Algunos piensan que la innovación está en la tecnología. No es cierto. La innovación está en la mirada. Al explorar, pensar e implementar soluciones que nacen de otra mirada. La tecnología puede ayudar, pero la capacidad de mirar de un modo diferente es lo que genera la innovación. ¿Y cómo podemos educar la mirada innovadora? Básicamente, aprendiendo a observar.
Si quiere innovar, no pregunte nada a nadie. Observe a los clientes, a los ciudadanos. No se fije tanto en lo que dicen, sino en lo que hacen, e intente crear valor en necesidades que aún no saben expresar.
La innovación se nutre de miradas diferentes que nacen de conexiones inesperadas. También de mezclar peras con manzanas, pero de forma que funcione. Inspirar estas miradas exige establecer conversaciones poco usuales. Y, sobre todo, requiere trascender la experticia.
Los expertos son muy buenos resolviendo los problemas cotidianos, aquellos que responden al “mainstream“ del negocio o de la tecnología. Pero la innovación con una cierta radicalidad es algo diferente. Muchas de las innovaciones que pueblan ahora nuestra vida no han salido de las grandes empresas de un sector, sino de aquellos que, por no saber que era imposible (para los expertos), se lanzaron y crearon valor de una forma diferente.
Cuando los creadores del huevo kinder deciden crear algo a medio camino entre una golosina y un juguete, aplican una nueva mirada. Cuando los creadores de Chupa-Chups ponen un palo a un caramelo redondo, no realizan una gran proeza tecnológica, pero aplican una mirada nueva, sencilla y muy práctica. Cuando la gente de Synek quiere servir cervezas con el mismo sistema que Nespresso (con cápsulas de cerveza en lugar de café), adoptan otra perspectiva. La lista es muy larga.
Entrenar la mirada es más fácil desde la innovación abierta. Cuando en las compañías se supera el síndrome del “No inventado aquí” y se busca complementar el talento interno con el talento externo. No se trata de que los de fuera vengan a decirnos qué tenemos que hacer en nuestras empresas u organizaciones, sino de estimular la inspiración para encontrar nuevas miradas a partir de experiencias de otras organizaciones de sectores muy diferentes al nuestro pero que pueden nutrirnos la creatividad.
Educar la mirada es un reto. Mi experiencia es que la gente mejora mucho sus miradas innovadoras cuando aprende a observar y a construir nuevas propuestas. Educar la mirada es absolutamente posible e imprescindible para aquellos que buscan ofrecer un perfil más innovador.
Xavier Marcet es profesor del Máster en Dirección de Comunicación de la UPF Barcelona School of Management.
Extraído de innovacionchilena.cl
Read moreHace una semana mi hijo de 2 años tomó mi celular y se le ocurrió, con mucha creatividad, hacer como si fuese un barquito en el mar, hundiéndolo y sacándolo muchas veces en el WC, ups! Con harta fe lo dejé en arroz, lo sequé con secador, lo llevé al servicio técnico, sin embargo no tuvo arreglo…
Como siempre intento sacar el lado positivo de lo que me pasa, aún cuando de verdad es una sensación nueva, al borde de la abstinencia tecnológica y casi tiritona, estuve 7 días sin celular y pude comprobar lo liberador que es. Desde hace algún tiempo llevo a mis hijos a una doctora Antroposófica y ella me habla siempre de la importancia de regular el uso de pantallas (celulares, tv, computador, ipad, etc) en pos de la salud familiar, y me aplicado con el tema y lo hemos disminuido mucho, sin embargo ahora sí que tengo la convicción personal de lo diferente que es vivir conectados a la tecnología.
En estos 7 días obligadamente tuve que aprender a confiar. Confiar en que los niños están bien en el colegio; confiar que mis pacientes llegarían a la hora agendada; confiar en que si quedas con una amiga en hacer algo, sí pasará; y así millones de ejemplos más. La confianza y la responsabilidad van de la mano, pues es tener la alternativa de mandar un whatsApp para excusarme que llego tarde, o si se me queda la lista del supermercado llamar a la casa para que me la dicten de nuevo. Al no tener celular uno se debe hacer cargo de que lo que hay que hacer debe ser tal y cual lo planeado.
Otra cosa que me llamó la atención fue cómo mejoró mi comunicación con la gente que me rodeaba, en mi casa, en el supermercado, etc. Uno anda más abierta a entablar conversaciones. Me senté en una sala de espera de una consulta médica y obvio que le conversé a la señora de al lado, cosa que no hacía hace mucho tiempo. A la vez, te empieza a molestar que todo el mundo esté con el celular en la mano en una comida, en la calle, jugando con los niños, etc. Igual me daba algo de envidia jajaja estuve a punto de pedirle a la señora de la plaza que me lo prestara 5 minutos porque de verdad se echa de menos! Sin embargo estoy segura que mis niños nunca habían tenido una mamá más conectada con ellos, más entretenida y presente que en esta semana.
Parte de la abstinencia de la tecnología era no poder revisar las redes sociales y algunas noches a través de un computador las miré y para mi sorpresa, no había nada interesante. La sensación fue de una total decepción. Me metí esperando entretenerme, ver lo que me había perdido y en realidad, no había nada que valiera especialmente la pena. Todo podía esperar, al final uno las revisa como un hábito inconsciente.
Algo que también me pasó, es que uno deja de ser una sabelotodo, y la sensación también es liberadora. Con la tecnología uno lo sabe todo, lo encuentra todo, lo averigua todo. Sin celular si me preguntaban si iba a llover no sabía y no podía averiguar, simplemente contestaba no sé y ya está, y la verdad es que no pasa nada. Hoy uno se siente un poco obligada a saberlo todo!
Lo último que me pasó es que volví a mirar, sí a mirar. Encontré casas en el camino que nunca había visto. Cuando llegué antes (sin celular y sin reloj un día llegué 30 minutos antes) al jardín de mi hijo me bajé del auto y miré cómo estaban jugando en el patio, lo gocé, me conecté con el presente. Incluso manejé mucho mejor, sin el celular al lado y revisando los whatsApp en los semáforos.
De hecho pensé mucho en que rico debe haber sido criar antes, como lo hicieron mis papás: conectado en el presente; viviendo el día a día tranquilos; mirando; gozando lo que está pasando ahora y no sacando fotos de lo que está pasando y contándolo por facebook o whatsApp. Criar desde el instinto y no desde los que leemos en internet. Sin comparaciones más allá de los que los rodeaban. Sin grandes aspiraciones. Vivir, vivir simples, tranquilos, hacer las cosas bien y conectados con lo que realmente importa.
Sinceramente no volvería a estar 7 días sin celular por opción, sin embargo me propuse realmente usarlo mucho menos, guardarlo cuando esté con los niños (para estar con ellos en tiempo presente y además, para que no se vuelva a ir al WC jajajaj) Para así poder convivir con mayor conciencia y armonía entre la conexión y la desconexión tecnológica.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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