablar del desarrollo de responsabilidad y hábitos de estudio. Para que un niño desarrolle el sentido de responsabilidad es importante que se le pidan cosas que puede hacer. Cuando las exigencias son superiores a la capacidad del niño, los padres son los que terminan haciendo lo que el niño no es capaz de hacer por si mismo. Cuando esto ocurre, el niño aprende justamente lo contrario a lo que buscamos: que no es capaz de ser responsable y que por tanto necesita de la ayuda de otros. Por otra parte, la responsabilidad se puede desarrollar a través de otras actividades, como tareas domésticas (hacer la cama, darle de comida al perro, etc.).
Algo similar ocurre con el desarrollo de hábitos de estudios. Cuando la exigencia es desmedida, al niño le cuesta sentarse a estudiar y por tanto adquirir el hábito. No lo hace a gusto, todo lo contrario. Lo hace con protesta, llanto y/o desgano.
Por todo lo anterior me atrevo a decir que se deberían eliminar las tareas a los niños que están con horario extendido. Que se debería fomentar la lectura y el amor por el aprendizaje. Y que de la mano de este cambio revolucionario haya un aumento real de las horas de juego y conexión con nuestros niños. ¡Que volvamos a lo esencial!
Mamá de 3
Psicóloga Infanto-Juvenil
Magíster en Psicoterapia Integrativa
Diploma en Terapia de Juego
Diploma en Manejo Interdisciplonario de las dificultades del Escolar
Autora del libro “Apego Seguro: Cómo relacionarte con tu hijo después de los dos años” y“Separarse con niños pequeños: cómo seguir nutriendo tras la ruptura” de (Ediciones B).
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Mane Cárcamo presenta una lista de las extrañas cosas que anhelábamos cuando chicos más que cualquier otra cosa en el mundo. ¿Un yeso, anteojos, en serio?
Son divertidos los niños. Esos que todos fuimos. Soñábamos con cosas de las que hoy escaparíamos y odiábamos otras que actualmente añoramos con ansias.
Y los niños cambian, pero no tanto. Lo he visto en los míos. Me piden las mismas cosas que les rogaba yo a mis papás en 1987 y que me hace entre mirarlos con ternura e ira. Y acá van algunos de sus “deseos” que también tuve y que NO ENTIENDO POR QUÉ:
1. ¿Mamá cuando me van a poner frenillos?
Ese afán por tener una ferretería completa en la boca es algo que les fascina a los niños. Tengo una niñita de 8 años que cuenta los días para que le instalen esos aparatos que no te dejan comer choclo ni cilantro con paz en el alma. Uno los espera como la llegada del Viejo Pascuero hasta que te los ponen… y ahí el amor y la ilusión se acaban. Y más cuando los padres vemos el presupuesto de cuánto cuesta enderezarle la dentadura al cabrerío. Créditos de Consumo vengan a mí. Es así.
2. ¡Quiero anteojos!
Creo que aquí hay una diferencia con la época de los que crecimos en los 80. Usar anteojos hoy si tiene su lado cool y gracias a Dios los diseñadores han hecho un real esfuerzo y tener unos hoy dejó de ser sinónimo de la Gertrudis del curso. Usé anteojos entre octavo y segundo medio y de verdad agradezco a los que alguna vez me sacaron a bailar en una fiesta por ese gran acto de bondad. Merecen el Nobel de la Paz. Hoy los niños tienen muchas opciones y la industria óptica se ha apiadado de ellos. Así es que en este punto apaño las ansias hipsters de usarlos y las aplaudo.
3. El famoso yeso
Esta ilusión infantil nunca la cumplí. No sé si porque mis huesos son más fuertes que vaya enyesada o porque era más sedentaria que cobradora de peaje. Pero tener yeso era un sueño de la pubertad. ¿Qué es eso de querer quebrarse y andar inmovilizado? Mirábamos con envidia a la que caminaba por el recreo con su yeso cual modelo Elite. Pero asumamos que la mejor parte era el rayado con lápices chillones que te tenía que hacer todo el curso. Mucho corazón y palabras Village en la zona afectada. Chica popular garantizada.
4. Trencitas “caribeñas”
Este look femenino en verdad era para un sector más pudiente que podía viajar fuera del país y plagarse la cabeza de diminutas trenzas que las hacían durar ojalá hasta marzo para lucirlas lo más posible. Pero las que teníamos cero posibilidad de subirnos a un avión y con suerte hacíamos escalopa en el quinto sector de Reñaca, no estábamos perdidas y había esperanza para nosotras. Siempre había una prima buena onda que nos regalaba toda una tarde para hacernos las famosas trenzas y cerrarlas con lana. Todo muy a la moda como verán. Hoy veo a las niñitas con el mismo gusto, agregándole extensiones con colores y conchitas. Bo Derek aún vives en nosotras.
Y a continuación un par de «antideseos» de la infancia que hoy, como adultos, anhelamos más que nunca:
5. El no querer dormir siesta
Hoy cada día con mayor curiosidad me pregunto por qué odiábamos la siestaaaaaaaaa. Bueno esto es algo que no deseábamos, en realidad. Típico que nuestros papás nos mandaban a dormir un ratito y para nosotros era un castigo, un suplicio, un verdadero sacrificio del terror. Un clásico del 24 de diciembre “Juanita… ¿por qué no duermes un ratito para esperar las doce?” Y eso era LO peor que nos podían decir en la vida. Hoy pagaríamos por media hora de siesta diaria en silencio, aunque fuera sentados en el baño de la oficina, porque una siesta hoy en un lujo que pocos, verdaderamente muy pocos se pueden dar.
6.El odio por la higiene
Hacer que los niños se duchen es más difícil que lograr que los parlamentarios vayan a las sesiones del Congreso. Un amigo me comentó que cuando chico prendía la ducha, se quedaba sentado esperando que pasara un tiempo prudente, se mojaba los pies para simular humedad en el piso del baño y después salía muy campante del baño cual Míster Músssculo. Hoy eso no ha cambiado en los niños, pero los adultos medianamente normales le agradecemos al Creador poder bañarnos. Es más, para muchos si no nos lavamos el pelo diariamente es como si no nos hubiésemos levantado. En cambio la higiene y la niñez no se llevan bien. Eso es un hecho.
El mundo cambia, las tecnologías, los modos y las formas infantiles. Pero algunas cosas no cambiarán probablemente nunca. Y eso es bonito, porque aunque a veces nos sintamos a kilómetros de distancia de nuestros hijos, cuando pelean por ponerse “al medio” en nuestras camas todo vuelve a ordenarse y sabemos que iPhones más o iPhones menos, siempre reconoceremos parte de nuestra niñez ahí.
¿Y tú, qué otros deseos clásicos de la infancia recuerdas?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl
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