Todo aquello que tiene que ver con el amor, desde el maternal hasta el curioso hecho de que algunos logren permanecer felices por décadas con la misma pareja, o que otros sean incapaces de jamás forjar una relación duradera, es culpa de una hormona. Sí, al parecer, las cosas del amor no son tan caprichosas como aparentan.
Una hormona -y no Cupido- podría ser la responsable.
Según Gareth Leng de la Universidad de Edimburgo y experto en el cerebro, la hormona oxitocina ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes tras la primera oleada de emoción.
La hormona actúa «cambiando las conexiones» de los miles de millones de circuitos cerebrales.
Comportamiento maternal
Al explicar cómo se enamora el cerebro, Leng señala que la oxitocina ayuda a afianzar el vínculo entre una madre y su bebé, y se produce tanto durante un parto como un orgasmo.
Lo que hace es funcionar como un «interruptor central» en el cerebro, que abre nuevos patrones de interacción entre las células nerviosas.
Pero, al explicar por qué algunos cerebros no se enamoran, Leng le da una excusa fisiológica a los tantos (y tantas) aficionados al principio de una relación y detractores del «mañana».
Y es que quienes tienen menos receptores cerebrales de los que se necesitan para recibir la oxitocina pueden tener dificultades al tratar de establecer lazos permanentes con su pareja.
En serio
Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.
“¿Cómo una sola exposición a la oxitocina -por prolongada que sea- puede producir tales cambios de conducta?, no sabemos, pero estamos tratando de encontrar la respuesta”. Gareth Leng
Su papel crucial en la vinculación sexual fue observada por científicos estadounidenses que estudiaban las costumbres de los ratones de pradera.
Leng explica que «los ratones de pradera tienen una sola pareja toda la vida y ese lazo se establece durante 48 horas de intensa actividad sexual que es también la primera experiencia sexual». «Durante ese período, grandes cantidades de oxitocina son producidos en el cerebro», agrega. «Los ratones de pradera tienen receptores de oxitocina en diferentes partes del cerebro y los científicos descubrieron que si bloquean esos receptores, no se establece ese vínculo en las hembras».
Aún no está claro cómo una sola exposición a la oxitocina -por prolongada que sea- puede producir tan profundos cambios de comportamiento, pero se está investigando.
«Comprender el proceso es esencial para entender cómo las drogas pueden influenciar el genio y el comportamiento -para bien o para mal», concluye Leng.
Fuente: http://news.bbc.co.uk
Read moreHace unos días atrás, leí en un diario nacional, que Chile ocupa el segundo lugar del ranking de países con la mayor tasa de cesáreas, llegando incluso a más del 70% en clínicas privadas, muy por lejos de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, de tener un máximo de un 15% de cesáreas. ¿No será demasiada la diferencia?.
Después de esta noticia me pregunté: finalmente entonces, ¿lo “normal” en Chile es tener cesárea?.
Esta noticia llegó a mis manos al regresar de participar de un curso en EEUU sobre Intervención Kinésica en el Trabajo de Parto, cuyo propósito es formar kinesiólogos que puedan aportar al equipo de salud, aplicando el conocimiento de nuestra disciplina sobre el movimiento humano, para tener más partos normales (después de todo el parto es movimiento). Una de las razones más frecuentes para la indicación de cesárea es la desproporción cefalo-pélvica, en palabras simples: bebé más grande que el anillo pélvico de la madre. Me sigo preguntando: ¿seremos las chilenas tan distintas anatómicamente a las mujeres del resto del mundo?. Creo que no.
Otras de las razones frecuentes, es la falta de descenso del bebé. Actualmente se sabe que el movimiento de la pelvis de la madre durante el trabajo de parto junto con la gravedad ayuda al descenso del bebé, por lo tanto lo recomendable es volver a lo de antaño y realizar un trabajo de parto lo más activo posible…
Si bien los puntos anteriores son atendibles, creo que abordar el tema en pro de reducir las cesáreas en Chile es muchísimo más complejo pues está teñido con diferentes aristas: el miedo transgeneracional de las mujeres al parto, la formación que reciben los médicos, los temores de todos los involucrados, la dificultad que tenemos de conectarnos con una experiencia que nos recuerda nuestra naturaleza animal, entre muchísimas otras.
Brasil, en colaboración con el Institute for Healthcare Improvement, hace un par de años atrás se propuso transitar en el camino hacia la reducción de su tasa de cesáreas y en su experiencia, las mayores dificultades para el cambio fueron justamente la “natural resistencia” a modificar las acciones de la práctica diaria en el manejo del parto, que permitieran obtener los nuevos resultados. Como en todo orden de cosas: ¿Por qué hacer algo distinto si siempre lo hemos hecho igual y ha dado resultado?… Y tal vez aquí hay un punto importante. El foco ha estado centrado en el resultado, sin duda que a todos nos interesa un resultado feliz en un parto, pero se ha descuidado el proceso. De alguna manera, tengo la percepción que no ha tenido la valoración que merece el proceso mismo del trabajo de parto: como “rito” para la mujer que finaliza la gestación y la convierte en madre, y para el bebé, como transición de la vida intrauterina al mundo. Hoy se sabe que no da lo mismo la forma de nacer. La evidencia plantea que los bebés nacidos por cesárea tienen mayor tendencia a sufrir de alergias, por ejemplo. La explicación radicaría en que su sistema inmunológico recibe menos estímulos al no ser colonizado por la flora bacteriana del canal vaginal de la madre.
Pero otro punto que sin duda me preocupa, es la poca divulgación que hay sobre las buenas experiencias de parto, y más aún, de parto natural (sin analgesia). Conozco mujeres, muy cercanas, todas profesionales del área de la salud, valientes, acompañadas por excelentes matronas, con hermosas experiencias de parto natural, quienes en algún momento se han sentido cohibidas de relatar sus experiencias de parto por ser miradas como “hippies” o “bichos raros”, y se les juzga como casi “irresponsables” por haber enfrentado de “esa manera”este evento del parto en que “cualquier tragedia puede ocurrir”. Finalmente terminan no compartiendo su historia y sus relatos quedan en el anonimato, guardados como un tesoro escondido, en un silencio que ayuda a sostener ese miedo al parto que habita con raíces en nuestro inconsciente colectivo pues sólo terminan teniendo voz los partos difíciles. No les reconocemos su valentía, no sólo por haber “aguantado” el dolor del parto, sino más bien, por haberse atrevido a seguir sus anhelos e ir contra la corriente. La sociedad necesita conocer esas historias, son píldoras de esperanza que nos conectan con nuestra naturaleza humana.
Toda mujer que cursa un embarazo sano tiene una alta probabilidad de llegar a tener un parto saludable. Las posibilidades que ocurra algún hecho negativo son bastante bajas y, dada la excelente cobertura sanitaria que tenemos en el país, las probabilidades de detectar a tiempo cualquier complicación, también son altas. ¿Qué falta entonces?. Tal vez confiar más en nuestra propia naturaleza, en nuestros cuerpos de mujer. Falta conectarnos con el instinto de parir, con la guía que nuestro cuerpo nos ofrece en ese gran momento de “cambio” que es el parto.
En el video “Parto Orgásmico”, diferentes expertos explican la razón por la cual algunas mujeres fisiológicamente logran experimentar incluso orgasmos durante su trabajo de parto… curioso!. Y es que el cóctel de hormonas que produce el cuerpo de la mujer durante el trabajo de parto es único e irrepetible en cualquier otro evento de la vida: adrenalina, oxitocina y endorfinas. Hormonas del estrés, del amor y del placer nunca más vuelven a estar juntas.
En ese mismo video, Michel Odent, médico obstetra francés, promotor del parto natural, reconoce que en el mundo, nacen más niños por cesárea de lunes a viernes, en horario de oficina. También curioso.
Hay mucho que reflexionar sobre cómo estamos enfrentado nuestra maternidad, partiendo por cómo queremos que lleguen nuestros hijos al mundo y cómo nos conectamos con nuestra naturaleza maternal.
Para que la cesárea no sea el “parto normal” de Chile, cada una de nosotras tenemos mucho que decir.
Sonia Roa Alcaino. Kinesióloga
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